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  • La fiebre de las discotecas arrebata al mundo
  • ¡Despertad! 1979
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  • Su tremendo impacto
  • ¿Qué son las discotecas?
  • Música y locales característicos
  • Principios de la fiebre
  • ¿Por qué va la gente?
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¡Despertad! 1979
g79 22/6 págs. 3-5

La fiebre de las discotecas arrebata al mundo

DURANTE el pasado diciembre un grupo internacional de estudiantes que se había reunido en Brooklyn, Nueva York, estaba considerando las actividades sociales en los 20 países de donde habían venido. “¿Hay discotecas en su país?” se les preguntó. “¿Son muy populares?”

Muchas manos se levantaron por toda la sala. “Las discotecas son muy populares en mi país,” respondió un estudiante de Portugal. Hubo respuestas similares de personas de México, las Filipinas, Jamaica... país tras país. La rapidez con la que se ha desarrollado esta popularidad ha sido espectacular.

A mediados de los años setenta las discotecas se multiplicaron rápidamente en la escena del entretenimiento. Entonces, como llevadas por una poderosa marejada, arrebataron al mundo entero.

Su tremendo impacto

En algunas zonas casi toda clase de local imaginable está siendo convertido en una discoteca, y muchas personas se han apresurado a sacar provecho de las ganancias.

Se calcula que en un año reciente los ingresos totales de las discotecas fueron aproximadamente de 5.000.000.000 de dólares tan solo en los Estados Unidos, cosa que en el campo del entretenimiento fue superada solo por los deportes organizados. Se informa que en los EE. UU. durante el año pasado el número de discotecas aumentó de 10.000 a 18.000, lo cual significa que en promedio, se han estado abriendo más de 20 discotecas al día. Aproximadamente de 40 a 45 millones de norteamericanos han ido a una discoteca por lo menos una vez; de 17 a 19 millones de norteamericanos van a ellas con regularidad.

Aun si usted no va a las discotecas, es posible que éstas afecten su vida de muchas maneras. ¿Le gusta a usted patinar? Bueno, la transformación de las pistas de patinar en discotecas marcha a paso acelerado. Según calculó la revista Discothekin el verano pasado, para fines de 1978, 1.000 de las 6.000 pistas de patinar de los Estados Unidos serían “discopistas” de patinar. La revista dijo que esto expondría “semanalmente a otras 3 millones de personas a la música de discoteca.”

¿Ve usted televisión? Se puede oír el fuerte ritmo de discoteca en la música de fondo de los anuncios y los dramas. Vibra en las ondas aéreas de las radioemisoras. Se toca durante los intermedios en los juegos de balompié y se transmite por sistemas electrónicos a las tiendas. Al ir de compras, puede que usted halle secciones enteras en las tiendas por departamentos con percheros llenos de ropa especialmente diseñada para bailar en las discotecas.

Hasta negocios que no tienen relación alguna con las discotecas están esforzándose por sacar provecho de la “discomanía.” Según la revista Discoworld: “¡Existe una farmacia llamada Discofarmacia! Parecen ser una cadena de farmacias establecidas por todo el sur de California, y no tienen nada que ver en lo absoluto con el concepto de las discotecas, excepto que la popularidad del término atrae a los clientes desprevenidos.” La misma revista cuenta acerca de cajas de “galletitas de discoteca” en los anaqueles de pan de la ciudad de Nueva York.

¿Qué son las discotecas?

Recientemente la palabra discoteca ha adquirido un nuevo significado. El World Book Dictionary define “discothèque” como “un cabaret donde se tocan discos fonográficos para bailar.”

Pero hay más envuelto en este asunto de las discotecas. Discoworld, una de las revistas que comenzaron a publicarse en 1976 en el ardor de la fiebre de las discotecas, explica: “En cierto modo, las discotecas fueron la versión de los años setenta del retorno de las tragaperras. Solo que esta vez, las tragaperras eran más ruidosas y grandes y más grandiosas que nunca antes.”

Así es que el término “discoteca” no identifica solo a un lugar para bailar, como un cabaret, sino también se refiere a un tipo de música característico que está diseñado para bailar.

¿Pero qué hace que una discoteca moderna difiera de los lugares anteriores para bailar? ¿Y cómo difiere la música de discoteca de otros tipos de música?

Música y locales característicos

Lo que le da a la música de discoteca su sonido característico es el fortísimo ritmo grave que vibra repetidamente a un tiempo de 4/4 y a aproximadamente 120 pulsaciones por minuto. La letra de las canciones también sirve de “anzuelo” —a menudo es algo tan sencillo como “te amo”— repetido vez tras vez. Por lo general los amplificadores de bajos están cerca del piso a fin de que los que bailan sientan el enérgico e insistente ritmo a través de todo su cuerpo. Por eso, personas que son totalmente sordas pueden bailar al compás de la música, porque, aunque no pueden oírla, sienten el ritmo.

Por lo general en las discotecas modernas se toca música especial para discoteca. Pero este nuevo tipo de música no es la única cosa que distingue a las discotecas de las antiguas salas de baile. También se caracterizan por sus luces de distintos colores, frenéticas, intermitentes, sus imágenes eléctricas que se reflejan en paredes cubiertas de espejos y techos relucientes. Todo está diseñado para crear una experiencia sicodélica.

No obstante, el corazón de la discoteca de hoy día es su refinado sistema de sonido de gran potencia, que puede costar decenas de miles de dólares. Los discos fonográficos, también, son producto de la tecnología moderna. Estos discos son una mezcla electrónica de diferentes grupos instrumentales que han grabado sus partes por separado y en ocasiones diferentes. A este procedimiento se le llama doblaje de banda múltiple. Es debido a los extravagantes doblajes y los brillantes arreglos que tantas personas se sienten atraídas a las grabaciones de música de discoteca. Como hizo notar Discoworld: “Las representaciones de discomúsica en vivo sencillamente no igualan las versiones tecnológicamente embellecidas en los estudios.”

Además, el papel del pinchadiscos es importante en el éxito de una discoteca. Es un arte el pasar de una canción a otra sin interrumpir el ritmo, y saber precisamente qué pieza tocar y cuándo tocarla. La revista Spinner hace notar respecto a uno de los más famosos pinchadiscos: “Por medio de usar la grabación sicológica y el alumbrado correctos, puede crear una aceleración que lleva a la gente a un pináculo de frenesí y disminuirla hasta el arrullo de una canción de cuna sin que pierdan el interés.”

Principios de la fiebre

El sonido de las discotecas nació en tiempos recientes en Nueva York, y se derivó de una combinación de música negra y latina. Comenzó a hacerse popular en el verano de 1974. Por ese entonces, también se estaba desarrollando una nueva danza disciplinada que se efectuaba con un compañero... el “Hustle.” Ese fue el baile que le dio vida a las discotecas. Es algo semejante a cierto baile de movimientos convulsivos, llamado “Lindy” o “jitterbug,” que era popular en los años cuarenta. Entonces, en 1975, el compositor de canciones Van McCoy escribió el triunfo musical pegadizo “The Hustle,” y la fiebre de las discotecas comenzó a subir.

Sin embargo, lo que en realidad aumentó de súbito la fiebre de las discotecas fue la película cinematográfica “Fiebre del Sábado Noche,” que se estrenó para fines de 1977. Para el año pasado los ingresos de esta película ascendían a 130 millones de dólares, lo cual la hace uno de los más grandes triunfos de taquilla en la historia cinematográfica. Se han vendido 15 millones de ejemplares del álbum de la banda sonora de la película, cosa sin precedente que sobrepasó a The Sound of Music como el álbum que había obtenido los mayores ingresos en la historia fonográfica. Y la fiebre de las discotecas parece continuar subiendo.

¿Por qué va la gente?

Hasta donde se recuerda, hay más personas bailando que en cualquier otro tiempo. ¿Por qué? ¿Qué las atrae a las discotecas?

En un artículo para la revista Harper’s, Salley Helgesen tal vez lo resumió bien. “Escúchenme,” dijo ella, “las discotecas van a ser la próxima IBM. Tiene que suceder, la gente necesita compensar por la satisfacción que no reciben en su vida, y no hay nada más allá fuera.”

Es cierto que muchas personas obtienen poca satisfacción de su trabajo, de la escuela, o de cualquier otra faceta de su vida. Desean hallar escape, despojarse de las inhibiciones, y las discotecas suministran la oportunidad de hacerlo. Como dijo un operador de discotecas: “Por unas pocas horas a la semana pueden sacar a relucir todo su interior y sencillamente moverse y dejar que la música les llene la cabeza mientras rechazan todo lo demás. Por un poco de tiempo, pueden escapar de su propia vida.”

Es comprensible que todos necesitamos algún esparcimiento, un cambio de paso de nuestras actividades regulares. Pero, ¿son las discotecas un lugar sano para disfrutar de entretenimiento sosegador? Los estudiantes de los 20 países que se mencionaron al principio expresaron su preocupación. Aquellos hombres eran representantes de las sucursales de los testigos de Jehová y estaban asistiendo a un curso de repaso de cinco semanas de duración que se efectuó en Brooklyn. ¿Tenían razón para preocuparse en cuanto a que los cristianos fueran a las discotecas?

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