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  • Mi nuevo hogar... Alemania

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  • Mi nuevo hogar... Alemania
  • ¡Despertad! 1973
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¡Despertad! 1973
g73 8/7 págs. 20-22

Mi nuevo hogar... Alemania

EL Sol todavía no había salido. El rocío aún yacía sobre los prados y los campos cuando dejé mi hogar... una pequeña aldea en el centro de Grecia. Mis padres me acompañaron hasta el tren. Aunque nos esforzamos mucho, fue difícil conversar. Nuestros pensamientos estaban trabados por la inminente separación.

Cuando finalmente llegamos a la estación del ferrocarril de donde los “trabajadores invitados” iban a iniciar su viaje a Alemania, uno sólo veía caras llenas de lágrimas y oía tristes palabras de despedida. Con desaliento, el tren que llegaba era mirado como si fuera algo maligno hecho de acero que rompería esos estrechos lazos familiares por algún tiempo... o, en algunos casos, para siempre.

Nunca olvidaré ese momento poco antes de partir el tren, como mi madre me abrazó por última vez. Estaba preocupada por mí; podía percibir eso. Sollozando, me deseó lo mejor en mi nuevo hogar. Aun hoy día puedo sentir su temblorosa mano mientras me acariciaba la mejilla por última vez y me rogaba que nunca la olvidara. El tren se puso en marcha y todos ondeamos nuestros pañuelos en un último adiós.

Después de esta despedida, mis pensamientos estuvieron ocupados con mi futuro. ¿Qué me esperaba en Alemania? Tenía un contrato de trabajo con una gran fábrica de máquinas en Munich. Pero, ¿dónde viviría? ¿Cómo iba a comunicarme con mis nuevos compañeros de trabajo?

Dos días más tarde el tren entró en el Munich Hauptbahnhof (la principal estación de ferrocarril). Miles salieron en fila del tren y entraron en la pardusca estación, para esperar allí más instrucciones.

Exhausto por el largo viaje, noté solo subconscientemente el tumulto de las voces. Los ruidos extraños a mis oídos me hacían saber que estaba lejos de mi aldea nativa.

Después de un rato, a mí también me asignaron a un grupo que iba a ser llevado a sus alojamientos. Cuando vi dónde iba a permanecer, de nuevo me invadió la nostalgia. No estaba acostumbrado a las riquezas, pero ahora aprecié aun más el ambiente limpio y amoroso del hogar de mis padres.

Aquí iba a vivir en cuarteles. Un intérprete me mostró dónde estaba mi cama y también un pequeño ropero para mis cosas. Había otros cinco compatriotas viviendo conmigo en la misma habitación.

La fuerza laboral extranjera de Alemania

Fue en 1962 que llegué a Alemania, lo cual fue poco después que el país comenzó a reclutar a los gastarbeiter, literalmente, “trabajadores invitados.” Aunque esto empezó como un recurso temporario, la importación de los trabajadores extranjeros continuó aumentando dramáticamente. Tan solo en 1969 la industria alemana importó unos 400.000 trabajadores extranjeros, ¡sin embargo las oficinas laborales informaron que había trabajos disponibles para 700.000 personas más!

Así continuó la entrada a raudales de los “trabajadores invitados” a Alemania Occidental, la mayoría de los cuales han venido de los países del sur de Europa. La fuerza laboral extranjera llegó a ser de 1,5 millones en 1969, pero para enero de 1972 había aumentado a mucho más de 2,1 millones. De éstos, 384.303 eran italianos, 264.427 griegos, 175.998 españoles, 449.676 turcos, 57.180 portugueses y 434.893 yugoslavos. ¡Aproximadamente uno de cada diez trabajadores en Alemania Occidental es extranjero!

Al principio, la mayoría de los trabajadores importados solo permanecían por suficiente tiempo como para juntar una reserva de dinero de sus comparativamente altos salarios alemanes. Pero recientemente ha aumentado el número de los que tienden a hacer de Alemania su hogar. En Stuttgart hay unos 80.000 residentes extranjeros, de los cuales, aproximadamente el 70 por ciento han estado en Alemania Occidental por lo menos durante cinco años.

Alemania ha llegado a depender considerablemente de sus “trabajadores invitados.” Por ejemplo, en Stuttgart aproximadamente el 40 por ciento de las más de 4.000 personas en la nómina de sueldos de la ciudad son ciudadanos de otros países. Frecuentemente los extranjeros son empleados para hacer los trabajos menos deseables. Recogen la basura, barren las calles, cavan tumbas, y así por el estilo. Un funcionario de la ciudad de Stuttgart dijo: “Para los trabajos sucios, desagradables o peligrosos ya no podemos encontrar suficientes alemanes.”

Sin embargo, los “trabajadores invitados” también son vitales para la fortaleza industrial alemana. En una de las mayores plantas de Stuttgart, ¡el 75 por ciento de los empleados no son alemanes! Y en Wolfsburg, Alemania, el hogar del automóvil Volkswagen, se importó a unos 8.000 trabajadores extranjeros para mantener en movimiento la fabricación en cadena.

Puesto que las oportunidades de trabajo eran limitadas en nuestros propios países, nosotros los recién llegados estábamos agradecidos de conseguir trabajo. Muchos entre nosotros previamente habían sido pastores, familiarizados solo con la vida de campo. Ahora se nos entrenaba para trabajar en fábricas o en obras de construcción, y teníamos que ajustarnos a los nuevos alrededores. Fue un cambio tremendo para nosotros.

Vida temprana y religión

En los países del sur de Europa de donde nosotros habíamos venido, los lazos familiares son muy fuertes. La familia hace planes y actúa como una unidad. Por lo general aun en los hogares más pobres las familias se apegan a costumbres y hábitos estrictos. Este tipo de vida naturalmente influye en el pensar religioso de uno.

El padre es generalmente reconocido por todos como el cabeza de la familia. Sus decisiones se consideran terminantes en todos los asuntos. Por lo tanto su pensar religioso es aceptado por todos en la familia, y se considera que es correcto. Frecuentemente uno oye decir: “La manera que me enseñó mi padre es la manera en que seguiré.”

Muchos de nosotros los recién llegados a Alemania Occidental no sabíamos que había otras religiones además de la religión heredada de nuestros padres. Crecimos en aldeas donde se nos enseñó a honrar a los jefes y sacerdotes de la aldea como personas “instruidas.” Así muchos de nosotros vinimos a Alemania con la firme intención de permanecer leales a las tradiciones de familia heredadas.

Un descubrimiento vital

Las cartas que recibía de mis padres eran como un puente con mi tierra natal. Con anhelo esperaba oír algo nuevo. A menudo estas cartas me hacían olvidar mi soledad y mi tristeza. Pero al poco tiempo volvía a sentirme solo. Aunque con frecuencia hablaba con mis compañeros de cuarto acerca de nuestros problemas, todo permanecía igual.

Entonces un día mientras otra vez estaba cavilando, alguien tocó a nuestra puerta. El hombre dijo que había venido para traerme un mensaje. Explicó que tenía sesenta y seis cartas muy importantes que uno debía leer con el mismo entusiasmo con el que leía las cartas del hogar. Estos eran los libros de las Sagradas Escrituras inspiradas por Dios.

Durante nuestra conversación aprendí del visitante que el nombre de Dios es Jehová, y que Dios se propone establecer sobre esta Tierra un orden justo. Este nuevo orden, explicó el hombre, unirá a toda la humanidad, y desaparecerán las fronteras nacionales; nunca más se separarán las familias y cada uno disfrutará el fruto de su propio trabajo. Estas palabras llegaron a mi corazón. Quise aprender más de los propósitos de Dios. Pero expliqué que no iba a cambiar mi religión.

Este ministro —un testigo de Jehová— vino con bastante frecuencia para ayudarme a aprender las maravillosas verdades de la Biblia. Sin embargo, esto hizo que mis compañeros de cuarto se burlaran de mí. Pero lo que estaba aprendiendo me entusiasmó tanto que me determiné a continuar mi estudio de la Biblia a pesar de sus sarcásticos comentarios. Empecé a concurrir a las reuniones de los testigos de Jehová y descubrí que allí estaba entre gente que, no solo tenían problemas parecidos a los míos, sino que me comprendían y querían ayudarme. Mi estudio de la Biblia y mi asistencia a las reuniones en idioma griego me convencieron de que había hallado la verdad.

Esfuerzos para ayudar a otros

En los cuarteles donde yo vivía había muchas personas en mi misma situación. Así es que sentí la responsabilidad de hablarles acerca de mi recientemente hallada esperanza. Algún tiempo después simbolicé mi dedicación a Jehová Dios mediante inmersión en agua, y he continuado progresando en el conocimiento de la Biblia.

Estoy muy agradecido por los esfuerzos que los Testigos alemanes han hecho para enseñarnos a nosotros los “trabajadores invitados” la Palabra de Dios. Muchos alemanes han aprendido un idioma extranjero con ese propósito, en particular italiano y español. El griego es un idioma más difícil de dominar, pero se han distribuido muchas piezas de literatura griega y se puso a muchas personas interesadas como yo en comunicación con Testigos de habla griega en Alemania.

¡Pronto hubo cientos, y, con el tiempo, más de mil testigos de Jehová de habla griega en Alemania! ¡Para enero de 1972 había 1.443! Al principio, las personas interesadas de habla griega fueron organizadas en pequeños grupos de estudios bíblicos; después se formaron congregaciones. En 1966 se formó el primer circuito griego en Alemania compuesto de muchas congregaciones. Ahora hay dos circuitos.

La situación es parecida con las otras personas de habla extranjera en Alemania. Para enero de 1972 había 803 Testigos de habla italiana organizados en muchas congregaciones y un circuito. También, se había organizado un circuito español compuesto de 415 Testigos. Y, además, había 157 Testigos yugoslavos y 65 Testigos turcos en Alemania. Lo que nos ha impresionado a nosotros los “trabajadores invitados” es el espíritu dispuesto que los Testigos alemanes tienen para ayudarnos a aprender, y la falta de distinciones de clase o barreras raciales entre ellos.

Ahora Alemania es mi hogar. Mi “familia” está aquí. Lo que quiero decir es que recibí “casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos,” tal como Jesucristo prometió a todo el que llegara a ser su seguidor. (Mar. 10:29, 30)—Contribuido.

[Gráfico de la página 21]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

“TRABAJADORES INVITADOS” EN ALEMANIA

1968

1970

1972

PORTUGUESES

ESPAÑOLES

GRIEGOS

ITALIANOS

YUGOSLAVOS

TURCOS

(EN MILLARES) 100 200 300 400

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