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  • Yo fui brujo
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¡Despertad! 1971
g71 22/10 págs. 16-19

Yo fui brujo

SEGÚN RELATADO AL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN NIGERIA

CUARENTA y seis de mis setenta y cuatro años de vida han estado asociados con el negocio del brujo. Fácilmente yo podía ejecutar actos de magia, diagnosticar enfermedades y contrarrestar hechizos perjudiciales, hasta mortíferos.

Mis padres estaban profundamente arraigados en el fetichismo. De hecho, mi padre era un famoso líder de un grupo fetichista que se llamaba Logun. En nuestro idioma yoruba natal éste es el nombre de un dios de la guerra. Mujeres estériles venían a él para que hiciera que se apaciguara a la diosa de la fertilidad, Oshun, creyendo que esto resultaría en que se les pusiera encintas. Guerreros también venían a él para apaciguar al dios de la guerra Logun, buscando inmunidad contra balas y machetes. Todo esto le dio fama y prestigio a mi padre.

Instruido en todos los ritos de mi padre, con el tiempo yo llegué a ser sacerdote de las deidades Logun y Oshun.

Mi padre se mantenía en contacto estrecho con un grupo de ancianas que eran brujas. Éstas obraban como mediums de mi padre para curar dolencias de diversas clases, asombrando a otros. Yo asistía constantemente con mi padre cuando consultaba a estas brujas. Él sugirió que, si yo mismo podía alcanzar los poderes misteriosos que poseían las brujas, obtendría más poder que él y podría ejercer mayor influencia en la gente.

Por eso, a la edad de unos veinticinco años, llegó el tiempo en que se me habrían de impartir los poderes ocultos de las brujas. El grupo de brujas cobró una cuota de dos libras esterlinas, dos chelines (aproximadamente 6 dólares) aparte de los artículos utilizados para hacer sacrificios a los espíritus. También exigieron animales como gallinas de Guinea, cerdos, caracoles y palomas. Después de sacrificar estos animales de manera secreta, las brujas usaron los restos de las víctimas animales para preparar una cena a medianoche.

Cuando eran aproximadamente las dos de la mañana, nos reunimos en una habitación secreta, todos vestidos con mantos blancos. Desde cuatro ángulos se inyectaron en mi cabeza unas medicinas misteriosas, y me hicieron comer la cena que impartiría a mi cuerpo poderes ocultos.

Me dieron otro preparado especial para colocarlo debajo de mi almohada, y jamás debía enseñar aquello a ninguna otra persona. También me entregaron una bandera blanca, y ésta habría de izarse enfrente de mi casa. Desde aquel momento en adelante, comencé a hallarme en compañía extraña, con espíritus que se presentaban como ángeles de Dios. Oía voces de la región invisible y veía cosas que jamás había visto antes.

Durante diez años continué en asociación con este grupo de brujas, y durante ese tiempo descubrí que eran crueles y desprovistas de bondad, hostiles para con otras personas. Pronto iba a comenzar mi propio negocio de brujo.

Años antes de esto estuve leyendo un librito en yoruba acerca de un clérigo que fue a predicar en una aldea llena de idólatras. Por predicar contra los ídolos, los aldeanos no lo alojaron en una casa buena, sino más bien en una que estaba llena de imágenes de aquella clase. Él comenzó a romper sus ídolos de madera y a prenderles fuego. Cuando los aldeanos le preguntaron por qué estaba destruyendo a sus dioses, leyó el Salmo 115:4-8 de la Biblia. Agregó que, aunque estos ídolos tenían forma humana y ojos, nariz, boca, pies y manos, no valían nada. Inmediatamente pensé en los ídolos de mi padre. Le conté esta historia y le expresé el deseo de desistir de la idolatría. Le dije que quería bautizarme como cristiano.

Grandemente disgustado, mi padre dijo que yo lo desilusionaría a él y a la familia, ya que yo estaba siendo preparado para heredar toda su influencia de brujo. Le aseguré que no desecharía toda la idolatría ni mi trabajo como brujo, sino que iría a la iglesia solo los domingos y llevaría a cabo mis otras actividades como de costumbre.

De modo que me bauticé como miembro de la iglesia local, pagando todas mis cuotas y asistiendo a los servicios eclesiásticos los domingos. De todos modos, parecía que a la iglesia eso era todo lo que le interesaba. De hecho, fue después de mi bautismo que llegué a ser brujo profesional. Con el tiempo me nombraron catequista en la iglesia, de modo que combiné mi trabajo de brujo profesional con el de ser catequista. Mi afiliación eclesiástica no me apartaba de las prácticas ocultas ni de la magia; al contrario, me ayudaba en mi negocio de brujo. Tanto miembros de la iglesia como personas que no eran miembros de la iglesia venían a verme en busca de curaciones o agüeros. Todos sabían que yo tenía poderes espiritistas.

Los poderes místicos que conseguí facilitaban el que yo diagnosticara los problemas y dolencias de la gente. Un día vino a verme una señora porque sus hijos invariablemente morían en la infancia. Yo sabía que sus enemigos habían usado poderes de espíritus contra ella. Aunque ésta era la primera vez que la había conocido, inmediatamente reconocí que el niño que llevaba consigo estaba siendo matado por los espíritus que evocaba su enemigo.

Le conté a esta mujer todas sus experiencias desafortunadas previas acerca de la muerte de sus hijos; también le dije lo que la aliviaría y salvaría de la muerte al niño que tenía entonces. Se hicieron arreglos para preparar los remedios en los cuales bañar al niño y también que el niño había de beber. La madre aceptó de buena gana el tratamiento. El niño todavía vive. El costo de las curaciones de esta clase nunca eran de menos de dos libras esterlinas y dos chelines (aproximadamente 6 dólares).

Yo manejaba casos como éste diariamente. Esto resultó en un aumento de mis ingresos semanales a un promedio de no menos de veinticinco libras esterlinas (aproximadamente 70 dólares). Además de los beneficios financieros, mi profesión de brujo despertaba temor y respeto en otros. Temían ofenderme, creyendo que yo podría causarles daño por medio de mis poderes ocultos. Sin duda pude haber perjudicado a la gente, pero nunca traté de echar maleficios perjudiciales a otros, como es común que hagan tantas brujas. De modo que mis clientes me estimaban como un hombre muy piadoso, especialmente en vista de que ocupaba un puesto responsable en la iglesia.

A veces yo ejecutaba actos de magia. Por ejemplo, tenía anillos y otras clases de preparados que me podía poner. Entonces podía resistir a veinte hombres físicamente capacitados, y no me podían alzar ni mover de cierto sitio. Esas hazañas aumentaron mi reputación de brujo.

Aprendiendo la verdad de la Biblia

Una noche de 1932 yo estaba en Abeokuta, una población al oeste de Nigeria. Caminando por la calle, vi a una muchedumbre que escuchaba un discurso bíblico al aire libre. Me detuve. El orador, testigo de Jehová, estaba considerando el juicio venidero de Dios en el cual todos los inicuos serían destruidos; leyó de la Biblia en Revelación 16:14, 16, acerca de que los demonios están congregando a las naciones para “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Añadió que las iglesias no se escaparían de la ira de Dios, porque lo han presentado en falsos colores de muchas maneras... por enseñanzas falsas que se basan en ideas paganas y por tolerar prácticas idolátricas entre sus miembros. Parecía que el orador me estaba hablando a mí personalmente; los puntos tocaron mi corazón. El orador también usó el nombre de Dios, Jehová. Todo parecía raro, pero lógico.

Aquella misma noche tuve sueños en los cuales los espíritus me advirtieron seriamente que no escuchara de nuevo aquellos discursos. Me dijeron que yo ya era catequista y conocía la Biblia, que ellos me habían bendecido en mi profesión como brujo, y por eso, “¿por qué dar oídos a esa basura?”

Sin embargo, en dos ocasiones más me detuve brevemente a escuchar los discursos bíblicos patrocinados por los testigos de Jehová. Pero estas verdades bíblicas no influyeron mucho en mí hasta que me casé con mi tercera esposa. Ella tenía parientes que eran Testigos. Sin embargo, no fue sino hasta después de habernos casado que se despertó su interés en los Testigos. Al continuar asistiendo a las reuniones de los Testigos, ella dejó de llevar a cabo ciertos actos que se acostumbraban entre nuestro pueblo. Cuando le pregunté por qué se estaba haciendo rebelde, ella me explicó de manera apacible que el consejo de la Biblia contra la adoración de criaturas, así como su conciencia, ya no le permitían continuar haciendo estas cosas.

Reaccioné con disgusto. Mi decisión fue ir con ella a las reuniones de los Testigos. Los desafiaría, apoyándome fuertemente en mi influencia como catequista y brujo. Pedí ver al ministro presidente del grupo para hacerle preguntas acerca de la actitud de mi esposa. Aunque yo estaba gritando a voz en cuello con orgullo, me sorprendí al ver que este Testigo me presentó apaciblemente respuestas con la Biblia, haciéndolo de manera sumamente convincente. Todo culminó en que yo aceptara uno de los libros de la Sociedad Watch Tower en yoruba, y los Testigos hicieron arreglos para hacerme una visita semanal para contestar más de mis preguntas.

Pronto nuestras discusiones semanales revelaron, con ayuda de la Biblia, lo profundamente arraigado que yo estaba en la religión falsa. En unas cuantas semanas mis tres esposas y yo estábamos asistiendo a las reuniones de los Testigos. Pronto deseé hablar a otros acerca de las verdades que aprendía.

Haciendo la voluntad de Dios a pesar de oposición

Encontré oposición; mis propios padres eran los peores opositores humanos. ¡Qué gran desilusión era yo a su vista! ¡Mi padre había hecho tanto para que yo heredara su fama de brujo, y ahora yo quería vivir enteramente en armonía con la voluntad de Dios según se expresaba en la Biblia! Miembros asociados de la iglesia se encolerizaron enconadamente; la mayoría pensaba que yo estaba perdiendo el juicio. Otros pensaban que se me debía dar un puesto superior al de catequista que me tentara a permanecer en la iglesia.

Los demonios también estuvieron activos tratando de disuadirme. Y todo el grupo de brujas pensó que algo serio me pasaba, pero yo continué obteniendo consuelo de las Escrituras, como de Isaías 41:9-12, que muestra que Dios sostiene a sus siervos. A pesar de la oposición de los demonios y de los hombres, me resolví a hacer la voluntad de Dios.

Pronto descubrí que no podía combinar el ser brujo con el ser cristiano verdadero. La Biblia aclara la fuente de los poderes ocultos. Y advierte fuertemente contra el envolverse en toda clase de espiritismo, pues identifica al Diablo y sus ángeles demoníacos como la fuente de eso. (Hech. 16:16-18; Efe. 6:10-13; Deu. 18:10-14) Yo realmente quería bautizarme como cristiano verdadero. Para dar evidencia de mi cambio a la adoración pura, recogí todos los instrumentos conectados con las prácticas de brujo... mi bandera blanca, el talismán que estaba debajo de mi almohada, mis mantos blancos y mis imágenes. Todos éstos los eché en un río. Otros artículos los enterré en el suelo.

Resuelto a hacer la voluntad de Dios como se revela en la Biblia, ahora supe que el cristiano, si está casado, debe ser esposo de una sola esposa. (1 Tim. 3:2, 12) De modo que me divorcié de mis esposas secundarias y me quedé solo con mi primera esposa.

Gozos de la adoración verdadera

Desde que emprendí la adoración verdadera, muchos de veras han sido mis gozos y recompensas. Por ejemplo, cuando asisto a una asamblea de los Testigos me conmuevo al oír las experiencias de otros que también han sido libertados de la esclavitud al espiritismo. Recientemente me enteré de un brujo que había estado sufriendo físicamente por años; él mismo quizás había llegado a ser víctima de los demonios que adoraba, como a menudo sucede. Un día encontró a una Testigo, que era predicadora de tiempo cabal de verdades bíblicas. Al escuchar las buenas nuevas de parte de ella, le confesó que estaba en dificultades con sus parientes debido a que su fetiche (yuyu) seguía destruyendo a su gente, a pesar de muchos sacrificios para apaciguar a los espíritus. Empobrecido ahora, había buscado ayuda de su líder religioso de la secta “Monte Sion” y hasta le sugirió al sacerdote que quemara el yuyu. ¡Qué sorprendido quedó al oír decir al líder eclesiástico: “¡Yo no! Yo no quiero que esa cosa me mate a mí y destruya la vida de mi gente”!

Puesto que el líder eclesiástico tenía miedo de obrar contra los demonios destruyendo el yuyu, ahora el brujo le rogó a la testigo de Jehová que le ayudara. Ella habló con el ministro presidente de su congregación, y él hizo arreglos inmediatos para quemar el yuyu. La gente del vecindario, por supuesto, esperaba que los Testigos que destruyeron al yuyu ciertamente murieran. Pero cuando nada les sucedió, ellos mismos decidieron aprender más acerca del Dios verdadero, Jehová, que es más poderoso que cualquier otro. En cuanto al brujo y su esposa... quedaron libres del maleficio demoníaco. Comenzaron a asistir a las reuniones de los Testigos, y después de seis meses se bautizaron. El ex-brujo es ahora ministro precursor de tiempo cabal y ayuda a otros a libertarse de la esclavitud al espiritismo.

Aunque ya no disfruto de los ingresos financieros de las curaciones que efectuaba como brujo, tengo refrigerio verdadero para mi alma al hacer la voluntad de Dios como discípulo de Cristo. (Mat. 11:28-30) ¡Y qué gozo me da el llevar este refrigerio a otros! Ahora puedo decirles a otros que, no por brujería, sino por medio del Hijo-Rey de Dios, Jesucristo, Él llevará a cabo curaciones permanentes para toda la humanidad obediente, llevándola a la perfección humana. (Rev. 21:3, 4) ¡Y qué agradecido estoy porque en el futuro cercano Jehová destruirá todas las prácticas religiosas falsas, de las cuales la brujería solo es una!—Rev. 22:15.

Mis gozos siguen multiplicándose. Cuatro de mis nueve hijos comparten ahora la esperanza de vivir para siempre en el nuevo sistema de cosas de Dios. Mi hermano más joven, que junto con mis padres se opuso enconadamente a que yo llegara a ser testigo de Jehová, ha tenido un cambio de opinión y actitud y ahora está sirviendo en el interés del reino de Dios. Y a la edad de setenta y cuatro años he tenido el privilegio de asistir a un curso especial para supervisores de congregación patrocinado por la Sociedad Watch Tower en Lagos, Nigeria. ¡Verdaderamente grandes han sido mis gozos y recompensas desde que me libré del espiritismo y dediqué mi vida al Dios verdadero!

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