El maratón docente del Japón
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Japón
“NADA, en realidad, es más esencial en la sociedad japonesa o más fundamental para el éxito del Japón —dice Edwin O. Reischauer, profesor de Harvard— que su sistema docente.”
Con todo, últimamente las escuelas del Japón han venido a estar bajo ataque. El periodista Yoshiko Sakurai dice: “El sistema de educación del Japón ha sido reducido a un concurso para pasar exámenes más bien que un medio por el cual los estudiantes son nutridos intelectualmente”. Sasuke Kabe, director de escuela japonés, concordó con esto, según se informa: “Hemos enfatizado tradicionalmente la adquisición de conocimiento en oposición al desarrollo de personas equilibradas”.
Por consiguiente, muchos educadores se quejan de que las escuelas del Japón se han convertido en un maratón docente... un agotador desafío de competencia. ¿Por qué llegó a surgir esa situación? Básicamente debido al alto valor que el pueblo japonés atribuye al respeto de otros y al éxito. Así, el tener empleo en una empresa o firma prestigiosa se tiene en muy alta estima. No obstante, para conseguir un empleo como ese, por lo general uno tiene que haberse graduado de una universidad de prestigio.
Sin embargo, a menos que uno haya asistido a ciertas escuelas secundarias, las probabilidades de entrar en una de esas universidades escogidas son bastante remotas. Pero es muy probable que usted no esté en la escuela secundaria adecuada si no logra entrar en la escuela intermedia apropiada, lo cual no sucede si la escuela primaria a la que usted asiste no tiene una cantidad razonable de estudiantes que aprueben los exámenes de entrada a la escuela intermedia. ¡Hasta la escuela de párvulos a la que uno haya asistido podría algún día determinar cuánto adelanta uno en cierta empresa!
El “infierno de los exámenes”
No es de extrañar, pues, que el periodista Kimpei Shiba escriba que “madres inclinadas a la educación [...] [comienzan] llevando a [sus] hijitos de solo 2 años de edad a fin de que sean adiestrados para los exámenes de entrada a la escuela de párvulos que les permitirán entrar en las mejores escuelas primarias”. La competencia es tan intensa que, de cada nueve estudiantes, solo uno consigue admisión.
Después de comenzar la escuela primaria, los siguientes 12 años se pasan en la preparación para los exámenes sucesivos necesarios para lograr admisión en los niveles de estudios superiores. El periodista Shiba dice: “La competencia [es] tan violenta que se creó la expresión el ‘infierno de los exámenes’. Cuando los niños pasaban al sexto grado de la escuela primaria, se apresuraban por llegar a casa con el trabajo [tareas] que requería unas dos horas de estudio. Luego se tragaban la cena antes de salir apresuradamente hacia escuelas privadas llamadas ‘juku’, que se especializan en preparar a estudiantes para los exámenes de admisión a la escuela intermedia, donde los estudiantes pasaban 3 horas de adoctrinamiento bajo gran presión 7 días a la semana”.
Usted naturalmente supondría que, después de haber sobrevivido a un desafío tan enorme como ese, los nuevos universitarios serían todos estudiantes sobresalientes que están ansiosos de aprender. No es así, dice el escritor Kimpei Shiba. Él describe al estudiante universitario promedio como uno que “puede tomar las cosas con calma y a menudo jugar mah-jongg por medio día durante horas escolares porque sabe que es seguro que recibirá su diploma. Todo lo que necesita es obtener la cantidad requerida de créditos”. Parece que a la mayoría de los empresarios les interesa poco cuánto realmente han aprendido los graduados. Los empleos son para los que simplemente se gradúen de las universidades apropiadas.
Los frutos de la competencia
No es sorprendente que haya surgido todo tipo de corrupción y problemas en este ambiente de competencia. Todos los años hay padres preocupados que, mediante soborno, logran la admisión de sus hijos en universidades, escuelas secundarias y escuelas intermedias. Algunos padres hasta hacen arreglos para obtener divorcios falsos a fin de que uno de los padres y un hijo puedan registrar una dirección que indique que viven en la jurisdicción de una escuela prestigiosa. Pero cuando miles de estudiantes compiten por solo unos cuantos centenares de vacantes en cierta escuela, la mayoría queda desilusionada. Esto ha llevado a algunos al suicidio. Otros han desahogado su frustración mediante actos de violencia.
Quizás lo más angustioso de todo sea el efecto que tiene en los estudiantes este ambiente en que el pez grande se come al chico. Es interesante notar que la oficina del primer ministro comisionó a un grupo de personas para comparar las actitudes de los jóvenes, entre las edades de 18 y 24 años, en 11 países. Una de las preguntas que se hizo fue: ‘¿Desea usted ser adinerado?’. El Japón encabezó a los países donde se contestó afirmativamente. Por otra parte, a los jóvenes se les preguntó también si querrían ayudar a personas mediante trabajo social. Los jóvenes japoneses fueron los últimos de la lista. Así que, aunque las escuelas del Japón sobresalgan en lo académico, algunas personas les darían una mala calificación en lo que tiene que ver con producir personalidades equilibradas, que manifiesten interés en otros.
¿Tiene todavía otros efectos perjudiciales en los estudiantes la filosofía docente de éxito a toda costa? Considere un problema que se ha desarrollado en las escuelas alemanas.
[Comentario en la página 5]
“El sistema de educación del Japón ha sido reducido a un concurso para pasar exámenes más bien que un medio por el cual los estudiantes son nutridos intelectualmente”
[Fotografía en la página 5]
La competencia comienza temprano
[Reconocimiento]
Centro de información del Japón