Cómo ve el cristiano la defensa propia
EN UN mundo tan lleno de crimen y violencia, la protección de la vida y propiedad de uno se hace asunto de importancia aumentante.
Todos, incluso usted, nos encaramos a este problema. Si usted es testigo de Jehová también tiene que contender con un problema adicional en cuanto a esto: la oposición que proviene como resultado de su fidelidad a Jehová Dios.
Para determinar cómo manejar los asuntos relativos a la defensa propia, el cristiano, dedicado a hacer la voluntad de Jehová, se dirige a la más elevada fuente de sabiduría, la Palabra de Dios. Un estudio de la Biblia le ayuda a reconocer las leyes y principios por medio de los cuales ha de guiarse.—2 Tim. 3:16, 17.
¿Significa esto que el cristiano ha de pagar de vuelta herida por herida, golpe por golpe, como se menciona en la Ley que Dios le dio al antiguo Israel, puesto que eso está en la Biblia? (Éxo. 21:24, 25) No, porque los cristianos no están bajo aquella Ley. Después de morir Jesucristo, aquel arreglo de la Ley terminó. Fue sucedido por algo mejor, el sistema de cosas cristiano. El apóstol Pablo mostró que Jesús es “mediador de un pacto correspondientemente mejor, . . . ha hecho anticuado al anterior.” (Heb. 8:6, 13) También dijo Pablo: “No están bajo ley sino bajo bondad inmerecida.” (Rom. 6:14) Por supuesto, cuando un requisito cristiano tiene el mismo principio fundamental que un requisito de la Ley, entonces puede ser útil notar también cómo se trató aquel asunto particular en aquel entonces.
“AMAR A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”
Dijo Jesús: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mat. 22:39) Tal como una persona ha de amar a su prójimo, también ha de amarse a sí misma. Eso significa que debe cuidar su mente y cuerpo. Por lo tanto, el cristiano no debe poner en peligro innecesariamente su vida, porque eso no le traería honra a Dios. Puesto que el cristiano ha dedicado su vida a hacer la voluntad de Dios, debe protegerla para que pueda servir a su Creador.—Rom. 12:1.
Jesús no entregó su vida innecesariamente. En una ocasión, los que le escuchaban “se llenaron de cólera; y se levantaron y lo sacaron apresuradamente de la ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre de la montaña . . . para despeñarlo.” ¿Trató de huir Jesús? ¡Sí! El relato nos dice: “Mas él pasó por en medio de ellos y siguió su camino.” En el alboroto, Jesús pudo ponerse a salvo.—Luc. 4:28-30.
Igualmente el apóstol Pablo amaba su vida y la protegía. Huyó de situaciones peligrosas muchas veces. (Hech. 9:23-25; 14:5, 6) Hasta cuando fue tomado en custodia por las autoridades trabajó por su liberación apelando a César.—Hech. 25:11.
Jesús dio el principio envuelto en estos ejemplos cuando dijo: “Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra.” (Mat. 10:23) Por lo tanto, el proceder cristiano es el de tratar de evitar dificultad, cuando sea posible. Entonces no surgirá el problema de cómo defender uno su persona.
EVITANDO DIFICULTAD
Aun cuando no haya persecución debido a la fe de uno, aplica el mismo principio general. Por ejemplo, quizás uno viva en una ciudad en que estén ocurriendo motines u otros desórdenes. ¿Qué va uno a hacer? Uno puede optar por huir del peligro. ¿Cómo? Quizás no siempre sea posible abandonar la zona donde esto ocurre, pero uno puede retirarse a un lugar seguro en el interior de su casa y quedarse allí hasta que haya pasado el peligro. Como dice Proverbios 26:17: “Como quien agarra por las orejas a un perro es cualquiera que al pasar está enfureciéndose por la riña que no es suya.” El individuo que presta atención a este consejo no se ve envuelto en las perturbaciones de este inicuo sistema de cosas. Ni siquiera se acerca a ellas por curiosidad, sino que las evita siempre que es posible. Esto sirve como protección para él.
De modo semejante, es prudente el tratar de evitar el verse atraído a una situación donde posiblemente tenga que defender su persona. Por ejemplo, quizás usted encuentre a una persona beligerante en la calle, mientras usa la transportación pública, o quizás aun en su lugar de trabajo. El principio que ha de seguirse cuando se enfrente a tal persona hostil es: No le eche más combustible al fuego. “Donde no hay leña se apaga el fuego.” (Pro. 26:20) En cambio, “una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia.” (Pro. 15:1) Al hablar en un tono bondadoso y apacible quizás logre apartar la ira de la persona excitada y evitar dificultad.
Y si tal respuesta apacible no apaga el antagonismo de la otra persona, ¿entonces qué? Proverbios 17:14 contesta: “Antes que haya estallado la riña, retírate.” Por lo tanto, como en el caso de huir de la persecución cuando es posible, el proceder cristiano es huir de personas irrazonables para evitar dificultad siempre que sea posible.
El evitar dificultades de esta clase también significa el no arriesgarse innecesariamente cuando uno viaja. Sea cauteloso en vecindarios peligrosos, particularmente de noche. Hasta pudiera cambiar su ocupación seglar si ésta pone en peligro su vida haciendo necesario el que regrese a casa tarde por zonas peligrosas. Así la aplicación de principios cristianos puede ayudarle a evitar dificultades.
CUANDO SE LE ENCARAN PERSONALMENTE
Sin embargo, hay veces en que no puede evitarse la dificultad. Por ejemplo, aun en las horas del día quizás lo aborde un ladrón armado. ¿Qué puede hacer usted? Pudiera tratar de razonar con el ladrón, quizás identificándose como ministro cristiano, si usted es testigo de Jehová. Muchas veces esto ha resultado en que dejen a los cristianos sin hacerles daño.
Pero, ¿qué hay si eso no basta, y quien lo ha abordado está determinado a conseguir dinero a toda costa? Pregúntese: ¿Qué es más importante, mi dinero o mi vida? ¿Puedo continuar sirviendo a Jehová sin el dinero que tengo en mi cartera o bolsa? ¿Puedo continuar sirviendo a Jehová sin mi vida? La respuesta es obvia. La vida es mucho más valiosa. Por consiguiente, es sumamente imprudente el poner en peligro su vida simplemente por dinero. Y puesto que hoy muchos ladrones no vacilan en usar violencia si la víctima resiste, el proceder de la sabiduría práctica es dejar que se lleven el dinero.
Este mismo pensamiento aplica si un ladrón entra en su casa. Si está armado, posiblemente usted no tenga la oportunidad de llamar a la policía pidiendo ayuda. Quizás el ladrón solo esté buscando dinero u otros artículos materiales. El resistir podría terminar en daño o muerte para muchos miembros de la familia, de modo que sería imprudente recurrir a lo que algunos considerarían “métodos heroicos” para defender las cosas materiales. La seguridad de usted mismo y de sus amados es lo de primera importancia.
Pero, ¿qué hay si le aborda una persona violenta, una persona que comienza a atacarlo? Entonces quizás el razonar y entregar pacíficamente las posesiones materiales ya no baste. En esta situación extremada el cristiano está justificado en protegerse. Si no puede huir, o si está en su propia casa, puede desviar los golpes y defenderse haciendo cuanto pueda para reprimir al atacante. Por supuesto, si hay varios o muchos atacantes, aun esta defensa quizás resulte infructuosa.
Es verdad, un golpe dado en defensa propia pudiera lastimar al asaltante. Pero si resultara en matar al atacante, esto no debería ser intencional. El cristiano que accidentalmente matara así a su asaltante debería reconocer la seriedad de lo que ha sucedido. Comprendiendo que tal vez sea culpable de derramamiento homicida de sangre por lo que ha sucedido, aunque no fue intencional, debería dirigirse humildemente a Dios en oración para pedir su perdón por medio de Cristo Jesús.
¿Qué se puede hacer si su familia o sus hermanos y hermanas espirituales son atacados físicamente en presencia de usted? Usted podría tratar de resistir tanto como fuera posible si no hubiera disponibles otros medios de ayuda. Esto puede poner en peligro su vida, pero como dijo Jesús: “Nadie tiene mayor amor que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:13) Pudiera resultar práctico, dependiendo de las circunstancias, ir a pedir ayuda en vez de tratar de encargarse solo de la situación. Si es grande el grupo que está atacando a su familia o a sus hermanos cristianos, lo prudente pudiera ser conseguir la ayuda de la policía si está disponible. Así, pues, la manera en que se debe proceder depende de las circunstancias. Y aun diferentes personas pueden encararse a la misma situación de diferentes maneras. Cada persona tendrá que decidir cuál es la mejor manera de proceder, dependiendo de lo que sepa de la situación en ese instante.
INTENTO DE VIOLACIÓN
Si usted es una mujer cristiana, ¿qué debería hacer si, a pesar de toda precaución, usted es atacada por un violador? Si usted no puede disuadirlo por medio de razonamiento, ni invocando el nombre de Jehová, entonces ¿qué? Como cristiana usted está bajo obligación de resistir. Esta resistencia incluye el gritar y crear toda la conmoción posible para tratar de ahuyentar al atacante y atraer ayuda. Si el ataque continúa y usted no puede librarse para huir, entonces usted estaría justificada aun para infligir daño a su asaltante si fuera necesario. El resistir es imperativo, porque el violador va en pos, no simplemente de dinero, sino de su virtud. Aquí está envuelta la cuestión de integridad a las leyes de Jehová. Por eso de ninguna manera sería apropiado el someterse tranquilamente a la violación, ya que eso sería acceder a fornicación.—1 Tes. 4:3.
El principio es semejante al que está anotado en el capítulo 22 de Deuteronomio. Allí dice: “En caso de que hubiese una muchacha virgen comprometida con un hombre, y un hombre realmente la hallare en la ciudad y se acostare con ella, entonces tienen ustedes que sacar a ambos a la puerta de aquella ciudad y lapidarlos con piedras, y tienen que morir.” ¿Por qué habría de morir la muchacha bajo aquel pacto de la Ley? Continúa el texto: “La muchacha por razón de que no gritó en la ciudad.” Si no se esforzaba por gritar, se consideraba que ella había accedido a la fornicación. Pero si la mujer gritaba y resistía y no obstante era vencida, entonces no era culpable de complicidad: “La muchacha . . . gritó, pero no hubo quien la socorriese.”—Deu. 22:23-27.
¿Sería diferente la situación si el hombre tuviera un arma y amenazara matarla a usted si no se sometiera? No, las Escrituras claramente expresan que los cristianos están bajo la obligación de ‘huir de la fornicación.’ (1 Cor. 6:18) Es verdad que usted se enfrenta a la posibilidad de morir en este caso. Pero no tiene garantía de que si se somete mansamente su asaltante no la matará de todos modos para evitar que lo identifique.
Las mujeres cristianas son prudentes si hacen cuanto pueden para evitar el hacerse blancos de violadores. Ya que usted sabe que la moralidad de esta generación está degenerando cada día más, tome toda precaución. En zonas inseguras evite el viajar sola después del anochecer. Como dice Eclesiastés 4:12: “Si alguien pudiese sobreponerse a uno solo, dos juntos pudieran mantenerse firmes contra él. Y una cuerda triple no se puede romper en dos pronto.” También considere la manera en que viste. Si una mujer adopta las modas provocativas y sugestivas de vestir tan predominantes ahora, indica que es una mujer de moralidad relajada, y al hacerlo puede invitar la dificultad.
No obstante, a pesar de todas las precauciones y resistencia, puede ser que uno o más asaltantes se apoderen de una mujer cristiana y la violen. Esto ha sucedido en tiempos recientes en el país de Malawi. Muchas mujeres cristianas fueron violadas por chusmas de varones malignos y animales, principalmente jóvenes. Esto vino como persecución; debido a que rehusaron firmemente participar en actividades políticas que las harían transigir en su integridad a Jehová, fueron atacadas. A pesar de su defensa, y la defensa de esposos y otros hermanos cristianos, todos fueron vencidos por la cantidad numerosa de sus atacantes. No obstante, al resistir aun bajo tales circunstancias los hombres y las mujeres cristianos muestran su posición en el asunto.
En tales casos, es preciso que los cristianos trabajen duro para retener su equilibrio y no recurrir a desquite físico después de tal ataque, pensando que esto es lo mismo que la defensa propia. Es correcto buscar justicia por medio de todos los recursos legales, pero no es cristiano el buscar venganza personal después de haberse terminado el ataque. “Mía es la venganza, y la retribución,” dice Jehová. (Deu. 32:35) Acuérdese, Jehová sabe plenamente el daño que se ha descargado contra sus siervos. ¿Hemos de pensar que el gran Dios de Justicia no ajustará las cuentas a su debido tiempo? Podemos estar seguros de que pronto Jehová aplastará a los inicuos no arrepentidos, exterminándolos por completo.
También podemos estar seguros de que Jehová recompensará con vida eterna en su nuevo sistema de cosas a sus siervos que retienen integridad. La salud mental y física se les restaurará en perfección, de modo que cualquier daño que los cristianos hayan recibido por retener integridad a las leyes de Dios con el tiempo se desvanecerá de la memoria. Dios compensará el daño de su pueblo, de modo que las muertes horribles en las arenas romanas, en los campos de concentración alemanes o las humillaciones a manos de individuos bestiales como en Malawi no se recordarán. “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.” (Isa. 65:17) Siempre es provechoso acordarse de lo que dijo Jesús: “Se venden cinco gorriones por dos monedas de poco valor, ¿no es verdad? Sin embargo ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pero aun los cabellos de las cabezas de ustedes están todos contados. No tengan temor; ustedes valen más que muchos gorriones.”—Luc. 12:6, 7.
¿RECURRIR A LAS ARMAS?
Tales persecuciones de los siervos de Jehová hacen que algunos se pregunten si deberían considerar el armarse con revólveres y rifles para protegerse ellos mismos y para proteger a sus amados.
Es verdad que en el antiguo Israel a veces se usaban armas carnales. Pero como se hizo notar previamente, los cristianos no están bajo el pacto de la Ley. Están bajo el superior sistema cristiano de cosas, particularmente bajo la ley del amor. (Juan 13:34, 35) Han batido “sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas.” (Isa. 2:4) ¿Cómo, entonces, podrían invertir este proceso y tomar armas y todavía considerarse cristianos?
Si un cristiano se armara para protegerse, ¿no podría matar a alguna persona inocente e incurrir en derramamiento homicida de sangre delante de Jehová? Además, en algunos casos el ver un arma de fuego ha hecho que los ladrones disparen sus propias armas, quitándole la vida a la víctima. Si la víctima no hubiera sacado un arma es posible que simplemente se le hubiera robado, no muerto. También, en muchos casos el tener un arma en la casa ha resultado, no en protección para la familia, sino en muerte cuando el arma de fuego ha sido disparada accidentalmente, a veces por niñitos.
¿Se armó Jesús en espera de ser atacado? ¿Se armaron sus seguidores? Es evidente de 2 Corintios 11:23-27 que el apóstol Pablo a menudo estuvo en territorio peligroso. No obstante, ¿se sintió él obligado a llevar un arma mortífera para protegerse él mismo o al joven Timoteo, que viajaba con él? ¿Podemos imaginarnos a los apóstoles, o a Jesús, predicando la ley superior del amor y al mismo tiempo llevando a cabo su actividad armados de espadas y lanzas?
La única ocasión relatada en la Biblia en que los seguidores de Jesús tuvieron armas fue antes de recibir el espíritu santo en el Pentecostés. Esto fue en el monte de los Olivos. ¿Por qué tuvieron armas aquí? ¡Porque Jesús les había dicho que las tuvieran! (Luc. 22:36-38) ¿Por qué? Para que Jesús pudiera demostrar poderosamente que, si hubiera deseado recurrir a las armas carnales para defensa propia, pudiera haberlo hecho. ¡Pero no lo hizo! Más bien, reprendió al que usó su arma, diciendo: “Todos los que toman la espada, perecerán por la espada.” (Mat. 26:51, 52) Por eso, entre otras cosas, Jesús mostró que no buscaría protección por medio de tales armas mortíferas. Es como dijo más tarde Pablo: “Las armas de nuestro guerrear no son carnales.”—2 Cor. 10:4.
Este principio de no llevar armas carnales para defensa propia realmente sirve de protección en muchos casos. ¿Por qué? Porque el recurrir a armas mortíferas para defender a los cristianos perseguidos probablemente resultaría en mucho mayor daño que el no usarlas. Si los siervos de Dios llevaran armas, y las dispararan contra sus asaltantes cuando fueran perseguidos, es muy probable que descendería sobre ellos la ira plena de la policía, o hasta de las tropas gubernamentales. Es probable que murieran muchos más cristianos que los que morirían al no llevar armas. Y si los cristianos, como los de Malawi, hubiesen estado armados, ¿les hubiesen permitido entrar como refugiados pacíficos países como Mozambique?
Pero, ¿qué hay de entrenarse en tales ‘artes’ de defensa propia como boxeo, karate y judo? Con tales habilidades un hombre puede matar a otra persona con las manos solamente, lo cual explica por qué muchos consideran armas letales las manos de los que reciben ese entrenamiento. Cuando Jesús fue atacado no recurrió a malignos golpes de karate, ni trató de proyectar a sus oponentes para que cayeran de espalda al estilo del judo. Jesús y sus seguidores no emplearon tiempo entrenándose para pelear batallas físicas. Por eso, la Biblia aconseja a los cristianos: “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, . . . manteniéndose reprimido bajo lo malo.” (2 Tim. 2:24) Y tenga presente también que quien se entrena en la defensa propia física tiene mucha más probabilidad de recurrir a la violencia en situaciones difíciles que de hacer cuanto pueda para evitar la violencia. No, tales preparativos están en contra del espíritu de Romanos 12:18, que dice: “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres.”
MANTENGA FIJA LA VISTA EN LA VIDA ETERNA
El cristiano hace cuanto puede para defenderse él mismo y defender a sus amados sobre una base personal en armonía con los principios cristianos. No obstante, también comprende que su vida presente no es tan importante como para transigir él tocante a las leyes de Jehová para tratar de salvar esa vida. La obediencia a Jehová y la vida eterna en su nuevo sistema de cosas son mucho, mucho más importantes.
De modo que lo que principalmente debe considerarse en estos “últimos días” es retener la integridad a Jehová, no el adherirse a la vida presente a toda costa. El transigir tocante a las leyes de Dios para salvar la vida ahora realmente costaría la vida, pues como dijo Jesús: “El que quiera salvar su alma la perderá.” Jesús agregó: “Porque ¿de qué provecho le será al hombre si gana todo el mundo pero lo paga con perder su alma?” Pero si no transigimos, si retenemos la integridad a Jehová, entonces, como dijo Jesús: “El que pierda su alma por causa de mí la hallará.”—Mat. 16:24-26.
Por eso, si usted mantiene a Jehová y la vida eterna en mira a todo tiempo, retendrá su integridad. Aun cuando la oposición o la persecución pongan en peligro su vida, usted firmemente seguirá lo que le agrada a Dios: “Porque si alguno, por motivo de su conciencia para con Dios, soporta cosas penosas y sufre injustamente, esto es algo que agrada. Pues, ¿qué mérito hay en ello si, cuando ustedes están pecando y son abofeteados, lo aguantan? Pero si, cuando ustedes están haciendo lo bueno y sufren, lo aguantan, esto es algo que agrada a Dios.”—1 Ped. 2:19, 20.
Por consiguiente, permanezca firme. Hágase poderoso en la fe. Confíe en que Jehová le dará fuerzas para soportar cualquier oposición o persecución que venga. “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo.” (Sal. 55:22) Por lo tanto, si usted es cristiano no tiene por qué vivir en constante temor de asalto o persecución. Confiadamente puede enfrentarse al futuro a medida que siga su derrotero cristiano, sabiendo que, cuando vengan los tiempos difíciles, Jehová lo sostendrá.
Regocíjese también con el conocimiento de que muy pronto Jehová ejercerá su poder contra este inicuo sistema de cosas y aplastará y exterminará por completo a todos los que causan daño. Y sin falta él recompensará a sus siervos que retengan integridad: “Porque los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, ellos serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, ellos serán arrancados de ella.”—Pro. 2:21, 22.
[Ilustración de la página 635]
El resistir incluye gritar y crear todo la conmoción posible