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  • ¿Debe un cristiano servir en un jurado?
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¡Despertad! 1979
g79 8/5 págs. 27-28

El punto de vista bíblico

¿Debe un cristiano servir en un jurado?

MUCHAS personas acuden al tribunal o al sistema judicial en busca de justicia. Por lo general en los países en los que prevalece el llamado “derecho civil,” las causas legales (tanto criminales como civiles) son oídas y decididas por un solo juez profesional, o por un grupo de jueces. Pero un rasgo distintivo de los países que tienen “derecho consuetudinario” es el uso de jurados compuestos de ciudadanos medios. Un jurado de más o menos 12 personas oye la evidencia y determina la culpabilidad o la inocencia.

Naturalmente, si usted vive en un sitio en el que existe la posibilidad de que lo llamen a servir en un jurado, usted quizás pregunte: ¿Debe el cristiano servir en un jurado? Pero aun si usted vive en sitios en los que no se usan jurados, le pudiera ser provechoso considerar la pregunta, pues algunos principios bíblicos pertinentes pueden aplicarle si se le pide que sirva de “juez” en una disputa en su trabajo o que sirva de “mediador” en alguna disputa.

¿Qué obligaciones cristianas?

A menudo el servir de jurado se describe como un deber cívico válido. Se ha razonado que todos lo ciudadanos se benefician de los tribunales y que por eso deben estar dispuestos a servir de jurados, así como todos se benefician de otro servicios gubernamentales, y por eso deben pagar impuestos.

Este punto de vista es de interés a los cristianos debido a lo que el apóstol Pablo escribió acerca de las “autoridades superiores” gubernamentales. Él aconsejó: “Obedezcan todos a las autoridades gubernamentales. . . . El estado existe para servir a Dios a beneficio de ustedes. . . . Paguen a cada funcionario gubernamental lo que él tiene derecho a pedir... ya sea el impuesto directo o el indirecto, temor u honra.”—Rom. 13:1-7, The Jerusalem Bible.

Es fácil de entender el que Pablo no hiciera mención aquí de servir de jurado, pues bajo la ley romana no había jurados de ciudadanos como existen ahora en la ley angloamericana. Aún así, algunas personas han razonado que el gobierno local o nacional está “exigiendo como impuesto” el tiempo de uno al requerir que cualquier ciudadano capacitado sirva brevemente de jurado. Y es notable que en la mayoría de los lugares el servir de jurado no envuelve el participar en asuntos políticos, lo cual el cristiano no haría debido a su posición neutral. (Juan 15:19; Isa. 2:1-4; Hech. 5:29) Por lo tanto, algunos cristianos han llegado a la conclusión de que deberían aceptar el deber de jurado.

Sin embargo, otros cristianos han decidido de otro modo. Por ejemplo, en 1966 el Tribunal Supremo de Apelaciones de Virginia Occidental defendió a un cristiano que rehusó servir de jurado. La opinión del tribunal informó que él

“declaró que el servir de jurado violaba su libertad personal de conciencia y que le parecía que en armonía con sus creencias religiosas tenía autoridad para servir dentro de su congregación con poder para juzgar o decidir pero no para servir fuera de su congregación y citó textos de las Escrituras para apoyar su creencia.” (Virginia Occidental contra Everly)

¿Qué textos cree usted que él tenía en mente? Algunos han aludido a las palabras de Jesús en Mateo 7:1, 2: “Dejen de juzgar para que ustedes no sean juzgados; porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados.” Sin embargo, el contexto muestra que Jesús estaba hablando acerca del tipo de juzgar personal o privado, como cuando uno critica los hábitos o preferencias personales de otras personas. (Rom. 14:1-4, 10) Pero, un ministro pudiera aludir a Lucas 12:13, 14 y a 1 Corintios 5:12–6:8.

El primer pasaje relata acerca del judío que le pidió a Jesús que sirviera de juez en una disputa legal sobre herencia. Cristo se negó a hacerlo, diciendo: “¿Quién me nombró juez o partidor sobre ustedes?” La congregación de Israel tenía las leyes dadas por Dios sobre la herencia y designaba a ancianos para resolver disputas de esa clase. Además, a Jesús no se le había enviado a la Tierra a servir de árbitro en un asunto de esa índole, sino a predicar las buenas nuevas del Reino.

El segundo pasaje tiene que ver con un caso de una maldad cometida en la congregación corintia. Pablo dirigió a los hermanos a expulsar al malhechor. Entonces el apóstol añadió: “¿Qué tengo yo que ver con juzgar a los de afuera? ¿No juzgan ustedes a los de adentro [de la congregación], mientras Dios juzga a los de afuera?” Declaró que los cristianos deben evitar hasta el llevar sus agravios o disputas ante tribunales mundanos.

Este consejo bíblico ciertamente debería alertar a los cristianos a ser lentos en cuanto a envolverse en las diferencias personales de otros, especialmente de personas que no forman parte de la congregación. Y usted puede apreciar por qué el cristiano de Virginia Occidental pudo concluir que sus esfuerzos por ‘juzgar o decidir’ asuntos debería limitarse a la congregación.

Algunos cristianos también han meditado sobre los tipos de casos a los cuales quizás tengan que enfrentarse los jurados. Por ejemplo, en algunos lugares la pena capital es una sentencia posible o mandatoria para la persona que ha sido hallada culpable de ciertos crímenes. Aunque la Biblia sostiene el derecho del gobierno a ejecutar a un asesino, el individuo a quien se le ha pedido que sirva de jurado quizás dude de que pueda tomar una decisión fundándose solamente en la información que se presentó en el juicio. (Gén. 9:5, 6) O un caso podría envolver aborto, divorcio, custodia de hijos, u otra cuestión en la cual el cristiano sigue el modo de pensar de Dios aun cuando la ley del país difiere de esto. Por eso, ¿pudiera él concordar, al ser examinado para jurado, en decidir en estricta armonía con el derecho civil?

Se ilustra un problema diferente con una enfermera de Texas que sirvió de jurado en el juicio de un joven, hijo de una familia prominente, acusado de matar a golpes a otro joven. Durante el juicio ella se dio cuenta de que en su trabajo en el hospital había visto radiografías de la víctima, las cuales habían sido rechazadas como evidencia en el juicio. A diferencia de los otros jurados, no podía aceptar la afirmación de que las heridas habían resultado de una caída accidental. Sin embargo, los otros ejercieron presión sobre ella para que les diera la razón a fin de evitar un “jurado en desacuerdo” y el subsiguiente nuevo juicio. La enfermera, habiendo estudiado con los testigos de Jehová, resistió por días. Pero por fin concordó en votar a favor de la absolución. Aunque ya han pasado años, su conciencia todavía la molesta. Hasta de otras maneras, ¿no pudiera surgir una dificultad parecida para un cristiano que sirviera de jurado?

¿Qué hacer? Algunos cristianos se han negado a servir de jurados, y tal vez les han mencionado a las autoridades lo impráctico que sería obligar a uno a asistir a un juicio y entonces tener un “jurado en desacuerdo” debido a que a él o ella le parece que no quiere decidir sobre la culpa de algún individuo. (1 Ped. 3:16) Sin embargo, otros cristianos han aceptado servir de jurados pero han pedido que se les excuse de casos en que les parece que su pensar basado en la Biblia estaría en desacuerdo con las leyes seglares. Aún otros han aceptado cualquier asignación de jurado, pues les parece que César tiene derecho a obligar a las personas a servir en la capacidad civil de oír evidencia y honradamente decidir sobre cuestiones de hecho o culpa. (Mat. 22:21) Puesto que la Biblia no considera específicamente el servir de jurado, cada cual tendrá que decidir personalmente qué hacer después de considerar todo lo que está envuelto en servir de jurado, así como los principios bíblicos y su propia conciencia.

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