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¡Despertad! 1978
g78 8/5 págs. 24-26

De compras en un bazar turco

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Turquía

ESTAMBUL... una ciudad singular que se extiende sobre dos continentes. Aunque está llena de exóticos misterios orientales, la influencia occidental le da cierto sabor que ninguna otra parte del mundo puede igualar. Y en ninguna otra parte de la ciudad es esto más evidente que en el extraordinario bazar o mercado cubierto. Si algo es típico de Estambul es el mercado que está lleno de recuerdos de los días pasados cuando Estambul era Constantinopla y la gobernaban los otomanos. ¡De veras debemos visitarlo!

El singular bazar cubierto de Estambul

Al entrar al bazar inmediatamente nos vemos envueltos en uno de los espectáculos más coloridos y ruidosos que puedan presenciarse en cualquier parte. Abre sus puertas todos los días, excepto el domingo, desde temprano por la mañana hasta la puesta del sol. Es posiblemente el mercado más grande que pueda encontrarse en cualquier país europeo o mediterráneo.

Las estrechas calles empedradas serpentean tanto que en pocos instantes perdemos nuestro sentido de dirección. Cada recodo revela aún otro magnífico trecho de mercado. Mientras nuestros ojos se regalan en el tremendo despliegue de color y actividad, nuestros oídos son asaltados de todas partes por sonidos inimaginables que parecen incluir todo lenguaje posible.

Al andar por los estrechos callejones y pasajes del mercado, que en su mayor parte está cubierto y constantemente rebosa de una agitada masa de gente que habla, grita, ríe y regatea, pero todo a voz en cuello, parece que hemos entrado en un mundo que pertenece al pasado. Abriéndose paso por la muchedumbre a empujones los hamals, o porteros, transportan vastas cargas que descansan sobre cierta clase de arnés de cuero que llevan en la espalda. Sus roncos gritos de “¡Abrán paso!” acentúan la confusión de voces. A veces un camión o un automóvil, que parece extrañamente impropio en este lugar, suena en vano su bocina para tratar de abrirse paso hasta alguna tienda o puesto.

Mucho más dramático es el paso de una carreta tirada por caballos. Debido a la sobrecarga, los caballos patean y se resbalan en los guijarros, mientras la carreta avanza a tumbos, apenas esquivando los puestos que están a la orilla de la acera... hasta que sucede lo inevitable, y naranjas, pañuelos u otras cosas se desparraman por la calle mientras el dueño del puesto y el guía de la carreta se gritan el uno al otro. Esto le sirve de señal a la muchedumbre que contribuye sus versiones del accidente. Esta nueva excitación hace que todos se olviden de comprar o vender.

Como usted puede ver, a veces hay más vendedores callejeros que clientes. Estos negociantes emprendedores anuncian sus mercancías a gritos en trozos de por lo menos cuatro lenguajes. Muchos de estos vendedores son niños que venden cualquier cosa desde buzlu su (agua helada) hasta bolsas plásticas en las cuales llevar las compras. Aunque estos jóvenes no han recibido una educación seglar formal, al igual que sus colegas adultos conducen sus negocios muy hábilmente y hablan lo suficiente en diferentes idiomas como para vender algo a los turistas que van pasando.

Nuestros pies pronto nos dejan saber que el bazar no es un lugar pequeño. En una ocasión se contaron más de 4.000 tiendas, aparte de 2.000 talleres pequeños que manufacturan muchas de las mercancías que se venden aquí. Las calles y callejuelas están cubiertas de innumerables puestos y carretillas de mano, y por toda la zona del mercado hay esparcidos doce almacenes, algunos de los cuales están conectados a vastas Hans o viejas casas de negocios otomanas. Hay unas doce fuentes, aunque éstas solo son reliquias del pasado. Ahora hay restaurantes y salones de té, en los cuales podemos refugiarnos y tener unos pocos momentos de alivio del tumulto. Para conveniencia de los musulmanes, hay varias mezquitas. Además, hay dos bancos, una conveniencia pública muy esencial, y un centro de información, principalmente para el beneficio de turistas perdidos. Y, por alguna razón, hay hasta una escuela primaria... ciertamente un fascinante principio en la vida para los niños que asisten a ella.

Breve historia del bazar

El bazar fue establecido en su ubicación presente (y abarcaba casi la misma zona) por el sultán Mahoma II. Eso fue en 1461, poco después de la conquista de Constantinopla (Estambul). En aquel entonces el bazar era principalmente una estructura de madera, pero ha sido reedificado y ensanchado varias veces y ahora incluye parte de los establos del conquistador Mahoma y muchos otros interesantes edificios de piedra de aquel período.

En el transcurso de los años, los incendios han destruido partes del mercado... el último gran incendio ocurrió en 1954. No obstante, el mercado y sus inmediaciones siguen siendo muy parecidos a como eran hace años.

No es fácil cruzarlo

Después de entrar al mercado por una de sus cinco entradas, nos enfrentamos a la dificultad de hallar nuestro camino a través del tumultuoso laberinto de sesenta y tantas calles y callejuelas. Es interesante el hecho de que “calles” diferentes tienden a especializarse en ciertas mercancías. ¡Pues, hay una calle llamada “La calle de los fabricantes de turbantes”! Y hay otra calle apodada “La calle de las plumas del Aga.” Bajando por aún otra excelente arcada de viejas columnas hallamos todas las tiendas que venden tapices, alfombras, damascos y brocados turcos. En callejuelas cercanas podemos entrebuscar en grandes pilas de tapices de pelo de cabra, o admirar alfombras hechas a mano, en un ambiente de rivalidad amigable, a medida que los tenderos compiten unos con otros por nuestra atención.

En todas partes se encuentran excelentes gangas... en toda clase de tiendecitas escondidas en polvorosos callejones. La única dificultad es recordar exactamente cómo volver a encontrar la tienda. Puesto que ciertas cosas solo pueden hallarse en lugares específicos, uno de los requisitos para ir de compras en el bazar cubierto de Estambul es tener una buena memoria.

Sea que usted tenga buena memoria o no, sin duda disfrutará de pasear por este mercado laberíntico. Pero aparte suficiente tiempo para perderse. Hasta eso es un placer —y una aventura— en lo que solo puede describirse como una de las atracciones más insólitas de Turquía.

El “Mercado viejo”

Esta sección en particular del bazar cubierto se encuentra en su mismo centro y se le conoce como el Bedesten. Aquí se pueden encontrar las antigüedades más valiosas y los artículos más extraordinarios. Mire todos estos artículos de cobre, bronce y vidrio, y hasta algunas reliquias bizantinas. Algunos de estos artículos son genuinos, pero, cuidado, muchos de ellos son artículos modernos, hechos a máquina, imitaciones ordinarias que tienden a disipar el encantador ambiente oriental que todavía tiene el mercado.

En partes más “modernas” de la zona del mercado, hallamos comerciantes en joyas y oro. Aquí uno ve algunos especímenes excelentes, aunque costosos, de joyas hechas a mano. Hay aquí un extenso comercio en oro, y el precio fluctúa diariamente.

Es preciso regatear

¿Le preocupa a usted todo el regateo que se hace aquí? Bueno, para entrar plenamente en el espíritu del mercado, uno tiene que regatear y discutir sobre los precios. Esto se hace en un ambiente de “robo amigable” en el cual tanto el comprador como el vendedor tratan de sacar ventaja, y cada uno de ellos continúa dando el precio final “más bajo” que siempre sigue cambiando. A veces, dependiendo de los valores envueltos, este tipo de discusión prosigue casi por horas, mientras los participantes toman té y café turco que el comerciante suministra gratuitamente hasta que al fin se llega a un acuerdo.

‘¡Pero hay tanto sobre lo cual regatear!’ dice usted. Sí, pero aparte de los artículos de recuerdos producidos en masa y los enseres domésticos cotidianos, probablemente las cosas más atractivas para comprar pueden agruparse en unas pocas categorías: enseres de bronce y cobre, alfombras, joyas, artículos de cerámica y otros artículos hechos a mano de madera, ónice y espuma de mar. La ropa bordada a mano y los artículos de piel siempre son compras populares entre los visitantes.

¿Nota usted que todo en el mercado parece como si no fuera muy real? En realidad, el mundo exterior parece muy lejano. Aquí, sin preocuparse por diferentes problemas exteriores, personas de toda clase efectúan sus negocios sagaz pero cortésmente.

Estamos a punto de dejar el Bedesten por la puerta de los orfebres. Pero, ¿ve usted esa águila bizantina sobre la puerta? Bueno, es muy antigua, y un famoso historiador —Evliya Celebi— dijo lo siguiente acerca de ese símbolo: “La ganancia y el comercio son como un ave silvestre, que, si se ha de domesticar por medio de la cortesía y la caballerosidad, se podrá hacer en el mercado.” Así es que, tal vez de algunas maneras el antiguo bazar no haya cambiado mucho después de todo.

Bueno, hemos llegado al fin de nuestro viaje de compras. ¿Le oí decir: “Inolvidable”? Tal vez, pues algo es seguro: Mucho después que los recuerdos que usted compró aquí se hayan perdido o se hayan olvidado, el recuerdo del bazar cubierto de Estambul subsistirá.

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