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  • La defensa personal. ¿Hasta dónde puede llegar un cristiano?
  • ¡Despertad! 1991
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¡Despertad! 1991
g91 8/7 págs. 12-13

El punto de vista bíblico

La defensa personal. ¿Hasta dónde puede llegar un cristiano?

“¿Por qué vivir con miedo? Aprenda maneras prácticas de defenderse y escapar de un atacante. En esta videocinta se muestran en detalle varias técnicas de defensa fáciles y eficaces. La información que se provee pudiera suponer la diferencia entre ser una víctima o un sobreviviente.” (Propaganda para una videocinta de defensa personal.)

NO ES necesario explicar el poder de venta que tiene hoy día semejante videocinta. En la ciudad de Filadelfia (Pensilvania, E.U.A.) pandillas de jóvenes rondan por las calles en busca de víctimas a quienes asaltar mientras repiten al unísono “beat, beat, beat” (pega, pega, pega). “El temor a ser agredido altera el carácter de toda la ciudad” de Río de Janeiro, comenta la revista Time. En Hong Kong se producen robos a mano armada y disparos en zonas donde hasta ahora los delitos violentos eran casi desconocidos.

Por todo el mundo se oyen informes parecidos. ¿Con qué resultado? “Los ciudadanos sopesan los riesgos de devolver los tiros”, dice la revista Newsweek. Los cristianos no están protegidos de estos “tiempos críticos, difíciles de manejar”, pero, ¿es cierto que devolver los tiros “pudiera suponer la diferencia entre ser una víctima o un sobreviviente”? (2 Timoteo 3:1.)

¿Hay que combatir la violencia con violencia?

“Si llevo una pistola estaré seguro —piensan algunos—. Le mataré a él antes de que me mate a mí, o por lo menos lo ahuyentaré.” Pero no es así de sencillo.

El jefe del departamento de seguridad ciudadana George Napper, de Atlanta (Georgia, E.U.A.), advierte: “Poseer una pistola significa estar preparado para vivir con las consecuencias de matar a otro ser humano”. ¿Está un cristiano preparado para vivir con tales consecuencias, que fácilmente podrían incluir culpabilidad por derramamiento de sangre? (Compárese con Números 35:11, 12.)

Además, la Palabra de Dios manda ‘batir las espadas en rejas de arado’ y ‘buscar la paz y seguir tras ella’. (Miqueas 4:3; 1 Pedro 3:11.) ¿Cómo pueden los cristianos buscar protección en las armas de fuego y al mismo tiempo vivir en armonía con los requisitos bíblicos? Además, es muy probable que el atacante sea más rápido en sacar el arma que la víctima.

Jesús rechazó la resistencia armada. Es cierto que dijo a sus apóstoles que llevasen dos espadas al jardín de Getsemaní, el lugar donde lo arrestarían. Pero, ¿por qué lo hizo? El que dispusieran de armas y no las usaran fue una poderosa demostración de que sus seguidores no deberían recurrir a armas físicas. Es digno de notar que Pedro, por tener a mano un arma, la utilizó de forma impetuosa. Jesús lo reprendió con firmeza por este acto precipitado y le dijo: “Todos los que toman la espada perecerán por la espada”. (Mateo 26:36, 47-56; Lucas 22:36-38, 49-51.)

“Eso puede aplicarse a la posesión de armas de fuego —quizás diga alguien—. Pero, ¿y las artes marciales para la defensa personal, como el judo, el karate y el kendo?” En ese caso, pregúntese: ¿No se aprenden esas artes para luchar contra otros o hacerles daño? Y, ¿no es eso en realidad equivalente a portar un arma mortífera? (1 Timoteo 3:3.) Se sabe que hasta en sesiones de práctica se han producido lesiones graves y muertes.

Romanos 12:17-19 ofrece un sabio consejo a este respecto: “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. La palabra griega que Pablo utiliza para “mal” (ka·kós) también puede significar “destructivo, perjudicial”. De modo que los cristianos deben evitar toda idea de perjudicar o vengarse de otra persona.

En lugar de expresar su propia ira de forma impetuosa, el cristiano tiene plena confianza en Dios, quien dice de su pueblo: “El que los toca a ustedes está tocando el globo de mi ojo”. En armonía con esto, Dios promete que al debido tiempo ‘aniquilará a los inicuos’. (Zacarías 2:8; Salmo 145:20.)

¿Se puede luchar en alguna ocasión?

“¡No entregaré mi dinero sin luchar!”, exclaman algunos en tono desafiante. Dick Mellard, director de instrucción del National Crime Prevention Institute, advierte: “Es humano oponer resistencia, pero esos mismos instintos humanos, mal empleados, pueden hacer que [le] maten”. Muchos asaltantes están peligrosamente armados y tensos, nerviosos. El dinero perdido puede recuperarse, pero ¿y la vida? ¿Merece la pena arriesgarse?

George Napper aconseja: “Puede que la mejor manera de protegerse sea arriesgando su propiedad en lugar de su vida. La mayoría de los atracadores y ladrones están ahí para robar, no para matar”. Cuando a una persona tan solo se le acercan en actitud agresiva o le exigen que entregue su dinero, un principio sensato que debe tenerse en cuenta es: “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear”. (2 Timoteo 2:24.)a

No se trata de pacifismo, la política de no oponer resistencia bajo ninguna circunstancia. En Éxodo 22:2, 3 se explica una situación en la que un ladrón es herido de muerte en el momento de entrar en una casa ajena a pleno día. Tal medida defensiva se consideraba equivalente a asesinato, ya que el ladrón podía haber sido identificado y puesto en manos de la justicia. Pero si el ladrón entraba en la casa durante la noche, al amo de casa le costaría ver al intruso y asegurarse de sus intenciones. Por lo tanto, a la persona que matase a un intruso en la oscuridad se la consideraba inocente.

Por consiguiente, la Biblia no apoya los ataques impetuosos en un acto de defensa personal ni tampoco defiende el pacifismo, sino que da a entender que en algunas ocasiones uno debe defenderse. Los cristianos pueden rechazar agresiones físicas contra sí mismos, sus familiares u otros en legítima defensa.b Pero no iniciarían ni repelerían con violencia un ataque para salvar sus posesiones. Tampoco llevarían armas por si los atacan, pues procuran ‘vivir pacíficamente’. (2 Corintios 13:11.)

[Notas a pie de página]

a Aunque el contexto indica que aquí Pablo se refería a peleas verbales, la palabra en el lenguaje original que se traduce “pelear” (má·kje·sthai) se suele relacionar con un combate armado o cuerpo a cuerpo.

b Si tratan de violar a una mujer, esta debe gritar y utilizar cualquier medio de que disponga para impedirlo. (Deuteronomio 22:23-27.)

[Reconocimiento en la página 12]

Cristo traicionado, de Alberto Durero, 1508

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