Las mujeres de países más acaudalados
DURANTE el siglo pasado, la mayoría de los hombres de Europa y los Estados Unidos parecían concordar con Carlos Darwin en que las mujeres eran inferiores a ellos, y por eso impusieron límites a las libertades de ellas. Las mujeres recibían solo educación limitada y no se les permitía votar. Una vez que se casaban, el esposo controlaba cualquier riqueza que ellas poseyeran, y se les prohibía desempeñar la mayoría de los oficios y profesiones (aunque las mujeres pobres trabajaban largas horas en fábricas, por un salario más bajo que el de los hombres). Se esperaba que, en sentido moral, fueran inocentes y puras... aunque no siempre se esperaba eso de los hombres.
Entonces las mujeres se rebelaron. Después de años de lucha, finalmente se les permitió votar. Después de eso, se derribaron otras barreras. Se les dieron más oportunidades educativas y se les aceptó en profesiones y oficios que anteriormente eran solo para hombres. Actualmente, las mujeres son políticas, jueces, médicas, abogadas, mecánicas, atletas, científicas, directoras de empresa, soldados y policías. La sociedad tolerante también les permite ser tan “impuras” como los hombres, si ellas lo desean.
No obstante, todavía les es difícil a las mujeres introducirse en algunas profesiones, mientras que el salario de ellas sigue siendo, como promedio, solo dos terceras partes del que reciben los hombres. Además, algunas mujeres sufren todavía debido a la crueldad de los hombres. Los esposos las abandonan y ellas tienen que criar a los hijos solas. O tienen que trabajar duro para mantener el hogar unido, mientras el esposo se dedica a beber, a jugar o a otros vicios. Además se ultraja a un sinnúmero de mujeres y se golpea severamente a una cantidad innumerable de esposas. Por eso los defensores de la liberación femenina y otras personas continúan luchando por conseguir más cambios.
A pesar de la lucha actual, no se puede negar que la mujer ahora tiene muchas oportunidades en lo que antes se consideraba el “mundo masculino.” En parte esto se debe a que, por la primera vez en la historia, las mujeres casadas pueden controlar hasta cierto grado el tamaño de su familia. Por eso, hasta pueden optar por no tener hijos y dedicar su vida a una carrera.
Muchas mujeres aprecian estas libertades adicionales. Pero dichas libertades también han creado problemas para la mujer del siglo veinte.
¿Cómo se puede saber ... ?
Cierta joven que cursa el primer año en la universidad de Princeton dijo: “La maternidad es importante para mí. También lo es el tener una carrera. No es fácil seleccionar.” Otra joven se expresó así: “Casi puede decirse que es más difícil ahora porque tenemos alternativa. Uno quiere hacer lo correcto. Desea ser feliz. Pero, ¿cómo se puede saber qué cosa resulta en felicidad?”—Times de Nueva York.
¿Cómo resuelven las mujeres este problema? Muchas sacrifican su carrera, se quedan en casa y crían familias. Una dijo: “Mis hijos siguen ocupando el primer lugar de importancia. He dejado por ahora la idea de seguir tras una carrera porque ellos son, según mi opinión, la contribución más importante que puedo hacer a la sociedad.” Sin embargo, algunas que han hecho esta selección informan que se sienten desdichadas debido a que se les considera “sencillamente un ama de casa.”
Otras resuelven este problema de modo contrario. Creen que la carrera que tienen en mente vale la pena, y sacrifican el tener una familia. Por otro lado, otras mujeres se esfuerzan por tener ambas cosas... una familia y una carrera. ¿Cómo lo logran? Cierta mujer que es directora de una empresa de relaciones públicas contesta: “Uno puede tenerlo todo, pero prepárese para estar cansada siempre.”
La selección no es fácil. Pero aun si una mujer opta por alguna profesión interesante, sus problemas no terminan ahí.
Pagan un precio
La Dra. Ruth Moulton, sicoanalista, dijo: “Varias pacientes mías tienen úlceras pépticas, algo que anteriormente se limitaba mayormente a los varones. Una cantidad cada vez mayor de mujeres se quejan de tener migraña. Y he visto un gran aumento en alergias, particularmente en las de tipo asmático y bronquial, en las que la ansiedad agrava la tos y la respiración jadeante.”
El Dr. Hans Selye, endocrinólogo, dijo que mientras más mujeres tomen empleos que anteriormente eran para hombres, “más sujetas están a ser víctimas de las llamadas enfermedades de hombres, como infartos cardíacos, úlceras gástricas e hipertensión. Obtienen las mismas satisfacciones, pero pagan un precio.”—Sunday News Magazine (Nueva York).
Se ve, pues, que a medida que las mujeres comparten las perspectivas de los hombres, también comparten las enfermedades de ellos.
¿Es eso verdadera libertad?
Las nuevas libertades también hacen víctimas de las mujeres de maneras ocultas a ellas. La sociedad tolerante las anima a abandonar la moralidad “chapada a la antigua” y a ser más laxas. Los métodos modernos de contracepción han eliminado (hasta cierto grado) la amenaza de preñeces no deseadas, mientras que la medicina moderna puede (hasta cierto grado) controlar las enfermedades venéreas. No obstante, las jóvenes han hallado que hay otros problemas relacionados con la inmoralidad. También les cuesta en sentido emocional.
Una periodista dijo con perspicacia lo siguiente: “No creo que a las mujeres les convenga estar acostándose en su juventud con quien les plazca, porque opino que las jóvenes son criaturas agradables, idealistas y cariñosas a las que se debería desarrollar como personas, y no explotar.” Ella siguió diciendo: “Las mujeres necesitan sentir que se les aprecia por lo que son y no sencillamente por su sexualidad ... La promiscuidad hace que la mujer, al fin y al cabo, se haga insensible.”—Sunday Telegraph (Londres).
El hostigamiento sexual es otro peligro al que se encaran las mujeres a medida que llegan a ser parte de la fuerza obrera. En los Estados Unidos “el 50 por ciento de las mujeres, o un poco más, [de un departamento del gobierno] ... informaron incidentes de hostigamiento sexual” que van desde miradas lascivas hasta ultraje.—Times de Nueva York.
Y he aquí otros dos problemas. El primero: cuando una mujer tiene éxito y llega a ganar más dinero que su esposo, es probable que el esposo sienta que se le está retando, o quizás se sienta inseguro... lo cual pudiera sujetar el matrimonio a tensiones severas. Cuando esta situación surgió en la vida de cierta mujer, ella accedió a abandonar una carrera próspera en bienes raíces.
¿Cuál es el segundo problema? “Las mujeres siguen llevando el peso de las responsabilidades domésticas y del cuidado de los hijos, aunque tengan empleo de jornada entera y, a pesar de todas las retóricas al contrario, hay poca diferencia entre las clases sociales. De hecho, se puede decir que las mujeres tienen menos libertad ahora que hace 40 años.”—The Guardian (Londres).
Es probable que muchas mujeres prefieran quedarse en casa. Pero si tienen que ayudar en el pago de los gastos domésticos y hacer todo el trabajo doméstico también, llevan una carga pesada.
¿Quién tiene la culpa?
Por eso, aunque desde algunos puntos de vista la mujer se halla en mejor situación que antes, los problemas continúan. ¿Por qué?
Por supuesto, hay que atribuir a los hombres gran parte de la culpa. Hombres que despliegan las “obras de la carne” son los que hostigan a las jóvenes en los lugares de empleo o las ultrajan violentamente. (Gálatas 5:19) Esposos que son “amadores de sí mismos ... sin tener cariño natural” son los que se aprovechan egoístamente de su esposa, o la golpean. (2 Timoteo 3:2, 3) Otros hombres son desconsiderados y quizás no se den cuenta de que los quehaceres domésticos requieren vigorosa labor física, y que a menudo la esposa agradecería que su esposo le brindara alguna ayuda.
Sin embargo, a menudo también es culpa de la tradición y la cultura. Existe la idea tradicional de que ciertos empleos son “trabajo de hombres” y otros “trabajo de mujer.” Por eso muchos hombres se sienten demasiado avergonzados como para ayudar en el hogar o participar en “trabajo de mujer” en los campos, por temor de que otros se burlen de ellos.
Además, el mundo moderno tiene que cargar con parte de la culpa. El mundo moderno produce presiones que les causan úlceras a las mujeres (y hombres) de negocios. El mundo moderno produjo la “libertad sexual” que hace víctimas de las jóvenes que temen decir: No, y cierra los ojos ante el hostigamiento en los lugares de empleo. Y el mundo moderno produce la situación en que la mujer tiene que escoger entre dos cosas que desea intensamente.
¿Hay ayuda alguna que pueda conseguirse respecto a esos problemas? Sí, la hay. Permítanos presentarle a varias mujeres que están manejándolos con éxito.