¿Qué impide la hermandad universal?
EN 1469 E.C. nació en Florencia, Italia, un hombre llamado Nicolás Maquiavelo. Escribió un libro sobre la política intitulado “El príncipe,” y empleó como dechado a César Borja, hijo del papa Alejandro VI. Según cierto historiador, Borja era “un artista en cuanto a la ‘política de fuerza,’ y utilizaba sin escrúpulo ni piedad cualquier medida de fuerza o fraude que le permitiera extender y asegurar sus conquistas.”
La Encyclopaedia Britannica dice que Maquiavelo “fundó la ciencia de la política para el mundo moderno.” Hoy día el “maquiavelismo” es una palabra que describe el principio político de que un gobernante puede utilizar “cualquier medio por ilícito o inmoral que sea” a fin de mantener su poder.
Tal política ha plagado a este siglo veinte. Se ve manifestada en las guerras, los golpes de estado, la corrupción, la violencia horrible y el terrorismo. La política divide a Oriente de Occidente. Divide naciones, ciudades (tal como Berlín) y aun familias. La política es una de las influencias más divisivas del género humano.
Un elemento estrechamente relacionado con dicha política y que los líderes políticos a menudo explotan es el espíritu del . . .
Nacionalismo
Al respecto, se relata un cuento divertido acerca de un capellán del ejército de Escocia que, mientras estuvo en un nuevo campamento militar, pidió a voluntarios que convirtieran un antiguo granero en una capilla. Mientras el capellán estuvo ausente los voluntarios pintaron encima del altar en letras grandes: “Viva Escocia para siempre jamás.” El capellán asombrado pidió que le dieran al letrero un aspecto más religioso. Lo hicieron. La inscripción entonces decía: “Viva Escocia para siempre jamás. AMÉN.”
Los escoceses tienen la reputación de ser muy orgullosos de su país. Pero no son los únicos que tienen tal orgullo. Por ejemplo, a los niños ingleses, especialmente en los días en que el Imperio Británico dominaba el mundo, se les inculcaba celo nacionalista desde tierna niñez. Se les enseñaba a creer que ‘Britania domina los mares,’ y que los ingleses son un pueblo superior, bendecido por Dios.
En toda nación los políticos promulgan tales sentimientos porque reconocen que un fuerte espíritu nacionalista les conviene para realizar sus propósitos. Pero puede que sus propósitos no tengan en mira lo que sea para el mayor beneficio del pueblo. En un artículo intitulado, “El nacionalismo es ajeno al patriotismo verdadero,” el columnista Sydney J. Harris dijo: “El nacionalismo significa ‘avenirse a’ un Hitler, o a un Stalin o a cualquier otro tirano que agita la bandera y profiere grosera devoción a la patria, a la vez que pisotea los derechos del pueblo.”
También, como lo ilustra el cuento acerca de la capilla en Escocia, a menudo el nacionalismo va acompañado de la religión. El Dr. Robert L. Kahn, rabino, escribió: “La religión y el nacionalismo siempre tienden a ir juntos. Especialmente en tiempos de guerra, . . . ‘Para Dios y la Patria’ llega a ser un tipo de grito de guerra. Siempre ha sido así. [Durante la II Guerra Mundial] una de las canciones populares fue este grito de guerra de un capellán: ‘Alaben al Señor y repartan las municiones.’”
El espíritu nacionalista hasta ha afectado seriamente al campo de los deportes. Por ejemplo, cuando en Turín, Italia, se celebró un juego de fútbol para el campeonato europeo entre los equipos de Inglaterra y Bélgica, tuvo que postergarse el juego por varios minutos mientras los aficionados ingleses pelearon con los guardias italianos de asalto, y muchas personas resultaron heridas.
El racismo
En muchas granjas del África del Sur los hijos blancos de los hacendados y los hijos negros de los obreros pasan parte de su primera infancia jugando juntos de un modo pacífico, casi como si fueran hermanos. La gente no nace con prejuicios raciales. Sin embargo, a medida que van creciendo absorben las actitudes de sus respectivas razas. Así que, en la mayoría de los casos, aquella temprana inocencia encantadora desaparece. Sentimientos tales como la animosidad, el orgullo, el resentimiento y la frustración se apoderan de la persona.
Pero, el racismo no se limita al África. Muchas personas de los Estados Unidos se sienten avergonzadas por el trato que se da a las tribus amerindias de su país. Además, el trato que se daba a los negros en los días en que regía la esclavitud, y las condiciones horrorosas a las que se sometía a estos pobres al transportarlos a través del Atlántico y venderlos como ganado en las Américas, son hechos bien conocidos. Deplorables motines raciales todavía estallan en los Estados Unidos. También en Inglaterra las tensiones raciales están creciendo a medida que inmigrantes de las Antillas, de la India y de otras partes inundan ciertas regiones del país.
Los que son víctimas del racismo en África y en otras partes pueden alegrarse de que no hayan sido judíos que vivieron en Alemania bajo el régimen nazi. En retrospección, parece increíble que en un país de la cristiandad, bajo un líder (Hitler) que era católico romano, se haya dado una muerte atroz a millones de judíos, a personas de descendencia eslava y a otras debido a su nacionalidad.
El hecho de que personas que forman parte de la cristiandad hayan cometido tales atrocidades hace dudar que ese sistema religioso sea genuino. ¿Es, más bien, un engaño colosal? Consideremos detenidamente los efectos que han tenido en la hermandad verdadera las religiones de este mundo.
[Ilustración en la página 5]
Los niños no nacen siendo racistas
[Mapa en la página 5]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
La política es una de las influencias más divisivas del género humano
Berlín dividida
ALEMANIA ORIENTAL
SECTOR FRANCÉS
SECTOR BRITÁNICO
SECTOR ESTADOUNIDENSE
ALEMANIA ORIENTAL
SECTOR RUSO
MURO DE BERLÍN