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  • Ovnis. Pasado y presente
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¡Despertad! 1990
g90 8/11 págs. 4-7

Ovnis. Pasado y presente

Desde tiempos remotos los hombres afirman haber visto objetos extraños en el cielo. Se dice que un faraón vio círculos de fuego en el cielo, mientras que los indios americanos conservan leyendas que hablan de canoas voladoras. Los antiguos romanos hablaron de escudos voladores y, según algunas interpretaciones de inscripciones aztecas, cuando el dios Quetzalcóatl “llegó” a la Tierra, lo hizo con un casco espacial cónico y a bordo de una nave en forma de serpiente.

Según crónicas antiguas, en 1561 y 1566 “miles” de habitantes de Basilea (Suiza) y de Nuremberg (Alemania) dijeron que habían observado extrañas visiones en el cielo. Sin embargo, durante 1896 y 1897, en Estados Unidos se produjo un hecho realmente extraordinario: por todo el país hubo informes de personas que afirmaban haber visto una aeronave volando muy por encima de sus cabezas. Se comentaba: “América no había experimentado hasta ahora nada semejante al revuelo provocado por la misteriosa aeronave”. Estas apariciones, que empezaron en California, se sucedieron por ciudades grandes y pequeñas de Estados Unidos. Lo interesante es que, según el libro The Great Airship Mystery (El gran misterio de la aeronave) “no hay registro histórico de que existiera algún dirigible capaz de viajar grandes distancias en Estados Unidos en la década de 1890”.

Entre las historias más detalladas y difundidas se halla la que tuvo lugar en una pequeña ciudad de Kansas (E.U.A.) en 1897. El relato explica que Alexander Hamilton, habitante del lugar, vio aterrizar una aeronave en su establo y que, al despegar, la tripulación se había llevado una de las novillas. Más tarde, un vecino se encontró en su granja, situada a cinco o seis kilómetros carretera abajo, “el pellejo, la cabeza y las patas”. Sin embargo, muchos años después se descubrió e hizo público que todo había sido un engaño.

Libros recientes sobre el tema narran historias semejantes, ya sean inventadas o supuestamente reales. Muchos de los relatos pertenecientes al último período del siglo XIX habrían quedado olvidados en hemerotecas polvorientas a no ser por sorprendentes sucesos paralelos que empezaron a ocurrir unos cuarenta años después. Entonces la gente empezó a recordar e investigar estos sucesos y se percataron del sorprendente parecido.

Los ovnis en la actualidad

El tema resurgió en tiempos modernos durante la II Guerra Mundial, cuando los pilotos de los bombarderos aliados informaron sobre “extrañas bolas de luz y objetos discoidales [que] les habían seguido mientras cruzaban Alemania y Japón”. Los pilotos americanos las llamaron bolas de fuego (foo-fighters), palabra derivada del francés feu, que significa “fuego”. Aunque al término de la II Guerra Mundial (1939-1945) las bolas de fuego desaparecieron, siguieron contándose historias de apariciones insólitas.

Hubo informes procedentes de Europa occidental, y en particular de los países escandinavos, que hablaban de aparatos sin alas a los que se llamaba cohetes fantasma y que a menudo describían como cometas llameantes que surcaban el cielo. Como réplica a estos informes, incluso Estados Unidos “se sintió obligado a enviar dos destacados especialistas a Suecia”. Las historias anteriores fueron solo el principio. El relato que asombró al mundo e inició la era de los platillos volantes fue el de Kenneth Arnold, hombre de negocios y piloto privado. Cuenta como el 24 de junio de 1947 vio “una hilera de nueve aeronaves muy extrañas que se acercaban al monte Rainier, en el estado de Washington (E.U.A.)”. Las describió como “objetos semejantes a platillos” y dijo que eran “planas como una tartera y tan brillantes que reflejaban el sol igual que un espejo”. Explicó que cronometró su velocidad y que era de “unos 1.900 kilómetros por hora”, muy superior a la de cualquier avión de la época.

El empleo de la palabra “platillo” cautivó la imaginación de los periodistas y generó un nuevo término que ahora es de uso común, “platillo volante”. Después de que la noticia alcanzó difusión mundial, muchos que habían visto objetos extraños en el cielo también relataron sus experiencias, lo que unido a otras apariciones, llamó la atención de las autoridades militares.

El gobierno de Estados Unidos realiza investigaciones

El gobierno estadounidense empezó a dar atención oficial al tema de los ovnis, al parecer a instancias de un oficial de alto rango. El resultado fue la creación del proyecto Sign, que empezó a funcionar el 22 de enero de 1948. El equipo de investigación estaba bajo la supervisión del Mando de Inteligencia Aerotécnica, ubicado cerca de Dayton (Ohio, E.U.A.). Nada más comenzar el proyecto, se produjo una tragedia: el capitán Thomas Mantell, piloto militar, perdió la vida en un accidente de aviación mientras perseguía un objeto no identificado. Es posible que perdiera el conocimiento al elevarse demasiado sin utilizar el oxígeno de reserva. Más tarde se descubrió que el objeto perseguido era con toda probabilidad un globo sonda Skyhook.

Sin embargo, una nueva aparición, registrada por dos pilotos de las líneas aéreas Eastern, incidente al que se sumó la muerte del piloto de la fuerza aérea, contribuyeron a que aumentara la preocupación por los ovnis. Se informó que un avión de las líneas aéreas Eastern había salido de Houston (Texas) y se dirigía a Atlanta (Georgia) cuando de pronto el piloto se vio obligado a esquivar con rapidez el “fuselaje sin alas de un B-29” que pasó por su derecha. El testimonio de uno de los pasajeros y el de varios testigos en tierra, parecieron añadir credibilidad a la historia.

El grupo del proyecto Sign publicó finalmente un informe que desilusionó a algunos. Después, se reemplazó a algunos miembros del equipo que creían en la existencia de ovnis y al proyecto se le dio otro nombre, “Proyecto Grudge”. Sin embargo, durante ese período, la creencia en los ovnis alcanzó un nuevo apogeo con la publicación del artículo “Los platillos volantes existen de verdad”, escrito por el comandante retirado Donald E. Keyhoe. El relato se publicó en el número de enero de 1950 de la revista True, que alcanzó amplia difusión. Entonces, para aumentar el ya crecido interés, la revista True publicó un artículo adicional escrito por el capitán de la armada R. B. McLaughlin y titulado “Los científicos tras la pista de los platillos volantes”. El entusiasmo fue efímero, pues otras revistas —Cosmopolitan y Time— publicaron artículos que desacreditaban las historias de los ovnis. Este hecho, unido al cese de las apariciones, hizo que el interés disminuyera hasta 1952, año clave en la historia de los ovnis.

1952: el año de los ovnis

En 1952 se registró el mayor número de apariciones de ovnis comunicadas al Mando de Inteligencia Aerotécnica Estadounidense: 1.501. A principios de marzo de 1952, aumentaron las apariciones, por lo que la fuerza aérea norteamericana decidió crear una organización aparte llamada Proyecto Blue Book. Durante aquel año hubo gran actividad de ovnis y las apariciones fueron abundantes y variadas.

Una serie de apariciones destacables comenzó en Washington D.C., hacia la media noche del 19 al 20 de julio. Se informa que “un grupo de objetos volantes no identificados apareció en dos pantallas de radar del centro de control del tráfico aéreo del Aeropuerto Nacional de Washington. Los objetos se desplazaban lentamente al principio [...] pero después se apartaron a velocidades ‘espectaculares’”. Los avistamientos registrados correspondían con lo que se había visto en el radar. Se intentó interceptarlos pero “los objetos desaparecieron cuando los aviones se acercaron”.

En el año 1966, Gerald R. Ford, que en aquel tiempo era congresista del estado de Michigán, convocó otra investigación federal sobre los ovnis debido a la gran cantidad de apariciones en su estado. El resultado fue que se comenzó otro estudio en la universidad de Colorado. El doctor Edward U. Condon, un físico renombrado, asumió la jefatura del trabajo. Al término del estudio en 1969 se publicó el Informe Condon, en el que, entre otras cosas, se dice que “nada de lo que se ha descubierto sobre los ovnis en los pasados veintiún años de estudio ha servido para aumentar el conocimiento científico [...], que por lo tanto es probable que no pueda justificarse la continuación de este tipo de investigación en espera de que sirva para el adelanto de la ciencia”.

Este hecho puso fin a la intervención oficial del gobierno estadounidense en el estudio de los ovnis y enfrió la curiosidad del público. Sin embargo, no terminó con la polémica sobre los ovnis ni tampoco con las apariciones. Según un informe, “el 20% de los noventa y cinco casos del documento continúa ‘sin explicación’”.

El interés parece aumentar o disminuir dependiendo de las apariciones. Los años 1973 y 1974 se destacaron por la gran cantidad de avistamientos y con la llegada de la década de 1980, volvieron a ser noticia. Sin embargo, ¿a qué conclusión han llegado los científicos y otros expertos en los últimos años?

[Ilustración en la página 5]

Hay quienes han creído que el dios azteca Quetzalcóatl llegó a la Tierra en una aeronave con forma de serpiente

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