¿Cómo afecta su economía Wall Street?
SE HA dicho que la economía es una ciencia deprimente. No obstante, afecta la vida de todos nosotros, pues los precios que pagamos en la tienda, la disponibilidad de empleos, los servicios que provee el gobierno de nuestra nación, todo ello depende de la fortaleza de la economía del país.
“Pero, ¿qué tiene que ver eso con Wall Street? —tal vez pregunten algunos—. Está demasiado lejos para importarme.” Pues bien, el mercado de valores es como un espejo de la economía. Y hoy día las naciones del mundo son tan interdependientes que ninguna economía está aislada.
Una economía a escala mundial
El presidente de la Bolsa de Valores de Estados Unidos dijo que el desplome del lunes negro “dejó sumamente claro que ningún país tiene en sus manos el control total de su destino”. Un escritor del periódico italiano La Repubblica lo expresó de la siguiente manera: “Los impuestos de Alemania occidental ayer, la deuda de América Latina hoy y [...] la legislación del Congreso de E.U.A. mañana, son sucesos que antes estaban aislados el uno del otro o interconectados solo después de un largo período de tiempo, pero que hoy día están ligados al instante. Para darse cuenta de ello, limítese a entrar en la sala comercial de un gran banco internacional, donde una especie de nave espacial electrónica está enlazada día y noche con todos los mercados del mundo”.
¿Qué nación o qué economía puede afirmar que está aislada de este sistema globalmente interconectado e interdependiente? ¿Los países africanos? Los editores de un mensuario de negocios que informa sobre la economía africana aseguran que “las economías de África son muy vulnerables a los choques exteriores”. ¿Qué puede decirse de los países de América Latina? Un editor del Jornal do Brasil declaró que la crisis del mercado de valores era parte de una crisis financiera internacional. ¿Y qué hay del Oriente Medio? El editor adjunto del Ma’ariv, de Tel Aviv (Israel), citó un dicho de un anterior primer ministro de Israel: “Si Estados Unidos se resfría, Israel estornuda”.
Entonces, ¿quién está libre de las actuales tormentas económicas? Si a un pasajero que toma el sol en la cubierta de un transatlántico se le dijese que se ha abierto una vía de agua en la parte inferior del casco, ¿sería razonable que se sintiera libre de peligro solo porque la grieta está muy lejos? No, todas las partes del barco están conectadas, no hay ninguna que flote sola. Lo mismo es posible afirmar de las economías del mundo, si hay problemas en una de ellas, tal vez tenga problemas usted.
Aguas peligrosas para peces pequeños
Después del crac, una multitud de pequeños inversores dejaron el mercado. Este éxodo en masa significó graves pérdidas para la industria de la correduría, que sufrió más de 25.000 cesaciones después del desplome de la bolsa, pero para el mercado de valores en sí ha significado aún más problemas.
¿Qué asustó a tantos inversores e hizo que dejaran Wall Street? Aunque es obvio que el crac tuvo mucho que ver en ello, también de otras maneras Wall Street empezó a parecer un ambiente hostil para el pequeño inversor, como aguas demasiado peligrosas para que naden en ellas peces pequeños. Analicemos brevemente tres de las tendencias que han contribuido a esto: la computadorización, la euforia por comprar empresas enteras y la explosión de la deuda.
¿Llevan las máquinas la voz cantante?
El lunes negro fue un mal día para los ordenadores, ya que la avalancha de operaciones superó su capacidad. Los brokers de todo el país contemplaron impotentes y furiosos cómo las pantallas de sus terminales se llenaban de signos de interrogación o se quedaban en blanco. En el epicentro de la tormenta —la Bolsa de Valores de Nueva York—, el crac bloqueó casi todo el sistema. Pero muchos pensaron que los ordenadores no solo eran víctimas del crac, sino realmente los cómplices en generar la estampida de ventas. Un hombre lo expresó de la siguiente manera a The New York Times: “Solo se trata de ordenadores que venden a ordenadores”.
Por supuesto, eso no es estrictamente cierto. Sin embargo, en algunas operaciones complejas que suelen hacer los grandes inversores institucionales, los ordenadores están programados para reaccionar automáticamente de acuerdo con las condiciones del mercado —como la caída en el precio de una acción— y sugerir al broker lo que debe hacer. El problema es que este raras veces dispone de tiempo para cuestionarse las sugerencias de su ordenador. Por consiguiente, los ordenadores llegan a hacer el papel de coreógrafos de multitudes de brokers como si se tratase de una compañía de bailarines. Ellos los obedecen al unísono, y así crean enormes olas de ventas que a su vez generan más olas de venta. De modo que quizás los ordenadores hayan amplificado el crac, tal como el ruido de realimentación de un sistema de amplificación de sonido aumenta hasta convertirse en un chirrido ensordecedor. Hay quienes culpan a los ordenadores de 300 de los 508 puntos que bajaron.
Es posible que los ordenadores sean indispensables en el mercado de valores, pero el lunes negro hicieron que los “peces pequeños” se sintieran más pequeños que nunca. Los pequeños inversores ni siquiera podían comunicarse por teléfono con sus brokers para ordenar la venta de sus acciones, que bajaban en picado. Mientras tanto, los grandes inversores, con sus operaciones comerciales llevadas por ordenador, se libraban de enormes paquetes de acciones.
Una actividad febril
Muchos también encuentran molesto que durante los últimos años los “peces” de tamaño grande y mediano se hayan envuelto en una actividad febril, devorándose los unos a los otros en OPAS (ofertas públicas de adquisición) hostiles y en leveraged buyouts (traducible como “compra forzada de empresas”). “Hoy día la gente compra compañías enteras como solían comprar acciones”, dijo un banquero de inversiones retirado al que entrevistó ¡Despertad!
La leveraged buyout (LBO) es muy popular en Wall Street. Una compañía se vale de grandes cantidades de dinero prestado que ha obtenido, por ejemplo, de la venta de bonos basura, para absorber a otra compañía mediante la adquisición de las acciones restantes de su capital social. Una vez que el comprador se ha apoderado de la totalidad de la empresa, la divide en partes y las vende para saldar toda su deuda. De ese modo el comprador termina siendo el dueño de lo que queda sin gastar dinero. Con la venta de bonos basura, las pequeñas compañías se permiten el lujo de devorar a las grandes, como el pez pequeño que se come al gran tiburón.
Los negocios de absorción de empresas producen cantidades inimaginables de dinero a los bancos, abogados y hombres de negocios que tramitan la absorción. En una gigantesca LBO efectuada a finales de 1988, tan solo las tarifas de los bancos y los asesores se acercaron a los mil millones de dólares (E.U.A.). Algunos hombres que se hicieron famosos como compradores de empresas ganaron cientos de millones de dólares en solo unos pocos años. No pocos se metieron en problemas con la ley.
La explosión de la deuda
Las LBO no hacen más que ilustrar la continua aventura amorosa de Estados Unidos con la deuda. Individualmente, los estadounidenses solo ahorran el 5% de sus ingresos, mientras que los alemanes occidentales ahorran alrededor del 13%, y los japoneses, cerca del 17%. La afición de los estadounidenses por la tarjeta de crédito y el lema “compre ahora, pague más tarde” se han hecho legendarios. Las empresas deben más de 1,8 billones de dólares (E.U.A.), y la deuda federal es de más de 2,6 billones. En solo ocho años el gobierno de Estados Unidos también ha conseguido pasar de ser el mayor acreedor del mundo a ser el mayor deudor del comercio internacional. Un escritor del periódico canadiense Globe and Mail resumió la política de Estados Unidos con las palabras: “Gasta, gasta, y se limita a pedir prestado”.
Una recesión podría significar grandes problemas para las empresas estadounidenses cargadas de deudas. Si eso ocurriese, las compañías muy endeudadas se harían frágiles de repente. Podría sobrevenir una ola de incumplimientos de pagos y de declaraciones de bancarrota. A los bancos también les afecta el problema de la deuda, pues han hecho préstamos arriesgados de miles de millones de dólares. Varios centenares se encuentran en problemas, y muchos se han visto obligados a cerrar.
Aún más nefasta es la deuda que existe a escala mundial: los países del Tercer Mundo deben la exorbitante cantidad de 1,2 billones de dólares (E.U.A.). Así que no es de extrañar que el banquero de inversiones Félix Rohatyn definiese la economía de la siguiente manera: “Hemos creado un gigantesco castillo de naipes financiero, y ya se nos ha advertido bastante de su poca estabilidad”.
El éxodo
De modo que para el pequeño inversor, Wall Street puede parecer dominado por el comercio computadorizado que levanta enormes olas, la actividad febril de los “peces grandes” y un abismo sin fondo de deuda que amenaza con engullirse todo el estanque. ¿Sorprende que los “peces pequeños” hayan salido en éxodo del mercado?
Pero el temor no es lo único que ha alejado a muchos pequeños inversores de Wall Street. Esta tendencia está gobernada por la misma emoción que parece arruinar estos días al mundo entero. ¿Cuál es esa emoción?
[Comentario en la página 8]
Varios centenares de bancos estadounidenses se encuentran en problemas, y muchos se han visto obligados a cerrar
[Fotografía en la página 7]
“Hemos creado un gigantesco castillo de naipes financiero, y ya se nos ha advertido bastante de su poca estabilidad.” (Félix Rohatyn, banquero de inversiones)
[Recuadro en la página 6]
Glosario de términos de Wall Street
Es posible que le suene extraño lo que sucede en Wall Street, pues el mundo financiero tiene su propio lenguaje. Por eso, a continuación se definen algunos de los términos bursátiles más utilizados.
◆ ACCIÓN: Al comprar una acción de cierta compañía, en realidad se compra una parte de dicha compañía. Este es uno de los medios que utilizan las empresas para reunir dinero. Periódicamente, los accionistas tal vez reciban un pequeño porcentaje de los beneficios de la compañía, al que se llama dividendo.
◆ BONO: Las empresas también reúnen dinero pidiéndolo prestado mediante la venta de bonos. Cuando se compra un bono de una compañía, se le presta dinero, y esta remunera por el uso del dinero mediante el abono de intereses. Tanto a las acciones como a los bonos se les engloba dentro del término general de “títulos valores”. Aunque no es normal que aumente el valor de los bonos, como a veces ocurre con el de las acciones, se les suele considerar una inversión más segura, a excepción del junk bond (bono basura), un tipo de bono al que oficialmente se considera muy arriesgado, pues es muy probable que la compañía emisora no pague lo acordado. No obstante, la gente los compra porque ofrecen un alto tipo de interés.
◆ BOLSA DE VALORES: Subasta organizada, o mercado, donde se compran y venden títulos valores, como las acciones y los bonos. En el patio de operaciones, los brokers llevan a cabo las órdenes de compra y venta de sus clientes, los inversores, por lo que reciben una comisión.
◆ ÍNDICE DOW JONES: Forma abreviada de Dow Jones Industrial Average, uno de los índices bursátiles más conocidos y el que refleja día a día la coyuntura del de la Bolsa de Nueva York. Consiste en un promedio basado en la cotización actual de 30 valores industriales. Cuando alguien pregunta cómo va el mercado, se le suele responder citando la coyuntura de este índice bursátil.