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Jade... la piedra de los reyes

EN MUCHOS idiomas el nombre para jade se deriva del color verde. No obstante, en su estado puro, el jade es blanco. Los indicios de impureza que contiene le suministran una variedad de colores de arco iris en matices de rojo, amarillo, malva, pardo, negro y, raras veces, azul. Es común referirse al jade como la “piedra china,” pero no hay evidencia de que jamás haya sido extraída de las minas de China.

El jade más preciado hoy, que lleva la designación “imperial,” solo era conocido por la última dinastía china, la Tsing. Pocos artículos, si acaso algunos, más grandes que botones y ornamentos fueron hechos del jade imperial en aquella vasta tierra sino hasta una docena de años antes que la revolución de 1911 borrara la China imperial.

¿Ha tocado usted alguna vez el jade? ¿Conoce usted su frescura y su suavidad dura? Quizás alguien pregunte: “¿Cómo puede una sustancia ser dura y suave a la vez?”

En la escala de Moh, un método moderno de medir la dureza relativa de las sustancias (en la cual el número 1 corresponde al talco y el 10 al diamante), el jade se clasifica como 6,75 y 6,50 en sus dos manifestaciones. Por ser duro el jade, se le puede pulir mucho. La superficie satinada que resulta deja una sensación suave en la piel. Una vez que haya sido pulido, el jade se le resbala a uno entre los dedos y es fresco al tacto.

El término jade se aplica a dos minerales: nefrita y jadeíta. Por la interacción del calcio, magnesio y agua, el anfíbol nefrita se forma más cerca de la superficie terrestre que el jadeíta. Solo es un silicato de magnesia. La nefrita, no la jadeíta, es el jade del antiguo arte chino.

La jadeíta es un piroxeno, un silicato de aluminio, y no se usó mucho en China antes de 1784. Se sabe que en ese año esta piedra fue importada de Birmania. Cuatro años antes, en la meseta de Tawmaw, a 110 kilómetros del Mogaung, Birmania, se descubrió la jadeíta en su verdadero marco geológico. Antes de eso, solo se habían hallado unas cuantas piedrecitas y rocas en la zona río abajo en lugares secundarios. Ahora se había descubierto una fuente capaz de ser minada. Debido a los monsones, solo se puede trabajar en la cantera unos cuantos meses al año. De 10.000 piedras (verdaderamente pedregones) cortadas de la tierra de Birmania, puede que solo una sea de calidad verdaderamente buena.

El jade ha sido la piedra de reyes para otros aparte de los emperadores chinos. Por ejemplo, el penúltimo zar de todos los rusos Alejandro III, yace en un sarcófago de jade de espinaca salpicado de negro. En el jade de espinaca, el mar de verde oscuro tiene partículas de grafito negro equidistantes unas de otras, el grafito de nuestros lápices de escribir.

Un gobernante que vivió en otra época y en otro lugar no pudo creer lo que vio cuando un español, Hernán Cortés, mostró que prefería el oro al jade. Si se le hubiera preguntado a ese gobernante, el célebre azteca Montezuma, él hubiese colocado el jade, la turquesa y las plumas verdes del ave quetzal por encima del oro. Su jade era la jadeíta, que solo podía diferenciarse de la jadeíta de Birmania por indicios de diópsido, un silicato complejo. Se dice que Xochimilco, México, actualmente famosa por sus chinampas, fue el principal centro de la obra lapidaria de los aztecas.

Los reyes aztecas hallaron en el jade un recordatorio permanente del color de la extraordinaria ave quetzal. A una distancia de medio mundo de allí, los emperadores chinos llamaban el jade fei t’sui, la palabra para otra ave, el martín pescador.

¿Dónde obtuvieron los chinos su nefrita antes de las importaciones de jadeíta que se hicieron de Birmania en el siglo dieciocho? Por más de 2.000 años se traían las legendarias “lágrimas del dragón” en losas de cuatro metros desde el desierto Takla Makan, Khotan Yarkand en el Turquestán chino. Por lo tanto, lo que Marco Polo vio en Khotan en 1272 y luego describió como “jaspe y calcedonia,” debe haber sido jade (nefrita). Alguna nefrita también vino de lo que todavía es una fuente actual, el lago Baikal de Siberia.

Sí, el jade, la ‘piedra verde’ —pounamou en el idioma de los maoríes, kyauksein en birmano, y chalchihuitl o quetzal-chalchihuitl en la lengua muerta de los aztecas— fue la piedra de los reyes de China. La antigua pictografía china para jade consistía en tres líneas horizontales y una línea vertical, que representaba tres losas de jade ensartadas en un cordón. Hoy, con la excepción de un punto, el carácter para jade es lo mismo que el carácter para rey. El punto distingue la joya duradera [Arte: caracteres chinos] del monarca mortal [Arte: caracteres chinos].

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