Erupción amenaza a Heimaey
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN ISLANDIA
POCO antes de la medianoche del pasado 22 de enero los habitantes de Heimaey, una minúscula isla a 16 kilómetros al sur de la costa de Islandia, sintieron dos leves terremotos. Pero nadie relacionó los temblores con Helgafell, el por largo tiempo durmiente volcán de la isla.
Entonces a las 2 de la mañana una mujer llamó al departamento de bomberos e informó de enormes llamaradas. Pensó que una casa se había incendiado. No obstante, una inspección más detenida, reveló la espantosa realidad.
¡La tierra se había rasgado y estaba lanzando fuego y vapor! “Parecía que la tierra estaba estallando,” dijo Jonas Sigurdsson el inspector de escuelas de la isla. La grieta se había abierto sobre la ladera oriental del Helgafell, solo a pocos metros de las casas más cercanas.
Pronto todo el pueblo estaba en movimiento. La gente corría de aquí para allá, algunos bajaban hacia el puerto, otros iban para mirar el espectáculo más de cerca. ¡Fuentes de lava se elevaban a más de 90 metros en el aire!
Heimaey tiene solo unos 5 kilómetros de largo, y cuenta con un solo pueblo. Uno de sus 5.000 habitantes informa:
“Me despertó un fuerte golpeteo en la puerta, y oí a la gente corriendo y gritando por todas partes. Aquí la mayoría de la gente está profundamente dormida para las 2 de la mañana. Así es que grité: ‘¿Qué pasa?’
“‘¡Erupción! ¡Erupción! ¡Hay erupción en la isla!’ fue la respuesta.
“Me vestí de prisa y me apresuré a salir de la casa. Hacia el sudeste vi en el cielo un fulgor rojo como a un kilómetro y medio de distancia. Fui para echar una mirada más de cerca. ¡Era como una pared de fuego! La grieta de la que brotaba la lava tenía más de un kilómetro y medio de largo.
“Unos hombres dejaron salir dos caballos asustados. Uno corrió al pueblo. Pero el otro, presa del pánico, se dirigió hacia la grieta. Pareció desaparecer dentro de la misma. Sin embargo, más tarde me enteré que un policía lo mató de un tiro antes que pereciera en el fuego.
“El ganado de una hacienda cercana fue puesto en libertad, y andaba por las calles. Más tarde fue llevado a una planta frigorífica, donde fue carneado.
“Después de observar la erupción por un tiempo, noté que se estaba acumulando la ceniza. Corrí al pueblo para encontrar a mi hermana y su familia, pero ellos ya habían partido. La policía instaba a la gente a dejar la isla lo más pronto posible.
“A eso de las 5 de la mañana hubo un aumento en la ceniza y la lava solidificada que brotaba del volcán. No era muy diferente a una tormenta de granizo. Había también un hedor, y mis ojos se irritaron.
“Junté unas cuantas de mis cosas, las puse en una bolsa, y me apresuré a bajar al puerto. Abordé una lancha pesquera, y dejé la isla a las 6 de la mañana.”
El día anterior a la erupción, la Defensa Civil de Islandia había celebrado una reunión para verificar y revisar los planes de evacuación para la isla en caso de desastre. ¡Quién hubiera imaginado que dentro de unas pocas horas los planes estarían en pleno uso!
Muchos estaban renuentes a dejar sus hogares, puesto que al principio la situación no parecía ser crítica. Así es que hubo que ordenarles que se fueran. Para las 6 de la mañana la mayoría de los 5.000 habitantes habían abandonado la isla, unos 800 por avión y el resto por barco.
Algunos funcionarios han llamado la evacuación una de las más rápidas y eficaces que jamás se hayan realizado. Otras personas la criticaron, diciendo que hubieran podido salvar más posesiones si se les hubiera permitido permanecer por más tiempo en la isla.
El primer día hubo poco daño. La corriente de lava enterró solamente una casa, de la cual escaparon los ocupantes en sus ropas de dormir. Pero al día siguiente las casas más cercanas a los cráteres se incendiaron. Después de una semana el volcán había destruido unas cien casas, la mayoría de ellas recientemente construidas. Algunas se derrumbaron bajo el peso de la ceniza sobre sus techos.
Se calcula que cayeron más de dos millones de toneladas de ceniza y pavesas sobre la isla durante los primeros días. ¡Algunas casas han quedado bajo una capa de más de seis metros de espesor! Se calcula que en el techo del hospital se acumularon unas 600 toneladas. Algunos creen que el pueblo se convertirá en una Pompeya moderna, a pesar de todos los esfuerzos para salvarlo.
La corriente de lava principalmente corre hacia el mar, agrandando la isla. Al principio la corriente no amenazó al pueblo. Pero el 23 de marzo enormes fortificaciones de tierra construidas para proteger el pueblo fueron echadas a un lado por una ola de lava de nueve metros de altura. La lava cubrió a docenas de casas, y los obreros de salvamento temieron que todo el pueblo fuera destruido.
Muchos preguntan, ¿por cuánto tiempo continuará la erupción? Esto es imposible de predecir. En 1963 una erupción hizo surgir desde las profundidades del océano a unos pocos kilómetros la nueva isla de Surtsey, con un cono de 146 metros de altura de lava solidificada. Esa erupción duró cuatro años.
El día después de la erupción en Heimaey, la mayoría de los 800 automóviles de la isla fueron transportados a tierra firme. Equipos de salvamento vaciaron las casas en peligro y palearon las cenizas de los techos. También cubrieron las ventanas y puertas con láminas de hierro. El 30 de enero, una semana después que comenzara la erupción, informó un visitante:
“A medida que entramos en el puerto, el rugiente volcán estaba bombardeando la vecindad con piedras fulgurantes. ¡Furiosas explosiones lanzaban al aire columnas de fuego de 450 metros! El fuego iluminó al pueblo y a las montañas circundantes.
“El pueblo parecía como si hubiera sido azotado por un chubasco de nieve. Pero en vez de nieve, había ceniza y pavesas. Era un espectáculo triste. Los del salvamento estaban por todas partes, todos llevaban cascos de protección debido a la lluvia de lava.”
La erupción es un verdadero revés económico para Islandia. Los ochenta barcos de Heimaey, las cuatro plantas frigoríficas, las tres fábricas de harina de pescado y aceite de pescado habían sido responsables del 12 por ciento de las exportaciones del país.
Diez días después de comenzar la erupción, una fábrica de harina de pescado comenzó a operar otra vez, a pesar del peligro para los trabajadores. Pero cuando la corriente de lava amenazó cerrar el puerto, se decidió mudar todo el equipo de la fábrica a tierra firme. Las operaciones de salvamento han costado millones de dólares.
Para los que exclusivamente piensan en las riquezas materiales, los acontecimientos en los días recientes quizás sean un desastre insoportable. Pero los que verdaderamente aprecian la vida están agradecidos de que nadie haya muerto en esta reciente erupción en Heimaey.