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¡Despertad! 1976
g76 8/5 págs. 4-7

El reinado de terror recibe publicidad mundial

LO QUE les está pasando a los testigos de Jehová en Malawi no se informa en los periódicos de Malawi. Se hace un esfuerzo para evitar que se den a luz estas atrocidades. La razón por la cual se procede así se expresa claramente en las siguientes palabras de Cristo Jesús:

“El que practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas. Pero el que hace lo que es verdad viene a la luz, para que sus obras sean puestas de manifiesto como obradas en armonía con Dios.”—Juan 3:19-21.

Aunque tratan de correr el velo de silencio alrededor del país, los hechos han recibido publicidad. El 6 de enero de 1976, The Japan Times declaró “Los periodistas occidentales están excluidos de Malawi y también de Mozambique y por lo tanto no pueden confirmar independientemente los informes que la secta hace de la persecución allí. Pero los informes que llegan a la República Sudafricana acerca del maltrato de los Testigos son de cantidad suficiente para acreditarlos.”

Antes de eso, el 7 de diciembre de 1975, Colin Legum dijo en un artículo que escribió para el Observer de Londres: “Informes de atrocidades cometidas contra los testigos de Jehová, entre ellas golpes salvajes, violación, abuso sexual y tortura, empiezan a salir poco a poco de docenas de aldeas de Malawi. . . . La evidencia detallada de este nuevo reinado de terror se basa en las declaraciones que ha recogido la Sociedad Watchtower de los Testigos, pero también la corroboran independientemente los informes que están saliendo de las aldeas.”

Fuera de Malawi, se han levantado voces en expresiones de horror y desaprobación. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el Public Employee Press del 16 de enero de 1976, en un artículo acerca de los sufrimientos de los testigos de Jehová, dijo lo siguiente bajo el encabezamiento “Táctica como de nazis en África Central”:

“‘¡Ufulu, ufulu!’ Este grito resonó el 6 de julio de 1964 en la República de Malawi, un país que anteriormente se había llamado Nyassalandia, en el África Central. Este fue el grito de su nacimiento. Ahora estaba libre de la dominación europea. Traducida, esa palabra que se gritó significa ‘libertad.’ El nuevo nombre que tomó [Malawi] significa ‘aguas llameantes.’ En 1975 verdaderamente hay una llama en el país; sí, un fuego que de nuevo le ha quitado ufulu a una minoría de malawianos. Como resultado se ve violación, tortura, indignidades atroces y la destrucción de propiedad... todo esto contra ciudadanos observantes de la ley.”

Una década de terror

La historia de las atrocidades que se han cometido contra cristianos que aman la paz es larga y sórdida. Fue allá en 1964 que la primera ola de persecución les sobrevino a los testigos de Jehová de Malawi. La razón entonces fue la misma que en la actualidad. Los testigos de Jehová conocen la declaración que hizo Cristo Jesús de que ‘su reino no era de este mundo’ y que sus seguidores no serían de este mundo. (Juan 18:36; 15:19) Así es que, debido a su conciencia y principios basados en la Biblia, los testigos de Jehová —no solo en Malawi sino por todo el mundo— no participan en la política ni se afilian a partidos políticos. Por esa razón y tan solo por esa razón, en 1964 unos 1.081 hogares de los Testigos y más de cien de sus Salones del Reino, o lugares de reunión, en Malawi fueron quemados o arruinados de otro modo.

En 1967, The Times de Malawi anunció que el gobierno había proscrito a los testigos de Jehová. Esto inició un nuevo asalto que abarcó a todo el país. La quema de los hogares y Salones del Reino de los Testigos fue acompañada de golpes y encarcelamientos. Miles de testigos de Jehová huyeron a los países vecinos de Zambia y Mozambique en busca de refugio hasta que se apaciguara la violencia.

Pasaron cinco años y entonces el Partido del Congreso de Malawi tomó la medida extrema de adoptar formalmente una resolución que exigía el despedir a todos los Testigos de sus lugares de empleo, impedir sus actividades agrícolas y comerciales y expulsarlos violentamente de las aldeas mismas en que tenían sus hogares. Los asaltos que esta resolución provocó asumieron nuevas proporciones de salvajismo. Jovencitas fueron violadas vez tras vez, hombres fueron golpeados hasta quedar inconscientes y formas de tortura fueron empleadas... todo en un esfuerzo por hacer que los testigos de Jehová abandonaran sus convicciones religiosas, violaran su conciencia y compraran tarjetas de miembro para el partido político dominante. Sus casas habiendo sido quemadas, sus cosechas destruidas, su ganado robado o matado, los Testigos hicieron un éxodo en masa del país. Andando el tiempo, unos 36.000 Testigos, incluso niños, se habían radicado en diez diferentes campos de refugiados que fueron establecidos en el país adyacente de Mozambique.

Llegó 1975 y el nuevo gobierno de Mozambique clausuró la mayoría de estos campos, obligando a miles de Testigos a volver al otro lado de la frontera a Malawi. El horripilante relato de los asaltos depravados a los que fueron sujetados los Testigos tras su repatriación forzada se ha dado a conocer en la revista ¡Despertad!, en su número del 8 de enero de 1976, así como también en periódicos, revistas, e informes de radio y televisión alrededor del mundo. Se agregó un nuevo elemento a la lista de crueldades. Junto con los acostumbrados golpes, violaciones y tortura, ahora se habían formado campos de detención en los cuales reunir cual ganado a los Testigos.

Se evocan memorias de los campos de concentración nazis

Para la tercera semana de diciembre de 1975, más de 3.000 Testigos varones habían sido encerrados en el campo de detención de Dzaleka cerca de Dowa, al norte de Lilongwe. Todos habían sido acusados, declarados culpables y sentenciados a dos años de prisión. A las mujeres que eran miembros de los Testigos también las pusieron en estos campos. La información que se recibió en enero de 1976 indicaba que más de 5.000 hombres y mujeres cristianos estaban aprisionados en Malawi en ese tiempo, y los arrestos seguían. En algunos de estos lugares las mujeres tenían consigo a sus hijitos. Tal vez la parte más conmovedora de los informes que han salido de estos campos es acerca del número de niños pequeños que han muerto debido a la falta de alimento apropiado y a otras privaciones y penalidades.

Un Testigo encarcelado escribió: “Hay tantos presos, y solo hay 400 platos. Así es que a algunos se les pone el nshima [una comida malawiana usual] caliente en una mano y la salsa o condimento en la otra. A menudo los hermanos tienen que poner el nshima caliente en el suelo y comerlo de allí.”

Lo mismo que los nazis, los cabezas de estos campos de detención han empleado a los Testigos para hacer trabajo de esclavos. Los oficiales les dijeron, según se les citó: “Tal como lo ha arreglado el gobierno, haremos de ustedes nuestros tractores.” En el campo de Dzaleka les mostraron una colina a los Testigos y se les dijo que tendrían que cavarla a mano a una profundidad de 30 centímetros. Primero se ordenó que lo hicieran las Testigos femeninas puesto que los que dieron la orden pensaban que ellas pronto se darían por vencidas y convendrían en violar sus conciencias. En lugar de eso, realizaron el trabajo difícil y permanecieron firmes en sus convicciones. Se hizo que los Testigos varones cortaran y cargaran troncos pesados. También los obligaron a cargar piedras grandes por distancias de hasta dos kilómetros y medio. Aun a los enfermos los obligaron a trabajar, mientras que los supervisores se burlaban de ellos diciéndoles en tono insultante: “Su Dios los ayudará.”

Figuras políticas todavía encabezan la persecución

Los funcionarios federales de Malawi han rehusado hacer algo para aliviar la situación de los testigos de Jehová, pero eso no es todo. Algunos de ellos han seguido obrando como provocadores de los asaltos continuos.

En una zona de Malawi, el Sr. Katora Phiri, miembro del parlamento, fue de un lugar a otro dirigiendo la palabra a reuniones públicas e incitando a la gente de la localidad a acosar a los testigos de Jehová. Estimuló a la gente a extirpar a los Testigos de la zona. Como resultado, cuatro congregaciones de los testigos de Jehová en la zona estuvieron bajo ataque, durante lo cual los Testigos varones fueron golpeados.

El 11 de noviembre de 1975, en la aldea de Chiendausiku, otro miembro del parlamento, el Sr. Muluzu, incendió a tres casas que les pertenecían a Testigos. El 13 de noviembre, el Sr. Muluzu, acompañado por el jefe de la aldea, fue responsable del incendio de otros cuatro hogares humildes de los Testigos. Y el 15 de noviembre de 1975, otros dos hogares de los Testigos fueron quemados en las aldeas de Mdala y Mgochi.

La policía malawiana tampoco ha estado libre de culpa. En la zona de Ncheu, hubo varios lugares en que los jóvenes del Partido del Congreso de Malawi golpearon severamente a hombres y mujeres cristianos. Una de estas mujeres fue golpeada tan cruelmente que tuvo que ser enviada al hospital. El hospital informó a la policía del caso. Cuando dieron de alta a la Testigo, vino la policía —no para conseguir la cooperación de ella en prender a los atacantes— ¡sino para arrestarla! En el cuartel de la policía en el valle de Snape, durante toda una noche las mujeres cristianas fueron violadas antes de llevarlas a la prisión.

Sí, por más increíble que parezca, el gobierno malawiano no ha juzgado conveniente poner coto a la triste repetición de asaltos brutales descargados sobre esta minoría religiosa. Es verdad que en ciertas zonas del país ha habido alguna calma. Los funcionarios de algunas localidades han tenido la decencia y compasión de permitir que Testigos malawianos vivan en sus aldeas nativas sin ser molestados y que cultiven sus plantíos. Estos funcionarios hacen honor al país. Desafortunadamente, ellos, también, son una minoría.

En The Nigerian Chronicle del 26 de diciembre de 1975 se llamó la atención sobre este problema de la inacción de parte de los funcionarios. Se dijo en éste que el Daily Nation de Kenia había declarado que el continente africano estaba “haciéndose cada vez más notorio por sus normas dobles.” Agregó esto a modo de explicación: “Cuando sufre persecución la gente de los Estados Unidos, Rusia o la República Sudafricana, India y China, la gente se levanta en unísono para condenar a los culpables. Cuando cosas como éstas le suceden a la gente de los estados africanos, ni siquiera funcionario[s] de la Organización de Unidad Africana (OUA) se toman la molestia de comentar.”

Sí, otra vez, la inacción de parte de los funcionarios o su complicidad misma en la persecución ha hecho que los testigos de Jehová de Malawi busquen refugio fuera de los límites de su país. Algunos que pudieron hacerlo entraron en el campo de refugiados de Milange en Mozambique. Según un informe que se recibió en enero de 1976, en ese tiempo había unos 12.000 cristianos malawianos en el campo, junto con unos 10.000 de sus compañeros creyentes de Mozambique que están pasando por pruebas que hasta cierto grado son semejantes.

Si sigue este cruel reinado de terror, ¿se debilitará por fin la resistencia de los testigos de Jehová de modo que quiebren su integridad a Jehová Dios? ¿O por fin darán órdenes los funcionarios de Malawi para poner fin a su persecución de estos hombres y mujeres cristianos? Estas son las preguntas que se consideran en el artículo que sigue.

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