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  • ¿Cuáles son las causas del problema?
  • ¡Despertad! 1990
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¡Despertad! 1990
g90 22/2 págs. 5-7

¿Cuáles son las causas del problema?

“DEMASIADA sal no es buena para la familia”, dice la madre. “Pero la comida está muy insípida”, insiste la nuera. Cuando la madre se da la vuelta, la nuera añade una pizca de sal.

Las dos tratan de salirse con la suya y, como resultado, terminan comiendo un plato que no es del agrado de ninguna de ellas. Sin embargo, las consecuencias pueden ser mucho más serias que eso. La tirantez entre suegra y nuera puede desembocar en luchas mentales y emocionales que duran años.

Este tipo de conflicto parece inevitable para muchas personas. “Por bien que parezcan llevarse los miembros de una familia, seguro que habrá tirantez entre la madre y su nuera”, escribe el doctor Shigeta Saito, presidente de la Japan Mental Hospital Association. No obstante, el problema no se limita a Oriente.

El corresponsal de ¡Despertad! en Italia informa que “la costumbre de casarse y quedarse a vivir con los padres de uno de los cónyuges ha provocado problemas en muchas familias, y no son pocas las esposas jóvenes que sufren debido a la actitud sumamente entremetida y autoritaria de su suegra”.

En periódicos y revistas tanto de Oriente como de Occidente, se trata con frecuencia el conflicto entre padres e hijos políticos en las columnas en las que se ofrece consejo a los lectores. ¿Cuáles pueden ser las causas de tales problemas?

¿Quién toma las decisiones?

Cuando dos mujeres comparten la misma cocina, el problema suele ser quién toma las decisiones. “Nuestros gustos y métodos diferían, y yo me ponía nerviosa cada vez que discrepábamos”, dice una mujer que ha vivido con su suegra durante más de doce años.

“Durante los primeros diez años discutíamos por trivialidades”, admite otra nuera. Pueden surgir desavenencias por cosas tan insignificantes como la manera de tender las camisas. Incluso aunque suegra y nuera no vivan en la misma casa, se puede desarrollar una situación incómoda. El que una suegra que esté de visita en casa de su hijo haga comentarios como: “A mi hijo no le gusta el bistec así”, puede resultar en resentimientos que duren toda la vida. Todo se reduce a quién toma qué decisiones y para quién.

Takako Sodei, profesora auxiliar de Administración del Hogar en la universidad femenina de Ochanomizu, dijo al respecto: “Sea que se viva con un hijo y una nuera o con una hija y un yerno, es imposible que una familia pueda soportar dos esposas que compiten entre sí por el control de la casa. Es necesario disponer de dependencias separadas o, si eso no es posible, deben hacerse ajustes y permitir que una sea el ama de casa y la otra esté supeditada a ella”. Las dos generaciones deben llegar a un acuerdo razonable basado en la condición física y mental de la mujer mayor, y la experiencia, o falta de ella, de la más joven.

La cuestión de la intimidad

Cuando dos o más generaciones comparten la misma vivienda, los miembros de la familia tienen que sacrificar su intimidad hasta cierto grado. Sin embargo, los criterios de cada miembro de la familia respecto a esto probablemente sean diferentes. Puede que una pareja joven anhele más intimidad mientras que la persona mayor ansíe más compañerismo.

Por ejemplo, a una nuera que vivía cerca de Tokio le parecía que su suegra invadía la intimidad de su matrimonio. ¿Qué le hacía pensar eso? El que su suegra recogiese del tendedero la ropa suya y de su marido, la doblase y la colocase en su lugar. Ella consideraba eso como algo muy personal y no veía apropiado que su suegra lo hiciese. Por otro lado, a su suegra, Tokiko, le disgustó mucho que su nuera, al hacer limpieza de la casa, desechase objetos a los que había tenido cariño por años.

La invasión de la intimidad puede llegar a extremos. Tom y su esposa, quien se encargó de atender a la anciana madre de Tom, estaban aburridos de las visitas que hacía al dormitorio de ellos a medianoche. ¿Por qué lo hacía? “Quería ver si Tom estaba bien”, dijo la madre. El problema no se solucionó hasta que se trasladaron a un dúplex y se prohibió a la madre subir al piso de arriba.

No obstante, en muchas familias es al nacer la tercera generación cuando realmente se intensifican los problemas.

El cuidado de los niños

En estos tiempos, es común que una madre joven consulte diversos libros en busca de consejo sobre el cuidado de los hijos. Por otro lado, es natural que la abuela piense que ella es quien debería aconsejar, debido a sus años de experiencia en la crianza de los hijos. No obstante, con frecuencia sus consejos se interpretan como una crítica y entonces surgen problemas.

Takako tuvo que enfrentarse a esta situación cuando disciplinaba a su hijito. La madre y la abuela de su marido entraban a toda prisa en su habitación para detenerla, gritando con tanta fuerza que hasta ahogaban el llanto de la criatura. Takako se sintió intimidada y dejó de disciplinar a su hijo, pero con el tiempo se dio cuenta de la importancia de administrar disciplina a los hijos y decidió reanudar esa forma de educación. (Proverbios 23:13; Hebreos 12:11.)

Una madre que vive en Yokohama también tuvo problemas con su suegra al nacer sus hijos. A la madre le molestaba que la abuela diera chucherías a los niños fuera de las horas de las comidas, porque luego estaban demasiado llenos y no comían bien a la hora debida.

Comentando sobre este problema, el doctor Saito dice: “[Los abuelos] dan dulces y dinero a sus nietos y complacen los deseos egoístas de los pequeños. En resumen, malcrían a sus nietos sin cesar”. Su consejo para las madres jóvenes es que dejen claro que no van a hacer concesiones en lo que respecta a la educación de los hijos.

Compiten por el afecto

En este conflicto entre suegras y nueras está en juego un sentimiento un tanto irracional. “Hablando en términos psicológicos —explica el doctor Saito—, a la madre le parece que su nuera le ha arrebatado a su hijo. Por supuesto, ella no lo dice, pues sería demasiado infantil. Sin embargo, en su subconsciente tiene muy arraigada la idea de que le han robado el cariño de su hijo.” Esto provoca, si no una verdadera rivalidad entre ambas, por lo menos una relación tirante.

Esta tendencia parece intensificarse al disminuir el tamaño de las familias. Al tener menos hijos que atender, la madre siente una relación más estrecha con su hijo. Después de vivir durante muchos años con él, conoce muy bien lo que le gusta y lo que le desagrada. Aunque la recién casada está deseosa de complacer a su marido, no le conoce tan a fondo, al menos al principio. Por eso es fácil que se desarrolle un espíritu de competencia entre suegra y nuera al tratar de ganar el afecto del mismo hombre.

Un cambio lamentable

Cuando antiguamente Japón se hallaba bajo la influencia de la filosofía de Confucio y en una familia ocurrían tales conflictos, se despedía a la nuera, es decir, el marido se divorciaba de ella dando así el asunto por terminado. Sin embargo, hoy día la situación es diferente.

A partir de la segunda guerra mundial, la generación más joven ha tomado control de los fondos de la familia y los mayores están perdiendo su influencia y autoridad. Poco a poco se han vuelto las tornas. Ahora a los padres de edad avanzada se les abandona en hospitales o instituciones. ¡Qué lamentable es que en una sociedad que se caracterizaba por su gran respeto a los mayores sucedan estas cosas!

¿Cómo puede cambiarse esta tendencia a deshacerse de los mayores? ¿Existe alguna manera de que dos mujeres convivan pacíficamente bajo el mismo techo?

[Fotografía en la página 7]

Debe llegarse a un acuerdo razonable en cuanto a quién va a tomar las decisiones

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