Acción y reacción en China
CUÁNTAS veces sucede en los asuntos humanos que las acciones de uno pueden provocar reacciones inesperadas más tarde. Es evidente que eso es lo que ha sucedido en relación con los misioneros de la cristiandad en China. A pesar del claro mensaje bíblico en contra de ello, los misioneros de las iglesias en el pasado se entremetieron en la política. Y, como un medio de ganar conversos, pusieron énfasis en las cosas materiales. En su libro Asia in the European Age 1498-1955, Michael Edwardes dice:
“Napoleón, a principios del siglo diecinueve, había declarado que ‘las misiones religiosas me podrán ser muy útiles en Asia, África y América, y haré que exploren todos los países que visitan. La santidad de su vestimenta no solo los protegerá sino que servirá para disimular sus averiguaciones políticas y comerciales.’ Ningún otro estadista occidental de hecho habló con tal franqueza, pero de todos modos llegó a ser su norma. . . . Como ‘personas protegidas,’ los misioneros frecuentemente se envolvieron en la política local. Algunos chinos descubrieron que era ventajoso convertirse en cristianos para poder pedir la protección de una potencia extranjera en contra de su propio gobierno. A los misioneros se les consideraba como una quinta columna, una avanzada de Occidente y de su sometimiento de toda la China.
“Los resultados de los esfuerzos misionales cristianos en China fueron comparativamente pequeños. A los que se convirtieron, frecuentemente los misioneros les aseguraban las ventajas mundanas de ser conocidos como cristianos, bajo la protección del misionero y de las armas de los que lo protegían a él, más bien que los dones espirituales de la enseñanza de Cristo. . . . Además, la diferencia fundamental entre el mensaje pacífico de Cristo y las acciones agresivas de las potencias ‘cristianas’ les era obvia a todos.”
¿Cuál ha sido la reacción histórica a estas actividades y actitudes no bíblicas de los misioneros de las iglesias? Un bautista norteamericano que recientemente viajó un mes por la China comunista informó lo siguiente en una revista religiosa: “Les pregunté a camaradas responsables qué es lo que el presidente Mao propugnaba que no propugnara Jesucristo. Se me dijo que no había comparación entre Mao y Cristo. . . . Me dijeron que desde el programa de la reforma agraria y la redistribución de las riquezas los campesinos pensaban que Mao les había dado en esta vida lo que Dios prometía para la otra. . . . La palabra ‘misionero’ es una palabra desagradable en China. La gente considera que la obra misional y el imperialismo son la misma cosa. Los chinos no son los únicos que lo hacen; durante mi visita a 12 estados africanos antes de ir a la China hallé que los africanos eran muy antimisioneros.”