¿Con cuánta frecuencia es usted espectador?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Australia
SI USTED es espectador, ¡entonces lo desean a usted! Desean su tiempo, desean su dinero y a veces hasta desean su misma presencia. Usted es una parte indispensable de inversiones y organizaciones en las que están envueltos millones de dólares.
Los eventos deportivos y de entretenimiento requieren espectadores. Las contiendas de fútbol, baloncesto y béisbol carecerían del ambiente electrizante si no fuera por los miles de espectadores que gritan y vitorean. ¡Cómo responden los jugadores al entusiasmo de la muchedumbre! Los espectadores también proveen los fondos que se necesitan para alquilar los establecimientos y pagar a los jugadores, entretenedores y funcionarios. Además, casi siempre queda suficiente para que los promovedores saquen una buena ganancia.
En el campo de la televisión, los espectadores son de suma importancia. ¡Cómo compiten las estaciones de televisión por ser clasificadas como la que tiene el mayor número de televidentes! El número de televidentes afecta en gran manera los resultados de la publicidad, así como también los ingresos que se reciben de los anunciadores.
Para conseguir su atención
A todos nos gustaría de vez en cuando un cambio de nuestra rutina diaria, quisiéramos disfrutar de alguna clase de entretenimiento o recreo. El mundo deportivo y el de la farándula se enfrentan al desafío de capturar nuestra atención.
Entre las mejores maneras de hacer esto está la de lograr que nos envolvamos en ello emocionalmente. Por ejemplo, si tomamos partido en un evento deportivo hay mucha más posibilidad de que nos quedemos para observar el juego hasta el fin. En un esfuerzo por conseguir más aficionados, las industrias de deportes y entretenimiento publican mucha literatura acerca de los personajes envueltos... sean éstos campeones deportivos o astros populares. Si los espectadores realmente llegan a conocer a los jugadores o entretenedores, si están enterados de sus altas y bajas, sus esperanzas y desilusiones, entonces sus emociones llegan a estar envueltas. Y como hizo notar un estudiante sabio del comportamiento humano: “Lo que dice con la boca viene de lo que le llena el corazón.” (Luc. 6:45, Versión Popular) Así es que la gente frecuentemente habla acerca de por qué cierto equipo ganó o perdió su último juego, qué sucederá la próxima vez que jueguen, quiénes forman el equipo y por qué otros no están en él. O los aficionados pueden hablar acerca de los gustos y aversiones de los entretenedores, dónde están y lo que están haciendo. Este hábito está tan profundamente arraigado en algún adolescentes que hablan de “amar” a ciertos entretenedores, aunque ni siquiera los conocen personalmente.
La publicidad también logra mucho en cuanto a captar nuestro interés. Se muestran avances intrigantes o excitantes de programas venideros de la televisión o del cine para “estimular el apetito.” Los escritos en los periódicos y revistas intensifican el interés y la curiosidad.
Para retener su interés
Una vez que se ha conseguido el interés y la atención del espectador hay que retenerlos. Para lograr esto recurren a la excitación, suspensión y curiosidad.
La idea de que “algo puede suceder” en el próximo momento hace que muchos espectadores se queden pegados al evento deportivo. Puede que se realice un jonrón o un gol, o el boxeador aseste el golpe decisivo. Si uno quiere ver esto cuando suceda, tiene que seguir observando.
Muchos programas que tratan de crímenes y suspensión se valen del mismo principio. Ocurre un crimen o parece que uno va a ocurrir. ¿Quién es el verdadero culpable? ¿Cómo podrá resolverse? ¿Escapará alguien o lo matarán? Una vez que la curiosidad y las emociones del espectador estén envueltas, el deseo de seguir observando se hace inexorable aunque haya otros asuntos que clamen atención.
Algunas presentaciones se concentran en el interés natural que la gente tiene en su semejante. Los programas de TV presentan los mismos personajes en diferentes situaciones o en un relato continuo. Los personajes pueden convertirse en personas verdaderas para el espectador. Se siente emocionalmente envuelto en los sucesos representados y siente un fuerte deseo de ver el episodio siguiente. Dentro de poco la persona se halla devotamente apartando tiempo para ver ese programa.
¿Es usted espectador durante gran parte de su tiempo libre? ¿Qué resultado ha dado esto para usted personalmente? Si el observar eventos deportivos u otro entretenimiento es simplemente un medio de descanso, eso pudiera ser excelente. Todos necesitamos algún descanso. Pero ¿realmente se siente reposado después? ¿O se halla usted frustrado e irritable si su equipo deportivo favorito no gana? ¿Está usted tenso y desvelado después de ver una película excitante tarde por la noche? ¿Siente usted disgusto debido a la “futilidad” del entretenimiento?
¿Está usted controlando su entretenimiento o está éste controlándolo a usted? ¿Es usted espectador porque ha estado trabajando duro y realmente siente la necesidad de un descanso, o es solo una manera fácil de pasar el tiempo que no requiere ni esfuerzo ni habilidad para pensar?
¿Qué se puede decir acerca de la cualidad de la conversación en su familia? En algunos hogares cuando está funcionando el televisor, todos tienen que mantener un “silencio reverente.” En otros, el padre se enfrasca en su música clásica en la sala, mientras que la hija adolescente escucha los discos de éxito más reciente en su dormitorio. Puede que la familia se disperse con regularidad buscando entretenimiento en diferentes direcciones de modo que hay escasa oportunidad para comunicación. Cuando las familias dedican poco tiempo a hablar juntas, a compartir puntos de vista y experiencias, eso tiende a causar un rompimiento grave en las relaciones domésticas.
Decisiones que hay que afrontar
Por lo general la decisión que hay que tomar no es si debemos ser espectadores o no, porque hasta cierto grado todos somos espectadores en la vida, aunque solo estemos observando a alguien aprender a hacer algo. Más bien la cuestión implica lo que se observa, la frecuencia con que se observa y por cuánto tiempo se observa.
Por supuesto, hay ocasiones en que no debemos ser espectadores, o no debemos ser solo espectadores. Por ejemplo, cuando ocurre un incendio o un accidente, a menudo la curiosidad humana hace que muchos se apiñen en las cercanías, lo cual puede impedir los esfuerzos de otros por ayudar a las víctimas desafortunadas.
Además, una persona pudiera considerar si le sería de más valor participar personalmente en una actividad en vez de simplemente observar a otros. (Note 2 Crónicas 7:1-3.) Algunos hallan que el participar en algún deporte con los miembros de la familia o amigos refresca la mente tanto como el cuerpo. Otros disfrutan de algún esfuerzo creador o un arte, o les gusta hacer algo de que otros puedan disfrutar. Esto puede darle a uno un sentido de satisfacción y logro que rara vez puede obtenerse como espectador. También resulta en una felicidad especial que solo conocen las personas que practican el dar.—Hech. 20:35.
Los cristianos tienen que apartar suficiente tiempo para participar en actividades espirituales. La lectura personal o la consideración de la Biblia o literatura bíblica con otros refresca a uno y lo estimula. Contribuye a la paz mental de uno. El compartir con otros las buenas cosas que la Palabra de Dios contiene estimula a uno tanto física como mentalmente. Edifica a todos los participantes, incluso a los que reciben las buenas nuevas. El participar juntos en esta actividad fortalece los lazos de familia y provee un gozo singular.
De modo que después de pasar una noche o hasta una hora como espectadores, sería bueno que todos nos preguntáramos: ¿Habré usado bien el tiempo así? ¿Me he beneficiado de alguna manera? ¿Qué otra cosa pudiera haber o debiera haber hecho? Recordando que “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios,” queremos usar nuestro tiempo y nuestra vida de la mejor manera posible. La cantidad de tiempo que pasemos como espectadores afecta la felicidad y satisfacción de nuestra vida actual y también nuestro futuro.—Rom. 14:12; Gál. 6:7.