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¡Despertad! 1979
g79 22/3 págs. 3-6

En busca de raíces... un hijo adoptivo anhelaba saber

Muro legal de ocultación

EN 1977 mi esposa y yo vimos en la televisión porciones de un programa especial intitulado “Raíces.” Es muy posible que yo pudiera comprender más cabalmente que la mayoría de los televidentes por qué muchos desean conocer sus orígenes. Solo es natural que uno se interese en saber de dónde vino, y cómo son sus padres y otros parientes. Es interesante el hecho de que recientemente más y más personas han estado averiguando sus raíces.

“La búsqueda de orígenes personales se ha vuelto fenomenal,” se hizo notar en un artículo especial de Newsweek. Refiriéndose a esta búsqueda creciente, el vocero de una biblioteca genealógica comentó: “La razón que la gente casi siempre da es: ‘Simplemente quiero saber quién soy.’”

Pero hay un segmento de la población que tiene motivo especial para interesarse en sus orígenes. Se compone de nosotros los que somos hijos adoptivos. Pero la mayoría de los que hemos tratado de descubrir la identidad de los padres que causaron nuestro nacimiento nos hemos visto obstruidos a casi cada paso.

¿Sabe usted a qué se debe esta ocultación? ¿Hay buena razón para ella?

Muro legal de ocultación

Las leyes de los Estados Unidos exigen la ocultación. Cuando se adopta a un niño, se emite una nueva acta de nacimiento; la idea es, en realidad, que el niño recibe un ‘nuevo nacimiento.’ Se sellan los registros originales del nacimiento de los hijos adoptivos, y permanecen sellados a pesar de casi toda solicitud que haga el hijo adoptivo de verlos. A veces se les imponen multas y encarcelamiento a los que rompen el sello en contra de la estipulación de la ley.

En casi todos los estados de los Estados Unidos, se les prohíbe a los hijos adoptivos, aun cuando llegan a ser adultos, ver los registros de su nacimiento. En otros países las leyes son diferentes. Por ejemplo, en Israel, Finlandia y Escocia los hijos adoptivos adultos pueden obtener las actas originales de su nacimiento.

Las leyes de adopción en los EE. UU. afectan literalmente a millones de personas, entre ellas de tres a cinco millones de nosotros, los que hemos sido adoptados, así como también a nuestros padres naturales y adoptivos. ¡Se dice que la cantidad de adopciones en este país es mayor que el total para el resto del mundo! En 1970 se alcanzó un máximo de 175.000 adopciones en los EE. UU., pero entonces la cantidad empezó a disminuir.

Desarrollo de las leyes de adopción

Hace unos años me interesé en aprender más acerca del tema de la adopción. Al leer la Biblia se hizo patente que el procedimiento evidentemente era antiguo. Por ejemplo, el niño israelita Moisés fue tomado del río Nilo y adoptado por la hija del Faraón, “de modo que [él] vino a ser para ella un hijo.” (Éxo. 2:5-10) Más tarde leí que se habían incorporado disposiciones para la adopción en el antiguo código babilonio de Hammurabi, en la ley hindú de Manú, así como también en las leyes de los asirios, egipcios, griegos y romanos.

Estas leyes de adopción tenían el propósito especial de evitar la extinción de las líneas de familia y crear herederos legítimos. Por lo tanto, es interesante recordar que Abrahán, padre de la nación israelita, evidentemente consideraba que su esclavo Eliezer era candidato para una posición parecida a la de un hijo adoptivo. Pues Abrahán dijo: “Voy quedándome sin hijo y el que poseerá mi casa es un hombre de Damasco, Eliezer.”—Gén. 15:2-4.

En tiempos más recientes, la adopción era desconocida en el derecho consuetudinario de Inglaterra, en el cual se basa el derecho de los Estados Unidos. De modo que la adopción legal no existió en los Estados Unidos sino hasta que los estados individuales empezaron a establecer leyes que la permitían, más o menos a mediados del siglo pasado. No fue sino hasta 1926 que el Acta para la Adopción de Hijos hizo legalmente posible la adopción en Inglaterra. Cuando se adopta a un niño, éste ya no está legalmente relacionado a sus padres biológicos, sino solo a los padres que lo adoptaron.

Provisión humana

Puedo testificar personalmente en cuanto a los beneficios de estas provisiones modernas para la adopción. En el pasado, los bebés cuyos padres no los querían o no podían proveer por ellos generalmente se criaban en instituciones. En casi todo caso, les iba mal a estos niños, y la mortalidad era alta. ¡Cuánto mejor arreglo es el que los matrimonios que realmente quieren hijos adopten a estos pequeñuelos y les den la atención amorosa que necesitan!

Mis padres adoptivos me dieron esa clase de cuidado amoroso, y siempre me sentiré agradecido. Me criaron como si realmente hubiese sido su propio hijo. Sin embargo, al mismo tiempo me dejaron saber a una edad muy temprana que yo era adoptado. Muestran prudencia los padres adoptivos que les dicen esto a sus hijos. Cuando los niños se enteran de ello por medio de otros —y es probable que se enteren— generalmente no solo reciben una sacudida, sino que sienten que sus padres adoptivos los engañaron al tratar de mantener secreta la adopción. Parece que el mejor tiempo para explicarles su adopción es cuando puedan entender el asunto un poco mejor, tal vez cuando tengan de seis a ocho años de edad.

En años recientes he aprendido que el ambiente tiene mucha importancia en el desarrollo temprano del niño, lo cual me hace tenerles aún más aprecio a mis padres adoptivos. Por ejemplo, en los Estados Unidos no ha sido usual que los niños negros tengan las mismas ventajas de educación y cultura que los blancos. Por eso los niños negros que se han criado en hogares blancos, donde tienen más ventajas de educación, generalmente logran un cociente intelectual más elevado que el de los otros niños negros.

Fuente de niños adoptables

A fines de los años sesenta y a principios de los setenta, muchos padres blancos estaban adoptando a niños negros. De hecho, por un tiempo, más de la tercera parte de todos los bebés negros adoptados se asignaban a padres blancos. Pero entonces los líderes negros empezaron a protestar vigorosamente. Dijeron que, a la larga, estos niños tendrían mayores problemas cuando crecieran y tuvieran que enfrentarse con el mundo verdadero. Los blancos los rechazarían debido al color de su piel, dijeron los críticos, y los negros debido a su tremenda diferencia de valores y comportamiento.

Pero posiblemente usted se pregunte: ¿Por qué se interesan muchos blancos en adoptar bebés negros o de dos razas? Se debe a la severa escasez de bebés blancos que pueden adoptarse. Algunas agencias tienen listas de padres y madres adoptivos en perspectiva que tendrán que esperar años antes de recibirlos, y algunas agencias ni siquiera aceptan nuevos solicitantes. Pero, ¿por qué hay una escasez? Puesto que los hijos ilegítimos siempre han sido la fuente principal de los hijos adoptivos, ¿por qué hay menos infantes adoptables siendo que la cantidad de nacimientos ilegítimos es elevadísima?

Particularmente se debe a que la sociedad cambiante de hoy día ya no mira con ceño a la madre soltera. Astros famosos de la música “rock” y del cine crían a sus hijos ilegítimos, y la letra de algunas canciones populares ha glorificado esta tendencia. Así es que, hace unos años, aproximadamente el 80 por ciento de las madres solteras de los EE. UU. ofrecía a sus bebés para adopción. Sin embargo, más recientemente, solo un 20 por ciento ha estado entregando a sus bebés por lo tanto, hay menos infantes disponibles para adopción.

¿Se preguntan alguna vez acerca de sus bebés las madres que los han dado para adopción? ¿Por qué desean los hijos adoptivos hallar a sus padres biológicos?

El deseo de saber

Desde que era niño, siempre me había preguntado cómo eran mi madre y mi padre, y esto a pesar de la excelente relación que tenía con mis padres adoptivos. Desde entonces me he enterado de que casi todos los hijos adoptivos se sienten así, como si “les faltara un pedazo.” Es como dice el Dr. Arthur D. Sorosky, que ha hecho un estudio extenso del tema:

“Hemos descubierto que la curiosidad del hijo adoptivo no depende de que tenga o no una buena relación con sus padres. Es una necesidad sencilla y universal de conocer uno sus raíces. El deseo del hijo adoptivo de adquirir información genealógica —o hasta de conocer a sus padres naturales— es una necesidad que una persona que no ha sido adoptada realmente no puede comprender. Tampoco puede uno darle poca importancia a esto como algo que solo se presenta en individuos emocionalmente perturbados.”

Desde entonces también me he enterado de que las madres biológicas a menudo anhelan saber acerca del niño o niña que entregaron para adopción. Recuerdo que mi madre adoptiva, una mujer muy sensible y sensata, mencionaba en mi cumpleaños: ‘Tu madre, dondequiera que esté, probablemente está pensando en ti hoy.’ Agradezco mucho el que tanto mi madre como mi padre hayan sido tan comprensivos. Cuando por fin me decidí a hacer la búsqueda, ellos me ayudaron.

Un estudio ha revelado el hecho de que la mayoría de los hijos adoptivos que han hallado a sus padres biológicos están felices de haber hecho la búsqueda. Aun cuando lo que hallaron no fue agradable, consideraron que el no saber era aún más desagradable. Yo puedo confirmar que es así.

Pero me daba cuenta de que el hallar mis raíces físicas no era la cosa de primera importancia para hallar la felicidad verdadera. Porque, después de todo, si se siguiera averiguando los orígenes se descubriría que las raíces de la entera familia humana llevan al patriarca Noé, que sobrevivió al Diluvio global. Por lo tanto, lo que nos es vital hallar, no son nuestras raíces físicas, sino una relación favorable con Dios, nuestro Padre espiritual. Aunque apreciaba esta relación con Jehová Dios como lo de más importancia, todavía deseaba hallar a mis padres naturales. Déjeme, pues, contarle los resultados de los pasos que di en busca de mis raíces.

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