¿Por qué son tan preciosas?

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Zimbabwe

NO SE puede vivir en Zimbabwe sin notar la gran variedad de piedras preciosas que se ofrecen en las tiendas de regalos y joyerías. Hace poco, al estar comprando un pendiente para mi esposa, me pregunté por qué precisamente son tan preciosas las gemas. Por eso, más tarde abordé a un experto en gemas para que me proporcionara algunas respuestas.

“¿Se considera que todas las gemas sean preciosas?”, le pregunté.

“En el sentido estricto de la palabra, no”, contestó él. “Figuran entre las piedras preciosas los diamantes, los rubíes, las esmeraldas, los zafiros y las perlas. Otras piedras en realidad son semipreciosas, aunque esta distinción no es muy común hoy en día”.

“Ya veo. Pero ¿qué las hace tan valiosas? ¡Son muy parecidas a pedazos de vidrio!”

Lo que las hace preciosas

“Tal vez parezcan vidrio, pero las piedras preciosas están compuestas de átomos que están arreglados en un patrón regular. En cambio, el vidrio consiste en átomos que están dispuestos al azar. Cierta autoridad asemejó la diferencia entre las piedras preciosas y el vidrio a la diferencia entre un batallón de soldados dispuestos para un desfile y una multitud ordinaria de gente.

Respecto a lo que las hace preciosas —dijo él a continuación— obviamente son hermosas, aunque su belleza relativa quizás dependa del ojo del que las esté mirando. Considere también cuánto cuesta hallar dichas piedras. Alguien tiene que saber cómo reconocer estos minerales al estar buscándolos y tiene que dedicar tiempo a esto. El extraerlos de la tierra puede ser muy costoso.”

“¿Se han descubierto alguna vez diamantes aquí en Zimbabwe?”, pregunté yo.

“Se encontraron diamantes en Somabhula en 1903, pero no en suficientes cantidades como para que valiera la pena emprender operaciones a gran escala. No obstante, se extraen otras piedras preciosas aquí. Por ejemplo, las muy conocidas esmeraldas de Sandawana son de una calidad extremadamente alta y muy valiosas. Otra piedra que se extrae aquí es la aguamarina, piedra transparente de color azul claro que es muy valiosa. Se han encontrado rubíes y zafiros en pequeñas cantidades. Pero aquí son comunes las piedras preciosas como la amatista, el citrino y el jaspe, que se derivan del cuarzo (mineral que abunda en Zimbabwe). El “mtorolite”, nombre local para cierta forma de cuarcita rara, tiene un tinte verde debido a la presencia de cromo. Puesto que se encuentra solo en Zimbabwe, se ha hecho popular entre los turistas que desean llevarse un recuerdo especial de este país.”

“Pero ¿cómo se pueden diferenciar algunas de estas piedras? Se parecen mucho”, comenté yo.

“Los expertos en gemas pueden efectuar diversas pruebas. Por ejemplo, si se sumergen tanto el citrino como el topacio —dos piedras que se parecen— en una solución de yoduro de metileno, el topacio se hunde, pero el citrino flota fácilmente. También se pone a prueba la dureza de las piedras. Por ejemplo, los diamantes solo se pueden rayar con diamantes. A propósito, el nombre se deriva de una palabra griega que significa ‘invencible’, puesto que en la antigüedad se creía que el diamante resistiría cualquier golpe.

Cierto tallista de piedras holandés que vivió a principios de los años 1900 pudo observar que éste ciertamente parecía ser el caso. Estuvo tallando el diamante más grande que jamás se había hallado... el diamante Cullinan, que el gobierno de Sudáfrica presentó al rey Eduardo VII. Él pasó semanas calculando cómo podía cortar la piedra de la manera más ventajosa. Finalmente colocó un instrumento cortante sobre la piedra, y con una barra de metal dio un golpe fuerte sobre el instrumento. ¡Éste se rompió! No obstante, con el tiempo sí logró cortar la piedra, y de ella hizo 105 gemas brillantes. La piedra más grande adorna las joyas de la corona británica.”

“Hoy en día —agregó él— para cortar los diamantes se utiliza polvo de diamante mezclado con aceite de oliva, el cual se coloca en el borde de discos extremadamente delgados de bronce fosforado.”

Yo estaba empezando a comprender por qué la durabilidad hace que una piedra sea preciosa. Pues, un diamante costoso puede durar prácticamente para siempre. Pero me enteré de que no todas las gemas son igualmente duras. Por ejemplo, el ópalo y la turquesa son un poquito más suaves que la arena, y el roce de la arena que se encuentra en el polvo corriente puede dañar estas piedras. La tinta, la grasa o hasta el agua pueden dañar la turquesa o las perlas. Pero ¿qué otros factores afectan el precio de las gemas en el mercado?

“Hace algunos años —dijo mi amigo experto— el color violeta estaba de moda entre las mujeres. Así, por cierto tiempo, la amatista se hizo prominente como piedra preciosa para hacer juego con otras cosas. A veces el mercado es afectado por el gusto de alguna mujer prominente o por las joyas que se usen en la boda de algún miembro de la familia real. Pero con el tiempo la demanda se normaliza y las piedras ocupan su posición normal. La rareza de la piedra es también un factor”.

Preciosas, pero prácticas

“¿Hay algún uso práctico para las piedras preciosas?”, pregunté.

“Oh, sí. Los rubíes y los zafiros se utilizan para las agujas de los tocadiscos. Los diamantes se utilizan en la industria para cortar y rayar. Hace años que los relojeros han estado usando las joyas como cojinetes. Además, los cristales de cuarzo ahora están contribuyendo a que los relojes sean aún más exactos. Debido a que tiene una dureza superior y es transparente a los rayos ultravioletas, el cuarzo sirve para hacer lentes que se utilizan en trabajo fotográfico de precisión. También se puede calentar el cuarzo para convertirlo en vidrio de sílice, el cual es muy útil en la cocina y el laboratorio, puesto que tolera el calor desigual y cambios súbitos en la intensidad del calor. También se puede estirar para formar hilos finos parecidos a la seda, pero que no se tuercen como ésta. Por eso se presta para experimentos delicados.”

Con esto, agradecí al experto en gemas nuestra charla iluminadora. Ahora, cuando veo piedras preciosas, aprecio más profundamente no solo su valor, sino también al Creador que las hizo disponibles para la humanidad. (Sal. 104:24.)