Problemas en el “paraíso”
NOS parece que usted debe saber que, a pesar de que las islas tienen un aspecto paradisíaco, hay problemas. Por ejemplo, ¿le gustan a usted los insectos? Esperamos que sí, porque aquí hay muchos... mosquitos, moscas y también hormigas, especialmente las hormiguitas rojas que constantemente tienden a picar.
Otro problema que existe es que a veces, en lugar de los cielos despejados, tenemos tifones. Esto es común en todas las islas del Pacífico occidental. En los últimos años, tifones devastadores han causado tremenda destrucción en las Marianas. Muchas de las viviendas aquí están hechas de madera y tienen techos de planchas de metal que se desploman ante el azote de los vientos huracanados... vientos tan fuertes que hacen que astillas pequeñas penetren profundamente en la madera de árboles grandes. Felizmente, la gente ahora está construyendo sus viviendas de hormigón.
Dicho sea de paso, hay por lo menos un volcán activo, el monte Pájaros. Y no olvide los temblores de tierra. Sí, también los tenemos. Afortunadamente, la mayoría son de poca intensidad, pero a veces tenemos algunos más intensos que causan grandes sacudidas. En 1902 un terremoto destruyó la mayor parte de los edificios de hormigón del importante pueblo de Agaña, en Guam, y añadió 51 centímetros de altura a toda la isla.
Pues bien, uno pudiera dormir bajo un mosquitero, evitar las hormigas, tomar precauciones contra los tifones y comportarse de manera sensata durante una erupción volcánica o un terremoto. No obstante, puede que el hongo tropical cause mayores dificultades. En la humedad cálida, la ropa y los zapatos se pueden enmohecer de la noche a la mañana. Pero hay otros problemas que son más difíciles de resolver.
Contaminación en el “paraíso”
Aunque el aire de Micronesia todavía es excepcionalmente puro, a menudo esas aguas verdemar no tienen la misma pureza del aire. El sistema de alcantarillas todavía es rudimentario, y en muchos distritos se deja que la marea arrastre los desperdicios al mar. Como resultado, los residentes de la localidad que comen peces del arrecife están infestados de parásitos, y tienen disentería, diarrea y problemas estomacales. Las enfermedades también pueden ser el resultado de beber agua que no viene de cataratas cristalinas, sino —como sucede a menudo— de agua de lluvia que se recoge según va cayendo del techo. Y en la mayoría de los lugares no hay una farmacia a la vuelta de la esquina a la cual acudir en busca de medicinas para curar estas enfermedades.
El siglo veinte también ha contribuido a que en ciertos sectores se sufra de la “contaminación” sonora del ruido excesivo, que quiebra violentamente el precioso silencio. En cierta isla, de unos 19 kilómetros de circunferencia, día y noche se oye el estrépito de la música disco desde camionetas. Los jóvenes se amontonan en la parte trasera de estas camionetas, especialmente durante las hermosas noches tropicales iluminadas por la Luna, y cantan al compás de la música disco mientras la camioneta recorre la isla de un lado a otro hasta el alba. En casi todas la islas ahora se oye la música disco en restaurantes pequeños y en los hoteles, especialmente en los fines de semana, hasta las primeras horas de la madrugada.
En algunos casos se ha echado a perder hasta la belleza física de las islas a causa de la explotación minera a cielo abierto. Nauru y su vecina, la isla del Océano (ahora conocida como Banaba), al igual que Anguar, Belau, han sido explotadas y saqueadas por la minería a cielo abierto del fosfato. A tal grado se efectuó la explotación minera en Banaba que la gente protestó, y se desató un escándalo que trascendió hasta la mismísima Cámara de los Comunes Británica.
La minería todavía es una empresa de gran envergadura en Nauru, aunque se cree que para fines del siglo la roca fosfatada casi se habrá agotado. Mientras tanto, si no se hace nada al respecto, Nauru está en peligro de convertirse en un feo yermo desolado.
Infelicidad en el “paraíso”
No obstante, al menos la explotación minera del fosfato es una fuente de ingresos para Nauru. ¿Qué hay de los distritos que no tienen fosfato para explotar, y que no tienen otras fuentes de ingresos? Lamentablemente, hay demasiada pobreza. A menudo la variedad de alimentos es limitada. Hay poco desarrollo industrial, y la gente depende del mar para su sostén.
El espiritismo está generalizado en las islas de Micronesia. A veces los turistas se sienten atraídos por las “casas de los espíritus” donde se supone que viven espíritus, pero tales creencias echan a perder el disfrute de la vida de los que se aferran a ellas. Se teme a los espíritus, y se cree que causan enfermedades y muerte si no se les apacigua. Se practica la magia, y todavía se usan amuletos que tienen que ver con el amor y el odio.
Otro problema es la borrachera, especialmente entre los desempleados. A menudo ésta va acompañada de maltrato a la familia y delitos. Y, aunque sorprenda, hay muchos suicidios. Recientemente, en una islita que tiene una población de solo 3.000 habitantes, se suicidaron ocho adolescentes en solo tres meses. Obviamente se requiere más que vivir en una isla hermosa para ser verdaderamente feliz.
Por último, las enfermedades y la muerte, enemigos antiquísimos del hombre, son tan devastadores aquí como lo son en otras partes del mundo. Contribuyen a la infelicidad y la aflicción que causan desdoro a lo que, en muchos respectos, es un paraíso desde el punto de vista físico.
Temor en el “paraíso”
Lo que está ocurriendo en el mundo exterior hace que muchos aquí se sientan inseguros. Los micronesios han estado bajo el dominio de cuatro grandes potencias mundiales, y la llegada de cada una ha resultado en opresión. Algunas de las contiendas más encarnizadas de la última Guerra Mundial se efectuaron aquí, y todavía estas encantadoras islas conservan cicatrices de guerra. Cascos enmohecidos de barcos parcialmente hundidos; parte de la armazón de aviones derribados; cañones antiaéreos cubiertos de moho; asomándose desde cuevas húmedas, cañones de artillería cubiertos de enredaderas; hoyos enormes en el paisaje y las carreteras... todo esto es testimonio silencioso de los horrores que se efectuaron en estas islas unas cuantas décadas atrás.
Después de la guerra, un político del distrito de Truk, donde se celebró una de las más intensas y sangrientas batallas navales, suplicó: “Si alguna vez los Estados Unidos deciden pelear otra guerra, ¡por favor, que no la peleen en Truk!” Este hombre había visto manchada de la sangre de los que murieron en bombardeos sorpresivos la única carretera que circunda la isla donde vive, y en las mareas las aguas venían enrojecidas de sangre humana. Dos años después de la batalla, petróleo de barcos hundidos todavía era arrastrado hasta la playa.
¿Hay quien preste atención a súplicas como la de ese hombre? Parece que no. En el atolón de Wajalén, en las islas Marshall, está ubicado un emplazamiento de mísiles, para contrarrestar la presencia de submarinos rusos que, según rumores, han sido vistos en las cercanías, y de buques de guerra que quisieran espiar las instalaciones militares estadounidenses. Puesto que Guam se halla en una posición estratégica en el Pacífico, está rodeada y vigilada por las fuerzas militares de los Estados Unidos.
En 1946, de súbito a los amables habitantes de Micronesia se les hizo conscientes de la horripilante realidad de la era nuclear cuando los Estados Unidos realizaron pruebas con la bomba atómica en la isla de Bikini, que es parte del archipiélago de las Marshall. Debido a los riesgos de la radiación, esa isla todavía es zona prohibida para los nativos, y es posible que siga en esa condición por muchos años. En otras partes del Pacífico, Gran Bretaña y Francia también han utilizado islas hermosas para probar sus armas nucleares.
Últimamente ha cobrado vigor la alarma y preocupación respecto a una nueva propuesta. El Japón propuso que se almacenaran desechos químicos y nucleares en barriles que fueran depositados en el océano Pacífico, cerca de Guam. Sin embargo, hasta ahora se han pospuesto tales planes debido a la oposición que ha presentado el gobierno de Guam.
Ahora bien, no interprete mal lo que hemos dicho, por favor. Estas islas son verdaderamente hermosas, y sin duda usted disfrutaría de visitarlas. El Sol todavía se levanta sobre el océano azul y se pone tras de palmeras que cimbrean al suave ritmo de los vientos alisios. Las colinas arboladas, las cascadas saltadoras y las playas arenosas todavía están allí. Pero esto no es completamente un paraíso. Los problemas, muchos de ellos causados por el hombre, impiden que sea así.
¿Significa esto que no hay esperanza de vivir en un verdadero paraíso... donde la naturaleza sea hermosa y el hombre no haga nada para arruinarla, donde todas las personas muestren interés genuino unas en otras y donde la vida sea verdaderamente satisfaciente?
[Ilustraciones en la página 6]
HORMIGAS QUE PICAN
TIFONES
VOLCANES
[Ilustraciones en la página 7]
RUIDOS DE NOCHE
TERRENO ARRUINADO
ESPIRITISMO
[Ilustraciones en la página 8]
BORRACHERA
CICATRICES DE GUERRA
VEJEZ Y ENFERMEDAD