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g77 8/11 págs. 25-26

El maíz... planta antigua que sirve al hombre moderno

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Honduras

PALOMITAS de maíz calientes con mantequilla, una mazorca de maíz tierno, jugoso, panecillos de maíz dulce, sacados frescos del horno... sí, el maíz, puesto que se prepara en una gran variedad de maneras es muy popular. Pero ¿sabía usted que en muchos países el maíz solo se ha introducido recientemente, mientras que en otros tiene una historia muy antigua?

Cuando Cristóbal Colón se hizo a la vela a fines del siglo XV, el maíz era desconocido en Europa. Sin embargo, en ese entonces se cultivaba extensamente en todo el continente americano, desde el Canadá hasta Chile. Pero hoy, casi 500 años más tarde, el maíz también se produce en grande escala en lugares como China, Yugoslavia, la Unión Soviética, la República de África del Sur, India y Rumania.

Tal vez hace unos 3.000 años, los primeros cultivadores del maíz fueron los indígenas americanos, los aztecas, los incas, los mayas y otros. Ellos creían que el maíz era un dios o diosa y hasta tenían la idea de que ellos mismos habían sido formados del maíz. Cada tribu indígena tenía sus propios ritos, bailes y ceremonias en honor de la deidad del maíz. Además, cuando una persona moría enterraban un poco de maíz junto con ella, pues creían que esto le proveería lo necesario en la ultratumba.

Tal vez les sorprenda a las personas que no están bien familiarizadas con el maíz saber que hay tales variedades como el maíz negro, maíz rosado, maíz rojo y maíz blanco, además del bien conocido maíz amarillo.

Hoy día se obtienen nuevas variedades por medio de la hibridación artificial. Para obtener semillas nuevas, selectas, se cubren las mazorcas con bolsas para que no las fecunde el polen no deseado cargado por el viento. Se toma polen de la misma planta para fecundarla. Así se obtienen variedades puras. Más tarde éstas pueden cruzarse con una variedad pura pero diferente. A veces se hace un tercer cruzamiento a fin de obtener los mejores resultados de las plantas madres. La semilla de estos híbridos es muy productiva. Pero hay una desventaja: Hay que comprar nueva semilla para cada siembra.

Ahora sería bueno mirar de más cerca el maíz creciente. La planta misma es diclina, es decir, los estambres y los pistilos (partes reproductoras del macho y la hembra) se hallan en flores diferentes. Cuando las plantas están coronadas con un ramillete de flores masculinos, de color dorado producido por el polen, se dice que el maíz está en flor. El viento esparce el polen, y así fecunda las flores hembras que están creciendo a lo largo del tallo de la planta. Por lo general cada planta tiene dos o tres de estas flores apoyadas por hojas verdes anchas que a veces crecen hasta alcanzar un metro de largo.

Una vez que se fecundan las flores, los granos de maíz empiezan a crecer en el zuro. Entonces, antes que el maíz logre la madurez, raíces adicionales brotan de las puntas nudosas de las raíces inferiores y se extienden debajo del suelo a semejanza de cangrejos de mar.

A fin de obtener una buena cosecha, si no se están comprando semillas híbridas, hay que escoger granos de tamaño y forma uniformes de plantas fuertes y zuros excelentes. Se deben plantar las semillas en tierra profunda, fresca que abunde en humus, nitrógeno y humedad. El maíz también necesita mucha luz del sol. Exige cultivo cuidadoso porque, aunque sobrevive en casi cualquier terreno, solo produce abundantemente cuando las condiciones en que crece son las más favorables. Cuando las plantas hayan logrado como la tercera parte de su altura, se deben arrancar del terreno todas las malas hierbas y se debe amontonar la tierra a la base de cada planta para suministrarle apoyo así como también las sustancias nutritivas del suelo. Cuando las cáscaras cambian de verde a un amarillo ceniciento, ha llegado el tiempo de cosechar las mazorcas de maíz maduro. En muchos lugares, siguen la cosecha del maíz con una siembra nueva de frijoles u otras legumbres a fin de reponer en el suelo las sustancias nutritivas que el maíz sacó de él.

¿Verdaderamente vale la pena el trabajo envuelto en cultivar esta cosecha? Ciertamente que sí. Considere por un momento algunos de los otros productos que se derivan del maíz... aceite para cocinar, salsa para ensaladas, margarina, jarabe y dulces. Hay algunas bebidas alcohólicas que se hacen de la masa de maíz fermentada. El grano, los zuros y las hojas se usan como pienso para el ganado y otros animales domésticos. Además, se obtienen muchos artículos no alimenticios de los derivados del maíz... jabón, cosméticos, glicerina, explosivos, medicinas, cola para sellos y sobres, borradores, suelas para zapatos, esponjas, papel, etc.

Realmente, tenemos buena razón para apreciar esta maravillosa planta. Suministra una prueba adicional de que el Dios verdadero ha provisto una variedad abundante para el hombre.

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