Los krobos lo dicen con cuentas
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Ghana
CUENTAS —pequeñitos pedacitos de vidrio perforado— ¡cuán diminutas e insignificantes parecen! Pero hace mucho que el hombre ha estimado una gran variedad de cuentas. Han sido descubiertas en las tumbas reales de Ur, hogar del patriarca Abrahán, en momias egipcias de gran antigüedad y en los antiguos sepulcros de Grecia e Italia. El rey Salomón de Israel, arrobado por la vista de una hermosa muchacha de Sunem, declaró: “Gratas a la vista son tus mejillas entre las trenzas de cabello, tu cabello en una sarta de cuentas.” (Cant. de Cant. 1:10) Mucho antes que los primeros comerciantes europeos hubiesen llegado a las costas de África Occidental, la fascinación de las cuentas tenía ocupados a los krobos de Ghana.
En Ghana las cuentas (llamadas adiagba) hechas por los artífices krobos, tanto en la antigüedad como en el día moderno, se estiman altamente por su belleza, rareza y durabilidad. A menudo se ofrecen como regalos. Antes de la llegada de las monedas modernas, servían de medio de cambio. Pues, hasta se usan los adiagba como seguridad para los préstamos o hipotecas relacionados con edificios y terrenos. El precio de una sarta de cuentas puede variar desde tan poco como diez cedisa hasta cien cedis, según la variedad y cantidad.
Cómo se usan las cuentas
Aunque hay muchas cuentas que solo son para el uso cotidiano, hay otras que llegan a ser la propiedad de la familia y se conservan por generaciones. Se estiman mucho estas cuentas de la familia y, a menudo se pudiera decir que hasta las reverencian. Estas cuentas nunca se venden y las exhiben en los funerales en memoria de los miembros difuntos de la familia y, a veces, simplemente para manifestar la riqueza de la familia. Estas cuentas desempeñan un papel prominente en relación con los ritos tradicionales de la pubertad que se realizan para las muchachas.
Aunque los cristianos verdaderos no participan en estas prácticas, hay ritos que se acostumbran ejecutar para las jóvenes krobos que están pasando de niñas a mujer, y en estas ocasiones hay una exhibición de cuentas que de otro modo no se observa generalmente. Se adorna a las jóvenes con cuentas de la familia, algunas de las cuales fueron usadas por las tatarabuelas cuando eran jóvenes. Puesto que cuando exhiben a las jóvenes en público llevan poco puesto aparte de sus adornos costosos y estimados, atraen mucha atención local, especialmente de los solteros elegibles del pueblo. En realidad, las muchachas por su movimiento mecedor que armoniza con el toque de los tambores, dicen: ‘¡Estamos listas para el matrimonio!’ También en esta ocasión las diferentes familias tienen la oportunidad de exhibir sus riquezas a mayor grado que usualmente.
Por lo tanto, es especialmente cierto que los krobos ‘lo dicen con cuentas.’ Las diferentes cuentas tienen diferentes nombres y significados. Powa significa: “Le presento un desafío,” mientras que Koli declara: “Usted no es mejor que yo,” y Odonor expresa llanamente: “Usted tiene envidia porque yo tengo y usted no.” Omitiomete, siendo más modesto, simplemente dice: “Los resultados de mi labor.” La gente viaja de todas partes para ver a los miembros prominentes de diferentes familias cuando andan por el pueblo con aire orgulloso exhibiendo sus cuentas.
Las cuentas de colores más brillantes son para las celebraciones y fiestas tradicionales de los krobos. Se usan las cuentas negras o de colores oscuros para significar tiempos de duelo, mientras que las cuentas blancas se usan en ocasiones de gozo, como, por ejemplo, cuando nace un niño, se contrae un pacto para un nuevo matrimonio o si se recobra de una enfermedad grave.
Diseños complicados y colores fascinadores
La destreza de los artífices nativos se refleja claramente en las cuentas. Una mirada de cerca revela que las cuentas pueden ser de casi cualquier color... amarillo, pardo rico, rojo y azul se hacen prominentes. Por medio de mezclar hábilmente los diferentes colores, los artífices han creado diseños que se asemejan a explosiones en miniatura de vidrio de color fundido sobre un fondo de vidrio más oscuro. Son comunes los dibujos pequeños que se asemejan a flores comprimidas en miniatura, rayas, espiras del caracol marino y rehilanderas. El acabado altamente pulido de las cuentas de buena calidad brilla y centella en la luz. Con razón los krobos disfrutan de sus cuentas y las usan para expresar sus pensamientos y sentimientos. Pero, ¿cómo las hacen?
La labor de los artífices krobos
El primer paso es preparar un horno que tiene 0,6 metros de diámetro y unos 0,6 metros de alto. Lo construyen cuidadosamente de barro bueno, resistente al calor que obtienen de la margen de un río cercano. Colocan varias varillas de hierro a través del horno justamente arriba del punto donde se hará el fuego.
Enseguida el artífice hace varios moldes del mismo barro. Estos consisten en unas tablillas de unos 15 centímetros cuadrados y aproximadamente 2,5 centímetros de grueso, perforadas con agujeros cuyo diámetro mide entre 6 y 18 milímetros, y como 12 milímetros de profundidad. Es en estos agujeros que se ponen las materias de que se hacen las cuentas. Tanto el horno como los moldes se dejan al sol para que se sequen y se pongan duros. Cuando los moldes quedan bien secos se pulen cuidadosamente con piedra caliza de yeso para que el interior y las orillas de los agujeros estén muy suaves. Después de preparar su horno y moldes, el obrero nativo escoge sus materias primas para las cuentas.
La sustancia fundamental que se usa para hacer las cuentas se llama soso. Por lo general es de color amarillento y es vidrio, sílice o porcelana molidos finamente. Se realiza el trabajo de molerlo en una piedra llana y luego se cierne el polvo cuidadosamente. Se prepara la materia para los colores de contraste de la misma manera.
El artífice moja el polvo básico ligeramente con un poco de agua cuando echa la sustancia en los agujeros de las tablillas de arcilla. Enseguida mete un palito de madera muy delgado en medio del polvo hasta que llegue al fondo del agujero. Pero ¿cómo se logran los diferentes diseños? Después que se haya echado la materia básica para las cuentas en el molde, se horadan cuatro o más agujeros pequeños en el polvo mojado alrededor del palo a intervalos predeterminados. Luego se echa vidrio pulverizado de diferentes colores en estos agujeros. Esto da por resultado los diseños y motivos que hacen tan fascinadoras y atractivas las cuentas. Después que todos los agujeros de los moldes estén llenos, las tablillas están listas para el horno.
El artífice pone las tablillas en las varillas de hierro en el horno, coloca una cantidad de madera dura y seca debajo de las varillas y le prende fuego. Emplea fuelles para aumentar la intensidad del calor hasta que alcance una temperatura adecuada para derretir el vidrio, sílice o porcelana. Cuando ve que los moldes solo contienen materias fundidas, los engancha y saca rápidamente del horno. Entonces el artífice krobo tiene asido cada molde —cuidadosamente para no quemarse— y le da una sacudida, torcida o golpe perito. Esto hace que los colores se mezclen a fin de formar los diseños deseados. Enseguida se ponen las tablillas a un lado para que se enfríen. Más tarde, se extraen las cuentas individuales de sus moldes diminutos por medio de meter un gancho agudo en los agujeros que se formaron cuando los palitos delgados se quemaron y desaparecieron a medida que las sustancia que los circundaba se derretía en el horno.
Si el observador espera ver cuentas de colores hermosos en esta etapa, su primera reacción será una de desilusión. Pero, con un poco de trabajo duro, esto cambia.
Primero el obrero toma una piedra plana y áspera y frota en ella la cuenta tosca para quitarle la mayoría de sus irregularidades y defectos. Luego, empleando una piedra plana y suave, trabaja cuidadosamente para darle a la cuenta un grado elevado de acabado y pulimento. Una vez terminada, la cuenta luce con un brillo suave y atractivo. Al ensartar las cuentas, el trabajo queda completo.
Entonces el artífice nativo puede descansar y sonreírse, sintiendo satisfacción por un trabajo bien hecho. Su obra hablará a alguien, no con palabras sino con cuentas, porque los krobos a menudo lo dicen con cuentas.
[Nota]
a Un cedi equivale a aproximadamente 87 centavos de dólar.