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  • Observando el mundo
  • ¡Despertad! 1988
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  • “La revista religiosa más conocida”
  • Los efectos de la permanencia en el espacio
  • El resfriado gana una victoria
  • Policías corteses
  • El chicle y la conducción
  • Nunca se es demasiado viejo
  • Pérdidas costosas
  • Cuellos que oprimen
  • Nuevo temor nuclear
  • “Lenguaje ambiguo”
  • Creciente tensión mundial... las causas
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¡Despertad! 1988
g88 8/6 págs. 29-30

Observando el mundo

“La revista religiosa más conocida”

A fin de determinar cuál es la revista religiosa más conocida por los finlandeses, se llevó a cabo una encuesta patrocinada por el periódico Kotimaa, el más importante de la iglesia luterana de Finlandia. Los resultados de dicha encuesta se presentaron en un artículo de primera página titulado: “La Atalaya es la revista religiosa más conocida”. Al comentar sobre el éxito de La Atalaya en comparación con otras revistas religiosas, un artículo de fondo que apareció en el mismo número del citado periódico explicó lo siguiente: “La razón de que [La Atalaya] sea la más conocida es la fiel e incansable labor que realizan sus distribuidores; todo el mundo reconoce a los que venden esas revistas en las esquinas de las calles, sin moverse de su puesto prescindiendo del tiempo que haga”.

Los efectos de la permanencia en el espacio

El cosmonauta soviético Yuri Romanenko pasó trescientos veintiséis días en la estación espacial Mir. ¿Cómo afectó a su cuerpo el tiempo récord que permaneció en el espacio en una prolongada ingravidez? Según la revista francesa L’Express, Romanenko es unos tres centímetros más alto, sus músculos se han debilitado, sus huesos se han vuelto quebradizos y su volumen sanguíneo ha disminuido en un 25%. Los músculos de la pantorrilla se le han encogido, aunque se mantuvo en forma haciendo ejercicios con una bicicleta fija y una cinta sin fin. Romanenko recomendó en broma que los futuros cosmonautas fuesen “calvos para que no tuvieran que cortarse el pelo, poseyesen brazos fuertes —preferiblemente seis— y piernas delgadas, o solo una, con agarraderas para sujetarse”.

El resfriado gana una victoria

Las autoridades británicas han decidido cerrar su Instituto Nacional para la Investigación Médica sobre el Resfriado Común, situado en Wiltshire, en el sur de Inglaterra. Dicho instituto, fundado hace unos cuarenta años, había dedicado sus investigaciones a encontrar un medio eficaz de combatir el resfriado común. Sin embargo, “al no conseguirse resultados positivos —dice el periódico francés Le Monde—, [las autoridades] consideran que la subvención anual que se hace al instituto, 500.000 libras esterlinas, se podría aprovechar mejor para otros fines”. Según David Tyrell, el director del instituto, el darse “un baño caliente” sigue siendo el mejor remedio para cuando uno se constipa o coge frío.

Policías corteses

Después de publicarse una encuesta gubernamental sobre los organismos estatales, el Cuerpo Nacional de Policía del Japón emprendió una “Campaña para Mejorar la Imagen Pública”. Según el informe, los policías dejaron la peor impresión. Como se temía que esa imagen pudiese estorbar la cooperación ciudadana en las investigaciones criminales, el vicecomisario general del cuerpo dijo a los policías que mejorasen su imagen pública. Un jefe de policía contrató los servicios de una línea aérea. Esa compañía le envió a dos especialistas en comportamiento cortés para enseñar a los policías “el abecé de cómo tratar a la gente”. Todo el personal de la comisaría ha recibido preparación para tratar a sus “clientes” con cortesía.

El chicle y la conducción

Posiblemente, el mascar chicle sea mejor estimulante para los conductores adormilados que el café, las compresas frías o el cantar, informa el periódico japonés Asahi Evening News. En unas pruebas efectuadas a conductores experimentados con edades comprendidas entre los treinta y los cincuenta años, se descubrió que el mascar chicle elevaba el ritmo de las ondas cerebrales de los conductores adormilados a un 50% de lo normal, y diez minutos más tarde dicho ritmo se mantenía un 25% más elevado que cuando se da una cabezada. Por otro lado, el café elevaba el ritmo de las ondas cerebrales tan solo a un 40% por encima del que se registra en estado de adormecimiento, y a los diez minutos todos los efectos habían desaparecido. Por lo general, las compresas frías y el cantar solo produjeron efectos momentáneos. Sin embargo, el informe indica que “el detener el automóvil, parar el motor y descansar un poco sigue siendo el mejor consejo para evitar que los conductores se duerman mientras conducen”.

Nunca se es demasiado viejo

Aprender un nuevo idioma siempre representa un desafío. Pero unos investigadores que trabajan en diferentes sucursales del Instituto Max Planck, de la República Federal de Alemania, rebaten la creencia de que la aptitud para aprender disminuye con la edad. Según el periódico londinense The Times, el profesor Wolfgang Klein dice que no hay “evidencia científica de que los adultos que quisieran hablar con fluidez un idioma extranjero se encarasen a mayores dificultades que los niños”. Aunque, por lo general, a los adultos les es más difícil pronunciar con un buen acento, aventajan a los niños en lo tocante a dominar un vocabulario más extenso. Según el profesor Paul Baltes, del Instituto de Investigación sobre la Educación, “muchas personas de edad avanzada poseen considerables reservas de memoria, que podrían utilizarse para estudiar y pensar”. Otro investigador —añade el mencionado periódico— dijo que la supuesta pérdida de capacidad intelectual de las personas “de edad avanzada pudiera deberse a su estilo de vida y no a sus posibilidades: en muchos casos, se debió a que no utilizaban la capacidad cerebral de que disponían”.

Pérdidas costosas

Los corredores de bolsa, las empresas y las compañías de venta por correo de Estados Unidos gastan anualmente más de cien mil millones de dólares en producir y distribuir unos treinta mil millones de documentos. ¿Qué ocurre con todos esos documentos? Por cada dólar que se necesita para imprimir los formularios, “se gastan entre 20 y 80 dólares adicionales en procesarlos, distribuirlos, almacenarlos y, finalmente, destruirlos”, informa el periódico The Times, de Londres.

Cuellos que oprimen

Según un reciente estudio efectuado en la universidad Cornell, aunque a los oficinistas se les suele aplicar la expresión inglesa white-collar workers (trabajadores de cuello de camisa blanco), se les describiría mejor con la expresión “tight-collar” workers (trabajadores de cuello de camisa apretado). De los noventa y cuatro trabajadores que se escogieron para el estudio, los investigadores descubrieron que “el 67% llevaba el cuello de la camisa demasiado apretado”, informa la revista Prevention. “Cuando se les examinó la vista, se vio que la capacidad de la retina para ajustarse rápidamente a los cambios de luz había disminuido.” Los investigadores sospechan que debido a que los cuellos apretados no dejan que la sangre circule apropiadamente hacia la cabeza, también pueden verse afectados los sentidos del olfato, el oído y el gusto, e incluso la capacidad de pensar con claridad.

Nuevo temor nuclear

A medida que aumenta la industria de materiales nucleares comerciales, ha surgido un nuevo temor: que los terroristas se apoderen de dichos materiales durante su transporte. “Las oportunidades para realizar actos terroristas, como los intentos de robar plutonio, aumentarán sustancialmente como resultado del mayor uso comercial que se hace de este elemento”, dice un informe del Departamento de Defensa de Estados Unidos. El plutonio es el principal material utilizado en la fabricación de armas nucleares. También es un subproducto del funcionamiento de las centrales nucleares y se usa para alimentar otros reactores. El gobierno teme que los terroristas roben el plutonio para “fabricar artefactos explosivos” o para “crear un peligro radiológico”.

“Lenguaje ambiguo”

“En este mundo no hay nada seguro salvo la muerte y los impuestos”, escribió el político norteamericano Benjamín Franklin en 1789. Según el profesor de lengua inglesa William Lutz, actualmente quizás hubiese escrito: “No hay nada seguro salvo el resultado negativo del cuidado de un paciente y el incremento de las rentas públicas”. El problema es el “lenguaje ambiguo”, es decir, “el lenguaje impreciso y engañoso, incluyendo la jerga burocrática”, comenta la publicación Parade Magazine. Parece que algunos funcionarios gubernamentales, debido a su esfuerzo por ocultar u oscurecer información, han llegado a dominar este lenguaje. En lugar de decir que una persona miente, se habla de que “desorienta” u “oculta información”. Al lápiz se le ha llamado un “registrador manual portátil de comunicaciones”, y el orificio ocasionado por una bala ha sido calificado de “apertura inducida balísticamente en el entorno subcutáneo”. A los pobres se les llama “deficientes crematísticos”, y de alguien asustado se dice que está “filosóficamente desilusionado”. El habla ambigua también predomina en el campo de la medicina, donde la muerte se convierte en un “episodio terminal” y la negligencia en un “infortunio terapéutico”.

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