Aprendiendo a nadar
SE REQUIERE verdadero esfuerzo para aprender la destreza de nadar. Pero presenta la oportunidad de disfrutar de muchos placeres, entre ellos el esquí acuático, el deslizarse con el oleaje y las zambullidas. También suministra el mejor de los ejercicios. Y lo libra a uno de no saber qué hacer en el agua, lo cual hasta puede salvarle la vida.
¿Sabe nadar usted? ¿Saben nadar sus hijos? El valor de saber nadar se ilustra por una travesía en barco que hizo el apóstol cristiano Pablo. Una tempestad hizo encallar el barco cerca de la isla de Malta, donde empezó a desbaratarse. Los que sabían nadar saltaron al agua y nadaron a tierra a salvo. ¿Podría usted haber hecho eso? Si sabe nadar, podrá enfrentarse hoy a emergencias similares.—Hech. 27:42-44.
Métodos y actitudes mentales
A algunos les parece que la manera de enseñar a otros a nadar es arrojándolos en el agua profunda, obligándolos a nadar si no quieren hundirse. Pero esa experiencia puede ser aterradora, y las personas que han llegado a conocer el nadar por medio de este método rara vez disfrutan del agua. Quizás hasta llegan a tenerle miedo. Al aprender a nadar, es mucho mejor adherirse a un programa que vaya paso por paso y evite esas experiencias.
Realmente el temor al agua, y no el dominar el arte mismo, es el obstáculo principal cuando se quiere aprender a nadar. El nadar realmente es bastante fácil, pues el cuerpo humano tiene flotabilidad natural y permanece a flote. De modo que el nadar simplemente es asunto de utilizar los brazos y las piernas como remos para que el cuerpo avance.
Pero, ¿qué hay si una persona le teme al agua? No se le debe ridiculizar ni tratar con impaciencia. Más bien, deben hacerse esfuerzos por ayudarla a confiar en que fácilmente puede aprender a nadar. Se le debe ayudar a comprender que los movimientos que se utilizan al nadar son sencillos, y que su cuerpo no se hundirá si se relaja. También, trate de pasar a cada etapa sucesiva en el programa de nadar de tal manera que se evite el poner a la persona en una situación que probablemente la lleve a fracasar.
Pasos preliminares
Aun antes de comenzar la instrucción en una piscina o alberca u otro lugar en que haya agua, pueden hacerse ciertos preparativos. Un niño a quien se esté enseñando puede practicar el aguantar la respiración, y luego exhalar. Quizás esto parezca muy elemental, pero si no lo ha probado antes, quizás necesite práctica.
El niño también puede practicar el salpicarse, especialmente mojándose la cara. Es importante que se acostumbre a esto. Otro logro importante es que pueda aguantar la respiración bajo el agua. Puede practicar hacer esto en la tina de baño, o hasta en una paila de agua. No dé por sentados aun estos logros pequeños. Cuando el niño vaya adelantando, hágaselo saber.
Después, puede practicar el exhalar bajo el agua. Dígale que eche el aire por la boca y que usted debe ver burbujas como evidencia de que lo está haciendo. Quizás le guste esto, y haga un juego de ello pretendiendo que es una lancha de motor. Entonces haga que suelte el aire por la nariz, con la boca cerrada. Pero antes de intentar eso, pudiera hacer que practicara el dejar salir el aire por la nariz estando fuera del agua. De otra manera, instintivamente pudiera inhalar, en vez de exhalar, con la cara bajo el agua. Esto podría introducir agua dolorosamente por sus narices.
Pero, suceda lo que suceda, tenga cuidado de nunca hacer surgir temores irrazonables en el niño. Observaciones como: “Estuve a punto de ahogarme una vez,” o, “yo le tenía un miedo pavoroso al agua,” pueden hacer que precisamente eso suceda. Haga un esfuerzo consciente por representar la natación como algo muy agradable.
En la piscina
Aunque el meterse en una tina de baño, y hasta meter la cabeza bajo el agua, quizás no sea tan difícil, una acumulación más grande puede atemorizar al niño. De modo que tómelo de la mano y llévelo con usted, tranquilizándolo, diciéndole lo buena que está el agua. Si el agua está caliente, de 25 a 30 grados centígrados, es más probable que le guste.
Mostrando paciencia y ofreciendo estímulo, hasta a un niño tímido, con el tiempo, se le puede ayudar a disfrutar del vadear y chapotear en el agua. Haga que practique metiendo la cara en el agua y exhalando, tal como lo hacía en la tina de baño. No minimice este paso en el proceso de aprender a nadar. Es muy importante que la persona se acostumbre al agua, y no tema el mojarse toda.
Otro paso importante para aprender a nadar es dominar el arte de respirar con ritmo. El bajar y subir en el agua es uno de los mejores métodos para aprender esto. Dígale a la persona que se coja de la mano de usted, o de la orilla de la piscina. Entonces haga que inhale profundamente, que se sumerja directamente en el agua, que exhale por la nariz, y salga. Que haga esto lentamente mientras usted da las instrucciones: “Respira hondo, húndete, suelta el aire, sal a respirar.”
O pueden hacerlo juntos, haciendo un juego de ello. Pónganse de pie mirándose el uno al otro en agua hasta el pecho, agarrados de la mano a toda la distancia del brazo. Ahora sumérjanse por turno rítmicamente en un movimiento de sube y baja. Recuérdele a la otra persona que inhale profundamente al salir, y exhale bajo el agua.
Cuando alguien mete por primera vez la cabeza en el agua, es casi seguro que cerrará los ojos. Pero es importante que se acostumbre a abrirlos. Entre otras cosas, esto eliminará o aliviar algo el temor que le tenga al agua. Y más tarde cuando aprenda a nadar, servirá para su seguridad así como para la seguridad de otros el que vea por dónde va.
Usted también pudiera hacer un juego de aprender este arte. Ambos pueden sumergirse, y darse un apretón de manos bajo el agua. O usted puede mostrar cierto número de dedos. Que la otra persona cuente los dedos, y cuando ambos salgan, que le diga cuántos dedos mostró usted. Otro juego que puede ser muy divertido es éste: En agua que llegue a aproximadamente la cintura desciendan al fondo y recojan piedras de colores, conchas o monedas.
Cuando una persona puede hacer estas cosas, hágale saber que está progresando. Ahora está listo para el paso vital que viene inmediatamente antes de nadar.
Aprendiendo a flotar
Este paso es el de flotar. Primero intente la llamada “flotación de corcho.” Mientras esté de pie en agua que llegue más o menos al pecho, dígale al aprendiz que doble las rodillas hasta que el mentón o barbilla toque la superficie del agua. Entonces, que inhale profundamente, se doble hacia adelante, y pegue las rodillas al pecho, abrazándolas. Debe flotar con la espalda en la superficie, asemejándose a un corcho flotante. Es bueno aprender primero esta manera de flotar porque le enseña a la persona cómo ponerse de pie nuevamente del flotar acostado boca abajo.
El flotar boca abajo simplemente es asunto de acostarse boca abajo en el agua con los brazos y las piernas extendidos. Para lograr esta posición, haga que el aprendiz esté de pie en agua que le llegue un poco más arriba de la cintura. Entonces dígale que inhale profundamente, que se doble hacia adelante con los brazos extendidos, y que se acueste boca abajo en el agua. Las piernas deben elevarse a la superficie atrás. Después de unos cuantos segundos, haga que traiga las rodillas al pecho, y vuelva a ponerse de pie.
Es importante aprender esta manera de flotar, porque le muestra al aprendiz que no se hundirá en la posición de nadar boca abajo. También aclara que el nadar se logra sencillamente propulsando el cuerpo flotante por medio de movimientos de los brazos y las piernas. Pero antes de tratar de hacer estos movimientos, enséñele al aprendiz el deslizamiento boca abajo.
Que se ponga de pie en agua que más o menos le llegue a la cintura, con la espalda a la pared de la piscina. Debe extender los brazos hacia adelante a través del agua, doblar una pierna hacia atrás y colocar el pie en la pared. Ahora dígale que inhale profundamente, que meta la cara en el agua y, dándose impulso con el pie junto a la pared, que se empuje suavemente. Debe deslizarse por el agua en una posición de extensión recta desde la punta de los dedos de las manos hasta los dedos de los pies. Cuando se pierda el impulso, debe ponerse de pie otra vez.
Si una persona ha seguido este programa paso por paso hasta este punto, dominando cada procedimiento, entonces está lista para trabajar en los movimientos del nadar mismo.
Alcanzando la meta
Primero, practique los movimientos de las piernas. Que el aprendiz se ponga en la posición de flotar boca abajo. Se puede agarrar de la pared de la piscina, o usted puede sostenerlo poniendo su mano bajo el estómago de él. Ahora dígale que mueva las piernas hacia arriba y hacia abajo desde las caderas con un pateo rápido sin doblar las rodillas. Esto quizás comience a propulsarlo en el agua, si usted lo está deteniendo. Déle encomio vigoroso por este logro. ¡Casi es un nadador!
Ahora se necesitan los movimientos de los brazos. Un niño quizás quiera sacar los brazos del agua como ha visto que lo hacen la mayoría de los nadadores. Pero dígale que, para comenzar, usted quiere que los deje caer bajo el agua.
Haga que asuma la misma posición de flotar boca abajo, de nuevo coloque la mano bajo el estómago del aprendiz para suministrarle sostén. Dígale que primero extienda un brazo y luego el otro. Los brazos deben moverse de manera muy semejante a como un perro mueve las patas al nadar. Cuando se envía un brazo hacia adelante, el otro está siendo echado hacia abajo y atrás.
Ahora solo se trata de patear y bracear simultáneamente para que el cuerpo avance. Cuando el aprendiz puede hacer esto, ¡realmente está nadando! Está usando el llamado “nado de perrito,” el básico braceo y pateo del nadar.
Por supuesto, hay mucho más que aprender para llegar a ser un buen nadador. Con el tiempo la persona alargará su brazada, descubriendo al fin que puede aumentar su velocidad extendiéndola por encima del agua. Ahora está comenzando la brazada de crol, la más rápida y la más popular. Pero tiene que aprender a sincronizar la respiración apropiada con los movimientos de los brazos y las piernas para hacerlo con éxito. Para todo esto se requiere práctica, práctica y más práctica. Sin embargo, el saber nadar no solo puede contribuir a muchas horas de actividad agradable, sino que también le puede salvar a uno la vida.