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  • ¡Despertad! 1974
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¡Despertad! 1974
g74 8/2 págs. 3-5

¿En quién se puede confiar?

TODA persona normal quiere tener amigos y vecinos en quienes pueda confiar. También quiere que los hombres que ejercen la autoridad sean hombres en quienes se pueda confiar.

Sin embargo, pocas veces en la historia ha sido la confianza de tantas personas tan frustrada como en nuestro tiempo. Esto es cierto en muchos lugares, pero un ejemplo principal se halla entre muchas personas en los Estados Unidos.

Esto ha resultado como consecuencia de “Watergate.” De este asunto, el senador Sam Ervin, Jr., dijo: “Pienso que Watergate es la mayor tragedia que este país jamás haya sufrido”... mayor aun que la guerra de Secesión. Es un asunto al que se le ha dado mucha publicidad internacional.

Watergate es el nombre de un complejo de edificios que incluye un hotel, apartamientos, negocios y oficinas. Ubicado en Washington, D.C., albergó las oficinas centrales del Comité Nacional Democrático durante la campaña de la elección presidencial de 1972.

El 17 de junio de 1972, en las primeras horas de la mañana, cinco hombres fueron sorprendidos entrando ilegalmente a las oficinas centrales de los demócratas en Watergate. Un funcionario gubernamental dio por terminado el caso como un esfuerzo de robo con escalo de “tercera categoría.”

Pero fue mucho más que eso. Demostró ser solo la punta de un enorme iceberg.

Uno de los hombres arrestados y encarcelados decidió decir lo que sabía a un juez federal. Después de eso, se reveló que los “ladrones” habían sido empleados por el Comité Republicano para Reelegir al Presidente. Rápidamente, el asunto se convirtió en el más grande escándalo en la historia del gobierno de los Estados Unidos.

Su verdadero significado va mucho más allá de cualquier cosa que quizás haya leído en sus periódicos o que haya oído en su radio o televisión. El significado más hondo afecta su futuro de un modo profundo.

Pero primero, veamos lo que otros dicen acerca del asunto.

Los supuestos delitos que se cometieron

Los investigadores han descubierto lo que ellos consideran una vasta serie de delitos. Estos supuestos delitos fueron cometidos por muchos funcionarios en encumbrados puestos gubernamentales.

El senador Lowell Weicker, Jr., un miembro republicano del Comité especial del Senado asignado a investigar el asunto, enumeró los supuestos crímenes a través de la televisión nacional. Afirmó que la violación de diecisiete diferentes leyes habían sido “probadas o admitidas.” Además, declaró que los funcionarios habían cometido muchos actos “graves” o inmorales.

Así es que, “Watergate” se ha convertido en una palabra que abarca una amplia gama de supuestos actos graves, ilegales e inconstitucionales, tales como robo con escalo, espiar a ciudadanos, engaño, mentir bajo juramento, y conspiración para cometer y encubrir crímenes. Incluye el esfuerzo de usar mal o subvertir a varias agencias gubernamentales. También estuvo incluido el uso ilegal del dinero destinado a las elecciones para sobornar a los que cometieron el asalto a Watergate, en un esfuerzo por impedir que dijeran la verdad.

¿Qué lo hace diferente?

Debido a lo que se ha descubierto, el Times de Nueva York llamó al escándalo de Watergate “un terremoto político sin precedentes de tal magnitud e intensidad que podría desajustar cualquier arreglo institucional.”

Pero, ¿por qué se considera a este escándalo mucho más grave que otros en el pasado? Un editorial en el Express de Easton, Pensilvania, contesta:

“Watergate es profundamente diferente de cualquier otro escándalo de la Casa Blanca en la historia de la nación. . . . Lo que hace singular a Watergate es la naturaleza y el propósito del mal uso del poder. Casi sin excepción, los escándalos pasados han implicado la traición a la confianza pública por causa de dinero o bienes.

“Pero parece que la meta final de Watergate fue socavar el mismo procedimiento político, el ‘fijar’ una elección presidencial. Y con eso vino un gran desprecio a las leyes federales y estatales.”

También, en Vital Speeches of the Day, el comentador de noticias Walter Cronkite dijo lo siguiente:

“Fue un esfuerzo, en escala nacional, por subvertir el sistema de dos partidos, que yace en el mismo fundamento de nuestro sistema. Fue un esfuerzo falto de disimulo para usar el poder para la perpetuación del poder, y por ese camino prospera la dictadura y la democracia no puede sobrevivir.

“Fue un esfuerzo falto de disimulo para engañar al sistema de ley democrático que sus perpetradores habían jurado sostener.”

Muchas personas sacudidas

Las revelaciones de Watergate socavaron aun más la confianza que muchas personas tienen en el gobierno.

Rara vez en la historia de los Estados Unidos tanta gente ha sentido tal sentimiento de traición. Un encumbrado funcionario de la administración se lamentó: “No sé por qué debería cualquier ciudadano volver a creer cualquier cosa que diga un funcionario del gobierno.”

Aunque esa opinión sin duda fue una exageración, reflejó la amargura de muchos, incluso la de los funcionarios. Un artículo en el National Observer informó: “Las conversaciones con burócratas de todos los rangos revela una desmoralización general.”

No es realmente nuevo

Para los Estados Unidos, el escándalo de Watergate no tiene precedentes en su esfera. Sin embargo la corrupción en el gobierno no es cosa nueva. El Times de Los Ángeles informó que hasta a principios de los años 1950, el 42 por ciento de los entrevistados en una elección presidencial dijeron que la cuestión de la corrupción había tenido un gran influjo en sus votos.

Además, la corrupción está esparcida en casi todo nivel del gobierno. Declaró el U.S. News & World Report:

“No es solo Watergate. Por todo el país se siguen descubriendo tretas oficiales... a nivel nacional, estatal y local. El resultado, según lo muestra una . . . encuesta, es un aumento en la falta de confianza en los políticos en general. . . .

“Muchas personas describen a la política como un ‘negocio sospechoso’ y adoptan una actitud burlona hacia los políticos en general. Tal parece que algunos consideran la mala conducta como la regla, más bien que la excepción. . . .

“El efecto acumulativo: una creciente desilusión de los políticos como grupo.”

Pero la creciente falta de confianza en el gobierno no es solo un problema de los Estados Unidos. Está esparcida ampliamente en casi todo país de la Tierra. Por ejemplo, en Inglaterra, el junio pasado, dos funcionarios gubernamentales, uno un ministro de alto rango, renunciaron por su envolvimiento con prostitutas. Uno fue fotografiado en la cama con dos rameras.

En la Unión Soviética, el gobierno recientemente reconoció que le había mentido al pueblo con respecto a un asunto económico. Reconoció el hecho de que una enorme generadora de energía en Siberia que se informó había sido ‘puesta a funcionar’ hacía cinco años ni siquiera había sido instalada, sino que se había incendiado en el piso de la fábrica. Sin embargo, en ese tiempo una ceremonia pública de inauguración, con banda de música y discursos, había acompañado a la “instalación.”

La inestabilidad gubernamental también está ampliamente esparcida. A mediados de 1973 el primer ministro y el gabinete de Italia renunciaron. ¡Eso representó la caída del trigésimo cuarto gobierno italiano desde la derrota del fascismo! En el Japón, el primer ministro en un tiempo disfrutó del animador favor del 65 por ciento. Pero, para mediados de 1973, las encuestas mostraron que su popularidad había disminuido a solo un tercio de esa cifra.

El que los gobernantes humanos no inspiren confianza es casi universal ahora. Esto, a pesar del hecho de que en nuestro tiempo se ha probado toda forma de gobierno humano. Pero ninguno ha satisfecho verdaderamente las necesidades del pueblo. No han podido proveer verdadera paz y seguridad. La corrupción, el crimen, la inseguridad económica, la contaminación, las ciudades congestionadas, el temor y el odio avanzan como una ola de marea. En un informe de Washington, D.C., el escritor editorial James Reston dijo: “Nadie en esta ciudad en cualquiera de los partidos [políticos] tiene una respuesta clara a todos los complicados y confusos problemas que confrontan a la nación en el interior y en el exterior.”

No es diferente en otros países. Como dijo el National Observer: “Toda nación industrial importante está pasando por una ‘crisis de confianza,’ sus pueblos frustrados por la persistencia de los problemas que parece que sus gobiernos no pueden solucionar.” Las naciones más pequeñas tampoco han podido solucionar sus problemas, como lo muestra la constante subida y caída de sus gobiernos.

Instituciones de toda clase fracasan

Los gobiernos no son los únicos que están siendo desenmascarados por no poder resolver los problemas del hombre. Las instituciones de toda clase se ven confrontadas con el mismo fracaso. Y como resultado llegan a estar bajo ataque.

El Times de Los Ángeles declaró: “Las familias de hoy no están recibiendo mucha ayuda de las instituciones que las rodean, entre éstas, los gobiernos, escuelas e iglesias.” En vista de los precios que suben por las nubes y las escaseces, también se está debilitando la confianza en el comercio y la industria.

El Dr. Phillip Converse de la Universidad de Michigan declaró: “Ha habido un muy progresivo y alarmante deterioro de confianza en nuestras instituciones. Uno casi tiene un sentimiento de desesperación cuando se apila Watergate encima de lo que ya era un colosal desgaste.”

Lo que hace a la situación tan desconcertante para la gente es que en el pasado, cuando una institución les fallaba, podían dirigirse a otra en busca de consuelo y guía. Pero ahora el fracaso es evidente en todas partes. No es de asombrarse que el Dr. A. Spilhaus, anterior presidente de la Asociación Americana para el Adelanto de la Ciencia, llegara a la siguiente conclusión: “Hay una fundamental incredulidad en el prójimo de uno o en la habilidad de la sociedad para resolver sus problemas.”

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