El paro... brillante bandido de las bandadas
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN LAS ISLAS BRITÁNICAS
CUANDO las amas de casa de la Gran Bretaña se inclinan para recoger la botella de leche de delante de sus puertas por las mañanas, quizás descubran que alguien ha hecho una incursión. Sí, ¡ha saqueado la crema de las botellas de leche! El paro, ese brillante bandido de las bandadas, ha estado haciendo de las suyas nuevamente.
Intrépido y ágil, el herrerillo azul, una clase de paro, sabe lo que quiere, y por eso se inclina peligrosamente dentro del gollete de una botella de leche para beberse de dos a cinco centímetros de la crema. Pero, ¿cómo llega hasta la leche este bandido plumado? Las tapas de las botellas no presentan un problema demasiado grande. Cuando se usaban discos gruesos y encerados de cartón para sellar las botellas de leche, éstos parecían ser lo suficientemente seguros y, (uno hubiera pensado) a prueba de picos. Pero el pequeño paro pacientemente pelaba capa tras capa de cartón.
Entonces comenzó a usarse la tapa delgada de metal. Pero ésta tampoco pudo detener al poderoso pico semejante a cincel, del paro. Piedras colocadas sobre las botellas fueron quitadas con atrevida desfachatez. Cubrir las botellas con un lienzo para protegerlas tampoco dio resultado.
Pero si de vez en cuando el ama de casa tiene problemas, el lechero también los tiene. Se informa que bandadas de paros siguen a los carros lecheros por las calles, como las gaviotas siguen al arado, y perforan las tapas de las botellas de leche mientras el lechero está ocupado con el reparto.
Ahora bien, parece ser que el pequeño paro está ejerciendo una mala influencia en sus asociados plumados. Un lechero cuenta que, en varias ocasiones, los petirrojos con sus largos picos han venido detrás de los paros y han bebido la leche de las botellas que éstos, que son mucho más pequeños, habían abierto para ellos. El pequeño paro toma la delantera y otros le siguen. Es un hecho conocido que otras once especies de pájaros les han seguido la corriente, por decirlo así.
¿Y qué más? Pues, un corresponsal del The Times atestiguó lo siguiente: “Una vecina al ir a buscar la leche por la mañana descubrió a un zorro sentado sobre sus ancas en las breñas del bosque mirando atentamente a los paros azules mientras éstos hacían presa de la tapa de una de las botellas, y, sin duda, si no se le hubiera molestado habría esperado hasta que ellos terminaran su labor para luego tomarse un trago.”
Pero el pequeño paro no se desvive solamente por la crema. Un ingrediente de la masilla también es de su agrado. En una ocasión hubo que detener el trabajo de construcción para terminar una casa de campo cuando un bosque cercano arrojó a los aires su enorme población de paros azules; la parranda de comer masilla que siguió hizo que todos los vidrios cayeran.
¿Y qué apariencia tiene este bandido plumado? El paro azul es uno de los pajarillos más hermosos que se pueden hallar en la Gran Bretaña. Muchas personas, al ver por primera vez a un pájaro posarse para ‘degollar una botella,’ han confundido al paro más común de Londres con un pájaro extranjero, escapado quizás de una pajarera. Porque en vuelo, la cabeza y las alas azul cobalto, las mejillas blancas y el pecho y el vientre amarillento trazan líneas deslumbrantes de color que no pueden menos que cautivar.
Tal vez el pequeño paro se ha convertido en un diestro especialista en el arte de abrir botellas debido a su habilidad para aprender tretas. Dice el libro Birds of the World: “Los herrerillos son los más adaptables y enseñables de los pájaros muy pequeños . . . son sorprendentes las artimañas que se les puede enseñar a los herrerillos amaestrados.” Por ejemplo, el libro declara que en el Japón, los diferentes tipos de paros son usados por los adivinadores de la suerte. A una orden, el pajarillo salta a su percha, toma una moneda de entre los dedos, la deja caer en una caja, abre la puerta de una urna en miniatura y extrae un trozo de papel, hasta lo desenrolla.
Por lo tanto parece ser que los paros azules son capaces de aprender por el método de tanteos. Escribe el biólogo sobre pájaros J. C. Welty del Colegio Beloit de Wisconsin: “No es muy probable que el hábito de hurtar leche de botellas hechas por el hombre sea comportamiento innato.” Y, como escribe Kenneth Graham, experto en pájaros: “Si es verdad que la inteligencia se define como la habilidad de ver conexiones y de sacar provecho de experiencias pasadas, entonces hay que admitir que los paros poseen este atributo a un grado mucho mayor de lo que hasta aquí se creyó posible en estudios sobre el comportamiento de los pájaros.”
Puesto que la morada natural de los paros azules es el bosque, su incursión dentro del corazón de una gran metrópoli es tanto más sorprendente. Su destreza innata los capacita tanto a existir como a multiplicarse en las zonas monótonas y comparativamente desprovistas de árboles de una ciudad vibrante.
Y su elección de lugares donde anidar en la gran ciudad también pone de manifiesto su habilidad para intentar prácticamente cualquier cosa. Son típicamente impronosticables sus sitios donde anidar: la rueda de recambio de un auto, buzones para cartas, tuberías de desagüe, faroles, viejas bombas, y aun el bolsillo del sobretodo de un espantapájaros colocado a la vera de una hilera de guisantes especialmente para espantar —¿se imagina a quiénes?— ¡pues nada menos que a los paros azules!
¿Y cómo considera el público en general a este pájaro de tantos y tan variados talentos? A pesar del robo de crema, nada que se pueda asemejar a un clamor público emerge de la gente, ningún sentimiento de ultraje. Todo lo contrario, algo así como un dejo de admiración se trasluce de los relatos personales de estos bandoleritos alados.
Por eso, a pesar de que en ocasiones estos pequeños pájaros se han tornado muy fastidiosos, los amantes de las aves todavía siguen colgando manjares en sus jardines para recibir la visita de este pequeño “dandy” del mundo alado. Entre los bocados escogidos de los paros azules se cuentan el queso, el cuero de tocino, los maníes enhebrados en alambre, las semillas y el coco partido. De hecho, el paro es uno de los pájaros de jardín favoritos de la Gran Bretaña. Se le tiene en gran estima por sus cautivantes cabriolas tales como colgarse cabeza abajo para alcanzar un coco partido suspendido en el aire.
Otra razón por la cual el pequeño paro es un pájaro querido a pesar de su bandolerismo, es que sirve de provecho al hombre al ingerir grandes cantidades de insectos. Se vio a una pareja de pájaros hacer ochenta visitas por hora a su nido. Permitiéndose solo los intervalos necesarios, el Sr. y la Sra. Paro buscaron 1.500 comidas en un día, o alrededor de 10.000 por semana. Estas comidas consistían de las larvas de los gorgojos de los manzanos en flor y la cresa de las moscas de sierra. De manera que los paros azules se convierten en una suerte de brigada de trabajadores voluntarios que se encarga de librar a los árboles frutales de pestes. Desafortunadamente, la tala irreflexiva de árboles y el uso indiscriminado de insecticidas obligan a los paros azules a buscar su alimento en algún otro lugar.
A causa de su bandolerismo, algunos han llamado “locos” a los paros azules. Pero un lector escribió lo siguiente al director de un periódico en defensa de los pájaros bandidos: “Con el crecimiento de las zonas urbanas y la reducción de las zonas fértiles —a menudo tratadas químicamente— ¿sería demasiado sugerir que somos nosotros, con nuestro loco proceder, los que hemos perjudicado a los paros?”
Solucionar el problema para poder disfrutar del pájaro
Pero, ¿qué se puede hacer para controlar el hábito del paro azul de robar leche? Apoderarse de la leche antes que él sería una solución. El problema es que las incursiones aéreas se producen con sorprendente rapidez. Pocos segundos después de la entrega, los bandidos plumados descienden precipitadamente, como lo hicieron cuando abrieron más de 50 botellas del total de 300 de la consignación de leche a una escuela de Merstham, Surrey, antes de que el encargado de la escuela pudiera recogerlas.
Sabiamente recuerde que para un pájaro... la comida está donde la encuentra. De modo que, con la amable cooperación de su lechero, esconda la leche en una caja sólida con una tapa pesada.
El paro azul no es más que una de las casi infinitas variedades de maravillas vivientes, la obra de las manos de un Creador sapientísimo. De un amante de los pájaros proviene este excelente tributo al pequeño paro y a su Hacedor: “Lo hace sentir a uno muy humilde el contemplar a estas pequeñas criaturas tan diestras, ocupadas, felices, tan exquisitas en forma, línea y color, tan perfectas en movimiento, tan decididas, tan seguras en todos sus caminos. ¿Qué es la obra del hombre, comparada con esto?”