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  • ¿Cuán seguros son los bancos?
  • ¡Despertad! 1975
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¡Despertad! 1975
g75 8/9 págs. 9-13

¿Cuán seguros son los bancos?

EN UN tiempo la frase “tan seguro como dinero en el banco” significaba que a la inversión o posesión se le consideraba muy segura. Se hacía esta comparación porque a los bancos se les consideraba lugares muy seguros donde guardar el dinero.

Pero los tiempos han cambiado. Hoy día muchas personas no están tan convencidas de que su dinero está seguro en los bancos. Y tienen razón. Tampoco están muy convencidos los financieros expertos.

The Wall Street Journal declaró en un título: “Se extienden temores respecto a la estabilidad del sistema bancario en Occidente.” Señaló que muchos bancos en las naciones industriales de Occidente están en dificultades. Un creciente número de economistas opina que los bancos ahora están en una condición peor que en cualquier época desde la Gran Depresión que comenzó en 1929.

Las recientes quiebras bancarias han causado un sobresalto. En octubre de 1974 se declaró insolvente al Banco Franklin National de Nueva York. Había sido uno de los veinte bancos más grandes del país, el más grande que ha quebrado en la historia de los Estados Unidos. Durante el año cerraron varios otros. En Alemania quebraron cuatro bancos, incluso I. D. Herstatt, el banco privado más grande del país. Varios otros bancos europeos cerraron, mientras que otros anunciaron grandes pérdidas. Y un número creciente llegó hasta el límite de sus recursos.

Estos problemas trajeron a la memoria los lóbregos días de la Depresión. En esa época hubo bancos que quebraron en todas partes del mundo. En los Estados Unidos aproximadamente la mitad de los bancos cerraron, 4.000 tan solo en 1933. La mayor parte nunca reabrió sus puertas.

¿Podría cosa semejante volver a suceder? ¿Se enfrentan los bancos a otra catástrofe? ¿Cuán seguros son ahora?

Los bancos están relacionados directamente con el conjunto de las condiciones económicas. Así es que reflejan el estado de la economía y el giro que ésta toma.

Todos los indicios muestran que las economías del mundo, especialmente las del mundo occidental y del Japón, están en una situación muy grave. Nunca antes se ha visto que tantos países tengan tantas dificultades económicas al mismo tiempo.

El presidente francés Valéry Giscard d’Estaing resumió los pensamientos de muchos. Advirtió que el mundo estaba en las garras de una crisis económica general y que “todas las curvas nos llevan a la catástrofe.” País tras país ha sido azotado por una inflación desenfrenada, escasez de dinero, disminución de los ingresos efectivos de los trabajadores, desocupación y pobreza persistentes.

Las semillas para esta condición se sembraron hace décadas. Pero la situación empeoró mucho debido al reciente aumento cuádruple de los precios del petróleo. Ahora casi todo país importador de petróleo se halla cargado de deudas al tratar de pagar sus enormes cuentas de petróleo.

Así es que, después que varios bancos europeos cerraron y otros, incluso un banco suizo, sufrieron grandes pérdidas, The Wall Street Journal dijo: “El sistema está enfermo.” Agregó:

“No es inmune ni siquiera el altamente alardeado sistema bancario suizo. ¿Hay, pues, algo realmente seguro hoy día? . . .

“Nunca hubo un tiempo en que tantos imponderables pendían sobre los mercados y sobre los elementos que controlan las acciones de los mercados. . . .

“Cuando aun el banco suizo mayor sufre pérdida en una negociación de cambio extranjero, bien puede preguntar uno: ¿A qué se enfrenta el mundo? Los pesimistas ya están contestando la pregunta.”

¿Por qué están los bancos en apuros?

¿Por qué hay tantos bancos en apuros? ¿Por qué han quebrado algunos de los más grandes? Por más o menos la misma razón que quiebra cualquier negocio o individuo. Sucede cuando los gastos aumentan más rápidamente que los ingresos; y cuando esto continúa por demasiado tiempo, sigue la quiebra.

Los gastos de los bancos incluyen cosas como el interés que se paga a los depositantes, los salarios y beneficios a los empleados, y el costo del manejo de los edificios. Pero algunos bancos últimamente han agregado otro costo creciente: se han atenido más a pedir prestado dinero ellos mismos para poder prestárselo a otros. Pero por lo general el costo (de interés) es alto para el banco que pide prestado.

Durante 1974, en un período de recesión, los bancos fueron perjudicados de otros modos. Algunos concedieron demasiados préstamos de riesgos elevados. Cuando los prestatarios no pudieron pagar los préstamos en la fecha convenida, o nunca, debido a las malas condiciones comerciales, los bancos sufrieron pérdidas. Además, los bancos que tenían dinero invertido en cosas como acciones y bonos sufrieron cuando éstos perdieron valor. Y algunos bancos sufrieron pérdidas muy graves al especular, y equivocarse al conjeturar, sobre el mercado de moneda extranjera.

Durante el año algunos bancos fueron perjudicados aún más cuando los depositantes retiraron dinero. A causa del temor, o a fin de invertir en otros campos que producían mayores réditos, se sacaron grandes sumas de dinero de algunos bancos. Esto significó que el banco no tenía ese dinero para prestarlo a fin de lucrarse.

Por lo tanto, por una variedad de razones, los gastos de los bancos aumentaron. Pero en demasiados casos los ingresos no han aumentado al mismo paso. Los recursos se estiraron hasta el límite.

Los asombrosos problemas bancarios que surgieron en 1974 tienen preocupados a los funcionarios. Les molesta el que se haya cogido desprevenidas a tantas autoridades. Business Week señala: “Ahora vienen las recriminaciones y las preguntas acerca de cómo es que no solo los bancos sino también los reguladores bancarios pudieron hacer tantas conjeturas equivocadas durante los pasados 10 años.” Esta publicación siguió comentando:

“Tomado en conjunto, el sistema [bancario de los Estados Unidos] está actualmente en más dificultades que en cualquier otro tiempo desde los años treinta, con un angustioso número de bancos que han dado demasiado a préstamo y tomado demasiado a préstamo, que están excesivamente diversificados e insuficientemente capitalizados. . . .

“Bien puede ser que haya una ola sin precedente de fusiones y consolidaciones de bancos a medida que los peces más débiles busquen refugio, y casi con seguridad habrá algunos quebrantos.”

Causa básica

¿A qué se debe toda esta inestabilidad económica? Hay varios factores, por su puesto. Pero de todas las respuestas, una sobresale entre las otras. Los economistas la repiten vez tras vez como la causa principal de los problemas: ¡demasiada deuda!

Por décadas la gente, los comerciantes y los gobiernos han estado gastando mucho más de lo que les permiten sus ingresos. Han estado pidiendo prestado más y más dinero para financiar sus asuntos. Sus deseos han crecido más rápidamente que su capacidad para pagar. Para compensar la diferencia han recurrido a deudas en cantidades cada vez más grandes.

Pero tarde o temprano llega el tiempo de pagar las deudas. Si los ingresos no aumentan lo suficiente, las deudas no se pueden pagar. Y si no se puede conseguir más dinero prestado debido a que uno se ha convertido en un mal riesgo crediticio, entonces acontece la quiebra o bancarrota. Eso les está sucediendo ahora a más individuos, comerciantes, y aun bancos. En el libro The Coming Credit Collapse el asesor de inversiones Alexander Paris escribe:

“Ciertamente existe una sola causa fundamental para todos los males financieros. La investigación demuestra que provienen de una tendencia larga de crecimiento excesivo del crédito [deuda], que rápidamente está acercándose a su fase final. . . .

“A través de todo el período posbélico [desde 1945], la cantidad del crédito pendiente ha crecido a un paso que, como promedio, ha sido consistentemente dos o tres veces más rápido que el crecimiento de la capacidad de la nación de producir bienes y servicios. Lo que es más, el paso se ha acelerado en los años recientes. . . .

“Esta tendencia del crédito ha resultado en un crecimiento de la demanda que en gran manera ha sido artificial y . . . ha sido responsable de la mayoría de los problemas económicos y financieros a los que se enfrenta el inversionista actual.”

Business Week también indicó esta causa básica al decir:

“Los Estados Unidos, como el mundo a su alrededor, están hoy en una triste condición. Habiendo pedido prestado demasiado debido a que abrigaban la esperanza de una abundancia perpetua, los norteamericanos buscan desesperadamente respuestas a preguntas que no tienen respuestas precisas. . . .

“Las grandes economías del mundo estaban fuera de control mucho antes [del aumento enorme en el precio del petróleo] . . . y lo único que la situación del petróleo ha hecho es apresurar el día inevitable del ajuste de cuentas.”

Dimensión de las deudas

Realmente se ha hecho escalofriante la dimensión de la deuda. ¡Durante 1974 la deuda en los Estados Unidos alcanzó a más de dos billones y medio de dólares! Eso es más que el valor total de los bienes y servicios que se producen en todo un año. De esa deuda, las corporaciones deben aproximadamente un billón de dólares, el gobierno federal aproximadamente 500 mil millones, los gobiernos estatales y locales aproximadamente 200 mil millones, los consumidores aproximadamente 200 mil millones y la deuda hipotecaria ascendía a unos 600 mil millones de dólares.

Ahora la deuda de las corporaciones asciende a más de quince veces lo que les queda como ganancia después de pagar los impuestos, aproximadamente el doble de lo que debían en 1955. La deuda doméstica es de un 93 por ciento de los ingresos que quedan después que se pagan otros gastos básicos, un aumento enorme en años recientes. Y la cantidad de dinero disponible en todo el país es solo una pequeña fracción del total de la deuda.

Se calcula que la deuda mundial es más de 10 billones de dólares. No es probable que jamás se pague. La psicología de endeudarse se ha infiltrado en todo rincón de la economía. El mundo occidental está tan acostumbrado a endeudarse que el vivir con los ingresos corrientes lo arruinaría tan fácilmente como lo haría la continuada inflación. ¿Por qué?

Si los préstamos se restringieran para pagar las cuentas actuales, la gente no compraría tanto, tampoco lo harían los comerciantes ni los gobiernos. Se tendría que reducir la producción rigurosamente. Una gran cantidad de personas quedarían sin trabajo. El modo de vida industrial, que ha hecho que tantas personas abandonen la labranza y se concentren en las ciudades, no podría absorber esas sacudidas.

La “prosperidad” de las naciones occidentales se ha edificado sobre dinero prestado. No ha sido genuina. Ya es tiempo de pagar las cuentas y no hay con qué. Y ése es un aspecto del problema que asusta a los dirigentes. Hay tantas personas, comercios y gobiernos próximos a la quiebra que si aun un número pequeño de éstos quiebra eso podría iniciar una reacción en cadena que derribaría a la economía del mundo occidental. El Times de Nueva York comentó: “El impacto del aumento vertiginoso de precios del petróleo encima de la inflación que ya se encumbraba y de los crecientes déficits en los pagos del extranjero ha hecho tambalear a los gobiernos en todas partes.”

El efecto que tendría en los bancos

Con las deudas a un nivel nunca alcanzado anteriormente, los incumplimientos grandes podrían arruinar el sistema bancario. Business Week señaló que “las empresas están enfermas... y en gran manera están enfermas como resultado de su dependencia excesiva en la deuda.” Los consumidores también están “enfermos,” como lo está la mayoría de los gobiernos... debido a las deudas.

Todo banco vive con el conocimiento de que si unos cuantos prestatarios importantes no pueden pagar lo que deben, el banco puede hallarse en grave dificultad. Si, debido a las dificultades económicas, muchos comercios e individuos no cumplieran con sus pagos, no hay modo en que ningún gobierno pudiera compensar la diferencia, puesto que la mayoría de los gobiernos también están muy llenos de deudas, ¡y gran parte de lo que deben lo deben a los bancos!

Por ejemplo, durante 1974 una agencia federal de los Estados Unidos, la FDIC (Corporación Federal de Aseguramiento de Depósitos) aseguró los depósitos bancarios individuales hasta 20.000 dólares, luego más tarde en el año aumentó esto a 40.000 dólares. Pero esta agencia solo tenía unos 5 1/2 mil millones de dólares en su reserva, ¡mientras que los depósitos “asegurados” ascendían a aproximadamente 470 mil millones de dólares! Obviamente, el cierre de hasta un número pequeño de bancos quebraría a esta agencia aseguradora.

Sin embargo los bancos mismos son muy culpables de su condición actual. El consejero de inversiones Alexander Paris declara: “El sistema bancario ha sido un socio dispuesto en la larga deterioración financiera posbélica que ha ocurrido.” Señala que la condición financiera del sistema bancario, “prescindiendo de cómo se evalúe, se ha deteriorado constantemente a través de todo el período posbélico, y se han excedido por mucho todos los límites anteriores de lo apropiado en el esfuerzo por llevar las ganancias hasta el máximo.”

El derrumbe venidero

¿Significa esto que los bancos pronto se derrumbarán? Las autoridades señalan que hay mucho que los gobiernos pueden hacer para evitar esto, por un tiempo. Sin duda hay algunos medios que ayudarán.

Se sugiere que los gobiernos introduzcan más dinero en el sistema bancario. Pero eso crea más deuda, y agrava la inflación. Solo difiere el día del ajuste de cuentas y hace más grave el ajuste final. Como declaró un experto financiero: “Esto no puede ser el remedio. Es semejante a tratar de desembriagar a un borracho dándole un trago.”

Hay muchas personas que dicen que las autoridades sencillamente no permitirán un derrumbe de los bancos. Pero si eso fuera cierto, ¿por qué han permitido que la situación se ponga tan desesperada? Si tuvieran las soluciones, las economías del mundo ya deberían haber sido estables, seguras, prósperas, en vez de estar tan cerca de la ruina. Recuerde, ¡solo unas cuantas semanas antes que aconteciera la Gran Depresión las “autoridades” estaban diciendo que no podía suceder!

En las economías “libres” occidentales, los acontecimientos tienen su propia fuerza. No siempre se pueden controlar. Esto se hace patente por el hecho de que ya ha habido depresiones y crisis en esos países. Con respecto a esto, Hyman Minsky, un profesor de economía en la Universidad de Washington, dice:

“Hay más probabilidad de una grave crisis financiera ahora que la que hubo en cualquier tiempo desde los años treinta.

“Según la sabiduría convencional un derrumbe financiero y una depresión grave no pueden suceder otra vez porque la Reserva Federal y el Gobierno no permitirán que eso suceda.

“Sin embargo, en el ambiente financiero actual las autoridades no son tan poderosas: Es probable que lo que hagan para frenar la inflación inicie una crisis financiera, y lo que hacen para impedir el desarrollo de una crisis y contrapesar el desempleo tiende a acelerar la inflación. . . .

“Los márgenes de seguridad han disminuido marcadamente durante el período posbélico. Cuando los márgenes de seguridad son escasos el sistema financiero es inestable: Una quiebra puede llevar a muchas quiebras. Una ola de quiebras, especialmente entre las instituciones financieras, constituye una crisis financiera. . . . Las depresiones graves de la historia siguieron a las crisis financieras.”

Otros economistas se refieren a esto como la “teoría del dominó,” queriendo decir que unas cuantas quiebras grandes inician una reacción en cadena. The Wall Street Journal lo describe de este modo:

“Hasta algunos de los hombres prácticos implicados en los tratos diarios privadamente confiesan temer lo peor. . . .

“En su sentido más absoluto, la teoría del dominó sostiene que el derrumbe de un solo banco grande podría debilitar a muchos otros alrededor del mundo que tuvieran dinero en éste, provocando el retiro de grandes depósitos debido a temor, lo cual podría hacer que éstos también tambaleen.

“Lo que diera comienzo al derrumbe inicial podría ser cualquier cosa desde pérdidas en especulaciones con la moneda extranjera hasta el incumplimiento de un gran prestatario, ya sea un gobierno acosado por los costos vertiginosos de la importación de petróleo o una empresa atrapada en una baja repentina en los valores durante la inflación.”

Franz Ulrich, el director gerente del Banco Düsseldorf’s Deutsche, dice: “A veces no puedo desprenderme del sentimiento de que ese día no puede estar muy lejos.” Y Guido Carli, administrador del Banco de Italia por catorce años, declara: “El mundo no puede continuar indefinidamente de este modo. Tendremos que aceptar las consecuencias de una recesión. Comenzará en los países más débiles, como Italia, y se extenderá a los más fuertes. Y el sistema monetario y comercial que construimos después de la II Guerra Mundial se desintegrará.” Como le dijo un asesor financiero a un periodista de Nueva York: “El sistema viejo ya está en las últimas.”

Así es que, el escritor Ray Vicker del Wall Street Journal llega a la siguiente conclusión: “No hay, pues, verdaderos lugares de abrigo en ninguna parte, prescindiendo de cómo los busquen los hombres.”

¿Quiere decir esto que las personas que tienen dinero en el banco deberían retirarlo? Lo que cada persona decida hacer con sus finanzas es su propia responsabilidad. Pero ¿cuán seguro es cualquier otro lugar donde uno pueda poner su dinero hoy? Tenga presente que cuando llega un derrumbe, el dinero mismo frecuentemente queda sin valor.

¿Está cerca otro derrumbe financiero? Sí, y éste será total. En ese derrumbe no estará seguro el dinero de ninguna nación, sin importar dónde lo tengan... en un banco, u oculto debajo del colchón.

¿Cómo podemos estar tan seguros? Porque la Palabra de Dios, la profecía bíblica, nos dice que los mismísimos gobiernos que han emitido el dinero serán puestos fuera de acción, quedarán totalmente triturados. (Dan. 2:44) En realidad, la profecía muestra que ni siquiera los metales preciosos ofrecerán protección contra la ejecución de juicio de un mundo egoísta: “En las calles arrojarán su plata misma, y su propio oro llegará a ser una cosa aborrecible. Ni la plata ni el oro de ellos podrá librarlos en el día del furor de Jehová.”—Eze. 7:19; Sof. 1:18.

Eso preparará el camino para un sistema totalmente nuevo hecho por Dios. En ese nuevo orden ya no existirá el contraste actual de pobreza abyecta y abundancia extrema. Las depresiones graves e inflaciones desenfrenadas serán cosas del pasado. Todos los asuntos económicos de la Tierra serán administrados con justicia por el gobierno celestial de Dios por el cual Jesús nos enseñó a orar.—Mat. 6:9, 10.

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