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El Popocatépetl: majestuoso y amenazador volcán de México

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN MÉXICO

¿LE GUSTARÍA vivir junto a un hermoso, pero amenazador, volcán? Probablemente lo pensaría dos veces. Sin embargo, en esa situación se encuentran los miles de personas que viven en las ciudades próximas al majestuoso volcán Popocatépetl, de México.

Historia del volcán

Su nombre es un vocablo náhuatl que significa “monte (cerro) que humea”. Tiene 5.452 metros de altura y se ubica en la Sierra Nevada, en el estado de Puebla, cerca de los límites de los estados de México y Morelos. Posee una bella y majestuosa forma cónica y su cima está cubierta de nieves perpetuas. A lo largo de los años, este impresionante volcán ha conmocionado la vida de los campesinos de la zona; tan solo entre 1347 y 1927 ha entrado en erupción unas dieciséis veces, aunque ninguna de esas erupciones revistió gran importancia.

El volcán está entre dos grandes centros urbanos: la ciudad de Puebla, situada a 44 kilómetros al este, y la Ciudad de México, a unos 70 kilómetros al noroeste. Además, en el estado de Puebla hay 307 poblaciones cerca del volcán, con un total de 400.000 habitantes. Si bien es cierto que no todos ellos viven en zonas de alto riesgo, el impacto económico y social de una erupción grande del Popocatépetl sería desastroso para la región.

A finales de 1994, la actividad del volcán aumentó considerablemente; a tal grado que se dio la voz de alarma y empezó a evacuarse inmediatamente la zona. El 21 de diciembre de 1994 aparecieron en el fondo del cráter por lo menos tres fisuras, de las que emanaban gases y vapor. La lluvia de cenizas, que llegó hasta la ciudad de Puebla, depositó unas cinco mil toneladas de ceniza volcánica. Sin dilación, el gobierno puso en marcha un programa para evacuar a 50.000 personas, y a 30.000 de ellas las alojó en refugios.

Los testigos de Jehová también respondieron ofreciendo alojamiento para los necesitados. (Compárese con Hechos 4:32-35.) En su informe, el comité de socorro de los Testigos comentó: “A pesar de la hora y de lo apremiante de la situación, fue notable la disposición de los hermanos de la ciudad de Puebla y sus alrededores. Se dio hospedaje a más de seiscientas personas. En un canal de televisión se dijo: ‘Los testigos de Jehová actuaron con prontitud. Desalojaron inmediatamente a sus hermanos de la zona de peligro’”.

El volcán despierta

Según informes oficiales, el martes 5 de marzo de 1996, a las 3.50 de la madrugada, se observó un aumento repentino en la actividad sísmica del volcán, probablemente al destaponarse los grandes conductos que habían abierto los gases y el vapor de la actividad volcánica del 21 de diciembre de 1994. Las fotografías y los datos obtenidos confirmaron que estos conductos se habían obstruido por una acumulación de cenizas, lo que hizo que aumentara la presión interna del volcán. Finalmente, dicha presión volvió a abrir los canales.

El periódico El Universal del martes 9 de abril de 1996 comentó: “El Popocatépetl presentó un derrame de lava dentro del cráter, por lo que la comunidad científica y las autoridades de Protección Civil del estado se mantienen alertas, ante un incremento en la actividad del volcán”. El artículo añadía que “tal manifestación forma una especie de ‘domo’, lo que ocasionará que los ‘[con]ductos’ del Popocatépetl se saturen en el transcurso de varios meses, lo que posiblemente generaría un derrame externo”.

El jueves 2 de mayo de 1996, en una reunión celebrada en la ciudad de Puebla, se evaluó el comportamiento del volcán Popocatépetl en su nueva fase. El doctor Servando de la Cruz Reyna, miembro del Instituto de Geofísica de la Universidad Autónoma de México, dijo: “Naturalmente, [...] nos preocupa mucho [...]. Siempre existe la posibilidad de que el volcán evolucione hacia una fase más explosiva. Eso puede ocurrir, y no se niega en ningún momento”.

Ha habido críticas de que, si bien el gobierno habla de evacuación y programas de alojamiento, y celebra reuniones para informar a la población, la realidad es que la gente de la zona opina que no ha recibido orientación clara en cuanto a cómo proceder en caso de erupción. Por ejemplo, en la antedicha reunión, varios representantes de las poblaciones cercanas al volcán se quejaron de que no sabían a qué refugio o refugios ir en caso de una erupción.

Los avisos que ha estado dando el volcán no deben tomarse a la ligera. No hay duda de que las personas prudentes harán todo lo posible por proteger su vida, aunque tengan que sacrificar bienes materiales. Los testigos de Jehová que viven en las inmediaciones del volcán han estado preparándose para evacuar la zona si surgiera la necesidad. Se ha nombrado un comité de socorro para visitar regularmente a dichos Testigos e indicarles lo que pueden hacer en caso de una catástrofe. A algunos de los que viven más cerca del volcán se les ha animado a abandonar la zona mientras todavía hay tiempo, pues los vulcanólogos han dicho claramente que el peligro es inminente. De todas formas, como es obvio, se deja que cada familia tome su decisión.

Por el momento, las personas que viven en las cercanías llevan una vida normal. No obstante, el sentido común dicta que deben permanecer alerta a toda señal del volcán o advertencia de las autoridades que indique que se avecina una situación de emergencia. No es sensato hacer caso omiso de los avisos del majestuoso, pero amenazador, volcán Popocatépetl.

[Recuadro de la página 20]

Recomendaciones en caso de desastre

El Centro Nacional para la Prevención de Desastres ha recomendado una serie de pasos que deben darse antes de un desastre:

• Conocer la ruta de evacuación. (Buscar lugares altos, no depresiones a las que pudieran fluir lava, agua o lodo)

• Tener preparada una maleta con documentos personales, medicamentos, agua, una muda de ropa (preferiblemente gruesa y que cubra todo el cuerpo), un sombrero, un pañuelo para cubrirse la nariz y la boca, una linterna, un radiorreceptor, pilas y una manta

• Hablar con algún familiar que pueda brindar hospedaje para no tener que recurrir a los refugios públicos

• Llevarse solo lo indispensable. Dejar las mascotas y otros animales

• Conocer la ubicación de los refugios públicos

• Desconectar la electricidad y cerrar las llaves del gas y del agua

• Mantener la calma

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