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¡Despertad! 1971
g71 8/12 págs. 6-8

¿Qué hay detrás de los problemas del dólar?

¿POR qué le ha sucedido todo esto a la balanza de pagos de los Estados Unidos? ¿Por qué se ha desarrollado tan enorme déficit en veinte años?

Como se ha señalado con anterioridad, la respuesta sencilla es que habitualmente los Estados Unidos han gastado en ultramar más de lo que han ganado.

Pero, ¿significa esto que en el pasado vendían en el extranjero menos productos de los que compraban? No, hasta muy recientemente los Estados Unidos consistentemente mostraban un excedente en su comercio de mercancías con otros países.

Entonces, ¿por qué tienen un déficit tan grande? Porque los Estados Unidos gastan, o regalan, sus dólares por otras cosas que no están incluidas en la compra y venta de mercancías en el comercio mundial.

Con relación a esto, un elemento muy significativo es la ayuda económica al extranjero. Desde la II Guerra Mundial se han dado miles de millones de dólares a otros países. Además, cuando los norteamericanos van de vacaciones en el exterior, gastan dólares en otros países. Gastan mucho más que los extranjeros que vienen a los Estados Unidos de vacaciones, y queda un déficit en esta cuenta.

Hay otros campos que contribuyen a la salida del dólar. Muchos norteamericanos jubilados viven en otros países. Reciben pensiones y gastan el dinero en el país donde viven. También, los negocios norteamericanos gastan dinero en fábricas y equipo que desean operar en otros países. Además, los estadounidenses compran valores extranjeros como inversiones.

Factor primario

Sin embargo, el principal particular aislado que desangra los dólares de los Estados Unidos no es ninguna de estas cosas. ¿Qué es entonces? Dijo Industry Week del 3 de mayo de 1971: “La principal causa del déficit comercial . . . es el gasto militar en ultramar.”

El gasto militar abarca el dinero que se gasta en comprar equipo bélico en otros países y en salarios para el personal militar que gasta los dólares allende los mares. También significa pagar el abastecimiento y mantenimiento de las fuerzas militares extranjeras que están aliadas con los Estados Unidos.

Sobre ese gasto militar el Times de Nueva York comentó: “Durante la década de los años sesenta, el déficit neto de la balanza de pagos de los Estados Unidos sobre gastos militares ascendió a 32.000 millones de dólares. Como recalcó el ex-secretario de Hacienda, Henry H. Fowler, no se puede tolerar una salida como ésa en la siguiente década.”

Otro aspecto de ese gasto militar es que no se produce nada de valor verdadero. Las guerras y los preparativos para la guerra son destructivos para la riqueza (de los contribuyentes) de una nación. Cuando dos países contrarios construyen aviones y tanques para la guerra, nada se ha producido que contribuya algún beneficio económico duradero. Cuando esas armas se usan para destruir edificios, fábricas, ciudades y terrenos, ¿cuánta riqueza se produce? ¿Están haciendo más ricas o más pobres a las naciones el costo, y el uso, de todo eso? Usted sabe la respuesta.

Es verdad que el meterse en guerra significa que hay que producir máquinas de guerra. Eso sí produce trabajos. Pero esos trabajos no están produciendo riqueza económica, nada de verdadero valor para la humanidad. ¿Han sido mejorados la tierra, las casas, los árboles, los parques, las escuelas o los hospitales? Si el dinero que se usa en producción bélica se usara para estas cosas, entonces habría beneficios económicos verdaderos y duraderos.

Desde el punto de vista de largo alcance, por lo tanto, el gasto bélico de todas las naciones no aumenta su riqueza, sino que la disminuye. Y en el caso de los Estados Unidos el enorme gasto militar de ultramar es la razón principal por la cual ese país se está arruinando en sus cuentas internacionales.

Desenvolvimiento amenazador

Recientemente ha habido otro desenvolvimiento amenazador desde el punto de vista de los Estados Unidos. Los grandes excedentes que tenía en otro tiempo en sus transacciones comerciales con otras naciones están desapareciendo.

En tiempos recientes las importaciones han estado aumentando a una proporción más rápida que las exportaciones. Ahora otros países pueden producir muchas de las mercancías que solo los Estados Unidos producían eficazmente unas cuantas décadas atrás. Y muchos de estos otros países los producen a un costo mucho más bajo.

Debido a la inflación, el precio de los productos norteamericanos ha estado subiendo rápidamente. Esto los hace más costosos en el comercio mundial. Los extranjeros prefieren comprar de otras naciones que producen artículos de igual calidad, pero más baratos.

Los consumidores estadounidenses también están aumentando el problema. Debido a las mercancías caras de fabricación norteamericana, están comprando cada vez más productos de fabricación extranjera. Este año dos de cada cinco zapatos que se venden en los Estados Unidos son importados. Seis de cada diez televisores son importados ahora, así como nueve de cada diez radios. Autos de fabricación extranjera, como el Volkswagen de Alemania y el Toyota y Datsun del Japón, están fluyendo rápidamente a los Estados Unidos, reduciendo la producción local.

De modo que las mercancías de fabricación extranjera están engulléndose los mercados en todas partes. Están perjudicando las ventas estadounidenses a otros países así como sus ventas internamente. Si esta tendencia continúa, pronto los Estados Unidos contraerán un déficit aunque se elimine todo gasto militar en ultramar.

El desequilibrio resulta en crisis

Los déficits en la balanza de pagos estadounidense iban aumentando a medida que los años pasaban. Sin embargo, por presión política o de otras maneras, los funcionarios norteamericanos pudieron convencer a otras naciones para que no convirtieran sus dólares en oro. Advirtieron que cualquier demanda continua de su oro produciría una crisis para todas las naciones del Fondo, puesto que están estrechamente enlazadas.

Sin embargo, llega un tiempo en que hasta un banquero bondadoso no tiene más remedio que tomar ciertas medidas. Tiene que decirle al que pide prestado: ‘¡No doy más!’ Eso sucedió en la primavera de 1971. Esta acción drástica fue causada por una situación que surgió durante 1970 y a principios de 1971.

En 1970 los Estados Unidos padecieron un retroceso en la economía. Entre las diversas cosas que se hicieron para tratar de salir de esta situación estuvo el rebajar la tasa de los intereses. Esto por lo general estimula el comercio, ya que hace más barato el pedir dinero prestado. Hay más probabilidad de que los que quieren comprar autos, construir casas o ensanchar sus negocios pidan prestado y usen el dinero cuando la tasa del interés es más baja.

Sin embargo, con tasas más bajas, los que tienen dinero para invertirlo obtienen menor ganancia. Por eso, muchos sacaron su dinero de las inversiones estadounidenses y lo pusieron en inversiones europeas donde la tasa era más alta.

En la primavera de 1971 hubo un fluir de dólares a Europa. No solo buscaban los inversionistas tasas más altas, sino que, debido a la debilidad del dólar, los especuladores querían librarse de los dólares y comprar el dinero europeo, que era más fuerte, especialmente el marco alemán. Les parecía que estas monedas aumentarían de valor y ellos se beneficiarían.

Sin embargo, cuando fluye dinero así a un país, esa nación tiene más dinero para gastar y prestar, lo cual estimula la inflación. De modo que aunque los déficits norteamericanos a través de los años ya eran bastante malos, esta inundación de dólares en Europa, en particular en Alemania, fue demasiado. Los bancos centrales de varios países europeos dijeron súbitamente: ‘¡No queremos más!’ Temporalmente rehusaron aceptar más dólares. Entonces dejaron que su dinero ‘flotara’ hacia arriba en los mercados financieros.

Esto quiso decir que no se adherirían al acuerdo del Fondo Monetario de dejar que sus monedas fluctuaran solo 1 por ciento. Dejaron que su moneda buscara su propio nivel de acuerdo con la oferta y la demanda. Puesto que la demanda de dólares era débil y la demanda de monedas europeas era fuerte, el valor de esas monedas subió varios puntos por ciento.

Eso realmente equivalía a una devaluación del dólar. Puesto que los Estados Unidos mismos no querían hacerlo, las otras naciones lo hicieron para éstos revalorizando su propio dinero hacia arriba. El resultado fue el mismo. Ahora cuesta más dólares comprar los mismos productos y servicios extranjeros.

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