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¡Despertad! 1979
g79 22/1 págs. 13-15

La papaya... melón en un árbol

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Brasil

EN EL Brasil se le llama mamão. En algunas partes de las islas del Caribe se le conoce como fruta bomba. En México se refieren a ella como el melonzapote, y en Australia y Oceanía como papaw. Pero otros prefieren el nombre latino, Carica papaya. Pero, sea cual fuere su nombre local, este fruto o cualquiera de sus 20 variedades solo se hallan en los trópicos y en ciertas zonas subtropicales donde nunca hay escarcha, como Hawai, Taiwan, Queensland y el sur de Florida.

Las papayas son frutas suculentas que tienen ciertos beneficios para la salud. Algo parecidas a ciertos melones, medio redondas o de forma de pera, pesan hasta 11 kilos cada una, tienen de 7,5 a 50 centímetros de largo, y crecen en racimos de 30 o más frutos individuales, directamente del tronco del papayo.

Esta planta se parece a una pequeña palmera, con una corona de hojas pero sin ramas laterales, y alcanza una altura media de tres a cuatro metros. Aunque tiene la apariencia de un árbol, realmente es una planta herbácea, con un tallo carnoso más bien que leñoso. Algunos la llaman la “planta gigante.” Sus hojas muy lobuladas recuerdan a uno las hojas de la higuera o del arce, aunque las del papayo a veces miden 60 centímetros de lado a lado y crecen en pecíolos o rabillos huecos.

Los papayos tardan menos de un año para lograr su tamaño cabal. El desarrollo empieza de las semillas negras, redondas, rugosas y parecidas a guisantes que se hallan en la cavidad interior del fruto. Las plantas pueden producir fruto en cualquier época del año. Por lo general el papayo es femenino y siempre produce una cosecha abundante de frutos redondeados. Pero también hay plantas masculinas con flores bisexuales que producen frutos cilíndricos en rabillos largos. Las plantas pueden vivir cinco años o más.

Aunque la papaya se parece al melón amarillo en sabor y forma, es de piel suave. Requiere unos nueve meses para madurar, tiempo en que se torna de verde en amarillo. La carne del fruto generalmente es amarilla o amarillo naranjado, a veces del color del salmón, y tiene unos dos centímetros y medio de espesor. Tiene muy pocas fibras, y su gusto característico, diferente de toda otra fruta, es ligeramente dulce con un saborcito almizcleño muy agradable.

¿Por qué no prueba la papaya para su desayuno o como postre? A algunos les gusta cruda —pero madura, por supuesto— con azúcar o limón o sin ellos. Muchos brasileños la prefieren en ensalada de fruta, junto con plátanos, mangos y piñas. O hacen de ella una bebida deliciosa mezclando la carne madura en una licuadora junto con piñas u otras frutas. Otros prefieren la papaya como salsa, la cual preparan cociendo el fruto verde y añadiendo azúcar y tal vez coco rallado.

La carne del fruto verde cocida en un jarabe también resulta muy sabrosa. Todavía otros usan la papaya verde como verdura (cocida como calabaza), especialmente en guisados. Otros modos de usarla son en pasteles, helados y confituras. También se hace compota del fruto verde, ya sea cortándolo en cubos o rallándolo. Se corta la fruta en cubos y se deja en agua con un poco de cal viva (envuelta en un paño) hasta el día siguiente. Entonces se enjuagan los cubos y se cuecen con azúcar o azúcar quemada si se desea ese sabor. La cal viva endurece el exterior como en la fruta cristalizada. Desafortunadamente, las papayas se echan a perder fácilmente y es difícil exportarlas, salvo que estén envasadas o como jugo en bebidas sin alcohol.

Propiedades medicinales

A veces se le llama al papayo el “árbol medicinal.” Y ciertamente hay buena razón para ello, puesto que cada partecita de él contiene algunas propiedades medicinales. El rabillo hueco y carnoso es rico en vitaminas A, B y C, así como también en calcio, fósforo y hierro. En el tronco del árbol femenino se halla 1 1⁄2 por ciento de proteína y de 7 a 10 por ciento de azúcar. El jugo lechoso en los rabillos, hojas y fruto verde es altamente antihelmíntico (que quiere decir que destruye las lombrices intestinales). Además, las pequeñas semillas negras se digieren y por lo tanto eliminan de los intestinos toda clase de parásitos nocivos. La papaya ayuda a digerir la proteína de las carnes, huevos, leche, judías y otros alimentos parecidos y, por lo tanto, promueve el funcionamiento correcto del páncreas. Además, la papaya alivia la indigestión, protege contra la infección, ayuda a los pacientes de diabetes y hepatitis, y se usa para clarificar el vino y la cerveza.

Pero quizás usted se pregunte: ¿Qué hace al papayo y su fruto tan valiosos como remedios? No puede ser simplemente las vitaminas y sales minerales. Eso es cierto. Pero, ¿ha oído usted alguna vez acerca de la enzima papaína? Esta enzima es lo que hace a la papaya tan singular en su digestión de las proteínas. La papaína solo se halla en las papayas y se asemeja a la enzima pepsina de los animales. Hace mucho que la industria farmacéutica ha estado sacando provecho de la papaína. Debe mencionarse de paso que la mayor cantidad de papaína se halla justamente debajo de la piel del fruto verde. Por eso, mientras la papaya todavía cuelga del árbol, le hacen largas incisiones en la piel. El jugo blanco se escurre poco a poco, parecido a la exudación del látex de los árboles de caucho, y se recoge en recipientes. Se vuelve a hacer cortaduras de cada tres a cinco días. A medida que las papayas maduran, el jugo va disminuyendo gradualmente y cesa cuando la fruta alcanza plena madurez. Entonces el jugo seco está listo para los envíos.

Si usted vive en los trópicos o los visita, le tendrá mucho más aprecio a la papaya, puesto que, en esos países, posiblemente se halle plagado de parásitos como los anquilostomas que se radican en el intestino delgado y el colon. Sin embargo, la papaína ataca y disuelve la queratina epidérmica de los parásitos más comunes. La papaína es inocua y en los trópicos es el remedio más barato para las lombrices. Al que no le gusta comer las papayas cuando están verdes y un poco amargas, se recomienda que mastique y se trague un pedazo de la hoja o una cucharada de las semillas después de cada comida. Tal vez esta idea no parezca muy placentera, pero ciertamente puede proteger a uno contra la invasión de los parásitos. Las semillas tienen un sabor acre, no muy diferente al del berro o rábano.

Siempre que uno participe de una comida pesada, rica en proteínas, es bueno seguirla con una rebanada de papaya madura. Pudiera ahorrarle un ataque de indigestión. Y si uno tiene que cocinar hallará ventajoso dejar la carne cruda envuelta toda la noche en una hoja grande del papayo. Es asombroso el efecto ablandador de esto. Hace mucho que emplean este método los cazadores y amas de casa campesinas del Brasil. Cuando matan un animal viejo, envuelven su carne dura en hojas de papayo y para el día siguiente está tan tierna como la de un animal joven. Se puede emplear este mismo método para ablandar la carne de una gallina vieja, o se le puede frotar con el jugo de la papaya. Eso explica por qué la mayoría de las sustancias comerciales para ablandar la carne contienen papaína.

Pero hay otros beneficios. ¿Hay alguien en su familia que sufre de vez en cuando de un catarro severo? Bueno, cueza las flores del papayo en agua, añada azúcar quemada o morena, y cuele el jarabe. El resultado es una excelente mezcla para la tos. En el Brasil muchas personas colocan un pedazo de la hoja del papayo sobre las llagas para promover la curación. Simplemente atan lo hoja directamente sobre la herida o llaga. Además, hacen una pasta de la carne de la papaya y la usan externamente para tratar las manchas de la piel.

Ahora que usted ha llegado a “conocer” las papayas a un grado más cabal, queremos recordarle dónde hallarlas. Aunque se les llama “melones,” no crecen en enredaderas. Más bien, para verlas, mire hacia arriba porque son los “melones” que crecen en un árbol.

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