BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g87 8/8 págs. 3-5
  • “¡No puede ser verdad!”

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • “¡No puede ser verdad!”
  • ¡Despertad! 1987
  • Información relacionada
  • “¡No puede ser!”
    Cuando muere un ser querido
  • Nuestras cinco décadas de mantener integridad
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
  • Sobreviví al accidente del vuelo 801
    ¡Despertad! 1998
  • Esperanza para los muertos, consuelo para los dolientes
    ¡Despertad! 1987
Ver más
¡Despertad! 1987
g87 8/8 págs. 3-5

“¡No puede ser verdad!”

“EL 31 de mayo de 1982 era un día hermoso. El Sol brillaba, el cielo estaba azul... y pensé que sería una ocasión perfecta para limpiar el jardín. Hacía poco que habíamos cortado el viejo olmo de hoja pequeña y todavía quedaban algunos palitos y ramas sobre el césped. Entonces recordé que nuestro amigo George tenía una máquina que podría facilitarme el trabajo, de modo que le telefoneé.

”George era un piloto experimentado, y le encantaba volar. De modo que no me sorprendí cuando me dijo que iba a invitar a unos amigos a dar un paseo en su avioneta y me preguntó si a nosotros también nos gustaría ir. Dianne, mi esposa, y yo decidimos que sería un cambio agradable después de arreglar el jardín. Llevamos a nuestra hijita de tres años con nosotros. María, una niña encantadora y despierta, de cabello y ojos de color castaño oscuro, estaba ilusionadísima.

”Cuando llegamos al aeropuerto, otro amigo esperaba su turno, así que nos metimos todos en la avioneta de cuatro plazas. Sobrevolamos el lago y nos dirigimos hacia las montañas. Era hermoso. Miramos fuera y vimos aquellos parajes que nos resultaban tan familiares y a algunas personas en una colina que disfrutaban de una comida campestre. María estaba entusiasmada. Entonces, al pasar sobre la cima de la colina, la avioneta fue arrastrada por una repentina y fuerte ráfaga de viento descendente. El motor empezó a fallar y se paró, ¡y nos precipitamos hacia abajo!

”En lo único en lo que pude pensar fue en tratar de colocarme entre mi esposa, que tenía a María en el regazo, y el asiento delantero. No lo conseguí. La avioneta se estrelló contra la ladera de la colina.

”Intenté levantarme, pero no conseguía moverme. Oí a Dianne pidiendo ayuda, pero no era capaz de hacer nada. Lo único que podía hacer era gritar por auxilio.

”Finalmente acudieron equipos médicos de urgencia para sacarnos de allí. Aunque habíamos hecho un aterrizaje forzoso perfecto, George y el otro amigo habían muerto, y nosotros tres nos encontrábamos gravemente heridos. María sufrió lesiones cefálicas e internas. Estando yo todavía encamado en el hospital, mi suegro asumió la dolorosa misión de venir a decirme que la niña había muerto... fue como recibir una puñalada en el pecho. ‘¿Por qué ella? ¿Por qué no pude haber sido yo? No es justo que una criatura como ella tenga que morir’, pensé. Si no hubiese aceptado aquel paseo en avioneta...

”Dianne tenía la columna vertebral rota, y su estado era crítico. Tres semanas después del accidente, ella también murió. Había perdido de un golpe a mi hijita y a mi esposa. Pensé que lo había perdido todo. ¿Cómo podría seguir viviendo?” —Según lo relató Jess Romero, Nuevo México (E.U.A.).

“Mi hijo Jonathan estaba en Long Island visitando a unos amigos. A Valentina, mi esposa, no le agradaba que fuese allí. Siempre se preocupaba por el tráfico. Pero a él le gustaba la electrónica, y sus amigos tenían un taller donde podía hacer prácticas. Yo me encontraba en casa, en West Manhattan, y mi esposa había ido a Puerto Rico a visitar a su familia.

”Estaba dormitando frente al televisor mientras pensaba: ‘Jonathan regresará pronto’. Entonces sonó el timbre de la puerta. ‘Seguro que es él.’ No lo era. Era la policía y unos paramédicos.

”‘¿Conoce usted este permiso de conducción?’, preguntó el oficial de policía. ‘Sí, es el de mi hijo Jonathan.’ ‘Tenemos malas noticias para usted. Ha habido un accidente y... su hijo..., su hijo ha muerto.’ Mi primera reacción fue decir: ‘¡No puede ser! ¡No puede ser!’.

”Aquello nos cayó como una bomba y abrió una herida en nuestro corazón que todavía, casi dos años después, no se ha curado.” —Según lo relató Agustín Caraballoso, Nueva York (E.U.A.).

“En la España de los sesenta, a pesar de la persecución religiosa que experimentábamos por ser Testigos, éramos una familia feliz: María —mi esposa—, nuestros tres hijos —David, Paquito e Isabel, de trece, once y nueve años respectivamente— y yo.

”En marzo de 1963, Paquito vino un día de la escuela quejándose de mucho dolor de cabeza. Estábamos desconcertados porque no sabíamos cuál podría ser la causa; pero esa situación no duró mucho. Tres horas después, había muerto. Una hemorragia cerebral había acabado con su vida.

”Paquito murió hace veinticuatro años, pero el profundo dolor de aquella pérdida sigue afectándonos hasta este día. Cuando unos padres pierden a su hijo, siempre sienten que han perdido una parte de sí mismos, sin importar cuánto tiempo haya transcurrido o cuántos otros hijos puedan tener.” —Según lo relató Ramón Serrano, Barcelona (España).

Estas son solo unas pocas de los millones de tragedias que azotan a las familias por todo el mundo. Como testifican la mayoría de los padres dolientes, cuando la muerte se lleva a un hijo, esta es, sin duda, un enemigo. (1 Corintios 15:25, 26.)

Pero, ¿cómo salieron adelante estas personas afligidas cuyos casos acabamos de citar? ¿Es posible volver a tener una vida normal después de semejante pérdida? ¿Existe alguna esperanza de que podamos ver de nuevo a nuestros seres queridos que han fallecido? En caso afirmativo, ¿dónde y cómo podrá ser eso? Estas y otras preguntas relacionadas se considerarán en los siguientes artículos.

[Reconocimiento en la página 3]

The Daily Herald, Provo, Utah

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir