El asno dócil... ¡no lo es siempre!
Mientras 50 asnos trepaban lentamente un camino tortuoso en las montañas, les atacaron unos feroces perros pastores. Los asnos no hicieron caso de los perros, y, sin temor, continuaron su rumbo con las cargas pesadas en el lomo. La escena cambió cuando uno de los perros trató de morder la pata trasera del asno que estaba dirigiendo el grupo.
“Al instante que el perro le dio en las patas —escribió Frank Hibben en Nature Magazine— el burro se volvió con la rapidez de un rayo, a pesar de la carga pesada que llevaba encima, y le dio una patada en la cara al perro que estaba gruñendo. En aquel mismo momento abrió la boca y rebuznó con toda la fuerza que tenía en los pulmones. [...] Yo jamás había oído a un burro rebuznar así.” Uno por uno los 50 siguieron el mismo ejemplo... era un alarmante grito de guerra.
A medida que los perros repitieron el ataque, los asnos que estaban atrás se pusieron a correr y rodearon a dos de ellos. Al encontrarse entrampado en el círculo que habían formado los asnos furiosos, “uno de los perros creyó haber visto una salida [...] y corrió para escaparse por allí con la cola entre las patas. El burro más cercano agachó la cabeza. Agarró con los dientes al perro por el lomo”. De esta manera agarraron a ambos perros y los lanzaron fuera del círculo... muertos. Los demás perros huyeron. “Tres o cuatro burros abrieron las narices y rebuznaron ruidosamente, como para decir que habían completado el trabajo. Entonces todos ellos volvieron a adoptar su apariencia soñolienta y laboriosa, y se pusieron otra vez en fila. De nuevo, eran ‘solamente burros’.”