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  • El poderoso Zambeze
  • ¡Despertad! 1981
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¡Despertad! 1981
g81 8/8 págs. 21-23

El poderoso Zambeze

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Zimbabwe

EL LUGAR es la ondulante campiña africana, a unos 1.500 metros sobre el nivel del mar en la región del norte de Zambia. Allí tiene lugar un nacimiento insólito... el del poderoso Zambeze, el cuarto entre los ríos más grandes de África, después del Nilo, el Congo y el Níger.

Aguas brotan de un pantano negro y se reúnen para formar una corriente pequeña. Luego, como un niñito travieso, la corriente sube y baja, da volteretas, salta y corretea sobre las rocas. A medida que crece, desarrolla poder, energía, majestuosidad y, finalmente, sigue serpenteando hasta ser tragada por el océano Índico.

Las poderosas aguas del Zambeze han servido a la gente por miles de años y han desempeñado un papel vital en la creciente prosperidad de los pueblos de África Central. La energía de estas aguas, que han sido detenidas en la Presa de Kariba, se está usando para industrializar y modernizar la vida de miles de personas y para alumbrar a un continente que en un tiempo se halló en oscuridad.

La parte superior del Zambeze

¿Le gustaría llegar a conocer los 3.200 kilómetros de este río desde su fuente hasta el océano Índico? Eso fue precisamente lo que hizo el explorador escocés David Livingstone en los años cincuenta del siglo pasado, pero usted no tendrá que luchar con la fiebre, las moscas tsetsé y los mosquitos, como tuvo que hacerlo él.

A solo 32 kilómetros de su origen, el Zambeze ya fluye con fuerza y vigor y tiene unos 14 metros de ancho. A medida que va acumulando fuerza y volumen de sus muchos tributarios, se abre paso hasta las llanuras de Barotse. Es aquí donde por muchas generaciones el pueblo lozi ha utilizado estas aguas sostenedoras de vida para beber, bañarse, pescar y cocinar. Sin embargo, el río nunca ha logrado llevarse consigo las tradiciones y la hechicería que se han desarrollado en sus márgenes.

Una aldeana de esta área explica que ella deseaba concebir hijos pero no podía. El hechicero diagnosticó que el problema consistía en que un ave grande le sacaba las criaturas de su matriz... precisamente lo opuesto del mito del mundo occidental, donde la gente habla acerca de una cigüeña grande que trae los bebés. El hechicero le dijo que construyera un pequeño ídolo protector frente al hogar. Ella tomó la mitad de la cáscara de una calabaza y la convirtió en un nido, y colocó en éste un huevo para que, cuando regresara el ave grande, se llevara el huevo en vez de los hijos de la aldeana. A medida que proseguimos nuestro viaje con el Zambeze, dejamos atrás a la aldeana, que sigue estéril, y el ídolo permanece en pie frente a su hogar junto a muchos otros como monumento al hecho de que muchas personas siguen en esclavitud a sus tradiciones aquí.

Al Zambeze lo conocemos como río, pero en febrero, marzo y abril se pudiera pensar que es un lago grande cuyas aguas se extienden hasta donde alcanza la vista.

Durante la época lluviosa el nivel de las aguas sube hasta 12 metros. Todos los años, a medida que sube el agua, miles de aldeanos se mudan a tierras más altas y participan en la ceremonia de “Kuomboka.” Al jefe supremo se le lleva en su barcaza real de remos hasta su palacio veraniego, y lo acompañan miles de personas que cantan una canción tradicional. Cuando el jefe supremo llega a su palacio, miles de personas del pueblo lozi le dan la bienvenida mientras bailan rítmicamente.

Al dejar las planicies, pasamos por otros poblados hasta que llegamos a Sesheke. Fue en este lugar donde David Livingstone admiró por primera vez al hermoso Zambeze, el 4 de agosto de 1851. Si Livingstone regresara a este lugar, vería muy pocos cambios. Vastas manadas de animales de caza todavía hallan refrigerio en las aguas claras y cristalinas del río.

Cataratas Victoria

Hemos viajado unos 1.300 kilómetros y ahora en algunas partes el río tiene una anchura de 3 kilómetros. Directamente adelante nos llenará de admiración una de las cascadas más hermosas y espectaculares del mundo. Tal vez usted ya pueda oír el rugido de los 57.000.000 de litros de agua que se lanzan cada minuto por la garganta de 2 kilómetros de ancho, y que bajan 107 metros hasta estrellarse al fondo de la grieta. La rociadura asciende como un vapor misterioso a 300 metros o más hasta el claro cielo azul. Los nativos de esta zona llaman a esto Mosi oa Tunya (el humo que truena).

Se dice que David Livingstone descubrió estas cataratas en 1855 y les puso nombre en honor de la reina Victoria de Inglaterra.

Aunque como término medio aquí fluyen 57.000.000 de litros de agua por minuto, se han registrado hasta 602.000.000 de litros en épocas lluviosas. Con esta cantidad de agua, en un minuto habría suficiente agua como para que 10.000 personas pudieran tomar un buen baño todos los días por cuatro años.

¿Ve usted los letreros a la orilla del río? “Nadar es suicidarse.” ¡Sí! Aunque el agua sea tan preciosa y cristalina, no intente nadar en ella, pues pudiera perder las piernas o la vida, víctima del cocodrilo, la amenaza oculta que se halla en las profundidades de este hermoso río.

La garganta de Batoca y el lago Kariba

Repentinamente este enorme río se ve confinado a una estrecha garganta que serpentea por las mesetas de África Central. El nivel del agua nunca baja de los 15 metros, y durante las épocas lluviosas aumenta a más de 30 metros. Viajamos 97 kilómetros a través de esta garganta de Batoca, que lleva este nombre en honor al pueblo Batoca. El área está desolada y deshabitada, y sobre los riscos crecen arbustos secos y resistentes. A 37 kilómetros de las cataratas Victoria el río ha desgastado hasta una profundidad de 244 metros las rocas sobre las cuales pasa.

Ahora estamos entrando en el lago Kariba, uno de los lagos artificiales más grandes del mundo. Se extiende frente a nosotros por 256 kilómetros. En los años que siguieron a 1958, la construcción de la presa y la elevación en el nivel de las aguas como resultado de ello hicieron que unas 50.000 personas del pueblo tonga dejaran sus hogares en busca de nuevos poblados.

Este enorme lago se ha convertido actualmente en una fuente que produce alimento en abundancia para la gente. En tan solo 14 semanas de pesca se obtuvieron más de 680.500 kilogramos de pescado fresco y seco, sin incluir el consumo local.

Al dejar atrás la presa por una garganta estrecha de 23 kilómetros de largo, entramos en un verdadero paraíso de abundante vegetación verde y frondosa. Es en este lugar, inaccesible a los cazadores que van en busca de emociones, donde han hecho su hogar búfalos, hipopótamos, elefantes, hienas y aves de toda clase.

Desde la mitad del Zambeze hasta el océano Índico

Hemos atravesado ya la mitad del Zambeze y el terreno duro y rocoso ha desaparecido y dado paso a las hermosas llanuras de Chicoa, donde el río continúa serpenteando por 97 kilómetros. El río está pintorescamente enmarcado en una estrecha faja de abundantes siempreverdes.

De repente se interrumpe la calma y el silencio de esta parte de nuestro viaje. Sin duda usted puede oír el ruido que producen los millones de litros de agua que corren y saltan sobre las rocas y piedras grandes de los rápidos de Kebrabassa.

A la siguiente garganta se le conoce como la garganta de Lupata, y se halla 1.220 metros más abajo de las colinas circundantes que le sirven de barrera. Desde este punto el río corre violentamente sobre rocas dentadas como si le quedara una última oleada de energía. Se abre paso implacablemente, agitándose, formando espuma, bullendo. Sin embargo, al salir rugiendo de la garganta pronto cambia el paso. Como si se le hubiera agotado la energía, el río deja la carrera y ahora se desliza con majestuosidad, esparciendo sus aguas hasta alcanzar una anchura de 5 a 8 kilómetros, serpenteando por un ancho valle por los últimos 320 kilómetros de su viaje.

El Zambeze se divide y forma varias corrientes grandes que llevan al delta, donde desemboca en el océano Índico. Nuestro excitante viaje termina cuando el río pierde su identidad. Sus aguas, que en un tiempo eran tan refrescantemente cristalinas, y que ahora están oscuras debido a las arenas del delta, son tragadas por las cálidas y salobres aguas azules del océano Índico.

Livingstone llamó al Zambeze “la carretera de Dios hacia el interior.” Apreciamos al Zambeze como uno de los muchos ríos que hermosean nuestro hogar terrestre y refrescan a sus habitantes.

[Ilustración en la página 22]

Nadar es suicidarse

[Mapas en la página 21]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

ZIMBABWE

RÍO ZAMBEZE

ANGOLA

ZAMBIA

MOZAMBIQUE

Cataratas Victoria

Lago Kariba

Presa Kariba

Océano Índico

[Mapa]

ÁFRICA

Níger

Nilo

Congo

Zambeze

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