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¡Despertad! 1989
g89 8/8 págs. 3-4

Un crac mundial

EL 19 DE OCTUBRE DE 1987 fue un día extraño en nuestro planeta. Ese día se desató una tormenta que barrió todo el globo y causó estragos en docenas de naciones. Pero fue una tormenta sin viento, y no resultó en ninguna granizada ni derribó ninguna casa ni mató a nadie. Ese día retumbó un crac en todo el mundo, y por un momento un toro que embestía se convirtió en un oso descontrolado.

¿Tormentas sin viento? ¿Toros que se convierten en osos? Es posible que usted ya sepa que esta tormenta no tuvo nada que ver con las condiciones climatológicas terrestres, y sí con su economía. Aquel 19 de octubre fue el día del hoy famoso crac de 1987, el día en que la Bolsa de Valores de Wall Street sufrió el mayor y más rápido desplome de su historia, sembrando el pánico en todo el mundo. El mercado dejó de experimentar rápidas y persistentes alzas en la cotización de los valores (lo que en la jerga bursátil norteamericana y, por extensión, en la mundial, se llama mercado bull [toro]) y temporalmente se puso a bajar con la misma rapidez y persistencia (mercado bear [oso]).

Aunque el crac no produjo un sonido audible y el oso no tenía verdaderas garras, las víctimas sí fueron reales. Un reportero de Zúrich oyó a un hombre gritar: “¡Estoy arruinado, completamente arruinado!”, y observó que las personas que leían los periódicos en el distrito financiero parecían leer sus esquelas mortuorias. El pánico llegó a tal grado en Hong Kong, que se cerró el mercado durante cuatro días. De todos los mercados implicados en el crac, este fue el más afectado, llegando a perder aproximadamente el 33% de su valor. Un solo hombre de negocios de Hong Kong perdió 124 millones de dólares. Una viuda de Nueva York descubrió que el crac no solo había acabado con su cartera de valores, sino que además debía a su broker (agente de cambio y bolsa) más de 400.000 dólares.

Millones son más pobres

Helmut Schmidt, ex canciller de la República Federal de Alemania, dijo al periódico alemán Die Zeit que “la caída de las bolsas en todo el mundo por valor de más de un billón de dólares (E.U.A.) ha hecho que entre 100 millones y 200 millones de familias de Occidente sean más pobres de lo que habían pensado que eran antes del crac”. Sin embargo, el crac no se limitó a Occidente. Igual que en Europa y América del Norte, en Hong Kong, Tokio, Singapur, Taiwan, Australia, República Sudafricana y América Latina los mercados se vinieron abajo como si fuesen fichas de dominó.

En el periódico parisiense Le Quotidien apareció un gran titular que decía: “LE CRASH”. El Cambio, de Lima (Perú), anunció: “¡PÁNICO EN NUEVA YORK, TOKIO Y LONDRES!”. The Australian Financial Review, de Sydney (Australia), afirmó que Wall Street había “caído con la fuerza de un toro muerto arrojado desde lo alto del edificio Empire State”. Pero como indicó el ex canciller alemán Schmidt, la caída de los índices bursátiles significó más que un revoltijo de números y titulares sensacionalistas, representó verdaderas pérdidas para los muchos que tuvieron que vender sus acciones a precios más bajos. Los ahorros de toda una vida, los fondos de pensiones, los ahorros para la jubilación, los planes de comprar una casa y para el cuidado de los hijos, todo era vulnerable a la acción de la tormenta financiera.

El optimismo del mercado bull desbocado que culminó en el crac solo empeoró las cosas. Entre 1975 y 1985 casi se había doblado el número de inversores directos en el mercado de valores de Estados Unidos, y el de los que poseen acciones indirectamente a través de fondos de pensiones, compañías de seguros y bancos había aumentado en casi 35 millones. La embestida del mercado bull atrajo inversores como la miel atrae a las moscas. Muchos invirtieron demasiado tarde, pagaron demasiado y no pudieron volver a sacar su dinero con la suficiente rapidez.

¿Una nueva depresión?

Cuando el crac salió de Wall Street y afectó a diferentes partes del mundo, la gente empezó a recordar otro año tristemente famoso en la historia económica: 1929, el año en que una caída similar del índice bursátil condujo a una depresión mundial. El mundo todavía se estremece cuando recuerda aquella época: sus colas para recibir alimentos gratis, sus comedores de beneficencia, su terrible índice de desempleo y su gran pobreza. ¿Conduciría este nuevo crac a una depresión similar? Al fin y al cabo, el peor día del crac de 1929 (martes negro) el mercado bajó un 12,8%, pero el lunes negro de 1987 cayó en picado un 22,6%. Un titular del New York Times del 20 de octubre de 1987 formulaba la siguiente pregunta: “¿Son iguales 1987 y 1929?”.

Para gran alivio de multitud de personas, la respuesta fue no. Casi dos años después del lunes negro, muchos expertos que estudiaron los daños duraderos que causó la tormenta descubrieron que fueron mínimos. La economía de Estados Unidos seguía expandiéndose, y el índice de desempleo era bajo. Al fin y al cabo, incluso después del lunes negro, el mercado solo estaba un 4% más bajo de lo que había estado el año anterior, y hasta se las arregló para superar este índice al terminar el año.

Muchos expertos contemplaron el lunes negro como el simple estallido de una burbuja, una corrección muy necesaria de los inflados precios del mercado de valores. Si el crac ha dejado algún legado duradero, ha sido la estampida del mercado de muchas personas, una estampida sin precedentes. “Nunca más”, prometieron, y parece que lo decían en serio.

¿Significa esto que el lunes negro no tuvo ninguna importancia? ¡Ni mucho menos! Algunos entendidos creen que el crac debería considerarse una advertencia que dejó ver algunas grietas profundas que comienzan en Wall Street y atraviesan la economía mundial. Pero, ¿ha prestado atención a esta advertencia el mundo en general? No, según un profesor de Economía que comentó lo siguiente a la revista Time: “Se puede comparar a un grupo de adolescentes borrachos que conducen un automóvil y piensan que como han conseguido tomar bien la última curva, también tomarán bien la siguiente”.

¿Qué fue precisamente lo que falló en Wall Street? ¿Podría producirse un nuevo crac? Y ¿afecta su economía lo que allí sucede?

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