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¡Despertad! 1976
g76 22/9 págs. 21-24

¿Deberían ser vegetarianos los que adoran a Dios?

“VEGETARIANISMO: CRECIENTE MODO DE VIVIR ESPECIALMENTE ENTRE LOS JÓVENES.” Así decía un encabezamiento a través de toda una página del Times de Nueva York, del 21 de marzo de 1975. El artículo seguía diciendo que hoy día los vegetarianos “tienen de parte de ellos a algunos apoyadores poderosos incluso el Dr. Jean Mayer, el experto en la nutrición de Harvard.” El Times también hacía notar que algunos vegetarianos “son miembros de grupos religiosos como los adventistas del séptimo día y Hare Krishna, cuyos miembros se abstienen de comer carne.”

Esto hace surgir algunas preguntas interesantes. ¿Deberían ser vegetarianos los que adoran a Dios? En tal caso, ¿qué clase de vegetarianos deberían ser? El hecho de que hay muchas categorías de vegetarianos quedó claramente demostrado en un Congreso Mundial Vegetariano que se celebró en agosto de 1975 en Orono, Maine, Estados Unidos. Entre los que estuvieron presentes hubo “frugívoros . . . que comen solo fruta; vegetarianos ovolactos, que comen huevos, leche y queso además de comida vegetariana; vegans . . . que no usan alimentos ni ropa provenientes del reino animal; higienistas naturistas, que no usan sal, azúcar, harina refinada, condimentos, y que no aprueban el combinar frutas y hortalizas en las comidas; los vegetarianos del jainismo de la India, que no usan ningún alimento que crece bajo tierra, como patatas y zanahorias,” y también otros. (El Times de Nueva York del 22 de agosto de 1975) El informe seguía diciendo que “los vegetarianos que están aquí ocasionalmente discuten entre sí, por lo general jocosamente, sobre cuál es ‘el camino verdadero.’”

Se ve, pues, que aunque hay muchas variaciones del vegetarianismo, de una manera general es, como hace notar el Dr. Jean Mayer, una idea “que tiene tres cosas que lo favorecen simultáneamente... el factor económico, la salud y la compasión.” El doctor pudiera haber agregado que para algunos es también asunto de religión.

El factor económico

El argumento sobre la base del factor económico no se puede echar a un lado ligeramente y tiene dos aspectos. Primero, le cuesta menos a una persona vivir si se alimenta de una dieta vegetal que de una dieta que incluya carne, y, por supuesto, mientras más figure la carne en la dieta de uno, mayor será la diferencia en el costo. Se puede considerar que éste es un argumento poderoso a favor de la dieta vegetariana, puesto que comemos para vivir y no vivimos para comer. Pero es un hecho que no siempre es conveniente vivir de acuerdo con esa dieta. Por ejemplo, la gente que vive en la región ártica tendría que emigrar a zonas más templadas si quisiera hacerse vegetariana. Además, está el asunto del placer de comer.

Segundo, está la mayor razón económica relacionada con la producción del alimento mismo. Así se nos dice que en curso de un año una hectárea de tierra puede producir unos 225 kilos de carne, pero una cantidad diez veces mayor de cereales o granos, y cien veces mayor de patatas. Pero todo esto es parte de un sistema, y aunque es cierto que si todos se hicieran vegetarianos habría abundancia de alimentos para todos, ¿cuánto bien pueden hacer los verdaderos adoradores, que no componen más que una fracción muy pequeña de la población del mundo, al no comer carne? Mientras el mundo sea gobernado por hombres egoístas bajo el poder y la influencia de Satanás el Diablo que es el dios de este mundo, no hay probabilidad de que se efectúe una distribución equitativa del alimento.—2 Cor. 4:4.

El factor de la salud

Muchos se han hecho vegetarianos a causa del factor de la salud. El Dr. Mayer, en un artículo que apareció en el Daily News de Nueva York del 14 de mayo de 1975, dijo que se había manifestado tremendo interés en un artículo anterior sobre el acrecentamiento del vegetarianismo, y además aseguró a sus lectores que una “dieta vegetariana es nutritiva.” Es un hecho reconocido por la profesión médica en general que la persona de término medio de la Argentina, los Estados Unidos y el Canadá en particular comen demasiada carne. Pero es un hecho discutible si todos estarían en mejores condiciones de salud si no comieran carne en absoluto. Y también está el asunto de lo práctico que sería en vista de los hábitos de alimentación de la población en general. El Dr. Mayer pasó a demostrar que la gente, al hacerse vegetariana, ha perdido peso porque, aunque comen más hidratos de carbono, comen mucho menos grasa que tiene dos veces más calorías que los hidratos de carbono.

Sin embargo, una dieta estrictamente vegetariana a menudo es deficiente en vitamina B⁠12, que es “esencial para prevenir el tipo de anemia perniciosa que con el tiempo causa degeneración de partes del cerebro y la médula espinal.” Y “una dieta vegetariana también puede ser deficiente en vitamina D . . . También puede carecer de hierro debido a que la mejor provisión y la más rápidamente obtenible viene de la carne, especialmente del hígado, mariscos y otros alimentos animales.” El vegetariano Mayer concluye diciendo: “En general, cuanto más restringida sea una dieta, mayor probabilidad hay de que sea desequilibrada y deficiente en alguna sustancia nutritiva u otra. Esta regla aplica a la dieta vegetariana lo mismo que a dietas caprichosas destinadas a hacer perder peso.”

Los factores de compasión y religión

Para muchos vegetarianos el argumento más poderoso a favor de su modo de vivir es el que está basado en la compasión por los animales. Esos vegetarianos producen y distribuyen letreros engomados para los autos que dicen: “Ame a los animales... no se los coma,” y botones: “Sea bondadoso con los animales... no se los coma.” Para apoyar esta posición, los vegetarianos no solo señalan a hombres como Buda, Platón, Sócrates, Pitágoras, Ovidio, Voltaire, Shaw y Schweitzer, sino hasta a hombres de fama militar como el mariscal Montgomery y el mariscal de aeronáutica lord Dowding (RAF, “Batalla de Gran Bretaña”).

El asunto de la compasión es sin duda la objeción más seria a comer carne, pero ¿es verdaderamente sólida? O, ¿es ser demasiado sentimental? Ante todo, ¿halla apoyo esta posición en la Palabra de Dios, la Biblia?

Parece que éste es otro caso en que tiene aplicación la sabiduría inspirada que se encuentra en Jeremías 10:23; y 8:9: “Al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.” “Los sabios [de este mundo] . . . han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?” La Palabra de Dios nos da un entendimiento equilibrado del tema, puesto que contiene sabiduría divina. De modo que, dirigiéndonos a esta fuente, ¿qué aprendemos?

En primer lugar, muestra que la vida humana es sagrada y que el que quite deliberadamente la vida de otra persona debe pagarlo con la pérdida de su propia vida. En el mismo momento en que Dios dio, por primera vez, esta ley a la humanidad, representada por Noé y su familia de sobrevivientes al diluvio, Dios autorizó que se comiera carne. (Gén. 9:3-5) En otras palabras, con el mismo aliento, por decirlo así, con que prohibió estrictamente quitar la vida humana y pronunció como castigo por ello la pena de muerte, Dios autorizó la matanza de animales para alimento.

Hallamos esta distinción entre el hombre y los animales a través de todas las Escrituras. De hecho, desde los tiempos más primitivos se ofrecieron sacrificios animales con la aprobación de Dios. (Gén. 4:2-5; 8:20, 21) Las muchas clases de sacrificios que se requerían bajo la ley de Moisés exigían el degüello de muchos animales. ¿Y no requirió Dios que los israelitas comieran carne, de cordero o cabrito, al menos una vez al año, en la celebración de la Pascua, sin mencionar la frecuencia con que comían carne cuando hacían sacrificios de comunión? En particular los sacerdotes eran comedores de carne, puesto que participaban del sacrificio de comunión que hacía cada persona. Prosiguiendo con esto un poco más, Dios mismo está representado como participando simbólicamente en comer carne por el hecho de que la porción que se quemaba sobre el altar representaba la parte que le tocaba a él.—Éxo. 12:3-9; 34:25; Lev. 7:11-15.

Se ve que el ejemplo de Jesucristo, el Hijo de Dios, está en armonía con lo anterior. No hay ninguna duda en cuanto a su amor y compasión por la humanidad. (Fili. 2:5-8) Él reveló lo que es la voluntad de Dios para nosotros y al mismo tiempo nos sirvió de modelo. (1 Ped. 2:21) ¿Puso objeciones en cuanto a comer carne? No, porque como judío fiel comió carne al menos en cada Pascua. Más que eso, no tuvo escrúpulos en cuanto a coger y comer pescado, pues en dos ocasiones hizo que sus discípulos cogieran una gran redada de peces. También, en dos ocasiones, si no fueron más, hizo que unos cuantos pescados se multiplicaran milagrosamente para poder alimentar a miles de hombres, mujeres y niños.—Mar. 8:18-20; Luc. 5:4-6; Juan 21:6-11.

El asunto de comer carne surgió entre los cristianos primitivos, pero no por compasión a los animales. A los judíos se les había prohibido comer ciertas clases de carne y se hizo necesario mostrarles que ya no estaban bajo la ley de Moisés en estos asuntos. (Hech. 15:19, 20) Y también estaba el problema de comer carne ofrecida a ídolos. El hecho de que los adoradores de Dios no habían de ser juzgados sobre la base de si comían carne o no, nos lo aclara el apóstol Pablo: “Un hombre tiene fe para comer de todo, mas el que es débil come legumbres. El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come.” Nótese que este consejo bíblico y estos ejemplos bíblicos refutan eficazmente la posición de los que, basados en motivos religiosos, se oponen al uso de carne como alimento.—Rom. 14:2, 3.

Por lo anterior está claro que el matar animales para satisfacer las necesidades humanas no está contra la voluntad de Dios. Sin embargo, su Palabra, sí estimula a mostrar consideración por los animales. (Pro. 12:10) Pero no requiere que “amemos” los animales al grado de ponerlos en el mismo nivel que los seres humanos. Hasta Dios, estando Adán y Eva todavía en el jardín de Edén, evidentemente hizo que fueran muertos animales para suministrarles coberturas. (Gén. 3:21-23) En particular parece mostrar falta de equilibrio el que personas tomen parte en cruzadas para protestar enérgicamente contra la matanza de animales para alimento cuando no se oponen de modo alguno a las guerras derramadoras de sangre que les causan indecible miseria, penalidad, sufrimiento y muerte a millones de hombres, mujeres y niños, por medio de armas de fuego, torpedos y bombas.

A la pregunta: ‘¿Deberían ser vegetarianos los adoradores de Dios?’ la respuesta tiene que ser que es asunto individual, personal. Si una persona está convencida del valor de ello desde el punto de vista del costo, la economía y la salud, y lo halla práctico puede adoptar un régimen vegetariano. Pero no puede hallar apoyo ético en la Palabra de Dios para su dieta restringida. Si empieza a defender ese aspecto del vegetarianismo, está perdiendo de vista el modo en que Dios ve estas cosas.

La cosa de importancia hoy no es si uno come carne o no. Más bien, es si uno está adorando al verdadero Dios Jehová con espíritu y con verdad, de la manera que Él lo expone en su Palabra, la Santa Biblia. Jesucristo nos ilustró esa manera. Él atendió a las necesidades de la gente, las criaturas humanas, tanto material como espiritualmente, pero en particular espiritualmente, pues, como dijo él: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.” El ejemplo de él es el que todos los verdaderos adoradores de Dios desearán seguir.—Mat. 4:4; Juan 4:24.

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