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¡Despertad! 1989
g89 22/3 págs. 18-20

Los esteroides: para qué se toman y qué efectos producen en el cuerpo

ESTEROIDES. Esta sola palabra trae a la memoria el escándalo que ensombreció los Juegos Olímpicos de 1988, celebrados en Seúl (República de Corea). El Comité Olímpico Internacional suspendió, por el supuesto uso de esta droga, a varios atletas llenos de esperanza. El velocista más rápido del mundo en los 100 metros lisos gozó de la gloria de su medalla de oro, pero por poco tiempo. Unos controles llevados a cabo después de la carrera revelaron el uso de esteroides, de modo que perdió su medalla y su récord mundial.

Sin embargo, esto no debería haber tomado por sorpresa al mundo del deporte. En los Juegos Olímpicos de Invierno de 1988, celebrados en Calgary (Canadá), uno de los participantes fue descalificado por haber dado positivo en el control de esteroides. Se dice que al saber que iba a haber este tipo de control, la mitad de los veintiocho atletas que debían participar en las pruebas de “fuerza” —lanzamiento de peso, martillo, jabalina y disco— en el prestigioso torneo de atletismo World Class, que se celebró en 1987 en Zurich (Suiza), no comparecieron.

En 1983, en Caracas (Venezuela), quince atletas fueron excluidos de los Juegos Panamericanos por consumo de esteroides. Las Olimpiadas de 1984 tampoco se libraron de la vergüenza de los esteroides, pues varios ganadores fueron desposeídos de sus medallas.

En casi todos los deportes ha habido algún escándalo relacionado con el consumo de esteroides: atletismo, culturismo, levantamiento de pesas y fútbol americano, por mencionar algunos. Más de veinte jugadores de fútbol americano de diferentes universidades estadounidenses fueron excluidos de los partidos especiales que se juegan después de la temporada como sanción por consumo de esteroides. Un famoso veterano de la NFL (siglas en inglés para Liga Nacional de Fútbol) que jugó catorce temporadas en el fútbol americano profesional dijo: “En algunos equipos, entre el 75 y el 90% de los jugadores toman esteroides”. La revista Psychology Today comentó: “Muchos de los [...] entrevistados dicen que el 100% de los que participan en competiciones de culturismo toman esteroides”.

Pero el abuso de estas drogas no se limita a los deportistas profesionales y universitarios. Hoy día se consume una gran cantidad de esteroides entre los culturistas y deportistas, tanto masculinos como femeninos, y hasta entre jovencitos que ni siquiera han llegado a la adolescencia.

El doctor William N. Taylor, miembro del Olympic Drug Control Program de Estados Unidos, advirtió que el uso de estas drogas ha alcanzado “proporciones epidémicas”. ¿De cuánto alcance es esta epidemia? Taylor mencionó que, además de los deportistas, hay contables, profesores, peones y hasta policías que abusan de los esteroides. “Ya no es un problema de los deportes —dijo—, es un problema social. Y estas personas están jugando con dinamita.”

Los esteroides anabolizantes son poderosas variedades sintéticas de la testosterona (hormona sexual masculina). Durante algunos años, han sido utilizados clínicamente, y bajo cuidadosa supervisión, como ayuda para acelerar la pubertad retardada, desarrollar los músculos que han sido afectados por alguna enfermedad o por la cirugía y proteger las células sanguíneas durante sesiones de radiación o quimioterapia. Para estos y otros problemas fisiológicos detectados por la medicina, los esteroides han sido una herramienta eficaz en las manos de la profesión médica.

En la década de los cincuenta, ciertos médicos y científicos rusos razonaron que si daban a los deportistas dosis masivas de la hormona masculina testosterona, podrían incrementar más deprisa la masa muscular y el volumen corporal, y así aumentaría el rendimiento de sus deportistas. Su objetivo era facultarlos para correr más deprisa, saltar más alto, lanzar el disco y la jabalina más lejos, levantar mayores pesos y sobresalir en todas las pruebas de fuerza. Como resultado, los deportistas rusos entraron en el mundo de los deportes internacionales de competición con una clara ventaja, sobresaliendo en la mayoría de las modalidades deportivas de aquel tiempo.

Entonces surgió la repulsiva cabeza del nacionalismo. Un doctor estadounidense decidió equilibrar la situación mediante obtener la fórmula de una variedad sintética de esteroide anabolizante —una droga relacionada con la testosterona— que era más fácil de producir y más barata, y tenía la opción de poder tomarse en comprimidos o en inyectables. Esta fórmula resultó ser un éxito impresionante. Ahora se podía conseguir, gracias a la química, aumentar el volumen corporal y mejorar el rendimiento deportivo. Había empezado la guerra del deporte.

También hay quienes los consumen por halagar su ego. “Los músculos desarrollados están de moda —dijo un portavoz de la Dirección de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos—. Los hombres quieren lucir un buen tipo en la playa. Los jóvenes que cursan estudios superiores piensan que los esteroides pueden ayudarlos a conseguir una beca por sus habilidades deportivas, a entrar en el mundo del deporte profesional o a conquistar a la chica de sus sueños.” The Wall Street Journal del 4 de octubre de 1988 informó: “Cientos de miles de adolescentes estadounidenses toman esteroides anabolizantes, sea por vía oral o en inyectables, a fin de jugar mejor o simplemente para mejorar su imagen”.

Hay mucha presión

Los deportistas de los institutos que aspiran a ser estrellas del mundo del deporte, sus entrenadores y, posiblemente, sus padres, saben que unos kilogramos más y un poco más de musculatura en el lugar preciso puede significar la diferencia entre el estrellato y la mediocridad. Hay varias cosas que colocan al aspirante al estrellato bajo la gran presión de aventajar a sus competidores por medio de usar esteroides: la perspectiva de llegar a obtener los enormes sueldos —cantidades de seis y hasta siete cifras (en dólares E.U.A.)— que cobran los que llegan a ser estrellas deportivas; la fama que reciben los institutos, las universidades y sus entrenadores, y también la gloria que eso supone para sus padres.

El doctor Taylor escribió lo siguiente en la revista Psychology Today: “He recibido docenas de llamadas telefónicas de padres que quieren que sus hijos, de proporciones medias, estén más desarrollados. He recibido ofertas de decenas de miles de dólares para manipular químicamente a niños”. Un destacado experto en educación física afirma que los deportistas de los institutos utilizan esteroides con el respaldo del padre, la madre y los entrenadores.

Los que toman esteroides admiten que producen resultados: incrementan la masa, la fuerza y la potencia muscular tal y como se promete. Un ex luchador profesional dijo: “Yo tomaba esteroides por vía oral, 15 miligramos al día. En treinta días conseguí pasar de levantar 143 kilogramos en el banco de levantamiento de pesas, a levantar 177 kilogramos. Normalmente se necesitan seis meses para lograr eso”. Los halterófilos dicen que pueden levantar mayores pesos durante períodos de entrenamiento más largos, y que después de los entrenamientos necesitan mucho menos tiempo para recuperarse.

El culturismo está causando furor en otros países. Por ejemplo: según la revista Women’s Sports & Fitness de agosto de 1987, en China el concepto de estar en forma y de moldear el cuerpo está “barriendo el país [...]. Ahora se pueden encontrar revistas de culturismo en todas las grandes ciudades”.

Muy lejos de China, en la República Democrática Alemana, los esteroides desempeñan un importante papel en la vida de los deportistas. Como ejemplo, baste con esta cita del periódico The Wall Street Journal: “‘Los esteroides de Alemania oriental están clasificados como los mejores —dice un abogado de California—. Sus deportistas tienen la reputación de ser mejores, más corpulentos y más fuertes’”.

¿Qué precio se paga por la gloria?

“La gente cree que el problema de la cocaína es grave —dijo un reconocido fisioterapeuta que trabaja con deportistas—. No es de tanta envergadura como el de los esteroides anabolizantes. Entre la gente joven, ha adquirido proporciones epidémicas.” Los jóvenes de todo el mundo están siguiendo la corriente de los esteroides. Están metidos en un juego peligroso para realzar su físico, y puede que lo paguen caro.

“Siempre es para asustarse el que se presenten paranoia, alucinaciones, delirios de grandeza y tendencias violentas —dijo la revista Psychology Today—. Según las investigaciones que se están llevando a cabo en el hospital McLean de Belmont (Massachusetts), los culturistas que toman esteroides pueden ser propensos a tales síntomas psicóticos y maniacos.”

En el caso de los hombres, además de estos efectos secundarios existen otros peligros: testículos atrofiados, pechos exageradamente desarrollados —hasta el grado de requerir una intervención quirúrgica—, esterilidad e impotencia. También existe el riesgo de que se produzcan tumores en el hígado, problemas de riñón, apoplejía, enfermedad cardiaca y un cambio de personalidad que puede conducir a conducta violenta y tendencias suicidas.

En el caso de las mujeres, los efectos secundarios de los esteroides pueden causar virilización irreversible: crecimiento de vello en el rostro y en el cuerpo, una voz más grave, una sensible reducción del tamaño de los pechos y la desaparición del ciclo menstrual.

Cuando uno piensa en aquellos que se dejan llevar por el furor de estar en forma y utilizan drogas para desarrollar una mayor y mejor musculatura, debería preguntarse si esa “buena forma” es real o es ficción. ¿Qué le sucede a la musculatura cuando la gloria se desvanece? ¿Mirarán esas personas atrás, a sus años jóvenes, y llegarán a la conclusión de que han pagado un enorme precio por su estrellato en los deportes o por su vanidad narcisista? El joven sensato debe reconocer que el sacrificar su cuerpo por algo tan efímero como la gloria y la admiración de la gente de este sistema de cosas, es un esfuerzo que no vale la pena.

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