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  • ¿Están las escuelas reemplazando a los padres?
  • ¡Despertad! 1988
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¡Despertad! 1988
g88 8/9 págs. 3-4

¿Están las escuelas reemplazando a los padres?

HOY día se espera que las escuelas hagan mucho más que enseñar a leer, escribir y contar. En muchas se proveen comidas, dirección moral y otros servicios que tiempo atrás eran considerados propios del hogar. “Cada vez más padres esperan que sean las escuelas, especialmente los miembros del consejo asesor, o tutores, quienes críen a sus hijos”, dice Jim McClure, presidente del consejo asesor de una escuela de educación secundaria.

No obstante, muchos padres se encaran a la disyuntiva de escoger entre mantener adecuadamente a sus hijos o atenderlos personalmente. A diferencia de la situación existente durante la generación anterior, el ganarse la vida en estos tiempos suele requerir que se deje a los hijos sin la deseada supervisión de los padres. Por otro lado, el suministrar dicha atención puede significar no mantener adecuadamente a la familia. Ambas situaciones dejan mucho que desear.

Cuándo empezó la decadencia

Los que han estudiado los problemas que afectan al sistema educativo moderno opinan que la decadencia empezó hace más de cuarenta años, inmediatamente después de la segunda guerra mundial. Las mujeres apoyaron el esfuerzo bélico al entrar en el mercado laboral industrial. Luego, una vez que terminó la guerra, una cantidad considerable de ellas no regresaron a su anterior papel de madre y principal tutor de sus hijos, sino que continuaron en sus empleos.

Con el transcurso de los años, hubo más cambios sociales que complicaron los asuntos. Los valores morales se fueron erosionando. El divorcio llegó a ser algo aceptable, y debido a ello, una cantidad cada vez mayor de hogares se quedó con solo uno de los padres. Además, el creciente coste de la vida obligó a muchos padres a trabajar más horas. Estas tendencias han limitado en gran manera el tiempo que les queda para atender las necesidades intelectuales, físicas, emocionales y espirituales de sus hijos. Por eso, a fin de llenar dicho vacío, los padres dejan mucho de ese peso en manos de las escuelas. Pero, ¿atañe esa responsabilidad a las escuelas?

Las realidades de nuestros tiempos

“La nueva realidad —explica Gene I. Maeroff, escritor sobre temas de educación— es que el padre que solía regresar fielmente todas las noches a casa después de un duro día de trabajo para reunirse con su hacendosa esposa y sus dos hijos, unos muchachos bien educados y emocionalmente estables, ahora probablemente vive solo en algún frío apartamento donde trata de calcular la manera de pagar sus sencillas cenas después de extender el cheque semanal a su ex mujer. La madre, que quedó sola al cargo de los hijos [...], trabaja tres días a la semana.” ¿Cuáles son las consecuencias?

“Los hijos —dice Maeroff— se encaran a la imponente tarea de construir su futuro educativo sobre un fundamento resquebrajado.” Por ejemplo: una profesora de enseñanza primaria de Estados Unidos hizo la siguiente observación: “Más del veinte por ciento de nuestros estudiantes acuden diariamente a la escuela sin haber desayunado”. En vista de que el desayuno es vital para poder aprender, esta profesora se lamenta, y dice: “Tratamos de resolver el problema mediante establecer un programa de desayunos”. En esa misma escuela una niña se puso enferma y le subió mucho la fiebre. Cuando se localizó a la madre en su lugar de trabajo, esta respondió: “No puedo ir a buscarla. Estoy trabajando”. Finalmente pidió permiso para salir del trabajo, pero dijo que se sentía “frustrada” por haber tenido que decidir entre atender a su hija enferma y ganar dinero.

Las condiciones que reinan en las escuelas

La decadencia moral de la sociedad ha dañado seriamente la enseñanza que se provee en las escuelas. Ha provocado que a estas les sea casi imposible suministrar guía moral. Como ilustración de lo que ha cambiado el ambiente escolar, adjuntamos una relación de los siete principales problemas que requerían disciplina en las escuelas públicas de Estados Unidos en 1940 en contraste con los diecisiete principales problemas en 1982. Los problemas escolares que encabezaban la lista en 1940 eran los siguientes: 1) hablar, 2) mascar chicle, 3) hacer ruido, 4) correr por los pasillos, 5) no mantener el orden al estar en fila, 6) llevar ropa inadecuada y 7) no echar los papeles en las papeleras.

Por otro lado, en 1982 los problemas que encabezaban la lista eran: 1) violación, 2) hurto, 3) agresión, 4) robo con escalo, 5) incendio premeditado, 6) uso de explosivos, 7) asesinato, 8) suicidio, 9) absentismo, 10) vandalismo, 11) extorsión, 12) drogadicción, 13) abuso de bebidas alcohólicas, 14) peleas entre pandillas, 15) embarazos, 16) abortos y 17) enfermedades venéreas.

Débora, quien es madre de cuatro hijos, se preocupa por la influencia que ejercerá en ellos este ambiente escolar. “Me crié protegida —recuerda—. Casi todas las personas y las cosas que me rodeaban eran un apoyo para ayudarme a que me hiciera adulta. Los que nos criamos de esa manera tenemos que darnos cuenta de que nuestros hijos están viviendo en un mundo muy diferente.”

Es cierto; en algunas escuelas situadas en barrios pobres de Estados Unidos, los estudiantes suelen llevar navajas y pistolas; toman drogas y trafican con ellas, y expresiones como “coke head” (cocainómano) forman parte de su vocabulario cotidiano. Los profesores suelen darse por satisfechos, no necesariamente con haber enseñado bien a sus estudiantes, sino con haber sobrevivido un día más sin grandes problemas.

Las lamentables condiciones que existen dentro de las escuelas subrayan el hecho de que estas no pueden ocupar el lugar de los padres en lo tocante a proveer la dirección y el apoyo que los niños necesitan para tener éxito en la vida. Sin embargo, a pesar de dichas condiciones, hay estudiantes que se abren camino en todo tipo de escuelas alrededor del mundo.

“¿Cuál es la clave del éxito? —quizás pregunte usted—. ¿Cómo puedo yo, como padre o madre, ayudar a mi hijo a que salga adelante? ¿Y qué tendrá que hacer él por su parte?”

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