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¡Despertad! 1982
g82 8/1 págs. 12-16

La pesca controversial

“¡Abandoné una clase de pesca, y emprendí otra!”

La pesca de atún se ha convertido en un asunto contrversial desde que el gobierno de los EE.UU. limitó la cantidad de marsopas que los atuneros pueden matar en sus redes. Un escritor de “¡Despertad!” se entrevistó con Roger Soares, quién por años operó su propio barco. Ya jubilado de la pesca de atún, está activo en otra clase de pesca, y ésta también es controversial.

Por un escritor del personal

“LA RED traína cercaba el cardumen de marsopas, mientras las boyas de corcho sostenían la parte superior de la red sobre la superficie del agua, y el resto de la traína se hundía muchas brazas debajo del agua. Formaba una pared redonda de red sin fondo y suficientemente honda para cercar a los atunes de aletas amarillas que nadaban debajo de las marsopas. Mientras algunos de los hombres iban tirando de las sogas para cerrar por debajo el cerco de la red, yo y otros jóvenes nos metíamos en el agua para ayudar a las marsopas a pasar por encima de la relinga de flotadores de corcho y a ponerlas en libertad. Era trabajo peligroso, porque también había tiburones cercados en la red.”

Así describió Roger Soares un aspecto de su trabajo a principios de su carrera como atunero. Enfatiza un punto: los pescadores responsables aprecian las marsopas y se esfuerzan por salvar cuantas puedan.

“Roger, ¿cómo empezaste en esta carrera?,” le pregunté.

“Por medio de mi papá. Él es portugués. La mayoría de los atuneros que salían de San Diego en aquellos días eran portugueses, italianos o japoneses. Él empezó cuando tenía diez años de edad. En aquel entonces, pescaba con caña; las almadrabas vinieron más tarde. Él y su hermano trabajaban juntos, por fin compraron su propia barca, y con el tiempo, varias barcas. A la edad de 16 años, yo comencé a trabajar los veranos en el barco de mi papá. Significaba pescar con caña y anzuelo. En ese entonces, 1956, solo había unos cinco o seis barcos de anzuelo en la costa occidental que habían hecho la conversión al uso de redes traínas de nilón. Unos años más tarde trabajé con almadrabas... entonces era que me zambullía para ayudar a las marsopas a pasar por encima de la relinga de flotadores de corcho.”

“¿Con los tiburones allí?,” le sugerí.

“Con los tiburones. Hubo algunos heridos. Un muchacho que conocía murió como resultado de ser atacado por un tiburón.” Después de pausar, siguió: “Cuando tenía 21 años de edad llegué a ser capitán de uno de los barcos, uno grande que arrastraba una red traína.”

La marsopa llega a ser un factor a considerar

Le dije: “Y con el uso de la red traína los pescadores tienen que tomar en cuenta lo que sucede con las marsopas.”

“Es cierto,” dijo Roger. “Cuando toda la pesca se hacía con caña, se notaba que el atún de aleta amarilla a menudo estaba debajo de los bancos de marsopas. Por eso, cuando los pescadores empezaron a usar las almadrabas, las calaban en un gran círculo alrededor de las marsopas, a fin de pescar los atunes que nadaban debajo de ellas.”

“¿Se sabe por qué los atunes nadan debajo de las marsopas?,” pregunté.

“Puede que haya algún sistema de comunicación. Quizás las marsopas levanten mucho alimento al zambullir y brincar, y los peces se aprovechen de éste. También encontramos atunes debajo de troncos y escombros, debido a la sombra que ofrecen o, posiblemente, por el sonido creado en tal ambiente. Puede que sea por eso que los atunes naden debajo de las marsopas... la sombra que las marsopas ofrecen. También, puede que haya otras razones.”

Él continuó: “Sin embargo, no siempre hay atunes debajo de un banco de marsopas. No sabemos por qué. Tenemos que buscar ciertas señales. ¿Hay peces saltando todo a su alrededor? ¿Hay rabihorcados volando en lo alto? ¿Se ven pequeñas palomas blancas cerca del agua? Estas son señales indicadoras de que hay atunes.”

Yo pregunté: “Una vez que han hallado marsopas con atunes nadando debajo de ellas, ¿qué es el siguiente paso?”

“Se envían lanchas motoras que hacen que las marsopas se vuelvan y se agrupen. Los atunes siguen debajo de ellas. La red está apilada en la popa del barco, un extremo de la red está atado a lo que se llama esquife de red traína, el otro extremo de la red está sujetado al barco. El esquife entra en el agua calando un extremo de la red. El buque va realizando un movimiento envolvente al contorno de las marsopas, tirando de la red por detrás. Mientras tanto, las lanchas motoras mantienen las marsopas dentro del área que la red va cercando hasta que quedan encerradas dentro del círculo. Luego se frunce y cierra la parte inferior de la red . . .”

Yo interrumpí: “¿Es decir, como se tiran los cordones de una bolsa de dinero para cerrarla?”

“Exactamente. Entonces se empieza a recoger la relinga que sostiene la parte superior de la red en la superficie del agua hasta que se aprieta alrededor del conjunto de peces, y, por supuesto, las marsopas también. En el pasado, muchas marsopas morían al enmallarse en las redes y los peritos que estudian el ambiente se encolerizaron. El gobierno de los Estados Unidos estableció límites sobre el número de marsopas que los atuneros podían matar, y esto encolerizó a los pescadores.”

Contendiendo con las cuotas

Pregunté acerca de las cuotas.

Él me informó: “En 1977 la cuota permitía matar más de 62.000 marsopas. Los pescadores mataron 24.100. Para 1980 se había disminuido la cuota a 31.100, y solo se dio muerte a 12.400.”

“¿Cómo pudieron los pescadores reducir a tal grado la cantidad que mataban?”

“Por medio de emplear una maniobra que se llama retractación. Cuando se frunce, o cierra la parte inferior de la red, se recoge la parte superior, la relinga, solo lo suficiente para que no quede suelta y para que forme un círculo grande pero igual todo alrededor. Se pone el barco en marcha atrás, y al retroceder el barco hace que la red cargada de peces resista el avance. Esto causa que la relinga flotante más lejos de la embarcación se hunda 30 ó 60 centímetros bajo la superficie del agua. Así llega a haber una vía de escape para las marsopas. Hombres van a esta zona y ayudan a las marsopas a pasar por encima de la relinga.

“Todas no pasan al otro lado. Algunas más bien se zambullen, y sus hocicos pueden quedar enmallados en la red y se asfixian. Para disminuir esta pérdida, se ha reemplazado el tejido basto en las partes críticas de la red con malla de tejido fino. Originalmente las aberturas de la malla de nilón eran de once centímetros, y los hocicos de las marsopas podían atravesar las aberturas y los animales quedaban enmallados. Con las mallas de tejido fino los hocicos no pueden atravesar las aberturas y los animales no se enmallan.”

Yo pregunté: “¿Cuánto miden las redes?”

“Cuando comencé de atunero medían 450 brazas de largo y 36 de profundidad. La braza equivale a 1,7 metros. Ahora las redes miden hasta más de 1.000 brazas de largo y van a una profundidad de 70 u 80 brazas.”

Yo dije: “Sin duda, el salvar a más marsopas les ha costado tiempo y dinero a los atuneros. Pero a pesar de eso, hace unos años leí que una pesca de atunes valía un millón de dólares. Debe rendir mucho más ahora.”

“La entrada es mucho más, pero el costo de combustible ha subido vertiginosamente. Una embarcación que esté en el mar cuatro o cinco meses gasta varios centenares de miles de dólares solo en combustible. El alimento que se carga para la tripulación cuesta más. El recargo sobre la hipoteca ha subido. Como usted declaró, el guardarse dentro de los límites de marsopas que el gobierno permite matar cuesta tiempo y dinero... algo por lo cual los competidores que navegan bajo banderas extranjeras no tienen que preocuparse. Y, al fin y al cabo, todo esto es todavía una empresa arriesgada hasta que se tenga la bodega del barco llena de atunes.”

“Usted lo hace sonar como algo ominoso.”

“El pescador gana buen dinero, pero si se calcula la ganancia por hora, no sale ganando mucho.”

“Ahora usted está jubilado,” yo dije. “Debe tener algunos recuerdos buenos de sus años en el mar.”

Recuerdos

“Sí, los tengo. Recuerdos de hombres trabajando duro como un equipo. Grandes pescas. El mar, quieto y tranquilo. O tempestades excitadoras en que el viento y las olas se ponen bravos. Y las marsopas. Son tan inteligentes. Hay algunas que nunca se pueden cazar. No se dejan agrupar por las lanchas motoras, no reaccionan a ningún ardid. Nos ven viniendo y huyen, llevando consigo los atunes.

“Y no obstante, a pesar de ser tan inteligentes, ¿a qué se deberá que más de entre ellas no saltan por encima de la relinga y escapan? Los pescadores creen que tal vez su sonar les informe que la relinga y la red son obstáculos. Una vez mientras estuve en el agua, estaba ayudando a las marsopas a pasar por encima de la relinga, y una de ellas se me acercó y puso el hocico debajo de mi brazo y meneaba la cabeza en el aire para que le ayudara a poner el hocico por encima de la red. Me conmovió. Comprendo cómo la gente puede encariñarse con ellas.

“Tuve una experiencia que jamás olvidaré. Habíamos visto un gran banco de marsopas. Sabíamos que había muchos atunes debajo del banco... los peces saltaban y las aves volaban en círculo en lo alto. También vimos dos orcas... como la orca Shamu que está en el parque de recreo que se llama “Sea World,” solo que éstas eran salvajes. Estaban acechando las marsopas, una a cada lado del banco. Durante la mitad de un día persiguieron a las marsopas que huían aterrorizadas, para que se cansaran. De vez en cuando tres o cuatro marsopas abandonaban el banco a fin de atraer las orcas para alejarlas del banco. No tuvieron éxito, y el banco de marsopas, ya rendido, se agrupó. Entonces las orcas acometieron el centro del banco.

“Todavía esperaba poder pescar los atunes que estaban debajo de las marsopas, así que piloté el barco hacia el centro del banco de marsopas, esperando espantar a las orcas. Pero nada las asusta. De repente, una de ellas salió del agua a tres metros de donde yo estaba y cogió en pleno aire una marsopa que saltaba, como un perro que coge un hueso. Jamás olvidaré ese salto y luego cómo desapareció con la marsopa en la boca en las profundidades del agua azul y cristalina.”

Los dos nos quedamos callados un rato, reflexionando. Por fin pregunté: “Ahora usted se ha jubilado. ¿Por qué? Usted todavía está joven.”

“Hay varias razones. Me jubilé en 1972. La presión estaba aumentando. Estaban surgiendo cada vez más problemas en la industria. Los peritos que estudian el ambiente estaban empujándonos. El gobierno nos puso en una red reguladora y seguía apretando los cordones más y más. No fue del todo perjudicial. Logró hacer que los pescadores salvaran miles de marsopas. Sin embargo, esto también aumentó nuestros gastos y disminuyó la cantidad de nuestra pesca. Principalmente, supongo que fue la presión. Me sentía como si estuviera en una pecera, y que me hurgaban el gobierno y grupos de personas. Ya no estaba para tantos líos, así que me jubilé.”

Roger sonrió al agregar: “Abandoné una clase de pesca y emprendí otra, y ambas resultan ser controversiales.”

Otro tipo de pesca

“Eso,” dije yo, “exige alguna aclaración. Sé la clase de pesca que usted abandonó, pero ¿qué clase de pesca ha emprendido, y cómo llegó a emprenderla?”

“Jesús dice qué clase de pesca es, en Mateo 4:19: ‘Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres.’ El explicar ‘cómo llegué a emprenderla,’ es un relato más largo.” Él se valió de un rato para juntar sus ideas, y luego comenzó.

“Yo era católico. Mi esposa, Elizabeth, también lo era. Quedé desilusionado con el catolicismo y toda otra religión. Nuestros mayores desacuerdos eran sobre el ir a la iglesia... ella quería ir, y yo no. Yo iba, y entonces me salía, y nuestros hijos se salían conmigo. Eso en verdad la contrariaba. ‘Estás dando mal ejemplo,’ ella se quejaba. ‘Lo siento,’ yo contestaba, ‘pero no se me ofrece nada aquí.’

“Yo creía en Dios. Estando en la pesca, yo había visto muchas demostraciones impresionantes de su poder, y a menudo recordaba el Salmo 107:23-30: ‘Los que van bajando al mar en las naves, que negocian sobre las vastas aguas, ellos son los que han visto las obras de Jehová y sus maravillosas obras en las profundidades; cómo él dice la palabra y hace que se levante un viento borrascoso, de modo que alza sus olas. Suben a los cielos, bajan a los fondos. A causa de la calamidad su mismísima alma va derritiéndose. Trastabillan y se mueven con inseguridad como un borracho, y aun toda su sabiduría resulta confusa. Y se ponen a clamar a Jehová en su angustia, y de los apuros en que se hallan él los saca. Él hace que la tempestad de viento se detenga en calma, de modo que las olas del mar se quedan calladas. Y ellos se regocijan porque éstas se aquietan, y él los guía al puerto de su deleite.’”

Elizabeth ya había venido a juntarse con Roger y conmigo. Ella relató cómo ella misma con el tiempo quedó desencantada con la Iglesia Católica, cuando se celebró una noche de “Las Vegas.” Había juegos con apuestas, los esposos eran los que daban los naipes y las esposas las camareras que servían los cocteles, estaba allí un sacerdote homosexual... la experiencia de esa noche sacudió su fe en la Iglesia.

“Después sucedieron dos cosas,” recordó Elizabeth. “Un día mi hija llegó a casa de la escuela católica y dijo: ‘Ese es el colmo, mamá. Ya no vuelvo a ir a la escuela.’ Yo quedé atónita. ‘¿Qué te pasa? ¿No quieres aprender en cuanto a Dios?’ ‘No estoy aprendiendo nada,’ dijo ella. ‘Hay habla obscena y mal comportamiento. Estoy perdiendo el tiempo.’ De modo que la saqué de la escuela. Yo estaba preocupada, oraba mucho, y quería que Dios estuviera en la vida de los miembros de mi familia.

“Fue más o menos en esa época que sucedió el segundo acontecimiento: se dejó un tratado en nuestra casa.”

Roger siguió el relato.

“Mi esposa me entregó el tratado y dijo: ‘¿Por qué no lees esto? Parece interesante.’ Lo leí. Era interesante. Después nos enteramos de que los testigos de Jehová lo habían dejado y que mi mamá había estado estudiando por más de un año con una testigo de Jehová. Ella mandó a esta Testigo a visitarnos. Yo me puse a discutir con ella. ‘¿Cómo sabe usted que su religión es la correcta? ¡La religión es un timo!’

“A pesar de eso, el resultado fue que se condujo un estudio de la Biblia en nuestro hogar. Yo estuve presente con la sola idea de controlarlo: pudiera ser algo de los comunistas y no quería que a mi esposa y a mis hijos se les hiciera un lavado del cerebro. ¿Y qué resultó ser? No el comunismo, ni un lavado del cerebro, sino prueba bíblica.

“Se condujo el primer estudio un lunes por la noche. El martes asistimos a la reunión de los Testigos en su Salón del Reino, y antes de transcurrir un mes asistimos a una de sus asambleas. Mi esposa y yo nos bautizamos. Esto aconteció en 1976. Desde ese entonces somos testigos de Jehová activos.”

“¿No fue ése un cambio súbito para usted, el de dedicar su vida a la religión después de haber pensado que ésta era un timo?,” pregunté. “¿Cómo lo explica?”

“Es cierto que lo que aprendí de la Biblia me impresionó, pero creo que en ese entonces lo que más me hizo impresión fueron los Testigos mismos, especialmente los niños. Se sentaban callados durante las reuniones, contestaban preguntas y participaban en los programas. También hicimos una gira por la imprenta de los Testigos que está en la central mundial ubicada en Brooklyn, Nueva York. De nuevo, fueron los ejemplos que vimos... cientos de hombres y mujeres jóvenes que dedican su tiempo generosamente para producir literatura bíblica.”

Nueva pesca, nueva controversia

Yo dije: “Me imagino que esto tiene relación con su declaración acerca del nuevo tipo de pesca que usted ha emprendido.”

“Sí, tiene que ver con ello. Hace poco cité palabras que Jesús habló a Pedro y a Andrés, pescadores que en aquel momento estaban echando su red en el mar de Galilea. Él les dijo que lo siguieran a él y él los haría ‘pescadores de hombres.’ Inmediatamente ellos emprendieron esta nueva clase de pesca, y ésa es en la que estoy ocupado ahora.”

Yo le recordé: “Además usted dijo que era polémica.”

Roger dijo: “Preferimos que no sea así. Pero, Jesús advirtió que así sería, que causaría división entre miembros de familia y que acarrearía persecución de parte de hombres y naciones. Los testigos de Jehová han hallado que esto es cierto. Su obra como ‘pescadores de hombres’ hasta ha sido proscrita en muchos países en diferentes épocas. En mi oficio como atunero se podía justificar hasta cierto punto las reglamentaciones del gobierno; no hay nada que justifique el interferir con la ‘pesca de hombres.’”

Nos quedamos callados por un rato, entonces Roger resumió todo al decir: “Por lo tanto, para mí, ésta es la segunda vez que me hallo en una pesca controversial. Solo que esta vez la controversia no tiene que ver con salvar cuantas marsopas se pueda, sino con salvar cuantas personas se pueda.”

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