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¡Despertad! 1978
g78 22/7 págs. 21-23

¿Adónde va toda la basura?

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Japón

“¡QUÉ molestia! Todo lo que quería hacer era vaciar la pala para recoger el polvo, pero todo lo que había en el papelero se derramó. ¡Ahora tengo aún más suciedad que limpiar!” Posiblemente esto le haya sucedido a usted en alguna ocasión. Y es lo que muchas ciudades grandes del mundo están experimentando en escala tremenda. Los medios que tienen para deshacerse de la basura ya no soportan más carga.

La eliminación de la basura constituyó un problema para la ciudad de Numazu, situada en una zona muy pintoresca entre el majestuoso monte Fusi Yama y la bahía de Suruga en el Japón. El horno que se había construido unos 10 años antes para incinerar la basura simplemente no podía cumplir con lo que se exigía de él. Gran parte de los desperdicios solo se quemaban parcialmente. Por eso, entre las cenizas que se enterraban había mucha materia vegetal en estado crudo. ¿Qué resultó de esto? Un tremendo aumento en la cantidad de moscas.

Por ejemplo, cuando un camionero empezó a vaciar las cenizas que traía de una fábrica, notó que el suelo cambió de color. Lo negro que parecía ser una capa superior del suelo realmente era un manto de moscas. Entonces, de repente, las moscas alzaron vuelo, dejando expuesta la tierra de color más claro. El camionero no perdió tiempo en retirarse, sin darse cuenta de que su vehículo estaba cubierto de moscas. Aunque no se les dio una buena acogida, se quedaron casi una semana.

Aparte de las multitudes de moscas, miles de cuervos descubrieron que les esperaba un suntuoso banquete en este sitio donde se enterraban los desperdicios. Con el tiempo estas aves se extendieron a las granjas cercanas y arruinaron los cultivos. Pronto la gente que sufrían los efectos adversos de las moscas y las aves levantaron la voz en protesta e insistieron en que ya no se enterrara la basura en esa zona.

Después de celebrar muchas reuniones, se resolvió tomar las siguientes medidas: (1) Hallar otras zonas donde enterrar la basura, (2) dar pasos para reducir la basura, y (3) construir un nuevo horno para incinerar y convertir en cenizas toda la basura combustible. El hallar más tierra para el entierro de los desperdicios no presentó dificultad. Pero ¿cómo pudiera reducirse la cantidad de basura en una ciudad que iba creciendo?

La reducción de la basura

Se pidió a los habitantes que dividieran su basura en tres categorías distintas: (1) Basura combustible [desperdicios de cocina y papel de desecho]; (2) basura incombustible [vajilla rota, bombillas fluorescentes y objetos plásticos]; (3) basura que pudiera recircularse [cosas metálicas, incluso latas, vidrio y botellas de cristal]. Entonces se designaron ciertos días para recoger la basura de diferentes clases. Puesto que solo se llevaría al horno de incineración la basura combustible, se redujo la cantidad que tenía que incinerarse y enterrarse.

Los residentes de Numazu cooperaron muy amablemente cuando se inició el nuevo arreglo para la eliminación de la basura en abril de 1975. El resultado del arreglo fue una rica recompensa. En el año civil de 1975, fue posible vender 335 toneladas de basura apta para recircularse —metales y latas— y 1.530 toneladas de vidrio y botellas por la suma de 30.280 dólares. ¡Imagínese... se ganó más de 30.000 dólares de la basura!

Planta de incineración libre de contaminación

¿Qué hay de la tercera medida que se recomendó... un nuevo horno de incineración? Se hicieron planes para construirlo directamente al lado del que ya existía. Por supuesto, la gente que vivía cerca del sitio no se sintió muy feliz al oír de esto y protestaron. Se celebró reunión tras reunión con los representantes de la vecindad, y por fin se llegó a un acuerdo mutuo. Se dio seguridad sobre el detalle más importante: que no habría contaminación secundaria procedente de la nueva planta para incineración.

La construcción empezó inmediatamente y el trabajo quedó completo en junio de 1976. El edificio está equipado con máquinas complejas, controles remotos y una computadora. Treinta personas son suficientes para dotar de personal a toda la planta. En contraste con el viejo horno para incineración, cuyo máximo era de 125 toneladas al día, el nuevo puede manejar más del doble de esta cantidad... 300 toneladas en 24 horas.

La descarga de la basura

Sigamos una carga de basura a través de esta planta y observemos cómo se convierte en cenizas.

Un camión municipal sube a la rampa curva y luego se detiene en las escalas para que se le pese. El conductor entrega una tarjeta que se mete en la línea de alimentación de la computadora, y el peso y número del vehículo se registran automáticamente. El camión sigue alrededor de la curva y entra en la zona de descarga. En una de las puertas, se vacía la carga en el foso.

Este foso es tan grande que cabe en él la basura que se recoge en una semana de los 202.702 habitantes de la ciudad. El foso se extiende desde el sótano hasta la zona del quinto piso, donde funcionan dos grúas grandes. Las grúas son accionadas por control remoto desde un cuarto especial cerrado. Cuando la grúa levanta una carga, ésta es pesada automáticamente y el peso se registra. Entonces se deja caer la carga al tragante.

De basura a cenizas

El tragante sirve de entrada al horno de incineración mismo. De allí se deja que la basura entre poco a poco en el horno. Un equipo especial controla automáticamente el flujo de los desperdicios para evitar que se atasque el horno.

Cuando la basura entra en el horno, primero se expone a aire caliente que sube de las secciones inferiores del horno. Este aire tiene una temperatura de 950 grados centígrados. Se consume el papel de desecho y cosas parecidas, y se deshidrata la materia vegetal y de frutas.

Entonces la basura, o lo que queda de ella, empieza a descender sobre una serie de rejillas de fuego arregladas como escalones. Cada rejilla está engoznada por la orilla exterior y se eleva 90 grados desde la parte de atrás. Este arreglo hace posible vaciar todo de una rejilla a la próxima más abajo. También mantiene la basura en un estado de constante agitación y asegura que todo se consume cabalmente al exponerlo con igualdad al aire y tremendo calor. Se usan cámaras de televisión para inspeccionar el entero proceso, el cual se observe en la oficina central. Finalmente, cuando el proceso de incineración queda completo, las cenizas caen entre dos cilindros. Estos aplastan cualquier cosa que todavía no se haya tornado en polvo y cenizas (tal vez algunas latas y cosas parecidas).

Si se tuviera que manejar el polvo y las cenizas en esta forma, cubrirían toda la planta con una capa. Por eso, se hace correr agua en las zonas donde el polvo y las cenizas caen. Entonces una correa transportadora lleva la sustancia mojada al foso de cenizas. Allí se deja escurrir el agua. Entonces una grúa que funciona por control remoto carga las cenizas en camiones para que las lleven a los sitios de entierro.

Por supuesto, donde hay combustión se despiden gases y humos. Entonces, ¿cómo es posible reprimir la contaminación?

Cómo se evita la contaminación secundaria

Hay conductos que llevan el gas a la sala de enfriamiento del gas, donde chorros de agua bajo alta presión reducen la temperatura de 950 grados centígrados a 800 grados centígrados. Entonces se usa el gas para calentar el agua para las duchas y baños de los trabajadores. Por fin pasa por un precalentador y calienta el aire que se envía al horno. Para entonces la temperatura del gas ha bajado a 300 grados centígrados.

Después que las partículas grandes han sido filtradas en una máquina que se llama “multiciclón,” el gas pasa por el último procedimiento de limpieza. Por medio de electricidad estática, un colector de polvo eléctrico remueve del gas suficientes sustancias contaminadoras para dejar que lo que queda escape a la atmósfera por medio de la chimenea de concreto de 80 metros.

El agua que se usa para lavar los camiones y el agua que viene de las cenizas y de la basura misma constituyen otro elemento contaminado que hay que manejar. Aunque la planta saca agua de la ciudad de Numazu, tiene su propio sistema de filtración. Después que el agua se filtra y se procesa, se envía a la sala de enfriamiento del gas. Después que se vaporice durante el proceso del enfriamiento del gas ultracaliente procedente del horno, el agua, en la forma de vapor, sale por la chimenea.

¿Qué hay de los malos olores? Uno pudiera pensar que serían muy fuertes, pero no es así. Una cortina de aire excluye la zona de descarga del exterior. Al momento que los camiones vacían los desperdicios en el foso, poderosos abanicos extraen el aire del foso y lo envían a través del precalentador al horno. Allí hay una temperatura de 950 grados centígrados que elimina por calor el hedor desagradable. Debido a los abanicos, la presión de aire dentro del foso es más baja que la de la zona de descarga. Así es que el aire cargado de mal olor no puede salir.

Por supuesto, el equipo que se necesita para evitar la contaminación secundaria es muy costoso. ¡El costo total de la nueva planta para incineración ascendió a la estupenda suma de 9.200.000 dólares (2.760.000.000 de yenes)!

Algunas personas consideran exorbitante gastar tan tremenda cantidad de dinero simplemente para eliminar la basura. Sin embargo, los que se interesan en vivir en un ambiente sano y hermoso no consideran que éste sea un gasto extravagante, sino una necesidad. Esperan con anhelo el tiempo en que la contaminación dañina se controle en toda parte de la Tierra y en que el principal interés de todos sea el bienestar de toda la humanidad en conjunto.

[Ilustración de la página 22]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Foso de la basura

Horno

Colector de polvo eléctrico

Tratamiento por agua

Plataforma

Sala de enfriamiento del gas

Precalentador de aire

Chimenea

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