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  • Un estado benefactor
  • El inca “divino”
  • Un sistema de comunicación eficaz
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¡Despertad! 1980
g80 22/5 págs. 20-24

El impresionante mundo de los incas

AL SALIR de la ciudad de Lima, nuestro avión se eleva rápidamente y se dirige hacia las montañas de los Andes. ¡Al poco rato aterrizamos en Cuzco, el corazón del antiguo mundo de los incas!

El imperio de los incas se extendió rápidamente desde un lugar pequeñito hasta abarcar una zona del tamaño de Bélgica, Luxemburgo, los Países Bajos, Francia, Suiza e Italia combinados. Entonces, con mayor velocidad que su espectacular subida, vino una súbita caída a manos de un puñado de aventureros españoles.

¿Quiénes fueron los incas? ¿Qué clase de vida llevaban? ¿Qué ocasionó su caída y desaparición?

La caída de un imperio

Nuestro guía peruano explicó que se dice que el primer inca, Manco Cápac, fundó la ciudad de Cuzco en un lugar que había indicado el Sol, su deidad. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, la historia de los incas comienza alrededor del 1200 E.C. En aquel tiempo, los incas eran solo los señores de Cuzco y una de las numerosas tribus de los Andes. En términos más específicos, “inca” era el título del emperador. En el uso moderno se sobreentiende que el término inca también incluye a la gente del imperio, aunque es probable que ellos se llamaran cápac-cuna, es decir, los gloriosos.”

La maquinaria bélica de los incas comenzó a desarrollarse lentamente. Con el tiempo, este pueblo chocó con la poderosa tribu chanca. Pero los chancas de ningún modo estuvieron dispuestos a rendirse. De hecho, atacaron a Cuzco por sorpresa e invadieron la ciudad. Viracocha Inca escapó. Pero su hijo, Pachacútec, hizo frente al ataque. Organizó la defensa y derrotó a los chancas. Ahora el escenario quedó preparado para la subida del Tahuantinsuyu (“El estado de los cuatro cantones”), el imperio inca.

Después de la muerte de su padre, Pachacútec (que significa “estremecedor”) fue hecho inca en 1438. Bajo su dominio y el del hijo que le sucedió, las fronteras del imperio se extendieron hasta abarcar unos 984.195 kilómetros cuadrados, mayormente en lo que hoy se conoce como el Perú, Ecuador, Bolivia y Chile. La mayor parte de esa expansión se logró dentro de solo unos 30 años, entre 1463 y 1493, y en uno de los terrenos más escabrosos de la Tierra.

Un estado benefactor

Pachacútec se distinguió no solo como guerrero, sino también como planificador cívico y administrador. Al comentar sobre la organización cívica, nuestro guía nos sorprende a medida que describe el imperio inca como un estado benefactor. Nadie pasaba hambre, explicó, pero, por otra parte, no se toleraba la holgazanería.

Toda persona pertenecía a un ayllu, un clan de familias que vivía en una zona asignada. Compartían el terreno, las cosechas y los animales. El terreno pertenecía al ayllu y estaba en manos de sus miembros solo como préstamo. En el otoño de cada año había una nueva repartición de la tierra. En armonía con el tamaño de la familia, se aumentaba o disminuía la cantidad de terreno.

El sostén principal de la cultura incaica era la agricultura. El pueblo tenía que sembrar para todos: para el estado, para el sacerdocio y para ellos mismos. Las cosechas del terreno del estado se almacenaban para el uso de la nobleza, los funcionarios públicos y los militares, así como para el pueblo cuando había malas cosechas.

En cuanto a los impuestos, se exigían en la forma de servicio en obras públicas. Adicionalmente, cada varón físicamente capacitado que pagaba impuestos estaba sujeto a prestar servicio militar en cualquier momento.

¿Qué más se requería del pueblo? Un notable requisito incaico era que cada hombre debía casarse a la edad de 20 años. Si titubeaba, el jefe de la tribu seleccionaba una esposa para él.

Mientras reflexionábamos sobre aquella forma de regimentación, el guía aludió a otro aspecto de ésta. Cada 10 trabajadores contribuyentes eran dirigidos por un concacamayoc. Había un capataz para cada 10 de esos grupos. Diez capataces caían bajo la jurisdicción de un superior, algo así como un jefe de aldea. Un gobernador de distrito tenía autoridad sobre 10.000 personas. Diez distritos caían bajo la jurisdicción de un apo, un gobernador regional. El estado mismo tenía cuatro regiones, divididas de modo natural por las cuatro carreteras que salían de Cuzco, la capital. La entera organización requería 1.331 funcionarios por cada 10.000 personas y controlaba hasta al último hombre dentro del estado.

El inca “divino”

En el corazón de la civilización incaica estaba el emperador, que disfrutaba de los mayores privilegios como “descendiente del Sol.” Generalmente una junta de consejeros escogía como sucesor al más capacitado de los hijos legítimos de la coya, o esposa principal, del inca. Aunque el inca tenía un harén de concubinas, la coya era su verdadera esposa, y en la mayoría de los casos su propia hermana.

Para el pueblo, el inca era el gobernante político, el cabeza de la religión estatal y “divino.” Gobernaba de modo absoluto y con astucia. ¿Por qué se dice esto?

Los muchos descendientes del inca ocupaban las posiciones de confianza como administradores claves. Por ejemplo, los gobernadores de las cuatro regiones o cantones eran parientes consanguíneos. Se dice que el inca que estaba en el poder durante la conquista española, Huayna Cápac, tenía 500 descendientes varones.

Las poblaciones recién conquistadas eran absorbidas en la corriente principal del sistema de servicio laboral. Sin embargo, a las partes de la población subyugada que quedaban bajo sospecha se les trasladaba, y personas leales que hablaban el quechua, llamadas mitacona, tomaban el lugar de estas personas e introducían la cultura incaica.

La organización y el sistema de integración incaicos se desarrollaron tan eficazmente que todavía resalta a la vista en nuestro tiempo. Aproximadamente cinco millones de personas hablan el quechua todavía, entre ellas el hombre que nos servía de guía. Él comparó a las comunidades modernas con los antiguos ayllus. Los métodos de agricultura, el carácter de la gente, la música, todo refleja el antiguo modo de vivir de los incas.

Un sistema de comunicación eficaz

¿Cómo fue posible mantener unido aquel vasto imperio? Nuestro guía hizo mención de la asombrosa red de carreteras y puentes y del sistema de mensajeros.

Los incas nunca usaron la rueda, pues el terreno montañoso en que vivían hacía impráctico el uso de ésta. Así que todas las carreteras se construyeron para caminar y transportar carga sobre llamas. La carretera costera de 7 metros de ancho que sale de Tumbes, al norte del Perú, y que se dirige a Purumuaca, Chile, tenía 4.056 kilómetros de largo. La más estrecha de las carreteras andinas tenía 5.230 kilómetros de largo y 100 o más puentes.

Considere la eficacia de esas carreteras. Había un sistema según el cual la distancia estaba marcada cada 7,2 kilómetros, y había estaciones para descansar cada 19 a 29 kilómetros. Además había estaciones más pequeñas que prestaban servicio a los mensajeros o corredores por relevos. Cada corredor, vestido con una túnica distintiva a cuadros, abarcaba 2,4 kilómetros. ¡De ese modo los corredores podían llevar un mensaje a una distancia de más de 2.012 kilómetros en cinco días!

El arte y la arquitectura

En un museo local descubrimos que el arte incaico era de tipo austero. Su técnica sumamente desarrollada de tejer lana de vicuña producía una lana de calidad exquisita, pero carente de imaginación.

Sin embargo, los incas sobresalían en la orfebrería. El arte de los orfebres y plateros se apreciaba tanto que éstos vivían en un distrito separado y estaban exentos del pago de impuestos. Los españoles se excitaron sobremanera por lo que vieron allí.

Según el modo en que nuestro guía describió a Cuzco, había oro por todas partes. En algunos edificios había orfebrería de oro y de plata. Había hebras de oro entretejidas en las techumbres de paja de los templos. El Templo del Sol y su recinto estaban repletos de objetos de oro por todas partes.

Pero sin importar las demás contribuciones que los incas hayan hecho a la cultura, éstas palidecen ante su arquitectura y planificación de las ciudades. La obra que hicieron con rocas de tamaño monumental permanecen sin paralelo en el mundo occidental. El tamaño y la cantidad de los edificios son estupendos.

Se alega que Sacsahuamán, la fortaleza que protegía a Cuzco, es una de las hazañas de ingeniería más grandes del hombre. Esa estructura tiene 549 metros de largo. Tres filas masivas de paredes de piedra, una sobre la otra, se elevan a la altura de 18 metros. ¡Algunas de las gigantescas piedras de fundamento pesan entre 100 y 150 toneladas! La entera fortaleza está compuesta de unas 300.000 piedras.

Ansiosamente, tratamos de ver si podíamos insertar la cuchilla de un cortaplumas entre las rocas, ¡pero no pudimos! ¿Qué sistema de pulir usaban para lograr esto? Nadie sabe. Lo que es más, esas piedras están unidas unas a otras de modo tan magnífico que han sobrevivido a veintenas de terremotos. ¡Nadie ha podido aflojarlas de allí para usarlas en otras construcciones!

Dioses y objetos sagrados

¿Qué hay del concepto incaico de la vida y la religión? El estado y la religión estaban en estrecha relación. Los incas creían en la existencia de un creador, Viracocha. Se decía que al lado de éste había un ejército de dioses inferiores. Inti, el Sol deificado, era el principal. De hecho, el Sol llegó a ser el símbolo de la cultura incaica, y la adoración del Sol la religión del estado.

Había un extenso sacerdocio, así como muchos templos. En las pomposas ceremonias regulares, los sacerdotes hacían adivinaciones y ofrecían sacrificios. Pero el pueblo en general tenía su propia clase de religión, menos complicada, y relacionada con lugares y objetos sagrados a los que llamaban huacas. Cualquier cosa podía ser un huaca... por ejemplo, un templo, una montaña, un río, animales, piedras, momias de antepasados y estrellas. La agricultura era sagrada y todo lo relacionado con ésta llegaba a ser huaca. El Sol era el más grande de los objetos sagrados. La gente vivía de tal modo que pudiera permanecer en la gracia de los huacas.

Fin de la gobernación incaica

En 1527 murió Huayna Cápac, en la cumbre del esplendor y poderío incaico. A continuación hubo cinco años de guerra civil debido a una lucha por el poder. Pero dos semanas después de la victoria de Atahualpa sobre su medio hermano Huáscar apareció en la escena el español Pizarro. Este había salido de Tumbes en dirección a Cajamarca con simplemente 180 hombres, de los cuales 67 eran caballeros e iban a caballo. Atahualpa sabía que se acercaban.

¿Lo dominaba la curiosidad? ¿Estaba demasiado confiado? ¿Era que creía en alguna superstición acerca de aquellos extranjeros blancos y barbudos? Nadie sabe. Pero una cosa es segura: si hubiese pensado que eran una amenaza, hubiese podido acabarlos mientras subían a través de los centenares de angostos pasajes de las montañas. Pero Atahualpa se quedó sentado esperando.

Con el tiempo los españoles llegaron y ocuparon a Cajamarca, que había sido abandonada. Ahora, para coronar su audacia, Pizarro invitó a Atahualpa a que lo visitara en la ciudad... ¡pero desarmado! ¿Aceptaría Atahualpa? La preparación de una emboscada no era nada nuevo para la estrategia militar de los incas. Sin embargo, en la tarde del 16 de noviembre de 1532 Atahualpa marchó hacia la plaza de Cajamarca. Vino vestido en todo su regio atavío, con asistentes, pero todos desarmados. ¿Tenía razón para confiar en aquellos extraños, o era aquello un ademán para salvar las apariencias, para no dar la impresión de ser un cobarde? No sabemos.

Un sacerdote católico romano salió a saludar al inca. El escritor Hammond Innes describe lo que ocurrió entonces: “Parece probable que el fraile sí le entregara una Biblia a Atahualpa, como la autoridad en la cual se basaba la fe cristiana, y que el inca la arrojara al suelo. Sin importar lo difícil que le haya sido comprender el argumento del teólogo dominico, no pudo haber tenido ninguna ilusión en cuanto a la intención: aquel miserable extranjero, que tenía la cabeza tonsurada y una cruz, estaba instándole a renunciar a su propia divinidad a favor de un dios que había sido asesinado estúpidamente por su propio pueblo, y al mismo tiempo a reconocer que el emperador Carlos era un rey más grande que él mismo. En otras palabras, tendría que abandonar todo aquello por lo cual había tenido que luchar con tanto empeño. Su cólera ante aquella desvergüenza fue inmediata, su rechazamiento del Libro era inevitable. Quizás es correcto el informe del ademán orgulloso que hizo al señalar al Sol y decir: ‘Mi Dios todavía vive.’”

Súbitamente hubo un disparo de cañón, y entonces la caballería española salió precipitadamente en ataque desde las pequeñas entradas alrededor de la plaza. En 30 minutos los indios fueron vencidos, y 6.000 de ellos fueron muertos. El único español que resultó herido fue Pizarro, de una herida de espada que recibió mientras defendía a Atahualpa, a quien quería vivo. ¡Atahualpa quedó prisionero!

A Atahualpa se le prometió que se le dejaría vivo si, según él había ofrecido hacer, llenaba una vez de oro y dos veces de plata la gran habitación que le servía de prisión. Llegaron objetos de todo rincón del imperio. Pero los españoles no quedaban satisfechos. Su hambre de oro les hacía pedir más. Con el tiempo, amontonaron una increíble cantidad de riquezas.

Pero Atahualpa seguía vivo, y no se le ponía en libertad. No era que él no hubiese cumplido su parte del trato, pero era un obstáculo. Así que, entre otras cosas, se le acusó de ser el cerebro director de un levantamiento. Más que eso, ¡se le acusó de “delitos contra el estado español” en su propio país! Se le juzgó y ‘se le halló culpable.’ Puesto que él imploró que no se le ejecutara por quema, lo cual iba en contra de la creencia religiosa incaica acerca de la vida después de la muerte, se le estranguló, pero solo después que concordó en ser bautizado como católico romano. Eso fue el 29 de agosto de 1533.

El pueblo inca presentó poca resistencia al avance de los españoles por la gran carretera de Cuzco. La capital cayó el 15 de noviembre de 1533. Aquello marcó el fin de la gobernación incaica.

Ni la instalación de un inca que era un títere de los españoles, ni las reyertas entre los conquistadores españoles, ni las revueltas de los incas ni el asesinato de Pizarro restablecieron el poderío incaico. El estado neoincaico fue de breve duración; solo duró 36 años. En realidad, Túpac Amaru fue el último de los incas. Fue decapitado en la plaza de Cuzco. Con él, finalmente se detuvo el reloj de la historia de los incas.

Hacia el presente y el futuro

Los españoles admiraban la administración incaica, y retuvieron o adaptaron muchas instituciones de los incas. Pero, como pueblo, aquellos amerindios realmente nunca aceptaron las costumbres españolas. Mantuvieron vivas muchas de sus viejas costumbres, y las mezclaron con las ceremonias católicas romanas.

Machu Picchu, una ciudad que está en la cima de una montaña, ilustra el fracaso de los españoles en cuanto a aplastar el espíritu de los incas. Esta fue descubierta en fecha tan tardía como la de 1911, por el explorador norteamericano Hiram Bingham. Estaba entre dos picachos andinos, a 2.440 metros de altura y 610 metros sobre el río Urubamba, y los invasores españoles nunca la habían hallado. ¿Había sido construida como plaza fuerte? ¿Era un refugio secreto para las vírgenes del Sol? Nunca se ha resuelto este enigma.

Sin embargo, aunque el fin de los incas como pueblo fue triste, hoy día hay descendientes de ellos en el Perú, Bolivia, Chile y Ecuador. Los testigos de Jehová han estado predicando las buenas nuevas del reino de Dios entre estas personas. Estos indígenas han aceptado literatura bíblica voluntariamente tanto dentro como fuera del “valle sagrado” de los incas, y en el valle de Urubamba. En Cuzco hay tres felices congregaciones cristianas. Algunos de los miembros de éstas afirman que son descendientes de los incas.

Además, en Bolivia, alrededor del lago Titicaca, hay algunas congregaciones cristianas. Estas están compuestas mayormente de indígenas aymará, pero muchos indígenas quechua de Bolivia también han abrazado el verdadero cristianismo.

Ya sea que individualmente puedan o no mostrar que descienden de los incas, estas personas están a la expectativa del tiempo en que, en un futuro cercano, el reino de Dios haya de unir a la gente de todas las tribus y lenguas. Hasta los que murieron hace mucho tiempo regresarán, para recibir una oportunidad de vivir para siempre en la Tierra. (Hech. 24:15) ¿Habrá representantes del antiguo mundo de los incas entre esa feliz muchedumbre? No hay duda de ello.—Contribuido.

[Recuadro en la página 24]

“Toda la humanidad tiene una misma ascendencia,” dice “The World Book Encyclopedia.” “Pero muchas agrupaciones han vivido separadas por largo tiempo y, en consecuencia, se han diferenciado unas de otras de varias maneras.” Esa variedad puede contribuir al disfrute de la vida.

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