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g71 22/12 pág. 24

Inventiva... a la filipina

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Filipinas

LOS filipinos no tienen el monopolio de la inventiva, pero es interesante observar cómo han desplegado esta cualidad para sacarle el mejor partido a lo que tienen.

La segunda guerra mundial dejó millones de cartuchos vacíos y cajas de bombas esparcidos por las zonas rurales de la República de las Filipinas. Se usaron como hierro viejo en la industria. El individuo filipino también los usó. Helecho, lirios y otras plantas fanerógamas airosas crecieron en aquellos cartuchos por todas las islas. Y al sur de la República de las Filipinas gongos hechos con las cajas de las bombas suministran comunicación para los moradores de las secciones rurales.

Durante la guerra la gasolina estuvo limitada. Por eso los filipinos construyeron vehículos que llevaban atrás un horno que quemaba carbón de cáscara de coco como combustible.

Cuando este autobús impulsado por coco dejó de usarse al fin de la guerra, nació un nuevo vehículo: el jeepney. Millares de jeeps norteamericanos, clasificados como sobrante, fueron convertidos por emprendedores mecánicos filipinos en excelentes vehículos para servicio de pasajeros. Todavía constituyen uno de los principales medios de transporte en las poblaciones, y cada uno puede transportar de diez a doce personas.

Los árboles de bambú son comunes en las Filipinas. Por lo general alcanzan una altura de tres metros o más. Un filipino puede construir toda su casa de bambú. También hace mesas, sillas, canceles, bancas, tuberías para agua, soga y juguetes de bambú. Hasta saleros, pimenteros y azucareras, así como utensilios para cocinar, se hacen de bambú.

Algunas filipinas preparan una buena ensalada con vástagos de bambú. Y agricultores con inventiva doblan el renuevo de bambú hasta que su punta casi toca el suelo. Entonces rebanan la punta y mantienen doblado el tallo toda la noche mientras la savia gotea en un vaso. ¡A la mañana siguiente tienen un vaso lleno de sabroso jugo de bambú!

De gran importancia, también, es el cocotero, cuyos productos dan razón de una gran parte de las exportaciones del país. La cáscara de coco suministra combustible para las estufas, además de suministrar cucharas, alcancías y juguetes de toda clase. Con las hojas del árbol se tejen sombreros. Se les convierte en pantallas para lámparas, abanicos y techos y paredes de cabañas.

La savia del coco es una bebida refrescante; fermentada o destilada, es un vino potente. El ubod, el corazón del árbol, es delicioso, sea que se coma crudo o cocido. Las amas de casa filipinas dejan que el agua de coco se fermente y cree moho. Luego preparan este moho en jalea que le hace la boca agua a uno.

Los plátanos también son comunes y se utilizan de maneras que demuestran inventiva. Por supuesto, su fruto maduro es delicioso. Pero los plátanos verdes se hierven, se fríen, se asan y se confitan.

El ama de casa filipina quizás envuelva el almuerzo de su esposo en una hoja de plátano. Esto lo mantiene caliente y fragante hasta la hora del almuerzo. Y las hojas de plátano se usan como cubierta para la cabeza cuando llueve, y para refrescarse bajo el calor tropical.

El árbol kapok es una fuente de relleno que se utiliza en las almohadas. Las filipinas también tejen la pelusa del kapok y lo convierten en hilo para frazadas y mosquiteros. Y las semillas, secas y molidas, son un excelente sustituto para el cacao.

La papaya tiene otros usos además de ser una fruta sabrosa y nutritiva. En una ocasión un oficial de la guardia civil filipina fue mordido por una culebra. Rápidamente se le adormeció el brazo. Recordando lo que le había enseñado un viejo cazador igorot, hizo una incisión con su cuchillo en la herida y, en vez de cauterizar la herida, arrancó una hoja verde de papayo y aplicó su savia a la incisión. Pronto se le fue el adormecimiento del brazo y pudo reunirse con sus camaradas.

Muchos filipinos aprenden bien a usar la abundante vegetación que los rodea. Las puntas del helecho silvestre constituyen una excelente ensalada. Las vides y las palmeras suministran agua potable. Arbustos de té silvestres a menudo crecen en los traspatios, y sus hojas y flores constituyen una mezcla excelente. También, se prepara un té exótico de hojas de aguacate. Se prepara un delicioso dulce con la cáscara de la toronja. Y las hojas del ajo y la cebolla son encurtidas.

Es provechoso que uno use sabiamente los recursos que tiene a su alcance. Ejerciendo su inventiva dada por Dios, muchas personas de las Filipinas han aprendido a hacer eso.

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