¡Viven al lado de una bomba de tiempo!
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Filipinas
¿LE GUSTARÍA vivir al lado de una bomba de tiempo? ¿Una que podría estallar en cualquier momento con tremenda furia destructiva? ¿Dice usted: “No es una expectativa placentera”? Aun así, en esa situación se encuentran miles de personas que viven en los pueblos y barrios (aldeas pequeñas) alrededor del majestuoso volcán Mayón en la región de los bicol de las Filipinas.
El Mayón, de 2.400 metros de altura, casi siempre se yergue sereno y tranquilo sobre los verdes y fértiles llanos de la provincia de Albay al sur de la isla de Luzón. La montaña, de contornos perfectos, y forma cónica completamente uniforme, domina el escenario por kilómetros a la redonda y es para muchos el mismísimo símbolo del ambiente rural bicol. Pero a veces esta bomba de tiempo estalla. Con el transcurso de los años, esta ardiente montaña ha reclamado miles de vidas cuando ha trastornado la serenidad rural con chorros de lava derretida, cenizas al rojo vivo e inmensos peñascos quemados, arrojados con fuerza inimaginable a las indefensas viviendas de bambú al pie de la montaña.
Por eso muchos residentes que han vivido desde hace mucho en esta zona relatan cuentos del volcán. Y este año se añadió otro capítulo. La vida de muchas personas fue temporalmente interrumpida cuando la bomba de tiempo pareció comenzar a marcar el paso otra vez.
Erupciones pasadas
El Mayón ha hecho erupción violenta muchas veces y a menudo ha causado pérdida de vidas. La erupción más destructiva ocurrió en febrero de 1814, cuando 1.200 personas perecieron en los pueblos de Cagsawa, Camalig y Budiao. En la zona de Cagsawa queda como recordatorio de ese desastre la parte superior de una vieja iglesia construida al estilo español. El resto del edificio quedó sepultado bajo una lluvia de peñascos y ceniza, junto a los infortunados feligreses que corrieron a ésta con la esperanza de escapar de la furia de la erupción.
La última erupción ocurrió en 1968. Puesto que el Mayón ha desarrollado la reputación de hacer erupción cada 10 años, muchos recelaban de lo que el año 1978 traería. ¡La pregunta de ellos recibió contestación en mayo! El 3 de mayo, la gigantesca montaña pareció ‘carraspear,’ lista para un despertamiento. Durante un período de 24 horas, las siempre alertas estaciones de observación que se encuentran alrededor del volcán sintieron 12 temblores. En la ladera del sudoeste se observaron chorros de lava mientras se escuchaban retumbos y crujidos. Un vapor blanco y gas azul emanaban de la cima.
En guardia
Inmediatamente la zona entró en situación de “alerta.” Una zona de unos 6 kilómetros que circundaba la cima fue declarada zona de peligro, y se movilizaron los barrios que estaban amenazados para una pronta evacuación. El posible peligro a la vida era muy real.
A medida que la condición del volcán se hacía más amenazadora, la administración hacía lo que podía para prevenir una tragedia. Por los medios de comunicación se habló a la gente sobre los problemas de salud que con gran probabilidad se esperaba que surgieran debido a la posible evacuación y a la actividad del volcán mismo. Se les advirtió sobre fracturas, quemaduras, conmociones y malestares respiratorios, así como la diarrea y otros desórdenes intestinales. La gente escuchó advertencias sobre los peligros de las descargas de aire caliente de las corrientes de lava, rocas rodantes al rojo vivo, grietas causadas por los temblores de tierra y cambios en los cursos de los ríos. A los individuos que tenían problemas respiratorios se les advirtió sobre posibles lluvias de ceniza.
Mientras las personas de la zona se preparaban, la montaña lentamente intensificaba su actividad. Para el 8 de mayo, la lava se había movido lentamente hasta la zona central de la vertiente al sudoeste. En el lado sur, las deyecciones volcánicas se estaban acumulando a 700 metros bajo el borde del cráter. Esto trajo consigo el peligro de deslizamientos de barro en caso de que cayeran lluvias torrenciales. Algunas personas estaban marchándose voluntariamente de sus hogares y trasladándose a refugios provisionales instalados por el gobierno. Los residentes de ciertas zonas informaron que podían sentir el aire caliente que emanaba de la lava.
¡Tiempo para la evacuación de la zona!
El 9 de mayo se ordenó la evacuación de muchos residentes de la ladera sudoccidental... la zona amenazada de manera más directa por el flujo de la lava. Para entonces, la actividad del volcán se había dado a conocer en todo detalle en los periódicos. Pronto, los turistas afluyeron a la capital provincial de Legaspi, a 14 kilómetros del volcán. El ver la fulgurante lava, el vapor y el humo, y escuchar el retumbo de la gigantesca montaña fueron experiencias inolvidables. Un testigo ocular dijo: “Al mirar en la noche contra la oscura sombra del cráter, la fulgurante lava roca que descendía lentamente por las laderas se asemejaba a un gigantesco cometa en el cielo.” Otro comentó: “Fue como si ríos de oro hubieran comenzado a fluir de una gigantesca fuente y cargaran en sus corrientes pedacitos de rubíes que centelleaban de vez en cuando.”
A medida que transcurría el mes de mayo, el inquieto volcán continuó perturbando las vidas de los residentes de la localidad. Para el 11 de mayo, se observó lava en la vertiente del sudeste. Se advirtió a la gente de aquella zona sobre el peligro de deslizamientos de barro y agua de lluvia caliente. Según se informa, para el 12 de mayo 7.500 personas habían sido evacuadas. Por primera vez, el volcán arrojaba fuego desde la cima de la montaña y se reportaban 42 temblores volcánicos en un período de 24 horas. Se especulaba que el gran estallido estaba muy cerca.
Ancianos observan los cerdos salvajes
Sin embargo, algunos no estaban tan preocupados. Algunos viejos residentes notaron que los cerdos salvajes y otros animales todavía no habían abandonado las laderas del Mayón. Por esto, estas personas concluyeron que por ahora no existía peligro alguno de una erupción mayor. Según se informa, un anciano rehusaba abandonar su hogar. ¿Por qué? Bueno, él recordaba que en 1968 pudo oler los vapores sulfurosos del volcán en erupción y pensaba que no habría verdadero peligro hasta que pudiese oler aquellos vapores otra vez.
Mientras tanto, la actividad de la montaña continuaba. Para el 15 de mayo se percibieron grandes explosiones y fuertes temblores a unos 24 kilómetros de distancia. Nubes de ceniza se levantaron a 760 metros sobre la cima. La lava había descendido hasta la zona forestal y algunos árboles estaban incendiándose. Pronto el aire cargado de ceniza obligó a más personas a abandonar sus hogares. Una familia se quejó de que no podían comer su alimento debido a la ceniza que caía sobre éste. El número de refugiados seguía aumentando. Las nubes cargadas de ceniza ahora estaban subiendo a 1.500 metros de altura. Según se informa, el volcán estaba arrojando rocas del tamaño de una casa a 183 metros sobre el borde del cráter. Corrientes resplandecientes de caliente lava roja continuaron descendiendo por las laderas de la montaña. Mientras tanto, 22 centros de refugio cuidaban de más de 20.000 evacuados.
¿Qué pasó luego?
Entonces, de súbito, todo comenzó a extinguirse gradualmente. Aunque los retumbos subterráneos continuaron por un tiempo, y hubo algunas breves convulsiones, se notó que había menos movimiento de lava y menos ceniza que antes. Lentamente, al finalizar el mes de mayo, la gigantesca montaña terminó su despliegue espectacular. Para principios de junio, con la excepción de algunos chorros de lava, el volcán Mayón presentaba una vez más un cuadro de belleza, elevándose serenamente sobre los verdes y fértiles llanos de Albay.
La vida de una pequeñuela será afectada permanentemente por la erupción. El nombre de ella, Mayona, será un constante recuerdo de que nació durante el breve despertamiento de la montaña. Mientras tanto, más de 20.000 personas de la zona rural pudieron marcharse de los centros de refugio. Sus vidas habían sido completamente interrumpidas por algunas semanas. Habían abandonado sus casas preguntándose si volverían a verlas de nuevo.
Ahora, estas personas que moran junto al volcán están de vuelta en casa, y llevan vidas normales. Pero tal vez vigilan cautelosamente el gigantesco vecino, preguntándose cuándo éste volverá a causar temor e interrupción en sus vidas.
¡Así es como se vive al lado de una gigantesca bomba de tiempo!
“En realidad, existe para la plata un lugar donde hallarla y un lugar para el oro que refinan; el hierro mismo se toma del mismísimo polvo y de la piedra se está derramando cobre. Un fin fijado para él; y hasta todo límite está escudriñando la piedra en las tinieblas y sombra profunda. Ha abierto un pozo de mina lejos de donde los individuos residen. . . . En cuanto a la tierra, de ella sale alimento; pero debajo de ella, ha sido trastornada como por fuego. Sus piedras son el lugar del zafiro, y tiene polvo de oro.”—Job 28:1-6.