La policía bajo fuego
EL TRABAJO del policía no es fácil. Se le pide que atienda una variedad de dificultades, y también que ponga en peligro su vida. Muchos policías son muertos mientras rinden servicio cada año, aun en tiempos “normales.”
Sin embargo, éstos no son tiempos normales. El trabajo de un policía ahora es más peligroso que en cualquier tiempo antes. Esto especialmente es cierto en los Estados Unidos. Allí, en 1970, en un período comparable a otro de 1969, el número de policías que fue muerto en ataques no provocados fue el doble, y fue cuatro veces el número de las muertes que ocurrieron en 1968.
Tan solo en la ciudad de Nueva York, las cifras para 1970 hasta noviembre muestran que se hicieron disparos contra 38 policías, y 46 recibieron tajos o fueron apuñaleados y 390 recibieron puñetazos o puntapiés. Más de 1.030 perdieron tiempo del servicio a causa de la violencia que se perpetró contra ellos. En Detroit, los ataques contra ellos aumentaron en un 68 por ciento en un año. En California, los asesinatos de policías se han duplicado. En todas partes la tendencia ha sido muy semejante.
¿A qué se debe ese aumento? Una razón es el aumento fantástico en la delincuencia y el crimen. Ha aumentado el número de las personas que han participado en actividades criminales. Esto pone la vida de los policías en mayor peligro mientras tratan con estos individuos.
Sin embargo, hay otro factor en el número ascendente de asaltos, uno más amenazador que el aumento en el crimen.
Tendencia amenazadora
En los últimos años los Estados Unidos han presenciado un aumento veloz de lo que ha sido llamado “terrorismo.” En ciudad tras ciudad se ha estado dando muerte a sangre fría a miembros de la policía. La manera en que estos ataques en particular están siendo efectuados muestra que difieren de la clase de ataque que se produce cuando un policía aprehende a un criminal y éste entonces recurre a la violencia.
Por ejemplo, un policía de Sacramento fue muerto mientras iba en su auto de patrulla, muerto a tiros por un francotirador que utilizó un rifle militar. En San Francisco una comisaría fue volada con una bomba; murió un oficial y otros ocho fueron heridos. Tres fueron muertos en diferentes ocasiones mientras expedían billetes fijando multas por violaciones de leyes del tránsito; en cada caso un asesino se acercó al oficial desprevenido mientras expedía el billete de tránsito y le dio muerte con una pistola. En West Philadelphia un pistolero entró hasta en un cuartel de guardia de la policía y le disparó cinco balazos al sargento que estaba de servicio mientras éste se hallaba sentado allí tranquilamente.
En vista de estas cosas, un policía de Detroit declaró: “Es como estar en una guerra de guerrillas.” El comisario de policía de Filadelfia, Frank Rizzo, dijo: “Esto ya no es crimen. Es revolución.” El principal fiscal comisionado de California, Charles O’Brien, declaró: “Los oficiales de la ley han llegado a ser un blanco especial de los terroristas y anarquistas de nuestra sociedad. . . . Me parece muy aterrador.” Llamó al “fantástico aumento” en el número de asaltos “un peligro claro y presente al gobierno de los Estados Unidos.” Y el senador James Eastland declaró: “Una organizada ‘guerra contra la policía’ amenaza socavar la ley y el orden en los Estados Unidos.” Añadió: “Estos ataques deliberados están demasiado esparcidos, los incidentes son demasiado numerosos, la táctica demasiado semejante como para sugerir actos aislados de violencia.”
En Cairo, Illinois, el jefe de la policía, Roy Burke, dijo en septiembre que los francotiradores habían disparado contra su auto en seis diferentes ocasiones durante el año. “Tenía tantos hoyos que tuve que conseguir un auto nuevo,” dijo. Después, en octubre, de quince a dieciocho hombres vestidos con uniformes de faena militares atacaron la comisaría de Cairo tres veces en aproximadamente seis horas. En el tercer ataque, centenares de andanadas de disparos dieron contra la comisaría. El alcalde de Cairo, A. B. Thomas, dijo: “Lo que tuvimos esta noche en Cairo es franca insurrección armada.”
¿Por qué está sucediendo?
¿A qué se debe este aumento en el terrorismo? Bill Moyers, ex-auxiliar presidencial, dijo en la revista Harper’s: “En cien comunidades en todas partes del país en una temporada de violencia, nadie —comisiones presidenciales, agencias estatales, policía, los participantes mismos— podía decir con autoridad: ‘Por esto sucedió.’”
Sin embargo, en esto hay envueltos factores que se pueden entender. Por ejemplo, sobre los ataques de Cairo, la revista Newsweek informó que fueron “un evidente acto de represalia por presuntos ataques de la policía a residentes negros.” Hizo notar que blancos militantes “enfurecieron a elementos negros al llevar a cabo patrullas regulares, al estilo de vigilantes, de vecindarios negros. Esta vez pareció haberles llegado a los negros el turno para exacerbar la tensión.”
El teniente William McCoy, del departamento de policía de Detroit, habló de instrucciones impresas distribuidas entre los militantes de raza negra. Las instrucciones decían: “Cuando un grupo de defensa propia marcha contra este sistema opresivo ejecutando a un cerdo [un policía] por cualquier medio —por francotirador, apuñalar, bombardear, etc.— en defensa contra los 400 años de brutalidad y asesinato racistas, esto solo puede definirse como defensa propia.” En consecuencia una razón principal que dan los “revolucionarios” de raza negra para sus actividades es el resentimiento ante el trato que han recibido durante siglos de esclavitud, prejuicio y abuso.
También hay numerosos grupos de “revolucionarios” de raza blanca. ¿Cuál es su mira? Cuando los reporteros han tenido oportunidad de hablar con algunos de ellos, aclaran que trabajan para derribar el orden establecido, incluso el arreglo gubernamental. Pero no dan ningún cuadro claro en cuanto a qué proponen como reemplazo.
¿Qué tiene que ver esto con ataques a miembros de la policía por esos grupos o esas personas? Un teniente de la policía dijo: “El policía es el símbolo más visible del establecimiento y la justicia que éste representa. La gente que dispara contra los policías lo hace porque no puede alcanzar al alcalde, al presidente o siquiera a su esposa para satisfacer sus necesidades patológicas de vengarse.”
¿Están estos grupos “revolucionarios,” tanto de negros como de blancos, bajo alguna dirección o control central? El fiscal estadounidense John Mitchell los describió como una conspiración no muy organizada de grupos radicales y anarquistas dedicados a la destrucción de las instituciones estadounidenses. William C. Sullivan, auxiliar del director del Negociado Federal de Investigaciones (FBI), dijo que el FBI no tiene ninguna evidencia de que algún grupo individual, incluso el Partido Comunista, sea responsable del creciente desorden.
Un “revolucionario” le dijo a un reportero de Newsweek: “A la gente se le tiene que decir que nosotros en realidad no somos un montón de asesinos comunistas disfrazados. Queremos cambio ahora. Y no hay nada a nuestra disposición salvo la violencia. Ni siquiera podemos hacer manifestaciones sin ser golpeados con garrotes y rociados de gas lacrimógeno. Bueno, si nosotros no podemos vivir en paz, entonces los ricos no pueden vivir en paz. Habrá guerra franca en el transcurso de un año.” Dijo que la tercera parte de su grupo se componía de veteranos de la guerra de Vietnam que usaron su entrenamiento militar de armas y explosivos con propósitos revolucionarios.
¿Consideran seria la situación las autoridades? Un oficial veterano del Departamento de Justicia la describió así: “Hay que admitirlo, estamos en lo que equivale a una guerra de guerrillas con los chicos. Y hasta ahora, los chicos están ganando.” Muchos de los “chicos” son hijos de padres de la clase media. Se consideran “patriotas de la contracultura” y no criminales. Asemejan sus actividades a la de los revolucionarios que derribaron el régimen británico en las colonias norteamericanas, lo que resultó en la Declaración de Independencia de 1776.
¿En qué resultará?
No hay duda de que individuos dentro de la policía han sido culpables de corrupción, trato injusto o hasta actividades criminales. Las autoridades que hacen cumplir la ley reconocen eso. Pero, ¿qué sucedería si se quitara a todos los policías en la sociedad de hoy día?
Un ejemplo de lo que probablemente sucedería se vio en Montreal, Canadá. El 7 de octubre de 1969, los 3.700 miembros de la policía de Montreal se declararon en una huelga no autorizada de diecisiete horas en una disputa en cuanto a salarios. El resultado fue anarquía. Durante ese período hubo una asombrosa ola de robos, robos con escalo y otros crímenes. Aproximadamente mil escaparates fueron hechos pedazos en el centro de Montreal. Centenares de tiendas, grandes y pequeñas, fueron saqueadas. El director del Star de Montreal informó que la lección importante que se aprendió fue que todos los ciudadanos de Montreal descubrieron lo vulnerables que eran sin protección policíaca. Nadie quedó inmune. Ricos y pobres sufrieron por igual.
Sin embargo, esto no excusa a los policías de su responsabilidad de no abusar de su autoridad. Cuando una comisión presidencial investigó la violencia en los terrenos universitarios, hizo notar que era ‘obligatorio para la policía conservar su serenidad y para sus superiores ayudarla.’
Sin embargo, el aumento en violencia maligna prosigue. Los que tienen motivos de queja, reales o imaginarios, a menudo se vengan en la policía. La policía, siendo humana, a veces responde con rudeza creciente, lo que a menudo hace que otros se hagan más hostiles para con ellos. El resultado es una tendencia creciente hacia la anarquía.
Un funcionario de Washington, D.C., concluyó: “A menos que se haga algo para que la tendencia actual cambie en dirección, este país va a encontrarse en una guerra civil dentro de cinco a diez años.” Hizo notar que la “gente se está hastiando de esta violencia en las calles” y que a un número creciente del público se le podría provocar a llegar al punto de aprobar el uso de fuerza represiva aplastante. Si eso sucediera, ¿entonces qué? El funcionario dijo: “Lo que les quedaría sería un estado fascista.”