De nuestros lectores
Cómo curar las quemaduras
Hace algún tiempo, cuando me proponía encender la llama piloto del calentador de agua para el baño, abrí el gas, y al cabo de un momento, encendí la cerilla. De repente, se produjo una explosión y todo empezó a arder. El dorso de mi mano izquierda, la que había usado para conectar el piloto, quedó completamente quemado. Recordé que había leído en ¡Despertad! que en estos casos debería aplicarse agua, así que traté de refrescar la mano. Mi padre me recomendó que me aplicara una hoja cortada de áloe, y así lo hice. Pero el dolor se extendió por toda la mano, y no podía resistirlo. Mientras tanto, empecé a buscar en los Índices de las publicaciones Watch Tower bajo el tema “Quemaduras”, y localicé el artículo: “Lo que usted debe saber sobre las quemaduras” (8 de octubre de 1980). Al leerlo, me di cuenta de que no decía que había que ‘refrescar la quemadura con agua’, sino ‘meterla en agua helada’. Durante casi tres horas estuve haciendo lo que decía el artículo. No pensaba que con una quemadura como aquella se me pudiese curar la mano sin dejar señal. Pero a la mañana siguiente, ¡no había ninguna cicatriz! La mano ha quedado perfectamente curada.
M. K., Japón
Este tratamiento también se consideró con detalle en nuestro número del 8 de noviembre de 1966. Si la quemadura es en una mano o una extremidad inferior, se puede sumergir la zona afectada en agua helada durante quince minutos, luego sacarla y repetir el proceso hasta que el dolor desaparezca por completo al mantener dicha zona fuera del agua helada. Eso suele suceder en el plazo de unas tres horas. Si la quemadura ha afectado a una parte más extensa del cuerpo, puede tratarse con compresas de hielo. Se debería tener presente que el aplicar demasiado frío a partes extensas del cuerpo puede hacer que la temperatura corporal descienda excesivamente y provocar un estado de choque.—La dirección.
La Constitución de Estados Unidos
Me gustó el artículo “La Constitución de Estados Unidos y los testigos de Jehová” (22 de octubre de 1987). Después de investigar un poco sobre la historia de la Constitución, aprendí que muchos de los hombres que la firmaron eran racistas, tenían esclavos y los trataban con brutalidad, mientras que al mismo tiempo eran personas religiosas que asistían a una iglesia e imponían a la fuerza sus dogmas a sus esclavos. Por lo general, parece ser que los libros de historia han omitido estos hechos.
A. N., Japón
Es cierto que los elevados ideales que se expresan en el preámbulo de la Constitución, “para establecer justicia, afianzar la tranquilidad nacional y garantizar las bendiciones de la libertad”, no beneficiaron a todos los habitantes de Estados Unidos al tiempo de su adopción, en 1787. Pasaron casi ochenta años antes de que se prohibiera la esclavitud (1865), y más de ciento treinta antes de que se garantizase a las mujeres el derecho al voto (1920). El conseguir una total igualdad racial está tomando aún más tiempo. Por supuesto, esto pone de relieve las limitaciones del hombre imperfecto y egoísta, además de mostrar que verdaderamente se necesita el gobierno del Reino de Dios por medio de su Hijo Cristo Jesús, gobierno que garantizará una justicia absoluta. (Isaías 9:6, 7; 32:1, 2; Mateo 6:9, 10.) De todas formas, se podría decir que la Constitución, con todas sus deficiencias, contiene la expresión de ideales en un marco que posibilitó mejorar el funcionamiento del gobierno, de modo que, con el tiempo, estos ideales beneficiaran a más personas, y hoy a un grado mayor que en 1787.—La dirección.