De nuestros lectores

Los padres también tienen una tarea que hacer

Mis más sinceras gracias por sus artículos sobre el tema “Padres... Ustedes también tienen una tarea que hacer” (8 de septiembre de 1988). Tanto las sugerencias como las experiencias fueron muy prácticas. A decir verdad, hace aproximadamente un año me di cuenta de que, cuando estaba en casa, toda mi atención giraba en torno a las tareas domésticas o cosas personales, por lo que, aunque estaba con los niños, en realidad no les dedicaba ningún tiempo. Desde entonces me he esforzado por interesarme más en ellos. Así que, para mí, esos artículos fueron muy provechosos. Ahora, a la vez que procuro que mis hijos sepan que los quiero con todo mi corazón, trato de realizar bien mi tarea de madre.

Y. N., Japón

Desengaño amoroso

Acabo de leer el artículo “¿Cómo puedo sobreponerme a un desengaño amoroso?” (22 de enero de 1988). Todo lo que dice me aplica a mí. El chico con el que salía rompió nuestra íntima amistad. Se comportó exactamente como dice el artículo. Primero empezó a desentenderse de mí, como si así fuese a desaparecer el problema. Cuando eso no dio resultado, entonces se limitó a sentarse y explicar lo que ocurría. Durante unos días no pude hacerme a la idea; pero hoy, especialmente después de haber leído el artículo, me siento aliviada, aunque no puedo decir que me alegre por lo ocurrido. Ahora me doy cuenta de que no soy la primera persona que ha pasado por esto, ni seré la última.

C. V., Brasil

Llegué a un punto en que necesitaba ayuda sobre este asunto. Hablé con mi madre y con una amiga, pero ambas me dijeron que era una boba, que ya se me pasaría. Sin embargo, como ¡Despertad! describió, estaba totalmente destrozada y desengañada. Parecía que no había nada más en la vida que tuviese importancia. ¡Despertad! fue lo que, como ninguna otra cosa, me dio la ayuda que necesitaba.

M. M., Portugal

En aquel entonces yo tenía trece años. Me duró un año y medio. Estaba tan dolida y disgustada, que he guardado cierto rencor a todos los chicos. No quería hablar con ninguno a no ser que tuviese que hacerlo o que estuviese casado. Ahora me doy cuenta de que obré mal. Su artículo me ha ayudado a ver que puede haber otro más idóneo con el que casarme.

J. W., Estados Unidos

Creo que ahora estoy en mejor posición emocional, mental y espiritual para buscar cónyuge. El artículo dejó claro que no hay una manera de terminar una relación que sea fácil y no cause dolor. Este tipo de artículos pueden ayudar mucho a los jóvenes para que sean más sensatos en lo que tiene que ver con el noviazgo, y así eviten en gran medida la angustia y desdicha que resulta de casarse por compasión y sentimentalismo.

A. U. I., Nigeria

Publicidad

Aunque no soy testigo de Jehová, estoy suscrito a sus revistas. Quisiera darles las gracias por los artículos que publican. Tengo un trabajo difícil y delicado en un hospital psiquiátrico. Actualmente asisto a un curso de tres años sobre psiquiatría patrocinado por diferentes universidades, y hace tan solo unos días tuve los exámenes de primero y segundo curso. Los artículos sobre la publicidad que aparecieron en el número del 8 de febrero de 1988 de la revista ¡Despertad! fueron una ayuda muy valiosa para mi examen de sociología. Mi preparación se basó mayormente en su revista. Saqué una buena calificación. Gracias de nuevo, y felicidades por las revistas tan interesantes que publican.

P. V., Italia