“Yo soy sus ojos y él mis pies”
JOSÉ Luis Escobar y Artemio Durán son ancianos de una congregación cristiana de los testigos de Jehová de México. José Luis es ciego y Artemio no puede andar.
Cuando tenía dieciséis años, a José Luis le gustaba boxear. Un día le invitaron a sustituir a un boxeador profesional en un combate. Para el cuarto asalto habían recibido los dos tantos golpes que el árbitro dio por terminado el combate. Aunque la victoria se la concedieron a José Luis, los golpes que recibió le hicieron perder la vista.
José Luis fue de un médico a otro y hasta visitó a espiritistas, pero nadie pudo ayudarle. Desalentado, en varias ocasiones intentó suicidarse. Con el tiempo, los testigos de Jehová se pusieron en comunicación con él, le ayudaron a aprender las verdades bíblicas hasta que José Luis dedicó su vida a servir a Dios. Se bautizó en agosto de 1974.
Por otra parte, Artemio sufrió un grave accidente automovilístico en 1981, mientras residía y trabajaba de forma ilegal en Estados Unidos. Representantes de diferentes grupos religiosos le visitaron en el hospital y le dijeron que era un castigo de Dios por su mala vida. Pero después Artemio también conoció a los testigos de Jehová, estudió la Biblia con ellos, hizo los cambios necesarios en su vida y se bautizó en mayo de 1984.
Ahora los dos son compañeros en la misma congregación cristiana. Con regularidad se acompañan el uno al otro en el ministerio de casa en casa, vuelven a visitar juntos a las personas que se interesan en el mensaje y también visitan juntos a los miembros de la congregación para fortalecerlos espiritualmente. José Luis empuja la silla de ruedas y Artemio le indica por dónde ir. Artemio dice sobre su amistad con José Luis: “Yo soy sus ojos y él mis pies”.