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¡Despertad! 1990
g90 8/4 págs. 18-21

Hacia dónde se encamina el movimiento obrero

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Canadá

“LA RIQUEZA se acumula y los hombres decaen”, dijo un poeta. Sin embargo, a muchas personas les atrae la tentación de incrementar constantemente las riquezas materiales. Por esa razón surgió el capitalismo en la Edad Media.

Al darse cuenta de que en muchos casos el capitalismo solía ir acompañado de una decadencia en la calidad de vida, los trabajadores formaron confederaciones para protegerse. Dondequiera que florecía el capitalismo, surgía el movimiento obrero.

No obstante, los críticos, e incluso algunos apoyadores, expresan su preocupación de que el movimiento obrero puede estar en decadencia. El columnista Anthony Westell formula la siguiente acusación: “El movimiento obrero vive en el pasado, bien por ser incapaz de cambiar o por no estar dispuesto a hacerlo”. La revista The Economist, bajo el titular “Dwindling Band of Brothers” (Una asociación de hermanos que disminuye), dijo que en cinco años la cantidad de británicos afiliados a sindicatos descendió “por lo menos en dos millones”. Adolf Sturmthal, profesor de la universidad de Illinois, escribe sobre una “crisis en el movimiento obrero internacional”.

Los datos parecen apoyar sus conclusiones. La publicación Japan Quarterly informó que en Japón la cantidad de trabajadores sindicados bajó de un 32% en 1960 a un 29% en 1984, y en Estados Unidos bajó de un 33% a un 19%. Aunque Gran Bretaña y Alemania occidental afirmaban haber experimentado un aumento, el periódico The German Tribune dijo que “el cuadro no es tan prometedor como podrían indicar las cifras”. Destacó una falta de sentido de compromiso por parte de los afiliados y aumentos en los sectores no sindicados de la economía. La revista Far Eastern Economic Review dice que en Australia, aunque los trabajadores sindicados constituyen el 55%, están “dominados por un sentimiento de inquietud, e incluso de crisis”.

Problemas dentro del movimiento obrero

Si los obreros quieren tener éxito, deben estar unidos. Sin embargo, ese no es el caso de muchos de los movimientos obreros. El periódico londinense The Times comentó que con los cambios de actitud hacia el trabajo, presentar ‘un único punto de vista de los empleados sería sospechoso: es patente que no lo hay’. Las huelgas australianas suelen tener su raíz en disputas jurisdiccionales entre los sindicatos. Con motivo de la lucha entre sindicatos en Canadá, se dijo que los afiliados estaban furiosos por las tácticas de mano dura de un sindicato con base en Estados Unidos. Más de cuatrocientos trabajadores despedidos en Canadá acusaron a dos sindicatos de “desbaratar el [...] convenio” que hubiese salvado su puesto de empleo.

Un segundo problema interno que acosa a los sindicatos es la falta de sentido de compromiso. Antes la mayoría de los trabajadores que componían la clase obrera desempeñaban tareas manuales, pero en la actualidad cada vez hay más oficinistas, técnicos y profesionales. ‘Tradicionalmente a los sindicatos les ha resultado difícil penetrar’ en este sector oficinista, indica la publicación Labour Law and Industrial Relations in Canada.

Mucha gente piensa que es indispensable pertenecer a un sindicato. Por ejemplo, cierto ingeniero que entró a trabajar en un ministerio del gobierno explicó lo siguiente a ¡Despertad!: “Ni siquiera se me dijo que estaba sindicado. Mi nombre simplemente apareció en la lista de afiliados. Cuando se nos pidió que votáramos con relación a una huelga, yo no estaba ni en favor ni en contra, así que me abstuve”.

La corrupción y la actividad delictiva contribuye al descontento. En un importante juicio celebrado en Nueva York contra unas supuestas bandas criminales salió a la luz una profunda implicación sindical. Se ha informado que algunos sindicatos australianos están “infestados de delincuentes”. Acciones ilegales durante unas huelgas recientes en Canadá resultaron en más de setecientas detenciones, incluida la de un dirigente político de provincia.

Problemas más allá del control sindical

Otros factores más allá del control sindical son fuente de frustración para los dirigentes obreros. La sociedad humana está agitada y la camaradería entre los afiliados de los sindicatos ha decaído. Un hombre —que fue calderero por cuarenta y nueve años y que actuó de enlace sindical durante un tiempo— explicó a ¡Despertad! lo poco que significaba su jubilación para sus compañeros de sindicato: “El último día pasaron un sombrero y me dieron 35 dólares. Dos de los hombres me estrecharon la mano y eso fue todo. Como se me había despedido durante la depresión, me faltaban seis meses para llevar cincuenta años en la empresa, así que no recibí el acostumbrado reloj de oro”.

Hasta cierto grado, este distanciamiento es el resultado de no seguir fieles a los ideales históricos. Los intereses comerciales de algunos sindicatos se han convertido en grandes imperios en los que el sindicato es el empresario. Gerald Stewart, del periódico The Canberra Times, dice: “Los sindicatos perdieron su derecho moral a criticar el capitalismo al copiar sus aspectos menos atractivos”.

Los cambios tecnológicos y las recesiones pueden resultar en menos puestos de trabajo en cadena. La revista Time informó que los puestos de empleo en las fábricas de Milwaukee (E.U.A.) disminuyeron de 223.600 en 1979 a 171.300 en 1986. Luego también está el hecho de que a los jóvenes con habilidades específicas les agradan otros tipos de trabajo más novedosos, y el sindicato no siempre atrae a este tipo de trabajador individualizado.

Los trabajadores buscan algo más que simplemente dinero. El problema es que los servicios de guardería, las semanas laborales más reducidas, los turnos flexibles, los trabajos compartidos y los programas sanitarios tal vez beneficien solo a ciertas categorías de trabajadores. A cualquier organización le resultaría más difícil satisfacer por sí sola tantos intereses. Además, los empresarios acostumbran a pasar por alto a los sindicatos ofreciendo directamente a los empleados mayores beneficios.

En algunos países, quizás por no querer que sus cotizaciones se utilicen para apoyar actividades con las que no concuerdan, los afiliados de los sindicatos critican que estos se mezclen en la política o la religión. Los tribunales canadienses defendieron el derecho de un afiliado a negarse a pagar por esos motivos su cotización a un sindicato.

La huelga, el arma que usan los sindicatos como último recurso, ha tenido menos éxito que antes. En Canadá, un juez provincial pidió que se negase a la policía el derecho a declararse en huelga, y Quebec dictó leyes severas en contra de las huelgas ilegales del sector de Sanidad; en Estados Unidos el gobierno federal intervino para disolver la huelga que iniciaron los controladores aéreos, y otros países, como Australia, tienen arbitraje obligatorio.

Los empresarios han ideado diferentes estrategias para hacer fracasar los sindicatos. Varias corporaciones importantes han hecho una especie de declaración de bancarrota para librarse de la carga de los contratos de trabajo. Algunas entablan acción judicial por hostigamiento, mientras que otras se agrupan para presentar un frente unido contra el movimiento sindical.

Ajustes para sobrevivir

En muchos aspectos, las necesidades que en un principio hicieron surgir el movimiento obrero ya no existen. En la actualidad, la legislación social —promovida por los obreros sindicados— protege a los niños, establece las normas mínimas de empleo y ampara los convenios colectivos. Sin embargo, los dirigentes obreros piensan que el poder de los grandes negocios y el creciente desempleo existente en algunos países es una prueba de que los sindicatos siguen siendo necesarios.

Nuevas generaciones de dirigentes obreros están reavivando el apoyo. El presidente de un sindicato reconoció que eran muchas las personas entre las que estas asociaciones ya no gozan de popularidad y dijo que “el dirigente obrero hoy día se está fijando más en la preparación y la investigación” que en dar puñetazos sobre la mesa. Su éxito requerirá cambios en la organización y en los métodos de los sindicatos obreros.

En ciertas industrias el movimiento obrero se ha adaptado y ha sobrevivido. Los fabricantes de automóviles ganaron muchas concesiones de parte de sindicatos de industria para aumentar la productividad. Las nuevas fábricas que reducen la mano de obra en favor de la robótica también se han granjeado el apoyo sindical. “Hay preocupación —admitió cierto dirigente de un sindicato con relación a una de tales operaciones—, pero también hay un sentimiento de logro en el que nuestra gente desempeñó su papel.”

Aunque algunos sindicatos resisten los esfuerzos por reducir la mano de obra, otros llegan a un acuerdo con la dirección y prueban el sistema de rotación de empleo (trabajos compartidos). El Seafarers International Union (Sindicato Internacional de Marineros), de Canadá, es un ejemplo de ello. Cierto proyecto experimental consiste en formar grupos de cuatro hombres, que se turnan para trabajar noventa días seguidos y a continuación libran treinta. “La principal ventaja —comenta el periódico Globe and Mail, de Toronto (Canadá)— es que más marineros consiguen trabajo.”

Aunque se han producido fracasos notables al tratar de sindicar industrias más grandes, los sindicatos todavía hallan aceptación entre las pequeñas y medianas empresas. En una provincia de Canadá, solo cuarenta y dos de las setecientas cuatro nuevas unidades sindicadas durante un año dieron empleo a más de cien personas. “No obstante, por norma general, se puede decir que hace mucho tiempo que pasaron los días cuando los sindicatos podían incrementar en grandes cantidades el número de afiliados”, dijo un observador.

Está claro que muchas de las causas de la decadencia del movimiento obrero, así como de la decadencia de la sociedad en general, están más allá del control humano. Hombres y mujeres que se han sentido atraídos al movimiento obrero porque deseaban ver un mundo mejor merecen encomio por sus sinceros esfuerzos por ayudar al prójimo. La gente honrada agradece estas tentativas de garantizar unas mejores condiciones de trabajo. Aun así, la actual condición de los sindicatos obreros nos da una prueba más de que a pesar de tener buenas intenciones, no son más que instituciones humanas que van a la deriva en nuestros tiempos críticos. (2 Timoteo 3:1-5.)

[Recuadro en la página 19]

Capitalismo

Una enciclopedia define el capitalismo como un “sistema de producción cuyos fundamentos son la propiedad privada de los medios de producción y la libertad del mercado”.

En la Edad Media, Jakob Fugger, un rico comerciante de Augsburgo (Alemania), participó también en una serie de operaciones relacionadas con el papado, en especial en la administración de las indulgencias. El historiador Erich Kahler cree que el capitalismo se originó con Fugger, pues escribe:

“Algunos economistas y sociólogos modernos han tratado de probar que ya había vestigios de capitalismo en tiempos tan remotos como los de Babilonia, pero lo que ellos descubrieron no era capitalismo. La riqueza y los bienes muebles, ganar y prestar dinero o una simple inversión de bienes que produzca beneficios no es capitalismo, pues son cosas que sirven a una causa vital ajena a los objetivos económicos, y que pueden llevarse a cabo por una necesidad y un propósito humanos, por algo de lo que un ser humano puede gozar. Pero aquí, por primera vez, [...] el negocio y la ganancia de dinero en sí, la producción de bienes y amontonar comodidades, llegó a asumir tal poder sobre el hombre que este invirtió toda su vitalidad, su corazón, todo su presente y su futuro, todo su ser humano, en el sentido literal de la palabra, en una impaciente producción per se, una devoradora producción en aumento constante, cuyo sentido final él ha perdido y olvidado por completo.

”Y este es el comienzo del capitalismo, que consiste en el dominio del capital sobre el hombre, el dominio de la función económica sobre el corazón humano. Aquí comienza la autonomía de la economía, el impaciente e ilimitado avance de la explotación de la naturaleza y la producción de bienes para los que nadie dispone ya del tiempo libre o la capacidad para disfrutar de ellos. Hoy día las consecuencias del desarrollo del capitalismo se manifiestan con claridad.” (Man the Measure [El hombre es la medida].)

[Recuadro en la página 20]

Historia del movimiento obrero

“Movimiento obrero” es el “nombre dado al conjunto de acciones de la clase obrera en el seno de la sociedad capitalista en su lucha reivindicativa o revolucionaria”. (Nueva Enciclopedia Larousse.)

Hay quienes afirman que la primera huelga de trabajadores tuvo lugar cuando los esclavos hebreos de Egipto se negaron a hacer ladrillos sin que se les suministrase la paja, pero hay que tener en cuenta que los israelitas no eran asalariados, eran esclavos. (Éxodo 5:15-18.) De manera similar, el hecho de que el apóstol Pablo enviase a Onésimo de vuelta a Filemón no aplica a los asalariados, pues Onésimo era un esclavo. (Filemón 10-20.)

La formación de los gremios —corporaciones de artesanos que empleaban a oficiales y aprendices— en los siglos XIV y XV preparó el terreno para los sindicatos. Según The History of Trade Unionism (La historia del sindicalismo), en fecha tan temprana como 1383 hombres asalariados “se unieron en contra de sus dirigentes y gobernadores”.

La primera ley de Empleo de Inglaterra fue la ordenanza de los Trabajadores (1349 ó 1350) y durante generaciones posteriores el estatuto de los Aprendices (1563) codificó las relaciones laborales en Inglaterra. Para el siglo XX la mayoría de los países relajaron las leyes que restringían los sindicatos.

La OIT (Organización Internacional del Trabajo) se estableció en 1919 bajo el artículo 23 del Pacto de la Sociedad de Naciones y todavía existe. Los convenios de la OIT han sido adoptados en la legislación social de la mayoría de las naciones.

La mayor parte de los países autoriza legalmente la existencia de sindicatos, que pueden ser abiertos (aquellos en los que no es obligatorio que los trabajadores estén sindicados al momento de entrar en la empresa) o cerrados (los que exigen que se esté sindicado para conseguir un puesto de trabajo).

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