¿Cuán serio es usted en cuanto a la moral?
ESA es una pregunta que toda persona recta haría bien en hacerse, especialmente en estos días. Mire donde mire: en los negocios, en la industria, en las diversas profesiones, en los gobiernos, usted hallará que la falta de moralidad es aterradora. A menos que se mantenga alerta, puede dejarse llevar muy fácilmente por esta tendencia.
Típica de esto es la crasa y difundida corrupción policial que el comité de investigación Knapp de la ciudad de Nueva York puso de manifiesto durante octubre de 1971. En una de las audiencias un ex-policía declaró que en un distrito de setenta policías, solo había dos policías honestos, solo dos que no aceptaban sobornos. En otra de las audiencias se hizo el cargo de que la misma policía estaba traficando con narcóticos, que drogas por valor de 7.000.000 de dólares desaparecieron después que la policía se apoderó de ellas en sus incursiones, y fueron vendidas por los mismos oficiales policiales. Y así siguieron las sórdidas revelaciones día tras día. Según algunos observadores, ya no se trataba de que una manzana podrida en un cajón pudiera echar a perder a las demás, sino de que hubiera tantas manzanas podridas.
Cabe preguntarse: ¿Qué otra cosa se podría esperar? Tal como escribió el ex-concejal de la ciudad de Nueva York, Earl Brown, el 2 de noviembre de 1971 en el Times de Nueva York: “El problema no es una policía corrupta sino una sociedad desaforada. . . . Exigir que el policía de ronda . . . sea incorruptible, es pedir más de lo que otros estarían dispuestos a hacer. Cuando los norteamericanos exigen ley y orden, los exigen para otros, no para sí mismos. El acomodado padre de la clase media que ofrece un soborno a un policía para que no arreste a su hijo . . . pasa por alto el hecho de que está cometiendo un crimen. . . . ¿Cómo puede alguien esperar que los policías sean “incorruptibles” cuando tantas personas son corruptas?
Pero, ¿no hay una porción considerable de la sociedad en casi todo país del mundo, especialmente entre la generación más joven que profesa tomar en serio la moral? Sí, profesa sentirse justamente indignada por lo que podríamos llamar los puntos en cuestión o los males mayores de la moralidad... la injusticia de la guerra, la injusticia causada por la discriminación racial, y la explotación de los trabajadores.
No obstante, ¿cuántos de los que protestan en contra de las injusticias son verdaderamente consistentes cuando se trata de la moralidad personal? Es evidente que son muy pocos. Porque, como declaró el Sr. Barr, director de las Escuelas Dalton, éstos profesan adherirse a una “macro-moralidad,” la moralidad que trata de asuntos mayores; pero se vuelven completamente indiferentes cuando se trata de “micro-moralidad,” o moralidad personal. Lo que es más inconsistente aún, demuestran no tener escrúpulos de conciencia cuando se trata de hacer trampas en exámenes escolares, robar, mentir, ser crueles con sus padres o destruir la propiedad de otros.
Muchos de los clérigos de la cristiandad, especialmente los modernos o “liberales,” están contribuyendo a empeorar las cosas. Por mucho tiempo han pasado por alto la conducta inmoral de sus feligreses, y ahora muchos de ellos hasta aprueban procederes que la Palabra de Dios, la Biblia, categórica e inequívocamente condena y prohíbe, como por ejemplo las relaciones sexuales premaritales y la homosexualidad.—1 Cor. 6:9, 10.
Es cierto que muchos consideran que la Biblia es anticuada, pero, ¿ha mejorado el hombre moderno su modo de vivir al rechazar los principios bosquejados en la Biblia? ¿No están el crimen y la violencia desenfrenados como nunca antes? ¿Sería éste el caso si la gente siguiera el principio bíblico de ‘hacer a otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros’? (Luc. 6:31) Y, ¿habría una pandemia de enfermedades venéreas, aumentarían a grandes pasos las violaciones y los nacimientos ilegítimos si se siguieran los principios bíblicos que limitan la relación sexual a personas debidamente casadas?—1 Cor. 7:1, 2.
No tomar en serio la moral es clasificarse uno mismo de insensato, sí, aun de loco, según lo dice la Biblia, la Palabra de Dios. Así es que leemos: “El hacer maldad es como una diversión al insensato.” “Como un loco furioso que arroja teas encendidas, flechas y muerte; tal es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: ¿Acaso no lo hice por chanza?”—Pro. 10:23; 26:18, 19, Versión Moderna.
La moral no es asunto de broma, no debe considerarse como un asunto de chanza. Debe tomarse con mucha seriedad. Es por eso que la Palabra de Dios nos manda no solo que amemos y hagamos lo que es correcto, sino también que odiemos y aborrezcamos lo que es malo. Para salvaguardarse uno mismo en lo que concierne a la moral, es necesario fortalecerse tanto de manera positiva como negativa, por decirlo así, por medio de amar y adherirse a lo que es bueno y odiar y evitar lo que es malo. “Odien lo que es malo,” y “aborrezcan lo que es inicuo, adhiéranse a lo que es bueno,” nos dice la Palabra de Dios.—Sal. 97:10; Rom. 12:9.
Ser serio en cuanto a la moral es el curso de la sabiduría. Es el curso que traerá menos pesar, si es que traerá alguno. No es posible evitarlo. Si somos descuidados, si jugamos con la inmoralidad sexual, perderemos el respeto por nosotros mismos, y se nos plagará con una conciencia culpable. Las personas que tienen una mala conciencia ‘huyen cuando no hay perseguidor, pero los justos son como un león joven que tiene confianza’ dice el proverbio inspirado.—Pro. 28:1.
El hacer un hábito de leer la Santa Biblia, la Palabra de Dios diariamente, le ayudará a ser serio en cuanto a la moral. Le proveerá la guía, el esclarecimiento y la fuerza necesarios para seguir el proceder correcto y poder evitar lo malo. La Biblia resume en estas palabras los requisitos para el hombre: “¿Qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” Ejercer justicia significa ‘hacer a otros lo que queremos que nos hagan a nosotros.’ Y como ayuda para motivarnos en esa dirección está el principio: “El salario que el pecado paga es muerte, mas el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.”—Miq. 6:8; Luc. 6:31; Rom. 6:23.
Sin duda alguna: Si queremos agradar a nuestro Creador, si queremos hacer lo que es correcto para nuestro prójimo, si queremos seguir el proceder que con el tiempo será más recompensador, entonces debemos ser serios en cuanto a la moral. “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.”—Gál. 6:7.