BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g84 8/12 págs. 16-20
  • Mi guitarra, mi música y mi Dios

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Mi guitarra, mi música y mi Dios
  • ¡Despertad! 1984
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • La prueba del fuego... el concierto
  • La hora de la verdad
  • Cómo llegué a ser concertista de guitarra
  • El espiritismo no me satisface
  • ¿Hay armonía en la Biblia?
  • Una nueva escala de valores
  • Mi música y mi adoración
  • La guitarra. Según se haga, así sonará
    ¡Despertad! 1991
  • Vivía para la música
    ¡Despertad! 1985
  • Un músico escoge la verdadera armonía
    ¡Despertad! 1988
  • ¿Debería asistir a los conciertos de rock?
    ¡Despertad! 1995
Ver más
¡Despertad! 1984
g84 8/12 págs. 16-20

Mi guitarra, mi música y mi Dios

EL 30 de octubre de 1963 fue un día muy especial para mí. A las 19.30 (7.30 p.m.) me presentaría como solista de guitarra en un programa de música clásica de dos horas de duración, que se llevaría a cabo en el teatro principal de Montevideo. Se había dado mucha publicidad a este acontecimiento, el cual también se iba a transmitir por radio a todo Uruguay.

Esa mañana desperté preso de una gran tensión nerviosa a causa de la perspectiva de presentarme ante un auditorio vasto y exigente. La tensión iba aumentando a medida que las horas parecían transcurrir mucho más lentamente que de costumbre. Pero una vez estuviera frente al auditorio tendría que controlar completamente mis nervios para poder concentrarme en el intrincado trabajo que les esperaba a mis dedos. Muchos futuros concertistas han fallado, víctimas de los nervios. En algunos casos ocurren lagunas mentales y hasta amnesias leves. Aparte de eso, la guitarra es un instrumento bien ingrato. Delata a uno inmediatamente. El más leve error al interpretar tonos delicados puede ser percibido aun por los oídos más inexpertos.

La prueba del fuego... el concierto

A eso de las 18.30 (6.30 p.m.) horas los espectadores empiezan a llegar. Entre ellos hay músicos profesionales, muchos entusiastas de la guitarra, profesores y maestros de música, estudiantes y aficionados, así como el público en general. Todos tienen una cosa en común... el deseo de disfrutar de un deleitable concierto. También esperan un nivel alto de maestría musical. Es bueno ver que todavía hay mucha gente que aprecia la armonía suave y melodiosa en contraste con la cacofónica y chillona música de rock.

Son las 19.20 (7.20 p.m.) horas. De pronto alguien llama a la puerta de mi camarín y me recuerda que dentro de cinco minutos debo aparecer en escena. Éste es el primero de tres anuncios. El próximo viene cuando solo faltan tres minutos, y el tercero cuando solo queda un minuto antes de que se levante el telón. ¿Cuál es la razón para esta cuenta regresiva que ataca los nervios? Bueno, puesto que las estaciones de radio locales transmitirán en cadena el concierto a casi todo el país, lógicamente la señal de “salir al aire” debe estar perfectamente sincronizada con el tiempo de comenzar.

¡Solo falta un minuto! Para entonces la tensión nerviosa ha aumentado enormemente. Se apagan las luces del auditorio principal. Ahora solo el escenario está completamente iluminado. Oigo una voz que me nombra y dice: “Debe subir a escena ahora”.

Éste es el momento crucial. Mi corazón late violentamente como si quisiera saltar fuera del pecho. Camino rápidamente hacia el centro del escenario detrás del telón cerrado. Se abre el telón, doy varios pasos hacia el frente, y como es la costumbre, el auditorio me recibe con un cálido aplauso. Esto hace que comience a relajarme y a aflojar parte de la tensión nerviosa. Se hace más fácil la comunicación con el auditorio.

La hora de la verdad

Antes de empezar pruebo rápidamente las cuerdas para comprobar por última vez la afinación del instrumento. Ahora empiezo lentamente a tocar la primera parte. Durante estos primeros compases mis manos tiemblan y vacilan. Poco a poco se vuelven firmes y gradualmente se controlan por completo. Los tonos musicales llegan a ser más agudos, claros, pulidos y exactos. Cuando llego a la segunda pieza, el sentimiento de inseguridad y vacilación casi se ha desvanecido por completo.

Siento que el fraseo de pasajes cortos, los muchos tonos delicados diferentes, la fuerza dinámica y también la riqueza total o el caudal del volumen del sonido han mejorado sobresalientemente. La muchedumbre atenta parece esforzarse por mantener silencio completo para percibir cada nota. El entusiástico aplauso que me prodigan al final me asegura que he pasado la prueba.

Los aplausos y las exclamaciones pudieran aparentemente coronar mis esfuerzos. Pero ¿qué fue lo que me impulsó a continuar presentándome ante el público? ¿Fueron los aplausos, las exclamaciones, y los admiradores que pedían mi autógrafo lo que me indujo a repetir este procedimiento muchas veces? ¿Pudiera ser solo un asunto de egoísmo o vanidad personal?

Cómo llegué a ser concertista de guitarra

Cuando era apenas un niño, una fuerza invisible pareció apoderarse de mí. Era el impulso íntimo de ser músico. Mi vocación musical se hizo notar a la temprana edad de cinco años. Quería estar tocando la guitarra siempre. Mis padres no prestaron mucha atención a esta inclinación. Pensaron que era solo una fantasía o un capricho pasajero. Pasaron más de cinco años antes de que mis padres tomaran mi deseo con más seriedad. De modo que empecé mis estudios formales de guitarra a los diez años de edad.

Cuando tenía 15 años empecé a presentarme ante el público. Entonces en 1959 gané el primer concurso, ocupando el primer lugar en el espectáculo anual presentado por una organización internacional con sede en Bélgica. En el año 1961 nuevamente ocupé el primer lugar en un espectáculo competitivo organizado por las tres principales instituciones musicales de Uruguay. Las presentaciones en público llegaron a ser frecuentes.

En 1964 viajé a los Estados Unidos junto con un pianista. Allá presentamos una serie de conciertos en la ciudad de Washington, D.C. Al volver a casa en 1965 continué extendiendo mi carrera musical. Me hallaba constantemente cumpliendo compromisos en varias estaciones de radio y televisión. Llegué a ser bien conocido y se me reconocía casi en cualquier parte de Uruguay.

El espiritismo no me satisface

Anteriormente yo había practicado la religión espiritista. Hasta había llegado a servir como médium y curador. Sin embargo, mi mayor interés y mi más sincero deseo era conocer mejor a Dios. Pero cuando recibí “comunicaciones” obviamente contradictorias desde el mundo de lo oculto, esto hizo surgir algunas dudas muy serias en mi mente y minó mi fe en el espiritismo. El caos y la confusión que reinaban en estas reuniones espiritistas hicieron patente que el Dios verdadero no podía aprobar tales prácticas. De modo que abandoné el espiritismo sin renunciar a la búsqueda de la verdad.

En 1965 recibí un ofrecimiento para viajar por Europa y hacer presentaciones personales en muchas ciudades principales, algo que siempre había ansiado. Sin embargo, para ese tiempo cultivé una estrecha amistad con un profesor de guitarra. Esta amistad resultó en grandes cambios en mi carrera y en mi relación con nuestro Creador.

¿Hay armonía en la Biblia?

Mis ideas acerca de Dios y su Palabra eran vagas y confusas. Pero cuando mi amigo, el profesor de guitarra, me visitó, las cosas comenzaron a cambiar. Desarrollamos el hábito de reunirnos regularmente para tocar música y hablar acerca de los acontecimientos corrientes. Los temas que considerábamos incluían la religión y la política. Aunque él había sido ateo, decidió estudiar las Escrituras. Por esa razón había aceptado un estudio bíblico semanal en su hogar con dos jóvenes misioneras de los testigos de Jehová. Puesto que conocía mi sincero interés en aprender acerca de Dios, me invitó a asistir. Acepté con gusto.

Estudiamos el folleto “Estas buenas nuevas del reino”. Pero yo hacía tantas preguntas que no avanzábamos mucho en la consideración del folleto mismo. No obstante, reconocí inmediatamente que ésta era la verdad que había estado buscando. Las enseñanzas confusas e incompatibles de la religión falsa fueron reemplazadas con verdades lógicas y armoniosas. Era como música a mis oídos. ¡Cómo me deleitó aprender acerca de Jehová y de cuál era la causa de la iniquidad, y que la única solución posible a los problemas humanos es mediante el Reino de Dios! Me estremecí de horror cuando me di cuenta de lo peligroso que había sido trabajar directamente con los demonios como médium en el pasado. (Deuteronomio 18:9-13; Isaías 8:19.)

Cuando empecé a estudiar con los testigos de Jehová, Myriam, mi prometida, empezó a estudiar con los adventistas. Cuando nos visitábamos, siempre intercambiábamos ideas sobre lo que estábamos aprendiendo. Ella se sorprendía de cuánto más aprendía yo que ella acerca de temas como la Trinidad, el infierno, la resurrección, el Reino y otros. Todo lo que ella había aprendido en ese tiempo era a “guardar el sábado”. Descubrí que la ley del sábado había sido dada exclusivamente a los israelitas y a nadie más (Salmo 147:19, 20). Ésta quedó cumplida y terminó con la muerte de Jesús (Efesios 2:14-16; Colosenses 2:16, 17). Ayudé a Myriam a entender este punto, y ella decidió dejar a los adventistas y comenzar a estudiar con los Testigos.

Nos casamos en 1967, y ambos simbolizamos nuestra dedicación a Jehová por inmersión en agua en 1970. Lamentablemente, mi amigo maestro, que había sido un buen instrumento para guiarme a la verdad, no continuó.

Una nueva escala de valores

Como testigo de Jehová, aprendí una nueva escala de valores. Dentro de mis limitaciones como humano imperfecto, aprendí a ver las cosas como las ve Jehová. Esto me movió a reconsiderar mis metas en la vida y hacer importantes ajustes. Analicé mi carrera musical de toda la vida a la luz de mi recién formada relación con Jehová. Medité sobre la gran cantidad de tiempo que consumía preparándome para los conciertos, viajando y en mis muchas presentaciones en público. ¿Cómo podía ayudarme esto a cumplir mi dedicación a mi Creador?

Mi futuro como concertista de guitarra era muy promisorio. Pero ahora había sucedido algo que cambiaba todo esto. Todas esas perspectivas ahora palidecían y perdían importancia al considerar las palabras de Jesús: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones”. Puse ambas cosas en la balanza para determinar qué sería lo más importante para mi auditorio... ¿escuchar un concierto de guitarra, o escuchar las buenas nuevas del Reino de Dios? Producir la clase de melodía que alaba a Jehová y da vida a los que la oyen es mucho más remunerador que cualquier otra cosa. Mi guitarra produce gozo y levanta el ánimo momentáneamente, pero lo que tengo que decir y enseñar ahora acerca de la Palabra de Dios puede traer beneficios permanentes. (Mateo 28:19, 20.)

Mi conciencia entrenada por la Biblia me movió a tomar una decisión vital. Decidí que sería mejor para mí abandonar mi carrera de concertista de guitarra. No me arrepiento de haber cancelado mis contratos, incluso la gira por teatros de Europa. No me parecía correcto decir: “Te serviré, Jehová, pero primero déjame hacer todas estas otras cosas que me interesan, y cuando las haya concluido, volveré y entonces seré fiel a ti”. (Lucas 9:57-62.)

Como era de esperar, esta decisión provocó severas críticas. La mayor parte de mis familiares, amigos y también personajes importantes del mundo de la música pensaron que me hallaba en un estado de confusión mental. No se daban cuenta de que mi mente estaba rectificándose y saliendo de su confuso estado anterior. Erróneamente llegaron a la conclusión de que mi nueva religión me prohibía continuar con los conciertos. Era difícil hacerles ver que la mía era una decisión personal. La conciencia me movió a dedicarme a la obra de predicar y otras actividades cristianas, que eran por mucho las más urgentes. Me sería casi imposible asistir a las reuniones cristianas y participar en la obra de predicar cuando estuviera en una gira de conciertos.

Mi música y mi adoración

Mi gozo y satisfacción como cristiano, después de dedicar mi vida a Jehová, han superado por mucho todo lo que jamás experimenté durante el tiempo cuando los conciertos significaban todo para mí. Ha sido un verdadero gozo y privilegio ayudar a muchas otras personas a llegar a conocer el hermoso ‘sonido de la verdad’, que es mucho más durable que el ‘sonido de la música’. Además de predicar regularmente en los hogares de las personas interesadas en la verdad y desde la plataforma, mis muchos deberes como anciano de la congregación cristiana me han mantenido ocupado y han llenado mi vida de actividad que vale la pena. En realidad, mi vocación en la vida ha pasado por un cambio radical. Mi actividad musical ha sido colocada en el lugar que le corresponde en mi vida, puesto que ahora estoy ‘buscando primero el Reino’. (Mateo 6:33.)

¿Cómo nos las arreglamos para vivir sin mi carrera de concertista? Durante algunos años serví de profesor en la Facultad del Instituto de Arte. En 1977 fui elegido para integrar una mesa de cinco jueces durante un concurso internacional de guitarra en Pôrto Alegre, Brasil. Al mismo tiempo daba clases en el Seminario Internacional de Música de esa ciudad.

En 1980 nos mudamos a España, donde actualmente doy lecciones privadas de guitarra. De esta manera mi guitarra ayuda a mantener a mi esposa y a mí en nuestro servicio a Jehová. De vez en cuando he producido melodías para alabar a Jehová formando parte de la orquesta que ha tocado en las asambleas cristianas. No hace falta decirlo, en reuniones sociales cristianas puedo agilizar mis dedos en mi guitarra de diez cuerdas, y mis amistades parecen disfrutarlo.

En el nuevo sistema de cosas que Dios pronto traerá, habrá más tiempo para desarrollar las habilidades y talentos naturales para el magnífico disfrute y placer de Dios y de los hombres. La perfección mental y física con vida eterna nos permitirá alcanzar metas y logros que hoy no podemos comprender ni concebir. En el Nuevo Orden la música servirá para alabar al Creador, no glorificar al músico ni al compositor.

Soy del mismo parecer que el salmista y músico compositor David, quien dijo: “Clamen gozosamente, oh justos, a causa de Jehová. De parte de los rectos la alabanza es propia. Den gracias a Jehová con el arpa; con un instrumento de diez cuerdas prodúzcanle melodía. Cántenle una canción nueva; esmérense en tocar las cuerdas junto con gozoso gritar” (Salmo 33:1-3). Trato de hacer lo mejor posible al predicar y al tocar mi guitarra de diez cuerdas, todo para la alabanza de Jehová.—Según lo relató Hermán Pizzanelli.

[Fotografía en la página 18]

Acostumbraba presentarme en la TV...

[Fotografía en la página 19]

... ahora toco para mis amistades

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir